No hay una ola ultra en las democracias: es una corriente de fondo
Las victorias de Wilders y Milei son el m¨¢s reciente episodio de un fen¨®meno variopinto que arranc¨® con Trump y que refleja cambios sociales duraderos
No es una ola: es una corriente de fondo. El avance desde hace una d¨¦cada de candidatos y partidos ultranacionalistas, populistas o de extrema derecha en las democracias de Europa y Am¨¦rica ha tenido altibajos. Acelerones y frenazos y, de nuevo, acelerones. El ¨²ltimo, esta semana, con la victoria, con unos d¨ªas de diferencia, de Javier Milei y Geert Wilders en dos pa¨ªses tan dispares como Argentina y Pa¨ªses Bajos. El ¨¦xito en las urnas de Milei, elegido presidente, y Wilders, que no tendr¨¢ f¨¢cil encontrar una mayor¨ªa para ser primer ministro, llega despu¨¦s de las derrotas de la derecha nacionalista en pa¨ªses como Espa?a y Polonia. En el Reino Unido, los laboristas se ven a las puertas del poder despu¨¦s de una traves¨ªa del desierto de casi tres lustros.
Pero el a?o pr¨®ximo tambi¨¦n es el de las elecciones al Parlamento Europeo, donde pueden consolidarse los avances derechistas. Y en Estados Unidos, Donald Trump, inspirador y m¨¢xima expresi¨®n de este movimiento, podr¨ªa regresar a la Casa Blanca.
No existen las olas en la pol¨ªtica: la realidad es m¨¢s incoherente. Lo que existe son corrientes de fondo. El desafecto en la pol¨ªtica. El rechazo a las ¨¦lites. Las desigualdades econ¨®micas y territoriales. El sentimiento de una identidad amenazada. El resentimiento. Y, en este primer cuarto del siglo XXI, pocos han sabido captar tan bien este descontento y estos miedos como los Trump, Wilders, Milei y otros miembros de esta variopinta familia ideol¨®gica.
¡°Si el populismo prospera es porque, precisamente, atrae a una poblaci¨®n que se siente injustamente tratada y despreciada¡±, dice el historiador Pierre Rosanvallon en una sala del Coll¨¨ge de France, la augusta instituci¨®n educativa en Par¨ªs, donde es profesor honor¨ªfico. ¡°Ante esto surge un doble chivo expiatorio: las ¨¦lites y los inmigrantes¡±.
Hay una diferencia entre fen¨®menos populistas del pasado, como fueron el People¡¯s Party en EE UU a finales del siglo XIX o en Francia el poujadismo en los a?os cincuenta, y los actuales, dice por tel¨¦fono otro historiador, Marc Lazar. Antes eran ¡°peque?os brotes de fiebre que desaparec¨ªan bastante r¨¢pido¡±. Ya no. ¡°Desde hace una treintena de a?os¡±, resume Lazar, ¡°nos hallamos ante un ciclo de protesta populista duradero y arraigado en la sociedad. Puede tener fracasos, puede tener victorias, pero el fen¨®meno est¨¢ aqu¨ª porque se corresponde a tres crisis profundas en nuestras sociedades¡±.
Tres crisis
La primera es la crisis de la democracia representativa. ¡°Hay una desconfianza y un rechazo de la clase pol¨ªtica y las instituciones, y la sensaci¨®n de que los responsables pol¨ªticos est¨¢n alejados de las preocupaciones de la poblaci¨®n¡±, explica Lazar, profesor en Sciences Po de Par¨ªs y en la universidad LUISS de Roma. ¡°Estos movimientos populistas de derechas se presentan no como movimientos autoritarios, como en el pasado, sino como los m¨¢s democr¨¢ticos, los m¨¢s cercanos al pueblo¡±.
La segunda crisis es social. No son solo las desigualdades. Tambi¨¦n ¡°la sensaci¨®n, en una parte de la sociedad, de que no se la toma en consideraci¨®n¡±, dice el historiador.
La tercera crisis es cultural y tiene que ver con la identidad: ¡°?Uno es franc¨¦s? ?O europeo? ?Neerland¨¦s o europeo?¡± A esto, Lazar a?ade la inmigraci¨®n: ¡°El pluralismo cultural y religioso y los atentados islamistas provocan miedos e inquietudes que los populistas de derechas instrumentalizan¡±.
