Brasil abre la campa?a de una elecci¨®n que es un mano a mano entre Lula y Bolsonaro
Los dos favoritos se encuentran por primera vez en persona en Brasilia tras sus respectivos m¨ªtines inaugurales
La campa?a electoral ha empezado este martes en Brasil con una imagen in¨¦dita que es un buen resumen de c¨®mo se presentan los comicios: un mano a mano entre dos veteranos, el primer presidente obrero y el primero de extrema derecha. Aunque ambos llevan d¨¦cadas en pol¨ªtica, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, de 76 a?os, y Jair Bolsonaro, de 67, jam¨¢s se hab¨ªan encontrado en persona. Esta tarde ambos han participado en una ceremonia en Brasilia, a una distancia prudencial, con los integrantes del tercer protagonista de esta elecci¨®n, el Tribunal Superior Electoral (TSE), el ¨¢rbitro que tendr¨¢ la ¨²ltima palabra si se cumplen los pron¨®sticos m¨¢s pesimistas y Bolsonaro cuestiona el resultado. La ventaja de Lula sobre Bolsonaro, que va menguando, es de 18 puntos. Quedan 45 d¨ªas para la primera vuelta.
La imagen de Lula con Bolsonaro ha hecho sufrir a los fot¨®grafos. El segundo ha estado en la tribuna de autoridades, el primero, enfrente, junto a otros antiguos presidentes.
El electorado brasile?o votar¨¢ el 2 de octubre tambi¨¦n para renovar toda la C¨¢mara de Diputados, un tercio del Senado, los 26 gobernadores y todas las C¨¢maras legislativas estatales. La ¨²ltima encuesta de Datafolha, la m¨¢s prestigiosa entre la avalancha de sondeos, daba a finales de julio a Lula un 47% en primera vuelta frente al 29% de Bolsonaro. El izquierdista triunfa entre los pobres y la juventud; el ultraderechista, entre los hombres y los evang¨¦licos. Todav¨ªa no est¨¢ confirmado que los favoritos tengan un nuevo cara a cara en un debate electoral.
Cada uno de los favoritos ha querido imprimir su sello a este primer d¨ªa de campa?a. El primer acto de Lula ha sido a las puertas de la f¨¢brica de Volkswagen en S?o Bernardo do Campo, al sur de S?o Paulo, un gui?o a las luchas obreras que le catapultaron a la pol¨ªtica hace cuatro d¨¦cadas. En cambio, Bolsonaro ha preferido posar la mirada cuatro a?os atr¨¢s. Y ha viajado a Juiz de Fora, la ciudad de Minas Gerais donde en la campa?a de 2018 fue apu?alado por un demente.
All¨ª el mandatario ha recuperado el tono mesi¨¢nico que le dio la victoria entonces: ¡°Brasil estaba al borde del colapso, con problemas ¨¦ticos, morales y econ¨®micos, y marchaba a grandes pasos hacia el socialismo¡±, ha proclamado Bolsonaro, rodeado de pastores evang¨¦licos tras una marcha motera. A su lado, su esposa, Michelle, que apela al voto m¨¢s ultraconservador y se esmera en suavizar la imagen de su marido entre las mujeres, uno de los colectivos donde m¨¢s rechazo suscita.
Lula ha apelado, por su parte, al legado de sus dos mandatos al frente del Gobierno federal (2002-2010). El izquierdista ha instado a los suyos a movilizarse en los dos terrenos donde se libra esta batalla: ¡°Ocupemos las calles y las redes¡±, les ha dicho antes de apelar a la esperanza: ¡°Somos una idea, y nadie puede aprisionar una idea. Han matado muchas flores, pero no detendr¨¢n la primavera. Estamos vivos y fuertes. Con amor conquistaremos el odio¡±, ha dicho subido a un autob¨²s frente a una de las f¨¢bricas donde se convirti¨® en l¨ªder sindical antes de fundar el Partido de los Trabajadores.
La campa?a de Lula es la de la nostalgia, la de recordar los a?os dorados en los que millones de brasile?os que viv¨ªan en la miseria prosperaron hasta dejar atr¨¢s la pobreza. Bolsonaro tambi¨¦n apela a los logros de sus gobiernos, adem¨¢s de apelar al miedo. Plantea este duelo de alto voltaje como una batalla entre el bien y el mal.
Si ninguno de los candidatos logra una mayor¨ªa absoluta de los votos v¨¢lidos, habr¨ªa una segunda vuelta el 30 de octubre. Lula est¨¢ poniendo todo su empe?o en ganar en primera vuelta, algo que ninguno de sus antecesores ha logrado en el siglo XXI. Para eso ha elegido como n¨²mero dos a Geraldo Alckmin, un exgobernador de S?o Paulo al que derrot¨® en la elecci¨®n presidencial de 2006 y que en 2018 encarn¨® la estrepitosa derrota del centroderecha ante el volantazo a la derecha radical que supuso la victoria de Bolsonaro. Ninguno de los restantes candidatos supera el 8% de apoyo.
El protagonismo de Facebook, Telegram, YouTube, WhatsApp y el resto de las redes sociales en esta campa?a es enorme porque son el principal canal por el que millones de brasile?os se informan. En vista de la influencia que se atribuye a las fake news en 2018, el combate a la desinformaci¨®n se ha intensificado por parte de las autoridades electorales. Pero la cantidad de informaciones dudosas o directamente falsas es enorme y se diseminan a la velocidad del rayo. Una de las falsedades que m¨¢s est¨¢ calando en las ¨²ltimas semanas, agitada por un diputado bolsonarista, es que Lula cerrar¨¢ iglesias si gana las elecciones. En el mitin de este martes, Lula ha acusado a Bolsonaro de ¡°ser un fariseo que quiere manipular la buena fe de los hombres y las mujeres evang¨¦licos que van a la iglesia¡±.
La sistem¨¢tica campa?a del actual presidente para sembrar dudas sobre el sistema de votaci¨®n ha catapultado al Tribunal Superior Electoral, integrado por jueces del Supremo, al centro del debate pol¨ªtico. Y ha encendido las alertas de tal manera que un manifiesto en defensa de la democracia ha logrado unir a banqueros, empresarios, representantes de la sociedad civil y activistas. El escrutinio al que esta vez est¨¢n sometidas las urnas electr¨®nicas es m¨¢ximo y Bolsonaro quiere que las Fuerzas Armadas est¨¦n implicadas en la supervisi¨®n e incluso el recuento.
La toma de posesi¨®n del nuevo presidente del TSE ha propiciado esa foto in¨¦dita hasta ahora de Lula y Bolsonaro juntos y un reencuentro que tambi¨¦n tiene mucho morbo, el de la expresidenta Dilma Rousseff, del PT, y su sucesor, Michel Temer, de centroderecha, al que la izquierda culpa de haber propiciado la traum¨¢tica expulsi¨®n del PT del poder en 2016. Si el electorado confirma en octubre lo que apuntan las encuestas, el PT regresar¨¢ al poder en la primera potencia de Am¨¦rica Latina.
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