Nancy Pelosi abandona el liderazgo de los dem¨®cratas en la C¨¢mara de Representantes tras perder la mayor¨ªa
La veterana dem¨®crata asegura que no aspira a ning¨²n cargo despu¨¦s de que el control de la C¨¢mara haya pasado a manos republicanas
La dem¨®crata Nancy Pelosi ha sido una presencia permanente en la C¨¢mara de Representantes durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. Lo ha sido desde que rompi¨® el techo de cristal como primera presidenta de la C¨¢mara, y tanto en condiciones favorables a su partido como adversas: con mayor¨ªa de esca?os y en franca minor¨ªa frente a los republicanos. Considerada por muchos el speaker m¨¢s poderoso en un siglo, ha subido y bajado del estrado conforme los vaivenes electorales descabalgaban a los suyos, como en 2010, o los encumbraban de nuevo, como sucedi¨® en 2018. La veterana dem¨®crata, vestida de blanco como las sufragistas, emocionada y nerviosa, ha anunciado este jueves que seguir¨¢ en la C¨¢mara como diputada, pero sin aspirar a liderazgo alguno. ¡°Es hora de dar paso a una nueva generaci¨®n de dem¨®cratas¡±, ha dicho.
Con la mayor¨ªa en manos republicanas, el futuro de esta antigua ama de casa californiana, fact¨®tum de la vida legislativa estadounidense, pend¨ªa de un hilo, pero no solo por razones electorales. El violento ataque sufrido por su esposo, Paul Pelosi, el pasado 28 de octubre, que le mand¨® al hospital con fractura de cr¨¢neo, ha podido pesar m¨¢s en su decisi¨®n que la relativa suerte de su partido en las urnas, seg¨²n adelant¨® ella misma en v¨ªsperas de las elecciones de medio mandato en una entrevista en la CNN. Frente a quienes cre¨ªan que la lenta recuperaci¨®n de Paul Pelosi la empujar¨ªa a dejar la pol¨ªtica, otros apuntaban entonces que no pensaba arrojar la toalla por la acci¨®n de un ultra conspiranoico, el que blandi¨® el martillo contra su marido al no encontrarla a ella para descargar su furia. No obstante, tambi¨¦n se?al¨® que un hecho semejante podr¨ªa desalentar a otras mujeres de dedicarse a la pol¨ªtica. ¡°Cuando llegu¨¦ a la C¨¢mara, en 1987, hab¨ªa 12 mujeres dem¨®cratas, hoy son m¨¢s de 90¡å, ha dicho este jueves en su discurso.
La hip¨®tesis de una probable retirada, casi obligada adem¨¢s a sus 82 a?os, amenazaba con poner fin, por tanto, a su abultada hoja de servicios, en la que los cr¨ªticos del ala progresista se?alan un punto flaco: su escepticismo ante los dos procesos de impeachment (juicio pol¨ªtico) a los que fue sometido Donald Trump, a los que ella se resisti¨® por temor a consecuencias impredecibles. Pelosi tem¨ªa que este proceso abriera la caja de los truenos y se llevara por delante la menguante colaboraci¨®n entre bancadas en un pa¨ªs cada vez m¨¢s polarizado, m¨¢s agresivo, un clima de violencia pol¨ªtica al alza del que el ataque a su marido Paul es buena prueba, no la ¨²nica.
No han sido a?os f¨¢ciles para ella al frente de la C¨¢mara. En su primer mandato (2007-2011) por culpa de la Gran Recesi¨®n; en el segundo, desde enero de 2019, por los dos impeachment al republicano; el asalto al Capitolio por una horda trumpista el 6 de enero de 2021, y la investigaci¨®n del comit¨¦ especial sobre el ataque. Seg¨²n el libro Unchecked: The Untold Story Behind Congress¡¯s Botched Impeachments of Donald Trump, de Rachael Bade y Karoun Demirjian, Pelosi se inhibi¨®, con la correspondiente demora, en los impeachments no por considerar que el republicano no fuera merecedor de escrutinio, sino por temor a que el juicio ¡°se convirtiera en un bumer¨¢n pol¨ªtico que una vez lanzado no pudiera ser controlado¡±. ¡°Tem¨ªa que, al perseguir a Trump, pusiera en peligro la mayor¨ªa que tanto le hab¨ªa costado conseguir, e incluso podr¨ªa dar a Trump un segundo mandato¡±, explican los autores en una rese?a de su libro, publicado en octubre, en Politico.
