La ¡®banlieue¡¯, la promesa fallida de la igualdad francesa
Los disturbios tras la muerte de un menor de edad por el disparo de un polic¨ªa sit¨²an a Francia ante un espejo inc¨®modo y amenazan con agrandar el abismo entre el extrarradio y el resto del pa¨ªs
La violencia en Francia tras la muerte de un menor de edad por un disparo de la polic¨ªa ha dejado da?os inmediatos: los miles de veh¨ªculos incendiados, los comercios saqueados, los ayuntamientos, comisar¨ªas y escuelas atacadas durante los recientes disturbios, seg¨²n un balance provisional.
Pero la explosi¨®n de ira ha colocado a los franceses ante un espejo inc¨®modo, una realidad que, desde hace dos d¨¦cadas al menos, c¨ªclicamente se ve forzada a recordar. Es la realidad de las banlieues, los extrarradios empobrecidos y poblados por hijos y nietos de inmigrantes magreb¨ªes y africanos, donde un chaval puede morir por desobedecer a un polic¨ªa. Donde los hijos de la Rep¨²blica destrozan, durante cuatro noches seguidas, s¨ªmbolos de esa misma naci¨®n. Donde, pese a las mejoras en la vivienda o en las infraestructuras, d¨¦cadas de marginaci¨®n y agravios ¨Dmuchos de ellos, bien reales¨D alimentan el resentimiento.
Hay j¨®venes en Francia que sienten que no les dejan ser plenamente franceses. Porque la polic¨ªa les pide los papeles m¨¢s que a otros con la piel m¨¢s clara. Porque, debido a su nombre, pierden oportunidades laborales o para estudiar. Le Monde ha contado que el humorista Yassine Belattar, pr¨®ximo al presidente Emmanuel Macron, le ha enviado este mensaje: ¡°O la respuesta [a los disturbios] se centra solo en la seguridad, o hay una respuesta global que aborde una interrogaci¨®n nacional: ?por qu¨¦ hay franceses que se sienten menos franceses que otros?¡±. La crisis toca a algo fundamental para Francia: la idea de cohesi¨®n nacional y unidad. Hoy muchos la ven quebrada.
¡°La crisis de las banlieues es un s¨ªntoma avanzado de la crisis francesa¡±, sentencia por tel¨¦fono un antiguo ministro, con amplia experiencia con los barrios en dificultades, y que pide que no se publique su nombre. La banlieue ser¨ªa un espejo aumentado de los males del pa¨ªs. Lamenta Youssef Badr, presidente de la asociaci¨®n La Courte ?chelle y magistrado en un tribunal del extrarradio: ¡°Se habla de ellas cuando hay acontecimientos dram¨¢ticos, pero el resto del tiempo son personas relegadas fuera de las ciudades¡±. A?ade, tras los disturbios, Manuel Valls, ex primer ministro y exalcalde de ?vry, en el extrarradio lejano de Par¨ªs: ¡°El choque en profundidad para la sociedad francesa es tremendo¡±.
La calma ha vuelto por ahora, pero queda lo que Azouz Begag, soci¨®logo y ministro de Igualdad de Oportunidades con el presidente conservador Jacques Chirac en 2005, llama ¡°la incomprensi¨®n, que va a crecer, entre la mayor¨ªa y la minor¨ªa¡±. O lo que Valls describe as¨ª: ¡°La gran mayor¨ªa de franceses est¨¢ harta de estos barrios y esto agrava una forma de separaci¨®n¡±. Despu¨¦s de los disturbios, podr¨ªa ocurrir que se agrande el abismo y que un n¨²mero creciente piense que no hay nada que hacer y los 10.000 millones de euros anuales que el Estado dedica a los m¨¢s 1.500 barrios clasificados como prioritarios son in¨²tiles. Aunque, como ha se?alado el laboratorio de ideas liberal Instituto Montaigne, en realidad reciben menos transferencias sociales que la media nacional, debido a la juventud de su poblaci¨®n.