Sucedi¨® el pasado fin de semana en Cr¨¦pol, pueblo de 500 habitantes en lo que podr¨ªa llamarse la Francia profunda. Se celebraba un baile. Irrumpi¨® un grupo de j¨®venes armados con cuchillos. Un adolescente de 16 a?os fue asesinado. Hay varios detenidos. Podr¨ªa ser un simple suceso, pero era algo m¨¢s. En las cr¨®nicas period¨ªsticas se dio a entender que los agresores eran chicos de una localidad de extrarradio pr¨®xima de la cercana ciudad de Valence. Es decir, chicos de origen inmigrante. La v¨ªctima era un joven local.
Todos los ingredientes confluyen en Cr¨¦pol: la id¨ªlica Francia rural perturbada por la violencia ciega venida de fuera y el fantasma del conflicto civil, repetidamente agitado por pol¨ªticos e intelectuales de la extrema derecha francesa.
¡°Ya nadie est¨¢ a salvo en ning¨²n lugar¡±, declar¨® a la revista Valeurs Actuelles Marine Le Pen, aspirante a suceder al presidente centrista Emmanuel Macron en 2027. ¡°Se ha sobrepasado un nuevo umbral¡±. En Dubl¨ªn, mientras tanto, estallaban disturbios xen¨®fobos tras el apu?alamiento de tres ni?os y una mujer. Esto es Europa, oto?o 2023.
¡°Algo pasa¡±. El ensayista Dominique Mo?si menciona los disturbios en Dubl¨ªn, las elecciones en Pa¨ªses Bajos y las europeas que en Francia, salvo sorpresa, ganar¨¢ el partido de Le Pen. ¡°En una parte de la poblaci¨®n hay una sensaci¨®n de p¨¦rdida de control sobre sus propias vidas y la sensaci¨®n, tambi¨¦n, de que ante esta p¨¦rdida de control, los pol¨ªticos y la pol¨ªtica ya no son cre¨ªbles¡±.
Transici¨®n
?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo? ¡°Aparece un hecho nuevo¡±, cuenta Mo?si, ¡°que pueden ser los fen¨®menos migratorios y la cuesti¨®n de la seguridad, que se le asocia. O incluso la inteligencia artificial y las nuevas tecnolog¨ªas. Ya no se reconoce el mundo en el que vivimos, es un mundo que da miedo. En este contexto, la extrema derecha es algo que nunca se ha probado, o al menos no desde hace mucho tiempo, por lo que aparece como el ¨²ltimo recurso¡±.
El ensayista Alain de Benoist, pope de la llamada ¡°nueva derecha¡± en los a?os ochenta y referente internacional del populismo de esta d¨¦cada y de figuras de esta extrema derecha, responde por correo electr¨®nico tras las victorias de Wilders y Milei: ¡°Es evidente que hay una ola, impulsada por el rechazo de los viejos partidos de gobierno, que est¨¢ en el coraz¨®n de la actual crisis de la democracia liberal. Estos resultados son caracter¨ªsticos de una ¨¦poca de transici¨®n entre el mundo de antes y el mundo de despu¨¦s¡±.
Hay un punto en com¨²n entre estos movimientos, seg¨²n De Benoist: el estilo populista. Porque, afirma, ¡°el populismo no es otra cosa que un estilo, lo que significa que puede combinarse con las pol¨ªticas e ideolog¨ªas m¨¢s diferentes. A ello se a?ade el com¨²n denominador del rechazo a la inmigraci¨®n¡±.
?Las diferencias? ¡°Muy grandes¡±, responde. ¡°El Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, que llega ante todo a las clases populares y cuyo electorado congrega a un gran n¨²mero de electores de izquierdas y de extrema izquierda, es un movimiento ante todo hostil al liberalismo econ¨®mico y favorable al no alineamiento de Francia con las posiciones de EE UU. M¨¢s o menos lo contrario de las posiciones delirantes de Milei, que quiere reemplazar la moneda nacional y disminuir los servicios p¨²blicos con la motosierra¡±.
¡°Estas derechas prosperan en un clima en el que la misma idea de futuro parece cancelada, donde todo es dist¨®pico, catastr¨®fico¡±, apunta, en un caf¨¦ parisino, Pablo Stefanoni, autor de ?La rebeld¨ªa se volvi¨® de derechas? (Siglo veintiuno editores). ¡°No parece haber un horizonte y estas derechas permiten, como se dice en Argentina, patear el tablero¡±.
