La guerra en Gaza atiza las cr¨ªticas al rechazo de los ultraortodoxos a servir en el ej¨¦rcito de Israel
Varias manifestaciones han reclamado el fin de un privilegio dif¨ªcil de revocar bajo un Gobierno que depende del apoyo de partidos religiosos
Este lunes se cumplen 150 d¨ªas de guerra entre Israel y Ham¨¢s y el final de la contienda m¨¢s costosa y mort¨ªfera que afronta Israel desde la independencia en 1948 no se atisba cercano. El pa¨ªs ha movilizado a m¨¢s de 300.000 reservistas, pero el ej¨¦rcito, con unos 170.000 integrantes permanentes, necesita m¨¢s efectivos. No menos de 7.000 a corto plazo, la mitad para unidades de combate, seg¨²n medios locales. Casi 600 militares han muerto y cerca de 6.000 han resultado heridos, seg¨²n el Ministerio de Defensa, que eleva a 20.000 los c¨¢lculos de los que ser¨¢n heridos este a?o. La losa que representa esos datos in¨¦ditos de v¨ªctimas pesa cada vez m¨¢s sobre las autoridades de un pa¨ªs que hist¨®ricamente permiten a la poblaci¨®n ultraortodoxa, casi el 15% de diez millones de habitantes, evitar el ej¨¦rcito. Son, adem¨¢s, con casi siete hijos de media por familia, la principal arma demogr¨¢fica del pa¨ªs.
Muchos no tienen m¨¢s ocupaci¨®n que estudiar la Tor¨¢h (texto sagrado del juda¨ªsmo) y esa falta de implicaci¨®n en la defensa nacional est¨¢ cada vez peor vista. De fondo, la matanza a manos de los islamistas palestinos de Ham¨¢s de unas 1.200 personas el pasado 7 de octubre, detonante de la contienda, y la respuesta israel¨ª matando a m¨¢s de 30.000 palestinos en Gaza.
¡°Reconocemos y apoyamos a aquellos que dedican su vida al estudio de las sagradas escrituras jud¨ªas, pero sin existencia f¨ªsica no hay existencia espiritual¡±, ha recordado esta semana el ministro de Defensa, Yoav Gallant. Pero el delicado equilibro del Gobierno del que forma parte, que depende de formaciones religiosas que reniegan del uniforme, hace casi imposible un cambio legal a corto plazo. Los cientos de religiosos alistados de manera voluntaria estos meses no resuelven el problema. Tampoco el hecho de que, por primera vez desde su nacimiento en 1999, integrantes del batall¨®n Netzach Yehuda, formado exclusivamente por ultraortodoxos, participen en combate dentro de Gaza.
¡°Hay que poner fin al nosotros y ellos y pasar al nosotros y nosotros¡±, explica Yehoshua Pfeffer, un rabino y juez ultraortodoxo, durante una entrevista en Jerusal¨¦n. Navega en medio de los que se niegan en redondo a alistarse y los que quieren que los religiosos sean unos militares m¨¢s sin distinci¨®n. ¡°Es muy importante que los jared¨ªes (temerosos de dios, como se conoce a los ultraortodoxos) se impliquen en Israel de una manera m¨¢s profunda y, en este momento, el asunto m¨¢s urgente es el ej¨¦rcito. Pero el ej¨¦rcito es tambi¨¦n el tema m¨¢s delicado¡±, se?ala.
¡°Esto supone un importante cambio en la mentalidad de los jared¨ªes, pero es algo que tiene que suceder. Tambi¨¦n el ej¨¦rcito tiene que pensar en que los jared¨ªes se unan. Tenemos que ser capaces de acomodarlos, hacer del ej¨¦rcito un lugar del que puedan formar parte¡±, entiende Pfeffer. En este sentido, cree que se pueden desarrollar f¨®rmulas que faciliten la apertura de la puerta como integrarlos en unidades que no sean de combate, como puede ser la ciberseguridad o la radio militar.