Pol¨¦mico papel en el ¡®impeachment¡¯ de Trump
Negro sobre blanco, las al menos 10 veces en que Trump incurri¨® en obstrucci¨®n a la justicia durante la investigaci¨®n de la trama rusa, seg¨²n el extenso informe del fiscal especial Robert Mueller en 2019, no bastaron para que Pelosi, tercera autoridad de una naci¨®n entonces bajo presidencia republicana, lo viera claro; tampoco la presi¨®n de sus correligionarios dem¨®cratas. Dar prioridad a la pol¨ªtica sobre la investigaci¨®n de los hechos ¡ªlos relativos a la injerencia rusa en las elecciones que dieron la victoria a Trump en 2016¡ª fue una decisi¨®n discutida, y a menudo poco comprendida, por los suyos.
Pelosi siempre ha dado pruebas de autonom¨ªa de criterio, como cuando el verano pasado, pese a las advertencias de la Casa Blanca ¡ªdem¨®crata esta vez¡ª viaj¨® a Taiw¨¢n al frente de una delegaci¨®n de congresistas, provocando una nueva crisis diplom¨¢tica con Pek¨ªn; un gesto en el que algunos vieron el desgaire de quien ve ya pr¨®xima la salida. Pero su autonom¨ªa es tambi¨¦n responsable de sus logros, seg¨²n sus defensores. Abri¨® caminos de consenso en la pol¨ªtica representativa, convirti¨¦ndose en una de las m¨¢s h¨¢biles negociadoras del Partido Dem¨®crata. En su primer mandato como presidenta de la C¨¢mara, contribuy¨® a aprobar la subida del salario m¨ªnimo, impedir el colapso de Wall Street, ampliar un programa de seguro de salud infantil, el Obamacare y la revisi¨®n de la legislaci¨®n de servicios financieros, con el pa¨ªs sumido en la Gran Recesi¨®n. En el segundo, el presidente Joe Biden le debe el consenso, forjado por los pasillos y los despachos del Capitolio, en torno a la ley de infraestructuras y al plan de ayudas para remediar el impacto de la covid. Probablemente, tambi¨¦n, de un raro acuerdo bipartidista, t¨ªmido pero a la vez prometedor, de control de armas.
Formidable recaudadora de fondos, cat¨®lica defensora del derecho a la libre elecci¨®n en el caso del aborto, siempre de rigurosa mantilla negra en sus visitas al Vaticano; abiertamente contraria a la guerra de Irak, Pelosi es la firmeza personificada. Para lo bueno, pero tambi¨¦n para lo malo, seg¨²n sus detractores, que vieron en sus reticencias a emprender un juicio pol¨ªtico a Trump una merma de la capacidad del Congreso como contrapeso a los desmanes del republicano, esa supervisi¨®n en la que muchos depositaron la salud de la democracia cuando Trump fue elegido presidente. Nadie contaba con un fin de fiesta tan espeluznante como el asalto al Capitolio, instigado por Trump para impedir la proclamaci¨®n como presidente de su rival Joe Biden, y que la propia Pelosi vivi¨® en persona, como muestra el v¨ªdeo del fragor del ataque que se divulg¨® a mediados de octubre: la m¨¢xima autoridad in situ intent¨® que la institucionalidad no quedara abortada por la espiral de furia y odio trumpista.
Pelosi lo ha sido todo entre los dem¨®cratas: responsable del comit¨¦ nacional, el puente de mando del partido; fontanera, baronesa y cajera, una m¨¢quina de conseguir donaciones en un pa¨ªs en el que suele ganar el candidato con m¨¢s apoyo econ¨®mico. Cuando recuper¨® el mazo, en 2018, lo hizo con la vaga promesa de dejar el cargo a finales de 2022. Cuatro a?os despu¨¦s, ya hay nombres para relevarla en la bancada contraria, pero ninguno para asumir el mando de la nueva minor¨ªa dem¨®crata de la C¨¢mara: una se?al de respeto a su legado. ¡°Ha demostrado m¨¢s capacidad de organizaci¨®n y m¨²sculo, con m¨¢rgenes realmente estrechos, de lo que hubiera cre¨ªdo imposible¡±, dijo de ella el a?o pasado el republicano Newt Gingrich, su frecuente antagonista. ¡°Se podr¨ªa decir que ha sido la presidenta [de la C¨¢mara] m¨¢s poderosa de la historia¡±. En el traje que Pelosi visti¨® este jueves para entonar el adi¨®s, luc¨ªa un vistoso broche dorado que representa la maza de la C¨¢mara, el bast¨®n de mando que encarna la autoridad del poder legislativo desde 1789. Lo ha llevado en muchas ocasiones importantes, incluido el primer impeachment de Trump. Su particular golpe de maza para poner fin a toda una etapa.
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