Revancha ahora y despu¨¦s venganza
Corre el champ¨¢n en Mosc¨², Budapest y Jerusal¨¦n, y en los cuarteles generales de las extremas derechas
Kamala Harris necesitaba una marea dem¨®crata que la aupara a la Casa Blanca sin margen para la deslegitimaci¨®n. Cualquier otro resultado no serv¨ªa. Muy pronto en la noche electoral, con los primeros resultados en Carolina del Norte y Georgia, se ha visto que el tsunami no iba a llegar. Al final, solo quedaba el muro azul de Wisconsin, Pensilvania y M¨ªchigan y m¨¢s en concreto de sus densas zonas urbanas, ¨²ltima trinchera ante el avance trumpista, pendientes de los distintos tipos de votos diferidos. No era suficiente ni para proclamar la victoria ni conceder la derrota, como ha sido el caso este mediod¨ªa, una vez confirmado definitivamente que Donald Trump ha conseguido los 270 delegados que necesita para regresar a la Casa Blanca.
La coalici¨®n que deb¨ªa terminar con el trumpismo no ha conseguido tomar cuerpo. Con Harris regres¨® la esperanza y la alegr¨ªa a la campa?a despu¨¦s de la fatalidad y la depresi¨®n surgidas alrededor de la candidatura de Joe Biden. La movilizaci¨®n que deb¨ªa levantar su candidatura parece que ha dinamizado, por el contrario, al adversario: los hombres j¨®venes, tambi¨¦n entre los latinos y los afroamericanos, ante el feminismo; los trabajadores del cintur¨®n del ¨®xido, preocupados por la inflaci¨®n y la protecci¨®n de la industria nacional; el pa¨ªs profundo, rural y evangelista, por la prohibici¨®n del aborto en todo el pa¨ªs; y los ricos y los libertarios de siempre, por mayores desregulaciones y recortes de impuestos. A la suma trumpista se a?ade la resta de Harris: los votos sustra¨ªdos por la guerra de Gaza entre los ciudadanos de ¨¢rea, origen, o de religi¨®n musulmana, y el inevitable voto de castigo al Gobierno saliente del que ella forma parte como vicepresidenta, sin que pueda exhibir un balance personal especialmente destacado o ni siquiera brillante.
Eran problemas en exceso para que la candidata pudiera resolverlos en cuatro meses de precipitada campa?a electoral, desde que Biden renunci¨® a su candidatura, frente a los cuatro a?os que lleva Trump sin abandonar ni un solo d¨ªa el primer plano del protagonismo pol¨ªtico. El expresidente es un perverso alquimista que convierte los esc¨¢ndalos y las imputaciones judiciales en propaganda pol¨ªtica y en financiaci¨®n electoral. Es la misma alquimia que le permite insultar e incluso llamar a la violencia, a disparar a sus adversarios, por ejemplo, o permitirse todo tipo de expresiones racistas y mis¨®ginas, sin que ninguno de sus votantes se permita ni siquiera una leve protesta. Son met¨¢foras en boca del jefe, aunque luego se traduzcan en acciones, como sucedi¨® el 6 de enero de 2021 con el asalto al Capitolio.
Es la revancha de 2020, cuando Trump cay¨® vencido por Biden. Tiene ya el Tribunal Supremo, tendr¨¢ el Senado, casi seguro la C¨¢mara y los votos populares por primera vez, puesto que obtuvo tres millones menos que Hillary Clinton en 2016, cuando gan¨® en delegados. El pueblo trumpista ser¨¢ mayoritario. El bulo del fraude electoral que le expuls¨® de la Casa Blanca quedar¨¢ consagrado como historia oficial de los Estados Unidos trumpistas. Sus delitos quedar¨¢n absueltos, autoamnistiados, al igual que los de sus c¨®mplices. Y desempatada la larga partida iniciada en 2016 tras la elecci¨®n hist¨®rica de Barack Obama, cuando Hillary Clinton fue derrotada por el inesperado y disruptivo candidato republicano, de forma que tambi¨¦n ser¨¢ un presidente de dos mandatos, a pesar del intervalo de Biden. No ser¨¢ un par¨¦ntesis: el par¨¦ntesis ser¨¢n los otros, Obama y Biden. Incluso se habr¨¢ sacado de encima el peor estigma que le torturaba desde su infancia, el del perdedor. Sin su derrota, las elecciones son perfectamente limpias. El voto femenino, reclamado a las mujeres republicanas por Julia Roberts en su spot para Kamala Harris, no ha conseguido tumbarle. Al contrario, ha sido ¨¦l quien ha tumbado a las dos primeras mujeres que han intentado alcanzar la Casa Blanca.
Sabemos lo que viene ahora. Lo que le espera al enemigo interno ya se?alado y lo que sacar¨¢ de la inmunidad presidencial reconocida por el Supremo, que ahora utilizar¨¢ con mayor desenvoltura. El final desenfrenado de su campa?a marca el tono del mundo que se acerca. Tras la revancha y la venganza, el desentendimiento y como consecuencia el declive. Corre el champ¨¢n en Mosc¨², Budapest y Jerusal¨¦n. Tambi¨¦n en los cuarteles generales de las extremas derechas. En Pek¨ªn reina la prudencia y la sobriedad, como en Par¨ªs, Berl¨ªn, Bruselas y Londres la circunspecci¨®n y la inquietud. Habr¨¢ que tratar con la Casa Blanca en cualquiera de los casos. China sabe que el republicano puede brear su econom¨ªa a golpe de tarifas, pero que el largo plazo con Trump dejar¨¢ un vac¨ªo geopol¨ªtico muy interesante para las ambiciones de Xi Jinping. No hay que perder la esperanza ni la alegr¨ªa que Harris recuper¨® en su campa?a. No hay que perderlas ni siquiera despu¨¦s de reconocer la magnitud de la derrota.
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