Alejandro Rodrigo: ¡°No hay nada m¨¢s da?ino para un hijo que sentir que no le importa nada a su padre¡±
El autor de ¡®C¨®mo prevenir conflictos con adolescentes¡¯ destaca la importancia de la educaci¨®n emocional, el rol de los padres y su estilo educativo en la formaci¨®n de los menores
El paso de la infancia a la adolescencia es sin duda un recorrido lleno de desaf¨ªos. Una etapa de autoafirmaci¨®n en la que experimentar el adulto que los j¨®venes llegar¨¢n a ser en el futuro, pero tambi¨¦n de alejamiento e incluso de conflictos dentro de la familia. El que antes era un ni?o peque?o reclama ahora su propio espacio; del cari?o se pasa a la distancia, de esta a la tensi¨®n y, en algunos casos, a la agresividad e incluso a la violencia. Pero no tiene por qu¨¦ ser siempre as¨ª, como afirma Alejandro Rodrigo: ¡°El conflicto ense?a a los padres que el adolescente est¨¢ atravesando una crisis evolutiva, algo que es absolutamente normal porque le ayuda a superar retos y a hacerse m¨¢s autosuficiente. Rodrigo es autor de C¨®mo prevenir conflictos con adolescentes (Plataforma Editorial, 2021) y experto en intervenci¨®n social y educativa con menores sujetos a medidas judiciales.
¡°El adolescente quiere y debe enfrentarse al gran reto de ser un adulto con plena autonom¨ªa, y desde ah¨ª se entiende la necesidad de distanciarse de sus padres. La clave para mantener una buena comunicaci¨®n con sus hijos es entender este concepto¡±, explica. Y aunque es necesario asumir que esta interacci¨®n disminuye, para Rodrigo existe un l¨ªmite claro que no debe traspasarse: el de la falta de respeto: ¡°Ah¨ª es donde el padre y la madre no deben mirar hacia otro lado. El amor tiene que ser la pieza fundamental, pero al mismo nivel ha de situarse la firmeza¡±. Lo esencial entonces es saber leer la situaci¨®n, porque la falta de respeto de un hijo (y teniendo en cuenta que cada menor y cada familia son un mundo distinto) esconde con frecuencia un mensaje pidiendo ayuda, y es responsabilidad de los padres saber analizar lo que est¨¢ sucediendo: porque el adolescente no falta el respeto por el simple hecho de ser adolescente. ¡°En este sentido, y esto es innegociable, el adolescente debe sentirse siempre querido e importante para sus padres, porque si esto se da, no cuestionar¨¢n su firmeza¡±.
Los padres, aut¨¦nticos referentes
Un aspecto fundamental es que el adolescente siempre quiere enorgullecerse de sus padres. Si lo siente as¨ª, lo cuenta, lo subraya y busca continuamente ser como ellos. Por eso es de vital importancia convertirse en aut¨¦nticos modelos a seguir, ¡°porque eres un referente si est¨¢s estudiando; eres un referente en c¨®mo te va en el trabajo; en la relaci¨®n de pareja que est¨¢s manteniendo y, por lo tanto, en la sexualidad que est¨¢s proyectando; eres un referente en el consumo de sustancias t¨®xicas; en c¨®mo aprovechas tu tiempo libre; en si te cuidas o no... El adolescente no escucha nada de lo que decimos, pero sin embargo aprende todo lo que hacemos¡±, reflexiona Rodrigo.
Para acompa?ar de la mejor manera posible a los hijos, muchos hogares establecen unas reglas de convivencia (y para ello, usan las seis herramientas que Rodrigo identifica como normas ¡ªexpl¨ªcitas o impl¨ªcitas¡ª, l¨ªmites, castigos, consecuencias, premios y recompensas). Conceptos que, a pesar de su utilidad, quedan subordinados a lo se?alado anteriormente: ¡°Si t¨² eres un verdadero referente, no te hace falta desarrollar todo un sistema de normas expl¨ªcitas; y al chico o chica no le hace falta tener un cuadrante con lo que ha de hacer o no, o los protocolos que tiene que seguir... Mejor pocas normas y muy claras¡±, a?ade. Los padres, como referentes, conf¨ªan en su hijo, y este conf¨ªa plenamente en que no la va a fastidiar, pero que, si lo hace, puede disculparse con ellos.
Rodrigo advierte que no es lo mismo que un acto tenga consecuencias que usar castigos, ¡°porque todos en la adolescencia hemos sentido una gran sensaci¨®n de injusticia ante los castigos. Cuando el menor incumple una norma, siendo consciente de ello y de la consecuencia que conllevaba, normalmente la acepta. Pero, si no lo sab¨ªa, no acepta el castigo¡±. De la misma manera, apunta, son mejores las recompensas (metas explicadas y marcadas con anterioridad) que los premios (que son aleatorios y pueden desestabilizar), y en cualquier caso usadas de forma puntual, ¡°porque al final estamos ense?ando a los chicos a crecer evitando castigos y con base en el chantaje, muchas veces, de qu¨¦ voy a obtener a cambio. Lo que debemos hacer es ense?arles, con nuestro ejemplo, que son ellos los que tienen que encontrar la motivaci¨®n interna para hacer bien las cosas¡±.
