T¨ªpico de hermanos: rivalidad y celos entre Guillermo y Enrique de Inglaterra
La competencia es muy normal, pero en el caso de los hijos de Carlos III esta se ve agravada porque el menor siempre ser¨¢, de manera literal, el pr¨ªncipe destronado y el eterno segund¨®n, el del banquillo, el que espera por si el otro falla
La familia real inglesa siempre ha sido una gran fuente de titulares desde que existe la prensa. Fen¨®menos como Lady Di o la propia Isabel II han generado inmensa expectaci¨®n y lecturas aseguradas. El halo de misterio que siempre han desprendido viene en medida motivado porque tambi¨¦n se sabe que son personas normales que tienen sus sentimientos, celos, envidias, amores y desamores, frustraciones y todo lo que rodea a la vida de cualquier ser humano.
No es la primera vez que la monarqu¨ªa inglesa est¨¢ en el foco de atenci¨®n de todos, ni tampoco es la ¨²nica que dos hermanos est¨¢n enfrentados, pero s¨ª sucede algo que es diferente a las anteriores veces: que la prensa es ahora m¨¢s din¨¢mica y est¨¢n las redes sociales, pero, sobre todo, lo que diferencia a esta ocasi¨®n con las anteriores, es el documental que Enrique y Meghan han grabado y que se ha emitido a nivel mundial con cerca de 90 millones de personas que ya lo han visto. Rencor, celos, rivalidad, reproches¡ la serie muestra la verdad de los sentimientos de la pareja y desvela algo que se sab¨ªa, pero no con tanta crudeza: los celos de Enrique hacia su hermano mayor Guillermo.
¡°La rivalidad entre hermanos es un proceso natural¡±, explica Luc¨ªa Torres, psicoterapeuta y psiquiatra y experta en adolescencia. Seg¨²n expone la experta, esta proporciona un escenario en el que el ni?o comienza a ensayar c¨®mo se va a desenvolver en el mundo y qu¨¦ lugar va a ocupar en el mismo: ¡°Las relaciones de la adolescencia se empiezan a gestar en la infancia y, depende de c¨®mo se haya elaborado ese proceso (o negado, juzgado o reprimido) mantendr¨¢ el tipo de relaci¨®n que el adolescente mantenga, no solo con su hermano, sino incluso con muchos de sus iguales¡±.
El primog¨¦nito sentir¨¢ celos y hostilidad hacia el beb¨¦ reci¨¦n llegado, aunque en ocasiones no lo manifieste. ¡°Son sentimientos normales que el ni?o podr¨¢ integrar si en su entorno se le da a entender que son sentimientos permitidos. Es posible que el hijo mayor se plantee por qu¨¦ sus pap¨¢s han querido traer a otro hijo con preguntas como: ?Es que yo no les era suficiente como hijo?, o que aparezca el temor a que el nuevo miembro de la familia llegue a ocupar un lugar m¨¢s relevante que el suyo¡±, explica Torres. Seg¨²n la experta, estos sentimientos coexisten con la expectaci¨®n, la curiosidad, el afecto y el cari?o hacia el nuevo hermanito, y esta mezcla de sentimientos es lo que convierte la relaci¨®n entre hermanos en un espacio privilegiado para crecer y madurar como persona: ¡°Adem¨¢s, en el caso de Guillermo y Enrique de Inglaterra existe una rivalidad innata entre ellos porque uno es el heredero al trono y para eso es educado y preparado y el otro es el eterno suplente por si el primero falla¡±.
?Y c¨®mo consiguen los padres transmitir el mensaje de que los celos son sentimientos permitidos? Para la experta en psicolog¨ªa, ante preguntas tan frecuentes de los ni?os como: ¡°?Podemos devolver a la hermanita al hospital?¡±; lo mejor es: ¡°Hay que dar respuestas reales como, por ejemplo, que no la podemos devolver porque la queremos tanto como a ¨¦l y que a ¨¦l no le dejar¨ªamos all¨ª tampoco. En vez de recriminarle, dici¨¦ndole cosas como: ¡®c¨®mo puedes decir eso o eso no se puede ni pensar¡¯. La verdad les da a entender que se puede hablar del proceso interno que est¨¢n librando y que son tan queridos como sus iguales¡±.
Nunca faltan razones para observar celosamente las relaciones de los padres con los hermanos, no importa el lugar que se ocupe en la fratr¨ªa. ¡°En el caso de los primog¨¦nitos est¨¢ el temor a que los progenitores quieran m¨¢s al peque?o porque es el que m¨¢s protecci¨®n necesita. Y el peque?o teme que los padres quieran m¨¢s al mayor porque es el que demuestra m¨¢s destreza en todo¡±, explica Torres. Cuando el ni?o entre en la adolescencia y se vuelva a encontrar en un escenario de cambio e incertidumbre con respecto a su lugar en la sociedad, los celos e inseguridades pueden repuntar de nuevo hacia sus iguales. Sin embargo, ¡°si el adolescente es capaz de entender que son emociones l¨ªcitas y que se pueden elaborar sin actuar da?inamente, lograr¨¢ resolver esta etapa con la seguridad de que no necesita serlo ¡°todo¡± (ni lo es) para tener un lugar ¨²nico en el mundo¡±, a?ade.
¡°Cuando falleci¨® Lady Di, sus hijos Enrique y Guillermo ten¨ªan 12 y 15 a?os respectivamente. Ambos tienen todos los elementos que favorecen la rivalidad entre hermanos: son del mismo sexo, se llevan menos de cinco a?os, y viven en un ambiente familiar donde la competitividad es un valor (comenzando por la l¨ªnea de sucesi¨®n a la Corona). En las familias reales, los pr¨ªncipes destronados lo son literalmente¡±, argumenta Mercedes Gil, pedagoga y directora del colegio British Montessori.
Desde un punto de vista evolutivo, los celos entre hermanos son de lo m¨¢s normal. ¡°Cuando nace un hermano, instintivamente se inicia una lucha por los recursos y la atenci¨®n, una competici¨®n por lo que la rivalidad y las peleas entre ellos ser¨¢n inevitables, siendo parte del proceso de desarrollo¡±, explica Gil. Para la experta, el objetivo de padres y madres es ver como se puede hacer esta situaci¨®n manejable: ¡°Si poseen las herramientas para gestionarlo, recomendar¨ªa ir a un especialista, para as¨ª evitar conflictos que, si se enquistan en la infancia, pueden anticipar una adolescencia horrenda y luchas de adultos como en el caso de la familia real brit¨¢nica¡±.
Los progenitores deben de ser conscientes de que cada ni?o, cada persona, tiene unas necesidades concretas en un momento determinado: ¡°En todo esto puede influir el orden de nacimiento y la propia personalidad. Pero tambi¨¦n de las circunstancias y el momento de desarrollo del individuo¡±. Para Gil no se puede tratar igual a un ni?o de seis a?os que a uno de 12. ¡°Parece obvio, pero a menudo los progenitores podemos confundirnos por intentar dar un trato justo a todos los hijos por igual. Justo no significa equitativo. Es necesario observar, tener en cuenta las necesidades, y apreciar sus talentos y caracter¨ªsticas ¨²nicas, para tratarles con justicia¡±, asegura la experta.
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