Una nueva guerra fr¨ªa entre EE UU y China se propaga por el tablero global
La competici¨®n entre las dos potencias por la hegemon¨ªa mundial genera crecientes presiones, riesgos y oportunidades para pa¨ªses en todo el planeta
Rusia es una tormenta; China, el cambio clim¨¢tico. La met¨¢fora, evocada en octubre por el jefe del servicio de inteligencia interior de Alemania, puede suscitar debate acerca del reparto de responsabilidades entre los grandes protagonistas del mundo ¨Dy en concreto de Occidente¨D en la turbulenta atm¨®sfera geopol¨ªtica en la que vivimos, pero es indiscutible como certero retrato del orden de magnitud de los asuntos sobre la mesa de las relaciones internacionales. La crisis provocada por el brutal ¨®rdago ruso en Ucrania copa desde hace un a?o la atenci¨®n mundial, pero la principal fuerza motriz del siglo XXI es la competici¨®n entre EE UU y China.
La reciente penetraci¨®n en el espacio a¨¦reo estadounidense de un globo chino ¨Dque seg¨²n Washington era parte de un amplio programa de espionaje de instalaciones militares alrededor del mundo¡ª representa un llamativo recordatorio de que, pese a las se?ales de distensi¨®n emitidas en la cumbre de Bali en noviembre, las dos potencias andan embarcadas en un pulso descarnado por la primac¨ªa mundial. Su envergadura es de tal calibre que se desarrolla a lo largo y ancho del tablero global.
M¨²ltiples hechos recientes muestran c¨®mo, al margen de lo que las dos superpotencias hacen en el ¨¢mbito interno ¨Dbuscando reforzar su m¨²sculo militar, tecnol¨®gico o econ¨®mico¨D o en su relaci¨®n bilateral, ambas operan en el atlas para avanzar sus posiciones de muchas maneras.
Tan solo esta semana, adem¨¢s de derribar el mencionado globo y activar, en represalia, nuevas sanciones contra empresas chinas, Washington ha destruido otro objeto que volaba en el espacio a¨¦reo de Alaska, mientras, seg¨²n una exclusiva de The Financial Times, China Mobile y China Telecom se retiraron del proyecto para el tendido de un cable de conexi¨®n digital submarino en medio de fuerte competencia con EE UU. Antes, este mismo a?o, pueden destacarse la decisi¨®n de Filipinas de garantizar al Pent¨¢gono acceso a otras cuatro de sus bases militares; la disposici¨®n de Jap¨®n y Pa¨ªses Bajos de secundar las restricciones estadounidenses a las exportaciones de microchips a China; o el acuerdo entre Tokio y Washington para ampliar al dominio espacial su alianza de defensa.
El a?o pasado tambi¨¦n abundaron los s¨ªntomas de la creciente dimensi¨®n global del pulso entre ambos. EE UU logr¨® que la OTAN incluyera a China en su concepto estrat¨¦gico el pasado verano, en una cumbre en la que por primera vez asistieron cuatro pa¨ªses de Asia/Pac¨ªfico; decidi¨® por primera vez financiar la compra de armas de Taiw¨¢n; y la alianza Aukus, que compone junto con Australia y el Reino Unido, redobl¨® su ambici¨®n, a?adiendo al pilar inicial de cooperaci¨®n en materia de submarinos con propulsi¨®n nuclear tambi¨¦n un pilar de armas hipers¨®nicas.
China, mientras tanto, firm¨® una declaraci¨®n estrat¨¦gica que afirmaba una relaci¨®n ¡°sin l¨ªmites¡± con Rusia justo antes de la invasi¨®n; Xi Jinping protagoniz¨® en diciembre una significativa visita a Riad, claramente orientada a reforzar lazos con un pa¨ªs importante y cuya relaci¨®n con Washington se deteriora; recibi¨® al canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, en Pek¨ªn en noviembre, en un encuentro que simboliza los esfuerzos chinos para evitar que Europa se alinee completamente con EE UU en la l¨®gica del desacople; trata de reformular el gran plan de la Nueva Ruta de la Seda, que perdi¨® fuelle en los ¨²ltimos a?os.
Son solo destellos de una labor profunda y met¨®dica a escala internacional, que es parte integrante del duelo al lado de las acciones internas y de las bilaterales.
