Dina Boluarte, la presidenta de la en¨¦sima emergencia peruana
Los peruanos exigen elecciones inmediatas en medio de la crisis pol¨ªtica y las protestas que ya se han cobrado m¨¢s de 20 vidas desde el autogolpe fallido de Castillo
Pedro Castillo llamaba a sus colaboradores compa?eros o compa?eras. El presidente de extracci¨®n m¨¢s humilde que ha tenido Per¨² en su historia era relajado en el trato. No quer¨ªa imitar la pompa de sus antecesores en el cargo, que se ve¨ªan a s¨ª mismos como personajes de los libros de historia y empezaban a hablar como si alguien estuviera cincelando en piedra lo que dec¨ªan. Sin embargo, Castillo trataba de doctora a su vicepresidenta, Dina Boluarte. Era una forma de mostrarle respeto por su nivel de estudios, pero tambi¨¦n de marcarle distancia.
Castillo ahora est¨¢ detenido por rebeli¨®n y Boluarte ocupa su lugar. El mandatario defenestrado llama a su sucesora traidora, usurpadora, marioneta de la derecha. Nadie esperaba que surgiera entre ellos una amistad estrecha, pero tampoco que se llegara a este punto. Boluarte, de 60 a?os, ha alcanzado el cenit de su carrera pol¨ªtica en circunstancias muy extra?as, despu¨¦s de que Castillo se hiciera el harakiri en p¨²blico d¨¢ndose un autogolpe que no ten¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo viso de prosperar.
Su mejor momento pol¨ªtico ha llegado en el peor momento para el pa¨ªs. Las protestas que han crecido desde la ca¨ªda de Castillo cercan su Gobierno. Dos ministros le han dado la espalda por la represi¨®n de las marchas, que se han cobrado ya 22 vidas. Solo el 29% de los peruanos est¨¢ de acuerdo con que ella haya asumido la jefatura del Estado, seg¨²n una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). El clamor por unas elecciones inmediatas es general. Nada est¨¢ siendo f¨¢cil para la primera mujer presidenta de Per¨². Y solo lleva 10 d¨ªas.
Boluarte es de la ciudad de Chalhuanca, en uno de los departamentos del sur que se han levantado estos d¨ªas para protestar contra la crisis pol¨ªtica. Ni siquiera desde su tierra le llega el aliento de sus vecinos. En Apur¨ªmac, su regi¨®n, se han declarado en desobediencia civil y acusan a la presidenta de re¨ªrse de sus m¨¢rtires, como se refieren a los siete j¨®venes muertos por disparos de la fuerzas armadas.
Castillo y Boluarte vienen de las provincias peruanas, pero de dos mundos distintos. ?l es un campesino que de adolescente vend¨ªa helados con un carrito en los distritos m¨¢s pobre de Lima. Lo que los capitalinos llaman un cholo. Boluarte, por su condici¨®n de abogada e hija de una familia con m¨¢s posibilidades gracias a la ganader¨ªa, entrar¨ªa en la categor¨ªa de misti, como se define a la clase media alta provinciana. En un v¨ªdeo que corri¨® por las redes sociales estos d¨ªas, vecinos de Tambobamba, un distrito de su regi¨®n, la acusan de ser hija de hacendados.
Los que la conocen aseguran que nunca vio a Castillo como un pol¨ªtico capaz, es m¨¢s, nunca crey¨® en ¨¦l. Ella es m¨¢s moderna, con ideas m¨¢s progresistas respecto al feminismo, la inmigraci¨®n o los derechos de las minor¨ªas. Hab¨ªan pertenecido al mismo partido, Per¨² Libre, pero ella estaba m¨¢s en sinton¨ªa con Ver¨®nika Mendoza, una joven antrop¨®loga de origen franc¨¦s que durante un tiempo pareci¨® el caballo blanco de una nueva izquierda. Boluarte no calcul¨® el fen¨®meno Castillo, que creci¨® en los pueblos y las regiones, lejos del cerrado c¨ªrculo pol¨ªtico de Lima, al que ella se siente m¨¢s cercana, aunque no del todo incluida.