La violencia podr¨ªa despertar conciencias, movilizar a la clase pol¨ªtica y a la sociedad para que se cumpla para todos el sue?o republicano de la ¨¦galit¨¦, la igualdad. Suena extra?o decirlo ahora, pero hay motivos de optimismo. As¨ª lo proclamaba Macron en 2021 en la revista Zadig: al departamento m¨¢s pobre de Francia, Seine-Saint-Denis, n¨²cleo de la banlieue al norte de Par¨ªs, ¡°solo le falta el mar para ser California¡±. ?Una exageraci¨®n? No tanto.
Macron explicaba que este es el departamento m¨¢s joven de Francia, con dos aeropuertos internacionales, el mayor estadio deportivo, el mayor n¨²mero de nuevas empresas tecnol¨®gicas por habitante. Y en un a?o acoger¨¢ buena parte de las pruebas de los Juegos Ol¨ªmpicos, adem¨¢s de la flamante Ciudad Ol¨ªmpica. La red de transportes del Gran Par¨ªs mejorar¨¢ las conexiones con la capital. El palacio del El¨ªseo exhibe lo que ha hecho en los ¨²ltimos seis a?os: desdoblamiento de clases en primarias, m¨¢s servicios p¨²blicos, m¨¢s proyectos de renovaci¨®n urbana, m¨¢s polic¨ªa para mejorar la seguridad en los llamados ¡°barrios de reconquista republicana¡±¡ El veterano pol¨ªtico Jean-Louis Borloo cree que, al pie de los grises complejos de viviendas del extrarradio franc¨¦s, hay 150.000 j¨®venes esperando a que se saque partido a su potencial. ¡°El drama de Francia¡±, dec¨ªa Borloo en la citada revista, ¡°es que es un autom¨®vil de cuatro cilindros que solo usa tres. El cuarto cilindro es la juventud de los barrios¡±.
Y este el problema. Hay una Francia que se siente fuera de juego y otra que teme a esta Francia. El espanto por las im¨¢genes de la muerte de Nahel y un inicio de debate sobre la violencia en la polic¨ªa qued¨® enseguida tapado por el horror ante los disturbios en las banlieues.
Hay pol¨ªticos y especialistas que llevan a?os avisando de que todo pod¨ªa volver a estallar. S¨ª, los disturbios de 2023 son distintos en algunos aspectos a los de 2005: los protagonistas, muy j¨®venes, ni?os algunos, est¨¢n hoy conectados por las redes sociales. Todo se ha extendido y apagado m¨¢s r¨¢pido: apenas cinco d¨ªas, a diferencia de las tres semanas de los anteriores tumultos. Pero hay algo invariable en este territorio: los mayores ¨ªndices de pobreza, las menores oportunidades escolares y laborales, la peor salud, la mayor frecuencia de controles policiales a las personas de origen magreb¨ª o subsahariano, la inseguridad en las calles y el tr¨¢fico. Entonces el detonante fue la muerte por electrocuci¨®n de dos muchachos a los que persegu¨ªa la polic¨ªa.
¡°Mismas causas, mismos efectos¡±, opina Begag. El soci¨®logo, nacido en Lyon e hijo de argelinos que llegaron a Francia en 1948, cuenta que de peque?o siempre tuvo miedo de la polic¨ªa; ¡°es una herencia gen¨¦tica¡±, dice, que viene del miedo al soldado franc¨¦s en la Argelia colonial. A?ade el exministro: ¡°Hay una poblaci¨®n que vive en los guetos, en los complejos de viviendas, entre ellos. Hay un accidente con la polic¨ªa, un joven muere, una revuelta durante una, dos, tres semanas. Es un proceso casi mec¨¢nico. Si ma?ana hay otro muerto por la polic¨ªa, tendremos las mismas revueltas¡±.
