Un nuevo relanzamiento europeo

La Uni¨®n Europea est¨¢ experimentando su impulso m¨¢s importante de los ¨²ltimos dos decenios. Muy pocos esperaban un salto del proceso de integraci¨®n tras el largo periodo de europesimismo que arranc¨® con el fracaso del Tratado Constitucional, tuvo triste continuidad durante la crisis del euro y la migratoria, y culmin¨® con la victoria brexiter en refer¨¦ndum. Pol¨ªticos, acad¨¦micos y ciudadan¨ªa en general hab¨ªan perdido la fe en las instituciones europeas hasta el punto de generar una resistencia mental a identificar los logros recientes como un cambio de tendencia. Y, sin embargo, en los ¨²ltimos tres a?os se han acumulado evidencias indiscutibles.

El 31 de enero de 2020 ¨Dd¨ªa en que Reino Unido dej¨® finalmente la UE y se diagnosticaron los primeros casos de covid en Italia¨D podr¨ªa ser la fecha simb¨®lica que marca el parteaguas de esta nueva era. Pese a ser un momento potencialmente demoledor para el proyecto supranacional, la suma de peligros se transform¨® en fuente de fortalezas. Para entonces la Historia ya hab¨ªa dictado veredicto sobre el error cometido por los brit¨¢nicos por renunciar no solo al Mercado Interior, sino tambi¨¦n a la versi¨®n m¨¢s din¨¢mica y cosmopolita de ellos mismos. Poco despu¨¦s, tras los titubeos y negociaciones que anteceden a todo avance trascendental, la pandemia reforz¨® a la Uni¨®n en varios frentes: un ambicioso plan de solidaridad y modernizaci¨®n vehiculado a trav¨¦s de los fondos Next Generation, una integraci¨®n monetaria m¨¢s s¨®lida que ya no excluye la emisi¨®n masiva de bonos y, pese a las d¨¦biles competencias de Bruselas en salud, un exitoso programa conjunto de vacunaci¨®n. El contraste entre la dependencia radical de material m¨¦dico chino durante las primeras semanas de confinamiento y la oferta de vacunas europeas hecha a Pek¨ªn en esta misma semana es la mejor expresi¨®n del camino recorrido.

Este trienio ha sido tambi¨¦n el del despertar geopol¨ªtico. Ya antes de que Rusia atacara a su vecino, el Alto Representante conminaba a aprender el lenguaje del poder y avanzar en autonom¨ªa estrat¨¦gica frente a las potencias no europeas. A lo largo de 2022, tras la invasi¨®n, las ideas empezaron a transformarse en hechos. Nadie imaginaba tal grado de unidad y determinaci¨®n a la hora de sancionar a Mosc¨², desconectarse de su gas, ayudar a Ucrania, acoger refugiados y reforzar la seguridad y defensa de todo el espacio euroatl¨¢ntico. Ha resucitado incluso la pol¨ªtica de ampliaci¨®n de forma que el horizonte m¨¢s esperanzador para el pa¨ªs agredido consiste hoy en poder unirse a los 27.

Si no existe todav¨ªa optimismo generalizado sobre la buena salud actual de la UE es porque ¨¦sta va respondiendo a retos que son en s¨ª mismos negativos ¨Deurofobia, pandemia o guerra¨D y porque queda por resolver c¨®mo se consolida lo logrado. Tampoco debe descartarse el injustificado prestigio intelectual que otorga no dejar nunca de ser pesimista. Existen, desde luego, enormes desaf¨ªos y poderosos adversarios, aunque si nos fij¨¢semos solo en las dificultades o las resistencias, nunca podr¨ªamos identificar progresos hist¨®ricos. Pronto, con algo m¨¢s de perspectiva, habr¨¢ consenso en calificar este momento como nueva relance del proyecto; similar a la vivida a partir de 1985 cuando el Acta ?nica Europea revirti¨® una d¨¦cada de euroesclerosis. Como aqu¨ª se ha evocado, los expertos empezar¨¢n entonces a debatir si la causa que relanz¨® el proyecto hay que buscarla en din¨¢micas supranacionales internas o en decisiones m¨¢s bien intergubernamentales. La explicaci¨®n ¨²ltima, con todo, apunta a tres personajes: David Cameron, un murci¨¦lago en el mercado de Wuhan y Vlad¨ªmir Putin.

Ignacio Molina A. de Cienfuegos es profesor de ciencia pol¨ªtica en la UAM e investigador en el Real Instituto Elcano.

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