Se trata de un proceso en el que la educaci¨®n emocional juega un papel important¨ªsimo, para que los hijos aprendan a identificar sus propias emociones (al menos, las cinco b¨¢sicas: miedo, ira, tristeza, alegr¨ªa y asco). ¡°Una persona est¨¢ equilibrada emocionalmente cuando sabe diferenciar las cinco, identificar cu¨¢ndo est¨¢ inmerso en cada una de ellas y cuando una emoci¨®n le est¨¢ desbordando¡±, y para ello es necesario que los padres sean conscientes de ello, ¡°porque si yo no identifico bien las emociones que estoy viviendo, dif¨ªcilmente le puedo pedir a mi hijo o hija que se autorregule bien cuando est¨¢n enfadados¡±.
El paso previo a la manifestaci¨®n de la violencia y de la agresividad por parte del adolescente es la frustraci¨®n que produce el no entender ni la tristeza ni el miedo. Cuando esto sucede, no entiende lo que est¨¢ pasando, y eso desemboca en la ira: ¡°Por eso, la primera tarea ser¨¢ entrenar a nuestros hijos en ser capaces de tolerar esa frustraci¨®n, porque as¨ª seremos capaces de comprender mejor la emoci¨®n que experimentamos en cada momento (¡). La adolescencia es, adem¨¢s, una etapa important¨ªsima porque todo est¨¢ muy polarizado y es muy exponencial¡±.
La importancia de los estilos educativos
Uno de los aspectos m¨¢s importantes a la hora de abordar la crianza de los hijos es que los padres sean conscientes del estilo educativo que m¨¢s les conviene. Rodrigo identifica siete: el autoritario, el protector, el sacrificante, el diplom¨¢tico, el punitivo, el negligente y el ausente. ¡°El estilo educativo es algo que no puedes cambiar mucho, porque t¨² eres de una determinada manera y eso determina tu estilo de educar. Adem¨¢s, nadie tiene un estilo puro, sino que es mezcla de varios: autoritario, protector y diplom¨¢tico, por ejemplo¡±. Y aunque cada uno tiene sus debilidades y fortalezas, llevar cualquiera de ellos al extremo puede tener consecuencias negativas: el muy autoritario puede provocar un distanciamiento emocional, y el diplom¨¢tico en exceso puede acabar debatiendo todas las decisiones.
¡°Lo mejor que tiene el estilo protector es que el hijo se siente querido e importante para sus padres, pero si llega hasta el extremo de la sobreprotecci¨®n, le corta su autonom¨ªa, y en vez de ayudarle a crecer, le pone un tap¨®n que generar¨¢ una frustraci¨®n tremenda¡±, argumenta Rodrigo. ¡°El punitivo consigue que, a corto plazo, los hijos no se salten las normas, pero hace que crezcan aprendiendo a evitar los castigos, lo cual es un problema importante... Y con el sacrificante, los padres ponen por encima de todo los sacrificios que est¨¢n haciendo por los hijos, con lo que les transmiten que, por la vida, hay que ir haciendo chantaje emocional¡±.
En cualquier caso, hay un estilo del que, por encima de todos, conviene alejarse: el ausente, porque causa un da?o irreparable: ¡°Y no me refiero a los padres que, por ejemplo, trabajan fuera, porque yo he conocido alguno que est¨¢ en el extranjero seis d¨ªas a la semana y que, sin embargo, es capaz de llamar en el momento oportuno, cuando hay algo importante. No hay nada m¨¢s da?ino para un hijo que sentir que, a su padre, ¨¦l o ella no le importa nada¡±.
?Y si los hijos se saltan normas y consecuencias?
Hay ocasiones en las que el conflicto intrafamiliar exige la toma de medidas adicionales. Porque una cosa es el adolescente que est¨¢ incumpliendo las normas o que se comunica poco, y otra el que se salta las normas y las consecuencias que ello conlleva. ¡°Aqu¨ª es donde yo hablo de no apartar la mirada y de pedir ayuda profesional, porque he trabajado muchos a?os en un juzgado y s¨¦ d¨®nde puede desembocar eso¡±, esgrime Rodrigo. Si necesitamos ayuda, hay que buscar primero en los agentes que est¨¢n trabajando con el menor, desde el centro de estudios (para que nos den una perspectiva de nuestro hijo) a los servicios de salud (para descartar una posible situaci¨®n cl¨ªnica o patol¨®gica que, en el 99 % de los casos, no se da) y los servicios sociales, un recurso p¨²blico donde nos pueden orientar acerca de las herramientas que tenemos a nuestro alcance. ¡°Y tambi¨¦n nos puede ayudar el hablar con nuestros contactos ¨ªntimos, porque esta es una problem¨¢tica muy invisibilizada¡±.
En caso de conflicto, Rodrigo propone a los padres un ejercicio de introspecci¨®n, de an¨¢lisis y de revisi¨®n de todos esos conceptos ya mencionados: c¨®mo vamos de inteligencia emocional, qu¨¦ estilo educativo, qu¨¦ sistema normativo tenemos en casa... ¡°Porque igual nos est¨¢ queriendo decir que hay algo que no funciona y que le gustar¨ªa que os sentarais a verlo; pero como no sabe verbalizarlo, opta por retar o incumplir la norma¡±. Y termina con una reflexi¨®n: ¡°Primero tenemos que mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos si quiz¨¢ hay algo que no estamos haciendo todo lo bien que pudi¨¦ramos para ayudar a nuestros hijos. No se trata de culpabilizarse, sino de responsabilizarse¡±.
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