¡°Israel ya no es el mismo pa¨ªs que antes del 7 de octubre y es el momento de tratar de acabar con esta injusticia¡±, defiende Yaya Fink, del Partido Laborista y uno de los que lidera las manifestaciones para que los religiosos se impliquen. Fink est¨¢ desplegado como reservista en el norte de la Cisjordania ocupada. ¡°Llevo 142 d¨ªas fuera de mi casa e Israel tiene muchas necesidades a nivel de seguridad. Los religiosos ultraortodoxos son mill¨®n y medio y nunca han pasado por el ej¨¦rcito. Esto tiene que cambiar. Tenemos que ser iguales¡±, explica a trav¨¦s del tel¨¦fono. ¡°Creo que la mayor¨ªa de la sociedad y los miembros del Parlamento nos apoyan, pero la coalici¨®n gubernamental depende de los partidos ultraortodoxos y es complicado aprobar una ley m¨¢s igualitaria, pero creo que esta es la mejor oportunidad que tenemos para intentarlo¡±, sentencia. Enfrente, el formidable muro jared¨ª.
¡°Con 25 a?os me hice ultraortodoxo¡±, cuenta el profesor Aaharon Shwarts, que a sus 45 recuerda los tiempos en los que hizo el servicio militar, luc¨ªa pendientes y se instal¨® como colono a vivir en una camioneta sobre una colina de la Cisjordania ocupada. Despu¨¦s vino la llamada de Dios, su matrimonio, siete hijos y un reciente m¨¢ster en educaci¨®n especial. ¡°Por encima de todo est¨¢ el mundo espiritual¡±, comenta rodeado de varios ni?os de largos tirabuzones, y ¡°al aprender la Tor¨¢h haces el bien a todo Israel, aunque no f¨ªsicamente¡±. ¡°Si obligan a nuestros chavales a ir al ej¨¦rcito, se van a plantar y no van a luchar¡±, concluye Shwarts apelando a la necesaria ¡°motivaci¨®n¡± en una yeshiv¨¢ (escuela rab¨ªnica) de Mea Sharim, el barrio ultraortodoxo por excelencia de Jerusal¨¦n.
Aaharon Simons, de 31 a?os, a?ade en ese mismo centro otros argumentos, como que el ej¨¦rcito, donde se mezclan hombres y mujeres y hay homosexuales, no respeta la Tor¨¢h. ¡°Nuestras oraciones sirven para que mueran menos soldados. Los propios militares lo saben y nos lo agradecen. Aqu¨ª, gracias a nuestros rezos, no est¨¢n cayendo tantos soldados como en ambos bandos de la guerra de Ucrania¡±, afirma.
¡°Es realmente complicado lograr un consenso a nivel legal. Yo centro mi esperanza real en el pueblo m¨¢s que en la Knesset (Parlamento). Una vez que la calle asuma el cambio de mentalidad y los religiosos est¨¦n m¨¢s dispuestos a integrarse en el ej¨¦rcito, los parlamentarios encontrar¨¢n una soluci¨®n¡±, entiende Yehoshua Pfeffer. Este rabino, padre de ocho hijos educados en yeshiv¨¢, se muestra partidario de una nueva ley que regule la implicaci¨®n de los religiosos en las Fuerzas Armadas, aunque, a?ade, cree que la ¡°igualdad total no existe, es ut¨®pica¡±. En este sentido, cree el modo de vida de los ultraortodoxos debe ser tenido en cuenta, de la misma manera que las mujeres cada vez participan m¨¢s en el ej¨¦rcito sin que su papel sea exacto al de los hombres. ¡°Si se mantienen nuestros valores en la nueva ley, estar¨¦ a favor, pero forzar el cambio basado sobre una igualdad absoluta es imposible, llevar¨ªa a una guerra civil¡±, zanja.