¡°Estamos en una especie de guerra fr¨ªa. Asistimos a una gran competici¨®n estrat¨¦gica entre EE UU y China, que no solo juegan en su propio tablero, sino en el global¡±, considera Alicia Garc¨ªa Herrero, economista jefa para Asia del banco de inversi¨®n Natixis e investigadora s¨¦nior del centro de estudios Bruegel. ¡°Pensar que se calmar¨ªan las aguas solo porque se reunieron en Bali y emitieron se?ales de deshielo era muy ingenuo. Creo que hemos entrado en una nueva realidad y no va a cambiar. Estamos aqu¨ª no solo porque EE UU aprieta con sus aranceles o restricciones a las exportaciones a China, sino porque los dos tienen una agenda que apunta hacia esa senda de competici¨®n dura¡±.
¡°Hay cada vez m¨¢s consenso de que nos hallamos ante una segunda guerra fr¨ªa¡±, sostiene Jorge Heine, profesor de Relaciones Internacionales en la Escuela Pardee de Estudios Globales de la Universidad de Boston y autor del libro Xi-na en el siglo del drag¨®n (LOM Ediciones). ¡°Es una noci¨®n que yo sostengo al menos desde 2020. En su momento fue criticada por varios colegas, que la ve¨ªan prematura al considerar que se trataba solo de un conflicto comercial-tecnol¨®gico, pero sin visos ideol¨®gicos-militares. Ahora es cada vez m¨¢s evidente que s¨ª tiene estos ¨²ltimos, y la noci¨®n es ampliamente aceptada. Por supuesto hay diferencias entre esta segunda guerra fr¨ªa y la primera, sobre todo por el tama?o de la econom¨ªa china y por la interdependencia entre ambos. Son diferencias importantes. Pero en muchos m¨¢s aspectos se asemejan. Y esta din¨¢mica de pulso va a seguir. No hay visos de que vaya a cambiar en un futuro inmediato¡±, dice Heine, que fue embajador de Chile en China.
Mikko Huotari, director ejecutivo del Instituto Mercator para Estudios sobre China, con sede en Berl¨ªn, coincide en que, si bien hay diferencias, son evidentes fuertes similitudes con la primera Guerra Fr¨ªa, ¡°desde elementos de una carrera de armas nucleares a aspectos de competici¨®n ideol¨®gica¡±. ¡°Entramos en un territorio de conflicto de baja intensidad¡±, dijo.
A continuaci¨®n, una mirada hacia c¨®mo la rivalidad entre los dos gigantes se despliega en el atlas.
Indo-Pac¨ªfico
La regi¨®n es objeto de una actividad intensa, profund¨ªsima, por parte de ambos.
EE UU ha ido reforzando los lazos con sus aliados, como demuestra el establecimiento de la alianza Aukus, que permitir¨¢ a Australia disponer de una flota de submarinos a propulsi¨®n nuclear, el creciente apoyo a Taiw¨¢n, la extensi¨®n al dominio espacial del v¨ªnculo con Jap¨®n o la ampliaci¨®n del acceso a bases filipinas. ¡°Los propios altos mandos de EE UU se?alan que en los pr¨®ximos compases se registrar¨¢n los mayores cambios militares en d¨¦cadas¡±, se?ala Huotari.
Pero Washington act¨²a en distintos planos. Heine subraya el intento de acercar posiciones con la India, otro gigante con capacidad de definir equilibrios. ¡°En la primera d¨¦cada de este siglo, EE UU estuvo enfocado en la guerra contra el terrorismo. Ya Obama trat¨® de cambiar con lo que llam¨® el pivote hacia Asia¡±, comenta Heine. ¡°Este giro ha tenido problemas para asentarse, Oriente Pr¨®ximo sigui¨® reclamando atenci¨®n de Washington. Pero poco a poco fue evolucionando y, en esta visi¨®n, la India tiene un papel importante¡±.
La l¨®gica es evidente, dado el tama?o de la India y sus recelos hacia China. Washington ha intentado cultivar esta relaci¨®n desde hace a?os, con un claro acercamiento del expresidente Donald Trump al primer ministro indio, Narendra Modi; con el foro Di¨¢logo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD, junto a Jap¨®n y Australia); y, m¨¢s recientemente por parte de la Administraci¨®n Biden, catalogando a la India como pa¨ªs amigo y exhortando a las empresas estadounidenses a reorientar su producci¨®n hacia ¨¦l, y otros, para reducir la dependencia de la manufactura china. Apple est¨¢ en ello, y su producci¨®n en la India o en Vietnam ha aumentado.