Es dif¨ªcil verla en alguna de las fotos de la campa?a electoral. El suyo con Castillo era casi un matrimonio de conveniencia. Ella se define a s¨ª misma como alguien con mucho car¨¢cter que ha solventado momentos dif¨ªciles en su vida, como su divorcio. Por momentos se sinti¨® muy extra?a en el anterior Gobierno. En agosto, durante la toma de posesi¨®n del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en Bogot¨¢, dijo en algunos corrillos que estaba muy preocupada por los casos de corrupci¨®n que cercaban a Castillo -54 investigaciones de la fiscal¨ªa-, que no sab¨ªa lo que estaba pasando. Preve¨ªa el desastre.
Boluarte se ha dado cuenta en los ¨²ltimos d¨ªas de la dif¨ªcil tarea que se puso por delate cuando decidi¨® asumir la presidencia a las pocas horas de la detenci¨®n de Castillo. Entonces, exultante en el Congreso, prometi¨® gobernar el pa¨ªs hasta el final del mandato en 2026. Solo fue un espejismo. Las protestas en las regiones del interior, unidas a la ira y el desencanto pol¨ªtico general, la hicieron cambiar de idea pronto y anunci¨® elecciones anticipadas. Ahora es el Congreso quien debe poner una fecha, pero a¨²n no hay avances por ese lado. Ella se revuelve contra las parlamentarios, dando a entender que ya ha hecho todo lo que estaba en su mano. ¡°El 83% de la poblaci¨®n peruana quiere adelanto de elecciones, no busquen pretextos¡±, les increp¨®.
Este s¨¢bado amaneci¨® soleado en Lima, una rareza. Desde Presidencia se anunci¨® un discurso a la naci¨®n. Como en Per¨² nadie sabe con certeza qu¨¦ est¨¢ pasando ni qu¨¦ va a pasar, cualquier movimiento dispara los rumores. Hay que recordar que hace 10 d¨ªas, en un mensaje al pa¨ªs, el entonces presidente trat¨® de dar un autogolpe que nadie habr¨ªa podido anticipar. El pa¨ªs vive ahora bajo el estado de emergencia que da poder a las fuerzas armadas para repeler las protestas. As¨ª pasar¨¢ las navidades. En 15 regiones del interior hay toque de queda nocturno. Los muertos en enfrentamientos con militares y polic¨ªas ya se cuentan por decenas.
La presidenta son¨® contundente, algo desafiante. Si alguien pens¨® que pod¨ªa renunciar, neg¨® cualquier posibilidad de irse antes de tiempo. En su lugar, pidi¨® una tregua. ¡°A mis hermanos les digo: ?acaso no me vieron haciendo la campa?a? Yo no soy diferente a esta elecci¨®n de 2021, no entiendo por qu¨¦ la violencia en las calles. Yo no busqu¨¦ estar ac¨¢, yo proteg¨ª hasta donde pude al presidente Castillo¡±. En este punto, sabe que es m¨¢s inteligente acercarse al maestro rural que celebrar su ca¨ªda en desgracia. Para muchos peruanos, los que votaron masivamente por ¨¦l y lo hicieron presidente, Castillo ha sido v¨ªctima de las ¨¦lites pol¨ªticas que torpedearon su Gobierno desde el primer d¨ªa. Para ellos, Boluarte forma ya parte de ese grupo.
Ella ha decidido dar su apoyo total a las fuerzas armadas. En su discurso no cuestion¨® un posible exceso de fuerza ni prometi¨® investigar las muertes. Dijo llorar con las madres de los j¨®venes fallecidos, pero se refiri¨® con desprecio a los ¡°grupos violentistas¡± que generan tanto ¡°terror y horror¡±. Cuando termin¨® de hablar, cedi¨® la palabra al comandante del Ej¨¦rcito que continu¨® en la misma l¨ªnea y acus¨® a unos ¡°muy malos peruanos¡± de estar generando el caos.
Lo que pase de ahora en adelante es una inc¨®gnita. La presidenta trata de esquivar la ira ciudadana diciendo que si est¨¢ ah¨ª es porque no le quedaba otra opci¨®n. Incluso sostiene que ella trat¨® de aconsejar a Castillo durante los meses que dur¨® su Gobierno y que no la escuch¨®. Si lo hubiera hecho, asegura, ¨¦l seguir¨ªa siendo el presidente.
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