El Gobierno que lidera el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu, se?alado por la gesti¨®n de la contienda, hace equilibrios apuntalado por una coalici¨®n con partidos ultraderechistas y religiosos. Son estos los que se cierran en banda a aceptar un cambio legal que obligue a los ultraortodoxos a vestir el uniforme. Consciente de la debilidad de su gabinete, Netanyahu dijo el jueves que un ¡°acuerdo total¡± no es posible, aunque el Gobierno tratar¨¢ de buscar la manera ¡°para reclutar a personas ultraortodoxas en las Fuerzas de defensa de Israel y para el servicio civil nacional¡±. Este mes de marzo debe abordarse el asunto en el Parlamento. Una posible participaci¨®n de las mujeres religiosas ni siquiera entra en la ecuaci¨®n.
¡°El problema no es solo Netanyahu, son los pol¨ªticos jared¨ªes, que no quieren que los hombres vayan al ej¨¦rcito y el primer ministro vive en coalici¨®n con ellos. El problema es la supervivencia pol¨ªtica de Netanyahu por encima de las necesidades del pa¨ªs¡±, recalca al tel¨¦fono Gilad Bar-On, portavoz de la asociaci¨®n de reservistas Brothers and Sisters in Arms (Hermanos y Hermanas en Armas), que tambi¨¦n apoya las protestas en la calle. ¡°Ha llegado el momento de la igualdad y debemos poner fin a la discriminaci¨®n¡±, se lee en uno de sus comunicados.
La cuesti¨®n, a la sombra del conflicto b¨¦lico, est¨¢ a la orden del d¨ªa a todos los niveles. ¡°Hermanos ultraortodoxos, sois patriotas y amantes de este pa¨ªs y de esta tierra (¡) No esper¨¦is a la ley. Levantaos y ofreceos como voluntarios¡±, reclam¨® en un discurso Benny Gantz, ministro sin cartera del gabinete formado para afrontar la guerra. La pol¨¦mica no es nueva, pues la exenci¨®n del ej¨¦rcito de los jared¨ªes es un privilegio que se remonta al nacimiento de Israel como Estado hace 75 a?os. Desde entonces, el modelo de convivencia entre religiosos y laicos es uno de los problemas recurrentes.
En las horas previas al sabbat (la fiesta del fin de semana que ocupa viernes y s¨¢bado), el mercado de Mahane Yehuda de Jerusal¨¦n es un hormiguero. Muchos de los que deambulan o comen en los diferentes puestos con m¨²sica a todo volumen son uniformados. ¡°Creo que estudiar la Tor¨¢h es muy importante¡±, defiende Kfir, de 22 a?os. Le rebate su compa?ero Ron, de 21, descontento con el papel que juegan los ultraortodoxos: ¡°Yo no soy religioso y para m¨ª estudiar la Tor¨¢h no es importante como militar. Nosotros sacrificamos nuestra vida por todos. Ellos, no¡±. Ambos estuvieron desplegados en diciembre en Gaza dentro de su formaci¨®n como militares profesionales. El mayor de los ocho hijos del rabino Yehoshua Pfeffer tiene 24 a?os y ya le ha hecho abuelo, mientras que el m¨¢s peque?o tiene siete. Todos siguen formaci¨®n y modo de vida religioso, pero no oculta que el asunto del ej¨¦rcito es un debate permanente en la familia y, si bien a los mayores no los ve de uniforme, no descarta que lo hagan los menores arrastrados por los cambios que su padre, pese a ser ultraortodoxo, defiende.
¡°Si finalmente ocurre, estaremos muy orgullosos de ello¡±, afirma mientras ilustra lo sucedido en su propio entorno tras el 7 de octubre. Su cu?ado Yitzhak Leuchter, de 30 a?os y jared¨ª, se present¨® voluntario al ej¨¦rcito y se encuentra destinado en los alrededores de Gaza. ¡°Antes del 7 de octubre, nunca hubi¨¦ramos so?ado que ¨¦l o alg¨²n otro miembro de la familia se fuera al ej¨¦rcito. Esta es una nueva realidad. As¨ª que vemos que los cambios son posibles¡±, concluye el juez Pfeffer sonriente.
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