Sin embargo, seg¨²n Heine, este movimiento tiene sus limitaciones. ¡°Primero, porque la econom¨ªa india es mucho m¨¢s peque?a que la china; despu¨¦s, porque Nueva Delhi no est¨¢ integrada en los mecanismos de cooperaci¨®n regional¡±, dice el analista. ¡°Adem¨¢s, porque dudo de que en la regi¨®n el atractivo de ser potencial destino de reubicaci¨®n de manufactura sea superior a lo que ofrece China en t¨¦rminos de inversiones infraestructurales y comercio. El mercado de EE UU est¨¢ cerrado. Puede que a largo plazo el desacople de China cobre impulso, pero a corto no. Es muy dif¨ªcil ponerlo en marcha, preparar la mano de obra, la log¨ªstica, y por lo tanto no constituye un aliciente decisivo¡±.
China, por su parte, cultiva a fondo la relaci¨®n con sus pa¨ªses socios, como Pakist¨¢n, y trata de cimentar relaciones con inversiones como parte de la Nueva Ruta de la Seda, como la importante l¨ªnea f¨¦rrea construida en Laos.
La pugna para acercarse a pa¨ªses no claramente alineados como Indonesia es fuerte, a veces con visitas ministeriales en plazo breve de unos y otros. En algunos pa¨ªses, se registra una considerable fluctuaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Una encuesta llevada a cabo por el Instituto Yusof Ishak de Singapur en el marco de la ASEAN, organizaci¨®n que re¨²ne una decena de pa¨ªses del sudeste asi¨¢tico, detect¨® en una reciente encuesta un aumento de la confianza hacia EE UU y un mayor recelo ante China. Un 61% optar¨ªa por Washington y un 39% por Pek¨ªn ¡°si la ASEAN se viera forzada a elegir¡±. En 2022, la proporci¨®n era de 57% a 43%. Camboya y Laos registraron un fuerte vuelco desfavorable a Pek¨ªn.
Uni¨®n Europea / OTAN
La UE, tercer gran actor econ¨®mico mundial junto a EE UU y China, es un elemento fundamental en la competici¨®n entre los titanes. Washington empuja para que sus socios europeos secunden su pol¨ªtica hacia Pek¨ªn tanto en la dimensi¨®n UE, como en la de la OTAN. Son muchas las voces en Europa que abogan por un posicionamiento com¨²n en la relaci¨®n con China, pero las diferencias entre socios dificultan la gesti¨®n.
Algunos, como los del flanco Este de la UE y la OTAN, consideran de importancia vital una estrecha relaci¨®n con EE UU como ¨²nico real protector ante la amenaza rusa, y por ello est¨¢n dispuestos a seguir la pol¨ªtica de competici¨®n dura que Washington plantea hacia Pek¨ªn. Pero otros, especialmente Berl¨ªn, observan con recelo una deriva de desconexi¨®n que podr¨ªa tener un grav¨ªsimo impacto en los intereses comerciales.
¡°El Gobierno alem¨¢n claramente considera que es oportuno intentar evitar un mundo de bloques, una ruptura con el G-7 por un lado y China y Rusia por el otro. En ese sentido creo que hay cierta sinton¨ªa con Par¨ªs, y tambi¨¦n con Roma y Madrid¡±, dice Huotari.
Pek¨ªn trata de aprovechar esa baza, y tambi¨¦n la fuerte dependencia de la UE ante China en el suministro de materias primas estrat¨¦gicas, as¨ª como de productos esenciales en la transici¨®n verde como los paneles solares.
Ante esta situaci¨®n, la Comisi¨®n Europea busca construir un camino propio. Por un lado, trabaja por ejemplo en un plan para garantizar una mayor autonom¨ªa en cuesti¨®n de materias primas estrat¨¦gicas. Por el otro, reh¨²ye el lenguaje estadounidense del desacople, y propone un enfoque m¨¢s limitado, de reducci¨®n de riesgo (jugando con las palabras en ingl¨¦s decoupling and de-risking).
En la OTAN, EE UU logr¨® en la cumbre de Madrid del verano pasado que la Alianza incluyera por vez primera a China en su concepto estrat¨¦gico. Sin embargo, por la resistencia de aliados europeos, la referencia fue menos contundente de lo deseado por Washington.
¡°Hay un intento en la comunidad atl¨¢ntica de tener un cierto grado de cohesi¨®n no solo en la ret¨®rica, sino tambi¨¦n en la acci¨®n institucional, y se han dado pasos en ese sentido, pero no ser¨¢ suficiente, y el empuje de EE UU, por ejemplo en el control de exportaciones, crear¨¢ un entorno de fricciones que no ser¨¢ f¨¢cil de navegar¡±, observa Huotari.
