La guerra resuena en el oasis de paz donde jud¨ªos y ¨¢rabes israel¨ªes viven juntos
Neve Shalom es el ¨²nico pueblo israel¨ª donde miembros de las dos comunidades han elegido convivir. Sus vecinos luchan para minimizar el impacto del ataque de Ham¨¢s y la guerra en Gaza en su proyecto
Neve Shalom reina como una isla de verdor en una colina sobre el valle de Ayal¨®n, en un terreno considerado como una tierra de nadie entre Israel y Cisjordania, a 35 kil¨®metros al oeste de Jerusal¨¦n. Es mediod¨ªa y no hay un alma en la calle en este vergel jalonado de casitas y jardines con palmeras y buganvillas. El parloteo de los p¨¢jaros y las risas de los ni?os que llegan de la escuela del pueblo no turban la apariencia id¨ªlica de la ¨²nica localidad donde jud¨ªos y palestinos con nacionalidad de Israel han elegido vivir juntos. Neve Shalom o Wahat as Salam ¡ªsu nombre en ¨¢rabe¡ª significa ¡°oasis de paz¡±, pero el espejismo de serenidad que contiene ese nombre se desvanece pronto por el rugido de un avi¨®n de combate en direcci¨®n a Gaza.
La guerra que est¨¢ arrasando el enclave palestino, a 50 kil¨®metros al sur, retumba en este feudo de utop¨ªa cuyas puertas antes se cerraban de noche, pero que ahora est¨¢n selladas tambi¨¦n de d¨ªa. ¡°Despu¨¦s del ataque del 7 de octubre, cerramos las puertas para protegernos de Ham¨¢s. Despu¨¦s, tambi¨¦n de los extremistas jud¨ªos¡±, explica Eldad Joffe, el presidente del consejo municipal del pueblo, de 68 a?os. Ya antes de ese d¨ªa y de la guerra en Gaza, esta comunidad hab¨ªa sufrido actos de odio. En 2020, radicales jud¨ªos prendieron fuego al edificio de su Escuela para la Paz, un centro de estudios que organiza cursos y seminarios para promover el di¨¢logo entre jud¨ªos y palestinos. Unos d¨ªas despu¨¦s, la biblioteca del pueblo amaneci¨® reducida a cenizas. En 2012, varios coches fueron pintarrajeados con una frase: ¡°Muerte a los ¨¢rabes¡±.
El estallido de la guerra, que suscita un apoyo entre la poblaci¨®n jud¨ªa que algunas encuestas sit¨²an cerca del 90%, acent¨²a la excepcionalidad de esta comunidad en un pa¨ªs cuya tendencia en los ¨²ltimos a?os ha sido la derechizaci¨®n. Tambi¨¦n la normalizaci¨®n de los partidos ultraderechistas coaligados con el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, que defienden la deportaci¨®n de los ¨¢rabes ¡°desleales¡± a Israel. En apenas un cuarto de siglo, el porcentaje de poblaci¨®n jud¨ªa que se define de derechas hab¨ªa pasado ya antes del 7 de octubre del 40% al 62%, un dato que se eleva al 70% entre los j¨®venes de entre 18 y 24 a?os.
En Neve Shalom viven 40 familias de palestinos israel¨ªes y 40 jud¨ªas, alrededor de 350 personas. Los ni?os estudian juntos hasta concluir la primaria un programa biling¨¹e ¨¢rabe-hebreo en una escuela que acoge tambi¨¦n a alumnos de los pueblos palestinos de Cisjordania y jud¨ªos de Israel cercanos. Los cargos de la comunidad, cuya organizaci¨®n se asemeja al modelo cooperativo de los kibutz, se reparten entre ¨¢rabes y jud¨ªos.
¡°Nosotros somos diferentes¡±, afirma Nava Sonnenschein, de 70 a?os, en las oficinas de la administraci¨®n del pueblo. ¡°Nos importa que maten a jud¨ªos y que maten a palestinos. Sentimos dolor por los rehenes de Ham¨¢s y por las personas bombardeadas en Gaza¡±, asegura esta mujer. La familia de Sonnenschein fue la segunda en instalarse en esta colina, en 1979, cuando todav¨ªa era un erial sin alcantarillado, luz el¨¦ctrica ni tel¨¦fono. ¡°Fuera de aqu¨ª¡±, a?ade Eldad, ¡°no podr¨ªamos expresar solidaridad con los palestinos¡±. Muchos de los adultos que viven en Neve Shalom son profesionales liberales, con un pasado pacifista o en la menguante izquierda israel¨ª.
En Israel, hay otras ciudades de poblaci¨®n mixta jud¨ªo-palestina, pero su conflictiva cohabitaci¨®n no ha sido una elecci¨®n, sino un resultado del conflicto. En 1948, tras la creaci¨®n de Israel y la primera guerra ¨¢rabe-israel¨ª, la minor¨ªa de palestinos que no huy¨® o fue expulsada durante la Nakba (el ¨¦xodo forzado), sigui¨® viviendo en ciudades como Nazaret, Acre, Lod y Jaffa, entre otras. Esos ¡°palestinos del 48¡å ¡ªas¨ª se los conoce¡ª, que adquirieron luego la nacionalidad israel¨ª, constituyen el 21% de la poblaci¨®n. Sobre el papel tienen los mismos derechos que los jud¨ªos, como el voto. En realidad, sufren una discriminaci¨®n estructural.
