Mi hijo peque?o me est¨¢ retando y echando un pulso, ?qu¨¦ puedo hacer?
Los ni?os hasta los 6 a?os no pretenden enojar a sus padres, se requiere de constancia, dedicaci¨®n, paciencia y amabilidad para que comprendan las normas y las lleven a cabo. Ante los supuestos desaf¨ªos, los adultos deben acercarse a las necesidades del menor con una mirada m¨¢s emp¨¢tica, compasiva y afectiva
¡°?Mi hijo me est¨¢ retando!¡±, ¡°?Me est¨¢ echando un pulso!¡±. Seguro que a cualquier madre, padre, abuelo, educador o profesional del campo de la infancia estas frases le suenan y le conectan con su d¨ªa a d¨ªa. Y es que se trata de un pensamiento muy instaurado en la sociedad actual, donde la conducta adultocentrista sigue a¨²n muy arraigada, aunque notablemente menos de lo que lo estaba hace ya algunas d¨¦cadas, cuando todos ellos fueron ni?os. Seguramente, en muchas ocasiones, a lo largo de su infancia sus necesidades como ni?os y ni?as no se vieron escuchadas, valoradas ni validadas, porque a lo largo de muchas d¨¦cadas las relaciones que se establecieron entre mayores y peque?os fueron verticales. Los menores no eran escuchados, ni se ten¨ªan en cuenta sus emociones, ya que el adulto estaba en una posici¨®n de superioridad, mando y autoridad.
En la actualidad, existe un evidente cambio educacional a la hora de acompa?ar a los ni?os; las familias est¨¢n transformando esta relaci¨®n, haciendo que sea m¨¢s horizontal, es decir, de t¨² a t¨². Se observa que cada vez existe m¨¢s informaci¨®n sobre crianza y desarrollo infantil de expertos como pediatras, neur¨®logos infantiles o psic¨®logos que explican el funcionamiento del cerebro y su complejidad. Tambi¨¦n que las familias se forman a trav¨¦s de cursos, art¨ªculos, charlas o libros como El cerebro infantil y adolescente: Claves y secretos de la neuroeducaci¨®n (Libros C¨²pula, 2021) o El cerebro del ni?o explicado a los padres (Plataforma Editorial, 2015), entre otros. De esta forma, padres y madres consumen informaci¨®n contrastada y comparten en grupos de crianza todo aquello que van descubriendo para educar de un modo m¨¢s consciente.
Es evidente que el cambio generacional est¨¢ presente y la sociedad actual est¨¢ educando con un modelo sin precedentes partiendo de un bagaje totalmente distinto. Hoy aspectos y valores como la empat¨ªa, la compasi¨®n o el respeto son clave a la hora de acompa?ar la infancia de los hijos. Y el ejemplo de comunicaci¨®n que se ofrece a los ni?os es el que toman como referente para relacionarse con sus padres y con todo su entorno. Es decir, sea cual fuere su modelo de referencia, lo tomar¨¢n como natural, habitual y normal a imitar, sin cuestionarse si dicho modelo es o no beneficioso, adecuado o positivo para sus relaciones sociales. Los ni?os de 0 a 6 a?os no tienen la capacidad de diferenciar lo que est¨¢ bien de lo que no lo est¨¢, ya que su cerebro es a¨²n inmaduro, est¨¢ en continuo aprendizaje y es una esponja que absorbe todo lo que est¨¢ a su alrededor. Simplemente, sigue el modelo de conducta de su entorno.
De este modo, si se pretende que un hijo peque?o act¨²e de un modo que nunca ha visto, o que ha observado en contadas ocasiones, se le estar¨¢ pidiendo algo imposible de alcanzar para s¨ª mismo, ya que no dispondr¨¢ de un referente. La mayor¨ªa de las conductas y herramientas de relaci¨®n se adquieren por imitaci¨®n, por lo que los adultos deben asegurarse de estar ofreciendo un modelo adecuado de actuaci¨®n. Por ejemplo, si se le pide a un ni?o que sepa tolerar la frustraci¨®n, los padres deben hacerlo tambi¨¦n cuando se d¨¦ la oportunidad, ofreciendo herramientas funcionales, no perdiendo los papeles y siendo un buen modelo de conducta donde poder verse reflejado.
Por otro lado, tambi¨¦n hay que tener en cuenta que existen aspectos innatos que no se pueden modificar, como su carga gen¨¦tica, su car¨¢cter o sus cualidades intr¨ªnsecas. Y es necesario tambi¨¦n comprender la etapa de desarrollo evolutivo del ni?o, ya que esto ser¨¢ determinante para entender por qu¨¦ se comporta de un modo u otro. Sin olvidar que potenciar su sentido de pertenencia adecuado, funcional y positivo dentro de la familia es papel de todo su entorno y el menor debe sentir que es necesario para el mundo que le rodea, que aporta cosas y es parte de ¨¦l.
Todo este camino har¨¢ que los progenitores comprendan que sus hijos peque?os no les est¨¢n retando ni desafiando con su conducta. Es decir, no tienen la capacidad que se les atribuye para poder razonar, reflexionar, tomar conciencia y realizar acciones con las que los adultos sientan que les provocan, sino que simplemente es su modo de expresarse, comunicarse o relacionarse con el mundo.
Entonces, ?me est¨¢ retando mi hijo?
Es esencial que los adultos comprendan que el menor no tiene como objetivo hacerles enfadar. No es una conducta de desaf¨ªo. El que siente enfado es el padre, que quiz¨¢s necesita que su hijo le haga caso, obedezca la norma o haga lo que le pide. Pero esto no es lo que el menor quiere hacer sentir. No pretende enojar a sus padres, sino que necesita de constancia, dedicaci¨®n, paciencia y amabilidad para comprender las normas y llevarlas a cabo, tras mucho trabajo y esfuerzo. Quiz¨¢s esto pueda hacer que los progenitores se sientan mal, que sientan que se les est¨¢ echando un pulso, pero este no es su objetivo, pues el menor no es consciente de lo que su conducta provoca en ellos. No se trata de un enfrentamiento del ni?o con el adulto, sino de una etapa que sucede en el desarrollo cerebral del ser humano.
Si los padres, como adultos de referencia y figura de apego que son, comprenden todo esto, pueden acercarse a sus necesidades, comprenderlas y acompa?arlas con una mirada m¨¢s emp¨¢tica, compasiva y afectiva, comprendiendo que todo esto tambi¨¦n pasar¨¢ y que no es algo personal contra ellos. Que no es un pensamiento que ha ideado y que se plantea para desafiarles, sino que simplemente est¨¢ siendo un menor sano, pasando una etapa natural que todo ni?o tiene que pasar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.