¡°Desafortunadamente, me temo que en Europa somos t¨ªteres de esta competencia estrat¨¦gica. Somos much¨ªsimo m¨¢s vulnerables y por ello no tenemos una opci¨®n real de decidir plenamente en qu¨¦ punto estamos entre los dos¡±, comenta Garc¨ªa Herrero. La analista invita a considerar los d¨¦ficits que el bloque europeo sufre en materias esenciales como la seguridad, tecnolog¨ªas digitales y verdes o incluso en ¨¢reas industriales tradicionales.
¡°Nos hemos preocupado tanto de defendernos de nosotros mismos, es decir, de proteger el equilibrio del mercado ¨²nico, la competencia, el equilibrio entre pa¨ªses miembros, etc, que nos hemos olvidado de la competencia fuera de Europa. Casi parece que nos olvidamos de que estamos en el mundo¡±, apunta Garc¨ªa Herrero.
Resto del mundo
EE UU cuenta con una clara ventaja con respecto a China gracias a una tupida red de alianzas tejida durante d¨¦cadas con decenas de pa¨ªses que est¨¢n hoy entre los m¨¢s desarrollados del mundo, como la treintena que compone la OTAN y socios como Jap¨®n, Corea del Sur y Australia.
Pek¨ªn responde con dos grandes ejes de acci¨®n.
Por un lado, la construcci¨®n de una estrecha relaci¨®n con Rusia, pa¨ªs con el que comparte la voluntad de reformular un orden mundial que ambos perciben como plasmado y dominado por EE UU y sus socios. La brutal guerra lanzada contra Ucrania y las debilidades rusas que esta ha evidenciado ponen en entredicho el valor futuro de la relaci¨®n, aunque por el camino Pek¨ªn est¨¢ obteniendo el beneficio de energ¨ªa barata.
Por otro lado, puede considerarse que Pek¨ªn dispone a su vez de cierta ventaja sobre Washington en vastas zonas del mundo que abarcan decenas de pa¨ªses, en ?frica, Am¨¦rica Latina y Oriente Pr¨®ximo. Se trata de zonas descuidadas por EE UU, que en muchos casos recelan de la primera potencia mundial por turbias maniobras del pasado, que no est¨¢n interesados en lecciones de democracia, Estado de derecho o igualdad de g¨¦nero, y en cambio tienen todo el inter¨¦s en recibir financiaci¨®n para fomentar infraestructuras, progreso y, de paso, a menudo apuntalar a reg¨ªmenes autoritarios.
¡°China entendi¨® muy bien hace tiempo que hab¨ªa amplias zonas del mundo con una enorme necesidad de financiaci¨®n para el desarrollo, que las instituciones internacionales no cubr¨ªan adecuadamente esa necesidad, que los discursos de democracia interesaban bastante menos que el dinero para construir carreteras, puertos y ferrocarriles. A trav¨¦s de esa v¨ªa econ¨®mica ha ido construyendo relaciones pol¨ªticas¡±, dice Heine.
No es, sin embargo, un camino sin baches. ¡°Creo que China tuvo en este ¨¢mbito una clara ventaja en la d¨¦cada pasada, pero el escenario ha cambiado un poco. De entrada, porque las grandes inversiones se han contra¨ªdo¡±, comenta Huotari. La financiaci¨®n de proyectos en el marco de la Nueva Ruta de la Seda se ha frenado considerablemente por una mezcla de problemas vinculados con la pandemia, las dificultades econ¨®micas de China y el fracaso de algunos de los proyectos del programa. Ahora Pek¨ªn se halla en un proceso de reformulaci¨®n, tratando de aprender de lo que no funcion¨® en a?os pasados.
¡°Adem¨¢s¡±, prosigue Huotari, ¡°EE UU y la UE han puesto en marcha proyectos para competir. Van con lentitud, pero hay cierta coordinaci¨®n, y puede decirse que un recorte de distancias. Ser¨¢ una competici¨®n sin descanso¡±.
China tambi¨¦n opera con diplomacia m¨¢s cl¨¢sica. La visita de Xi Jinping a Riad en diciembre es un potente s¨ªmbolo de una voluntad de abrirse paso en los flancos d¨¦biles de Washington, cuya relaci¨®n con el viejo aliado ¨¢rabe atraviesa horas baj¨ªsimas.
Es dif¨ªcil encontrar rincones del globo en los que no se proyecta este pulso de titanes. Hay uno que tiene el potencial de convertir en caliente esta nueva guerra fr¨ªa: Taiw¨¢n. El tiempo dir¨¢.
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