El Gobierno de Sunak amenaza con endurecer las leyes para frenar la avalancha de huelgas
El Reino Unido afronta desde hoy paros en el ferrocarril, la sanidad p¨²blica, el servicio postal, el cuerpo de funcionarios y hasta la polic¨ªa de control de fronteras. Downing Street utiliza personal del ej¨¦rcito para suplir a los huelguistas
Un Gobierno conservador atrincherado en su ideolog¨ªa, y agotado despu¨¦s de 12 a?os en el poder y constantes luchas internas, ha decidido responder con amenazas a la avalancha de huelgas anunciadas para fin de a?o, que anticipan un caos por todo el Reino Unido como broche final de un 2022 ya de por s¨ª turbulento. Al personal sanitario ¨Dm¨¦dicos y enfermeros¨D y de ambulancias del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en ingl¨¦s), el servicio postal, el cuerpo de funcionarios, y los trabajadores p¨²blicos se han sumado los operarios del control de fronteras de los principales aeropuertos y puertos del pa¨ªs: Heathrow, Gatwick, Birmingham, Cardiff, Glasgow, Manchester y Newhaven. El primer ministro, Rishi Sunak, ha reunido este lunes a su gabinete de crisis para estudiar los planes de despliegue del ej¨¦rcito, con la intenci¨®n de utilizar soldados tanto en el NHS como en los ferrocarriles o la inspecci¨®n de pasaportes.
Este martes comienzan los paros del personal de ferrocarril: dos d¨ªas que, en realidad, supondr¨¢n trastornos para toda la semana. El cuerpo de enfermeros comenzar¨¢ el jueves su primera huelga de la historia, que durar¨¢ un d¨ªa. Repetir¨¢n la acci¨®n de protesta el 20 de diciembre. Los paros en las terminales de frontera tendr¨¢n lugar entre el 23 y el 26 de diciembre y entre el 28 y 31 de diciembre. Si ya desde la puesta en marcha del Brexit las colas y retrasos eran moneda com¨²n en las barreras fronterizas, la protesta anunciada del personal encargado de controlar los pasaportes de los viajeros que entran ¡ªmuchos de ellos de regreso de las vacaciones¡ª anticipa una situaci¨®n complicada. La ministra del Interior, Suella Braverman, ha pedido ya a los brit¨¢nicos que eviten viajar si no es imprescindible, una recomendaci¨®n en la que resuena el eco de la pandemia y anteriores vacaciones navide?as. Y el Gobierno ha comenzado a entrenar ya a cientos de miembros de las fuerzas armadas para suplir las tareas de los huelguistas.
El invierno del descontento del Reino Unido trae a la memoria de muchos de sus ciudadanos el verano de 1989, en los ¨²ltimos meses del mandato de Margaret Thatcher, cuando sucesivas huelgas simult¨¢neas y solapadas provocaron la p¨¦rdida de casi dos millones y medio de horas de trabajo. En la situaci¨®n actual, los c¨¢lculos apuntan a un mill¨®n de horas laborales perdidas a lo largo de diciembre.
A unos salarios que ya permanec¨ªan congelados desde hace a?os se ha sumado una crisis del coste de la vida que ha llevado a muchos empleados p¨²blicos a situaciones cercanas a la pobreza. El Gobierno de Sunak teme que un incremento salarial elevado contribuya a disparar a¨²n m¨¢s una inflaci¨®n que se sit¨²a ya en el 11%, y es consciente tambi¨¦n de que cualquier dinero extra destinado a los servicios p¨²blicos debe salir de unos impuestos que acaba de subir. La respuesta al desaf¨ªo, con una mezcla de ideolog¨ªa y apuesta, consiste en apretar los dientes y esperar que la opini¨®n p¨²blica culpe antes de su hartazgo a los huelguistas que a Downing Street.
Leyes m¨¢s duras contra las huelgas
Muchos diputados conservadores, sin embargo, exigen a Sunak que endurezca las leyes que establecen los servicios m¨ªnimos. Fue una promesa del Gobierno de Boris Johnson, reafirmada por su sucesora, Liz Truss, pero ninguno de los dos tuvo tiempo de impulsar hasta el final la tramitaci¨®n legislativa correspondiente. ¡°Si los l¨ªderes sindicales mantienen una actitud nada razonable, es mi deber tomar las medidas necesarias para proteger el bienestar de los ciudadanos brit¨¢nicos¡±, asegur¨® el pasado mi¨¦rcoles Sunak en la C¨¢mara de los Comunes.
¡°El derecho a la huelga es una de las libertades fundamentales del Reino Unido, y con una inflaci¨®n del 11%, Rishi Sunak solo persigue que las clases trabajadoras tengan mucho m¨¢s dif¨ªcil alcanzar mejores salarios y mejores condiciones de trabajo¡±, ha denunciado Frances O¡¯Grady, la secretaria general de la confederaci¨®n sindical TUC. Las organizaciones de los trabajadores culpan al Gobierno de obstaculizar las negociaciones, y de haber dado la consigna, a las direcciones de las diferentes empresas p¨²blicas, de no aumentar sus ofertas de subida salarial. Se ampara Downing Street en las recomendaciones realizadas por las comisiones de revisi¨®n salarial adscritas a cada departamento p¨²blico (NHS, profesores, polic¨ªas, funcionarios de prisiones, etc¨¦tera), pero los sindicatos recuerdan a Sunak que lo que digan esas comisiones no es vinculante, y que es finalmente el Gobierno el que debe arremangarse y abordar las negociaciones.
¡°El Gobierno no se toma en serio todas estas huelgas. Cada ma?ana nos levantamos con un nuevo titular en el que amenazan con que se van a poner duros con este asunto, pero no trabaja de modo constructivo en beneficio de los ciudadanos de este pa¨ªs¡±, ha dicho el l¨ªder de la oposici¨®n laborista, Keir Starmer.
Sin embargo, tambi¨¦n Starmer tiene sus propios problemas internos con un asunto capaz de provocar muchas chispas. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n simpatiza con las reclamaciones de m¨¦dicos, enfermeros, bomberos o profesores, pero sigue teniendo un claro rechazo a la acci¨®n sindical. Por eso el l¨ªder laborista orden¨® expresamente a sus diputados que no se sumaran a los piquetes informativos. El v¨ªnculo entre sindicatos y partido en la izquierda brit¨¢nica es todav¨ªa inmenso, y las centrales son la principal fuente de financiaci¨®n de la formaci¨®n. Han sido muchos los diputados que han decido saltarse la prohibici¨®n y apoyar p¨²blicamente a los huelguistas.
En el Reino Unido es pr¨¢cticamente imposible llevar a cabo una huelga general. La Ley de Relaciones Laborales y Sindicatos de 1992 establece unos requisitos muy r¨ªgidos para convocar paros, junto a la prohibici¨®n expresa de una coordinaci¨®n sindical entre diversos sectores. Las normas todav¨ªa se endurecieron m¨¢s durante el mandato conservador de David Cameron (2010-2016). Cualquier empresa o servicio p¨²blico necesita una participaci¨®n del 50% de sus trabajadores, y un respaldo de m¨¢s del 80% entre los que acuden a votar, para que salga adelante una huelga. Es decir, si hay 100 trabajadores, deben votar 50 y respaldar el paro al menos 40. Con estas condiciones, los sindicatos han tenido que elaborar una estrategia sincronizada para que coincidieran en los d¨ªas cruciales de diciembre la mayor¨ªa de los paros, y en los sectores clave, para paralizar el pa¨ªs.
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