En el oasis de paz de Neve Shalom, las ¡°relaciones entre las dos comunidades no han empeorado¡± desde el 7 de octubre, asegura su fundadora. Los vecinos han celebrado desde entonces reuniones para tratar de lidiar con el duelo por el ataque de Ham¨¢s y la guerra en Gaza. La Escuela para la Paz del pueblo ha colaborado tambi¨¦n ¡°con organizaciones locales de derechos humanos llamando a evitar da?ar a civiles de ambos bandos¡±, precisa un documento de la escuela, que critica tanto las ¡°atrocidades cometidas por Ham¨¢s¡±, como ¡°la respuesta letal y vengativa¡± de Israel en Gaza.
Dolor
La estampa de civiles con rifles autom¨¢ticos en bandolera, habitual en Israel, es impensable en Neve Shalom, pero el pueblo no es un ed¨¦n ajeno al entorno ni sus habitantes son inmunes a una polarizaci¨®n que la guerra ha acentuado. Rayek Rizek est¨¢ sentado rodeado de gatos en el patio del caf¨¦ que regenta en el pueblo, donde vive desde hace casi 40 a?os. Cristiano ortodoxo nacido en Nazaret, Rizek es un ¡°palestino del 48¡å, pero su nacionalidad israel¨ª es para ¨¦l ¡°un trozo del papel¡±. Sus recuerdos son una historia de dolor, que desgrana mientras los aviones israel¨ªes no dejan de atronar. El hombre, de 68 a?os, se?ala en dos direcciones opuestas: ¡°Despegan de una base que est¨¢ a 15 kil¨®metros. Van a Gaza y a la frontera con L¨ªbano¡±.
Una ni?a entra, saluda en hebreo y saca un refresco de una m¨¢quina dispensadora. Rizek le contesta y luego alaba que todos sus vecinos ¡°reconozcan la ocupaci¨®n israel¨ª¡± de los territorios palestinos. Despu¨¦s admite que, desde el d¨ªa del ataque de Ham¨¢s, apenas habla ¡°con nadie¡± en el pueblo. ¡°Lo que pas¨® el 7 de octubre no empez¨® ese d¨ªa. Israel nos ha masacrado durante d¨¦cadas y perpetrado cr¨ªmenes tan odiosos como los de Ham¨¢s. ?Y todav¨ªa algunos vienen aqu¨ª a preguntarme si es verdad que Ham¨¢s est¨¢ impidiendo a los civiles de Gaza que huyan hacia el sur, como dice Israel!¡±, se indigna.
No muy lejos de all¨ª, Orr, de 40 a?os, cuida a sus dos hijas y a una amiga de las ni?as. La mayor, de 10 a?os, asegura, mientras se come un helado, que es ¡°divertido estudiar en ¨¢rabe y tener amigos palestinos¡±. Orr abre mucho los ojos cuando se le pregunta si invita a ni?os palestinos a los cumplea?os de sus hijas: ¡°?Claro!¡±.
Esta madre define su pueblo como ¡°una burbuja¡±. Cuando los ni?os acaban primaria, tienen que estudiar en institutos de secundaria fuera de la localidad. A los 18 a?os se enfrentan a lo que Nava Sonnenschein define como un ¡°dilema¡±: el servicio militar obligatorio para hombres y mujeres, del que los ¨¢rabes israel¨ªes est¨¢n exentos. Los jud¨ªos que han crecido en esta comunidad pacifista pueden ser enviados a bombardear Gaza o a unidades de inteligencia al hablar ¨¢rabe.
Otra mujer se acerca a Orr. Enseguida empieza a justificar la guerra de Gaza con un discurso parecido al oficial. Cuando se le pregunta por los al menos 17.000 muertos causados por la ofensiva militar israel¨ª ¡ªseg¨²n datos de las autoridades sanitarias de la Franja¡ª, sostiene que Israel ¡°trata de proteger a los civiles, a quienes Ham¨¢s usa de escudos humanos¡±. ¡°Dime qu¨¦ otra cosa podemos hacer. Nos estamos defendiendo¡±, concluye.
La noche cae sobre Neve Shalom y Neriya Mark aparece conduciendo un peque?o utilitario. ¡°A veces la tierra tiembla¡± por los bombardeos en Gaza, lamenta esta mujer de 35 a?os. Mark naci¨® aqu¨ª, se educ¨® en la escuela local y habla ¨¢rabe. Tiene un hijo de dos a?os y est¨¢ embarazada del segundo. Vive encima de la casa de sus padres, una vivienda acogedora donde ofrece un caf¨¦, mientras la perra Maga corretea bajo la mesa. ¡°No todos aqu¨ª son pacifistas¡±, deplora esta israel¨ª.
Neve Shalom naci¨® con vocaci¨®n de modelo, pero los intentos de fundar localidades similares han fracasado, fundamentalmente porque a los ¨¢rabes se les veta casi siempre adquirir tierras. ¡°Este pueblo ha sido posible porque estos terrenos pertenec¨ªan a la Iglesia cat¨®lica¡±, explica Eldad Joffe. La comunidad fue fundada en tierras inicialmente arrendadas al cercano monasterio de Latr¨²n por Bruno Hussar, un sacerdote jud¨ªo convertido al catolicismo. Para sus cr¨ªticos, el fracaso de este lugar es que sigue siendo una excepci¨®n. Roi Silberberg, director de su Escuela para la Paz, matiza que el ¡°objetivo del pueblo es existir¡±. En las p¨¢ginas de El oso hormiguero y el jaguar, el libro que escribi¨® Rayek Rizek sobre esta localidad, se lee que estas personas no buscan la utop¨ªa, sino ¡°avanzar hacia un mundo mejor¡±.
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