Los ¡®feroces¡¯ beb¨¦s manifestantes
El Baby Bloc trat¨® de reunir a padres e hijos en la gran manifestaci¨®n madrile?a en defensa de la sanidad p¨²blica para discurrir en un entorno m¨¢s seguro y tranquilo. Pero, ?es l¨ªcito llevar a los m¨¢s peque?os a este tipo de concentraciones?
En tiempos del movimiento antiglobalizaci¨®n, en el cambio de siglo, cogi¨® fama el Black Bloc, los grupos de feroces anarquistas que se incrustaban en las grandes manifestaciones de la ¨¦poca, vestidos de negro, de la cabeza o a los pies, muy bien pertrechados para enfrentarse a los antidisturbios y ejercer la violencia revolucionaria contra sucursales bancarias o tiendas de Nike. Eran temibles, parec¨ªa que iban a dejar al capitalismo neoliberal en ruinas y en llamas (o eso le parec¨ªa a un chaval de 20 a?os) a las afueras de las grandes cumbres internacionales (Seattle, G¨¦nova), al menos hasta que, con el atentado de la Torres Gemelas, todo aquel movimiento pareci¨® esfumarse, quedarse en nada y dejarnos como hoy estamos.
El pasado domingo 13 de noviembre, en la gran manifestaci¨®n madrile?a en defensa de la sanidad p¨²blica, que probablemente tambi¨¦n pase a las p¨¢ginas de la Historia, no hubo un Black Bloc (era todo m¨¢s bien blanco), pero s¨ª un inopinado Baby Bloc, en el que estaba planeado que se reunieran los beb¨¦s, ni?os y progenitores que asistiesen a la protesta para discurrir en un entorno seguro, no menos reivindicativo, pero s¨ª un poco m¨¢s tranquilo y alejado del crepitar de los tambores.
Un Baby Bloc, qu¨¦ hallazgo, pens¨¦. Imagin¨¦ a los babies lanzando mocos contra los antidisturbios, cruzando en la calle sus carricoches a modo de barricadas, berreando hasta llegar a los o¨ªdos de la mism¨ªsima Isabel D¨ªaz Ayuso o rompiendo los grandes ventanales de las franquicias textiles multinacionales para luego entrar a gatas a practicar el saqueo. Los destructores de lo p¨²blico lo iban a tener claro con estos. Fuego y pa?ales: la revoluci¨®n en las calles.
Era tambi¨¦n un buen momento para reflexionar sobre la presencia de ni?os en las manifestaciones. Hay quien critica esta presencia como una forma de adoctrinamiento: un beb¨¦ o un ni?o no sabe si est¨¢ de acuerdo con lo que all¨ª se reivindica, de modo que llevarle es similar a imponerle una religi¨®n que no tiene por qu¨¦ compartir o a esa cosa tan extra?a que hacen algunos padres pel¨ªn flipados en cuanto nace el beb¨¦: afiliarle a su equipo de f¨²tbol para que sienta los colores desde su m¨¢s tierna infancia.
Sin embargo, no creo que sea as¨ª: un ni?o va a la manifestaci¨®n no en calidad de manifestante sino en calidad de acompa?ante, como cuando yo acompa?aba de chaval a mi difunta t¨ªa Vicen a misa sin ser yo creyente ni practicante. Por otro lado, una causa tan blanca y universal como la defensa de la sanidad p¨²blica me parece apta para todos los p¨²blicos, casi una obligaci¨®n ciudadana y moral. Y, por lo dem¨¢s, mi hija Candela, de 15 meses, se lo pas¨® canica viendo todo aquel conglomerado de personas gritando no s¨¦ qu¨¦ cosas y agitando al viento esos cl¨ªnex que, por una vez, no iban a servir para limpiarle las narices.
Luego la cosa no fue una org¨ªa de destrucci¨®n a manos de beb¨¦s violentos, como hab¨ªa imaginado. Primero, porque no era ese el concepto. Segundo, porque, debido a la gran afluencia de personas que colapsaban las calles y el transporte p¨²blico del centro de Madrid, tan emocionante y tan engorroso, me fue imposible llegar al Baby Bloc con mi peque?a banda de babies procedentes del barrio de Lavapi¨¦s. Seg¨²n parece, debido tambi¨¦n a la alta afluencia y a las corrientes magm¨¢ticas en el seno de la mani, el Baby Bloc tambi¨¦n tuvo dif¨ªcil mantenerse ¨ªntegro y unido, pero eso no le resta valor a la iniciativa. En general, dentro y fuera del grupo hab¨ªa muchos ni?os y muchos padres manifest¨¢ndose. Y tambi¨¦n muchas personas mayores. Normal: somos los que m¨¢s valoramos la sanidad p¨²blica, porque estamos m¨¢s en contacto con las alegr¨ªas y penas de los procesos corporales, nacimientos, crecimientos, decadencias y muertes, no como esos chavales insolentes que tienen ahora 20 a?os (solo ahora, ojo) y se creen invulnerables e inmortales, como yo me cre¨ªa cuando alucinaba bellotas con el Black Bloc de los anarquistas antiglobalizaci¨®n.
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