Valls se?al¨®, cuando era alcalde de ?vry y tambi¨¦n siendo primer ministro, la existencia en Francia de ¡°un apartheid territorial, social y ¨¦tnico¡±. Comenta ahora: ¡°Esto es tambi¨¦n la consecuencia de unas pol¨ªticas de inmigraci¨®n o de poblaci¨®n ¨Dporque los chicos que han sido detenidos son franceses¨D en las que se ha concentrado en las mismas ciudades y barrios a personas que vienen de las mismas zonas geogr¨¢ficas: poblaciones pobres en barrios pobres. Y a pesar de todo lo que se ha hecho, pues no es verdad que sean desiertos sin servicios p¨²blicos: hay comisarias, escuelas y bibliotecas, se ha visto porque las han quemado, los problemas siguen. A esto se a?aden, desde hace 25 a?os, problemas culturales e identitarios. Esta poblaci¨®n es v¨ªctima de la violencia, el narcotr¨¢fico y los islamistas. Son barrios muy lejanos a¨²n de la ¨¦galit¨¦, con mayor fracaso escolar, desempleo m¨¢s alto que otras zonas del pa¨ªs y el sentimiento del racismo o las discriminaciones, una forma de humillaci¨®n¡±.
El soci¨®logo Jean Viard explica que un 19% de reci¨¦n nacidos en Francia tiene un nombre ¨¢rabo-musulm¨¢n y sostiene que se ha constituido una ¡°comunidad¡± que est¨¢ ¡°territorializada¡±, pues, como dice Valls, se concentra en las barriadas del extrarradio. Viard ofrece un relato hist¨®rico de la banlieue que explica algo del momento pol¨ªtico: ¡°Cerca de la mitad de j¨®venes de estos barrios entra en la sociedad y desaparece. Quienes se quedan en el barro son los que han abandonado la escuela, los que no han hecho buenos estudios o los que viven de la ilegalidad, como la droga. Por otro lado, hace 30 a?os se marcharon de ah¨ª los blancos, para decirlo de manera directa. Hay que recordar que el voto para el Frente Nacional empez¨® en estos complejos de viviendas cuando ah¨ª viv¨ªan obreros blancos que ve¨ªan llegar a inmigrantes. Esas personas se marcharon masivamente a vivir a las urbanizaciones lejos de las ciudades: son los chalecos amarillos, que se sienten exteriores a la ciudad, y o bien se abstienen en las elecciones o votan a la extrema derecha¡±.
?Soluciones? Macron desea ¡°comprender en profundidad las razones que han llevado a estos acontecimientos¡±, pero no quiere precipitarse. ¡°Una respuesta es que el voto sea obligatorio¡±, afirma el exministro Begag. ¡°Si ma?ana todos estos chavales votan, la extrema derecha se ver¨¢ obligada a mirar a esta nueva poblaci¨®n de electores con inter¨¦s¡±.
Badr, que como magistrado ve constantemente a j¨®venes que han abandonado ¡°demasiado pronto¡± la escuela, lamenta que se instale como ¨²nico modelo de ¨¦xito el deporte y cree que la clave est¨¢ en la educaci¨®n: ¡°Estoy convencido de que alguien que tenga la posibilidad de emanciparse por medio de la escuela no ir¨¢ a saquear el comercio de la esquina. Porque, ?qu¨¦ nos dice esto, m¨¢s all¨¢ de la estupidez del comportamiento? Nos dice, sobre todo, que hay una juventud sin objetivos y dispuesta a arriesgarse a ir a prisi¨®n por un par de zapatillas y por un ch¨¢ndal. Nos dice que hay un sentimiento de fracaso, para ellos y para la sociedad que no ha sido capaz de darles otro futuro. ?C¨®mo explicar que j¨®venes de 20 a?os sientan tanta animosidad hacia las instituciones hasta el punto de incendiar la escuela, el Ayuntamiento del barrio, la biblioteca? Quiz¨¢, e insisto en precisar que de ninguna manera lo justifico, si se los dejase de discriminar desde la m¨¢s corta edad, tendr¨ªan otra reacci¨®n¡±.
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