Las madres merecemos reconquistar todos los espacios de la sociedad
Si la maternidad es invisibilizada en todos los ¨¢mbitos, incluido en el lenguaje, estaremos lejos del reconocimiento real de las experiencias y necesidades de las mujeres que quieren tener hijos
Es algo que ocurre a menudo: culparse a una misma cuando algo no sale como se esperaba. Y ocurre tambi¨¦n que, a menudo, la culpable no eres t¨², sino el contexto, el ambiente, los otros. Es algo muy nuestro esto de cargarnos no solo con lo que nos toca, sino tambi¨¦n con lo ajeno, con lo que s¨ª y lo que no depende de nosotras. Pero la culpa, esa culpa tan perenne como un cipr¨¦s, no es solo individual, es producto de estructuras m¨¢s amplias que pesan sobre nosotras. Y voy al grano: no es que invisibilicemos la maternidad, que seamos las culpables de hacernos desaparecer, es que son muchos los ¨¢mbitos en los que se borra a las madres hasta normalizar que, efectivamente, en la ausencia est¨¢ su presencia. Como si ser madre significara estar siempre, pero sin reclamar un espacio. Ser tan esencial como los pilares de una casa, pero tambi¨¦n tan invisible.
Las madres existen. Est¨¢n al otro lado de un muro que se ha ido levantando a trav¨¦s de pol¨ªticas, ideas culturales y s¨ªmbolos. Por ejemplo, se dice que la maternidad es importante porque la natalidad ha bajado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Seg¨²n los ¨²ltimos datos del INE disponibles, de febrero de 2024, la media del primer hijo se sit¨²a pasados los 31 a?os. Hay un amplio escal¨®n social en el que se ha normalizado que los hijos, si se tienen, no es hasta pasada la treintena. Y, sin embargo, no parecen ser igual de importantes las madres: aquellas que se enfrentan a desaf¨ªos como la infertilidad, la falta de apoyo familiar o la violencia estructural que complica su acceso a la maternidad. Se silencian sus necesidades, sus dilemas, sus deseos. Los efectos del retraso de la maternidad se tejen a sus cuerpos como una manta de patchwork.
¡°En algunos discursos que circulan entre los feminismos se infantiliza tanto el deseo como la decisi¨®n de las mujeres de ser madres¡±, escribe Paula V¨¢zquez en La librer¨ªa y la diosa (Lumen, 2023). Nos hacen sentir que no encajamos, por eso el asunto de la maternidad siempre se trata desde el mismo lugar: como un problema universal. Como no se le puede dar respuesta, se oculta la complejidad de la experiencia materna detr¨¢s de discursos generalizados que no reflejan la realidad de muchas mujeres. La supuesta conciliaci¨®n, las carreras profesionales, las renuncias son el borrador blanco, cuadrado, perfecto, que elimina las necesidades reales.
Se borra a las madres inadecuadas, esas que no alcanzan el list¨®n de la normalidad. A las que son madres en solitario (en Espa?a, son ya m¨¢s del 50% de las familias as¨ª configuradas). A las mujeres que cuidan a hijos e hijas con discapacidad y no tienen ayudas econ¨®micas ni descanso. Se borra tambi¨¦n a las que amamantan en cualquier lugar. A las madres que gestan en los procesos de vientre de alquiler, cuya experiencia queda en un segundo plano porque el foco est¨¢ en otros. Y se borra a las madres en las leyes en las que, en nombre de un igualitarismo malentendido, se niegan las diferencias: las realidades del embarazo, del parto y del posparto. De la lactancia. Como si estos procesos no existieran m¨¢s all¨¢ de las paredes de una casa o un hospital.
Hasta el lenguaje tacha y pasa por encima como una apisonadora. En 2022 se publicaba el art¨ªculo Effective Communication About Pregnancy, Birth, Lactation, Breastfeeding and Newborn Care: The Importance of Sexed Language (Comunicaci¨®n efectiva sobre el embarazo, el parto, la lactancia, amamantar y el cuidado del reci¨¦n nacido: la importancia del lenguaje sexuado). En ¨¦l se mostraba preocupaci¨®n ante el borrado de las madres en el lenguaje. En el texto se enfatizaba que la desexualizaci¨®n del lenguaje relacionado con la maternidad y el cuidado de los reci¨¦n nacidos podr¨ªa llevar a la invisibilizaci¨®n de las experiencias y necesidades de las mujeres. Seg¨²n las autoras, al utilizar un lenguaje neutro se corre el riesgo de eliminar la identidad de las madres, as¨ª como de deshumanizar aspectos fundamentales del embarazo y la crianza. Y argumentaban que es crucial mantener un lenguaje que reconozca y respete la realidad de ser madre.
La condici¨®n de madre camina en paralelo a la realidad y esto puede crear una desconexi¨®n entre qui¨¦nes somos realmente y c¨®mo nos vemos a nosotras mismas en la sociedad. Por eso, quiz¨¢s, seguimos sin darle valor a la crianza, a ser ¡°solo¡± madre, porque nos han hecho creer que otorgar esa cuota de valor a la maternidad nos lo resta a nosotras mismas. Se minimizan las experiencias y se minusvalora el trabajo emocional y f¨ªsico que implica tener hijos. Contin¨²a perpetu¨¢ndose la idea de que el trabajo de una madre es menos valioso que el trabajo remunerado. Y, pese a todo, alabamos el trabajo corresponsable de los padres que, como los superh¨¦roes de Marvel, vendr¨¢n a salvarnos de todas estas hostilidades.
Las madres merecemos reconquistar todos los espacios de la sociedad. Reescribir lo borrado. Seguir pregunt¨¢ndonos qu¨¦ necesitamos, qu¨¦ queremos, qu¨¦ somos. Exigir que nuestras experiencias sean reconocidas y valoradas. Denunciar las discriminaciones, los da?os, el malvivir. En la calle, pero tambi¨¦n en las leyes y en las pol¨ªticas que nos atraviesan.
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