Quiz¨¢ la ¨²ltima ¨¦poca en la que todav¨ªa hubo un futuro fueron los a?os noventa, tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn. Era una utop¨ªa liberal. La de la globalizaci¨®n feliz y la expansi¨®n imparable de los derechos humanos y la democracia. Se trunc¨® primero con los atentados de 2001, y m¨¢s tarde con la crisis financiera de 2008, la crisis migratoria de 2015, la pandemia de 2020 y la crisis medioambiental. Y, entretanto, irrumpe Trump. Y el Brexit. Y los gobiernos ultranacionalistas en Polonia y Hungr¨ªa. Y Vox en Espa?a y los gobiernos apoyados por la extrema derecha en la Europa n¨®rdica, modelo durante d¨¦cadas de convivencia y valores democr¨¢ticos. Y en Italia, una heredera del neofascismo: Giorgia Meloni. Y, finalmente, Wilders en otro escaparate de la Europa m¨¢s pr¨®spera y democr¨¢tica, Pa¨ªses Bajos. Y en la otra orilla del charco, el fen¨®meno Milei con su ¡°anarco-capitalismo¡± ideol¨®gico y sus exabruptos que reviven el Trump de 2016.
Y, sin embargo, el mismo periodo es de la doble victoria de Macron contra Le Pen en las presidenciales en Francia, el retorno de los socialdem¨®cratas en Alemania, las mayor¨ªas de izquierdas en Espa?a, la victoria de Joe Biden sobre a Trump. ?Hay algo en com¨²n en todo esto? ?O es todo demasiado ca¨®tico para hablar de olas y tendencias?
Am¨¦rica Latina
¡°Si uno compara Am¨¦rica Latina con Europa, por ejemplo, en Am¨¦rica Latina falta un tema nuclear para la extrema derecha europea, que es el islam¡±, dice Stefanoni. ¡°Lo que hay es una reacci¨®n antiprogresista que toma formas distintas. Han instalado la idea de que ahora las ¨¦lites son de izquierdas y la gente com¨²n puede encontrar en la derecha un escudo para defender sus libertades y sus intereses¡±.
Aparece tambi¨¦n lo que ¨¦l llama una ¡°emoci¨®n insurreccional de derechas¡±. Se vio con el asalto al Capitolio, las manifestaciones durante la pandemia en Alemania, el asalto a las sedes gubernamentales en Brasil tras la derrota de Jair Bolsonaro o las protestas de estas semanas ante la sede de PSOE en Madrid: ¡°En 2010 los movimientos de indignados eran de izquierdas. Ahora son de derechas¡±.
No todos siguen la misma v¨ªa. En Francia, Le Pen obliga a sus diputados ¨Del primer partido de oposici¨®n en la Asamblea Nacional¨D a llevar corbata. Evitan los insultos y los exabruptos. Al mismo tiempo, se relaja el cord¨®n sanitario que les imped¨ªa entrar en los salones del poder y ser homologados como un partido republicano. Ya no son antisistema. Quieren ser el partido del orden; no el de los altercados. La guerra en Oriente Pr¨®ximo acelera la mutaci¨®n de un partido fundado hace medio siglo por simpatizantes de la Alemania nazi y que hoy pretende abanderar la lucha contra el antisemitismo.
¡°El Frente Nacional, hoy Reagrupamiento Nacional, son dos cosas: un movimiento populista implantado sobre una extrema derecha hist¨®rica¡±, dice el profesor Rosanvallon. ¡°Si no, no obtendr¨ªa estos resultados. Mire en Italia, todav¨ªa es m¨¢s claro¡±.
En Italia, la derecha de origen fascista gobierna ahora alineada con la UE y la OTAN. Meloni intenta institucionalizarse, a diferencia de Trump o Bolsonaro, quienes, como recuerda Stefanoni, ¡°gobernaron contra el Estado¡±. Milei ha ganado ayudado por el apoyo de la derecha tradicional y su candidata, Patricia Bullrich, formar¨¢ parte de su Gobierno.
?Qu¨¦ hacer?, se preguntan progresistas y liberales. ?C¨®mo atender a las inquietudes sobre la inmigraci¨®n, por ejemplo, o sobre el coste para los trabajadores de las medidas contra el cambio clim¨¢tico? ¡°No podemos ceder en nuestros principios¡±, dice Dominique Mo?si. ¡°Al mismo tiempo, si no tenemos respuestas a los problemas que los populistas plantean, fracasaremos¡±.
Nada es inevitable. Lo se?alaba a esta semana la alcaldesa de Par¨ªs, la socialista Anne Hidalgo, en un desayuno con un grupo de periodistas. ¡°Pese a todo, un Pedro S¨¢nchez logra hacer ganar un Gobierno en Espa?a, y es una buena noticia para el clima y para Espa?a¡±, dijo. ¡°Y en Polonia es una buena noticia para el clima y la democracia que los progresistas y centristas que no son climatoesc¨¦pticos y son proeuropeos hayan ganado¡±.
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