El esfuerzo, la frustraci¨®n y la sobreprotecci¨®n: los grandes retos que preocupan a las familias
?No estar de acuerdo y luchar porque mis hijos no hagan deberes, me convierte en una madre helic¨®ptero?
Una de las decisiones que m¨¢s impacto ha tenido en mi vida fue la que tom¨¦ en marzo de 2015 cuando inici¨¦ una campa?a en change.org para racionalizar los deberes escolares de los ni?os. Evidentemente, lo hice porque quer¨ªa solucionar un problema personal, pero tambi¨¦n porque pensaba que era justo, no solo por mi hijo, sino tambi¨¦n por otros muchos ni?os que viv¨ªan su infancia amargados. Aunque nos guste contar las historias de empoderamiento que hay detr¨¢s de acciones como esta, y darle siempre un toque muy positivo y optimista, lo cierto es que pas¨¦ momentos muy duros, de muchas dudas, de miedo, pero sobre todo de temor a hacerle m¨¢s mal que bien al afectado: mi hijo.
Hubo gente que cuestion¨® abiertamente mi postura, y aunque trat¨¦ de mantenerme firme, y creo que lo logr¨¦, es cierto que me quedaba un regusto amargo, una sospecha de duda, un sentimiento aterrador, en definitiva: ?y si me estaba equivocando? ?Y si le estaba transmitiendo a mi hijo el mensaje equivocado? ?Qu¨¦ interpretar¨ªa ¨¦l despu¨¦s de todo aquello? ?Comprender¨ªa el fondo de la reivindicaci¨®n?
Los tres argumentos que m¨¢s se repet¨ªan entre la gente que se relacionaba conmigo y que m¨¢s me hac¨ªan dudar eran los que ten¨ªan que ver con el esfuerzo, la tolerancia a la frustraci¨®n y la sobreprotecci¨®n. Porque, al defender una educaci¨®n con menos deberes, se puede interpretar que eres la t¨ªpica madre helic¨®ptero que solo quiere mimar a su ni?o. Pueden pensar que no quieres que se esfuerce y no le permites pasar momentos de frustraci¨®n por miedo a robarle un solo instante de felicidad.
No puedo negar que me agobiaban mucho estas dudas, no quer¨ªa para nada que mi hijo pensara que no deb¨ªa esforzarse, que no apreciara el valor del esfuerzo y la perseverancia. Pero lo cierto es que, a pesar de las interminables horas de deberes, no creo que le estuvi¨¦ramos ense?ando lo que es realmente el esfuerzo, no al menos un esfuerzo inmerso en procesos creativos, retos, y superaci¨®n de obst¨¢culos para llegar a un resultado del que te puedes sentir orgulloso. Creo que copiar enunciados y p¨¢rrafos interminables de libros de texto, adem¨¢s de realizar ejercicios mec¨¢nicamente, supone un esfuerzo temporal, un desgaste, una prueba de paciencia, pero no son un reto intelectual y apenas facilitan aprendizajes. Tampoco quer¨ªa sobreprotegerlo, ni mucho menos que fuera incapaz de gestionar su frustraci¨®n.
Algunas de las situaciones m¨¢s inc¨®modas, las que me hicieron pasar momentos terribles, se dieron en el grupo de WhatsApp de madres. No me sorprendi¨®, pero fue sin duda lo peor de todo el proceso. No obstante, tengo que agradecer a ese grupo que algunas personas nos invitaran a marcharnos del colegio, que es p¨²blico, por cierto, aunque suene parad¨®jico eso de invitar a alguien a irse de un lugar que es de todos. Estaba claro que yo all¨ª no encajaba ya. Despu¨¦s de todo lo sucedido y lo mal gestionado que estuvo el asunto, por mi parte tambi¨¦n, lo mejor que pod¨ªa hacer era buscar otro sitio. Y aqu¨ª, una vez m¨¢s, me asaltaron las dudas sobre el modelo educativo que quer¨ªa para mi hijo.
Tuvo que transcurrir a¨²n otro curso hasta que encontrara el colegio definitivo, pero ten¨ªa claro que quer¨ªa un centro sin deberes, faltar¨ªa m¨¢s, lo cual no dejaba de ser un buen argumento para ciertas personas que se preguntaban y me preguntaban si as¨ª el chico aprender¨ªa a esforzarse. Yo al menos no quer¨ªa m¨¢s deberes al uso, no pretend¨ªa que estuviera ocioso todo su tiempo libre, pero s¨ª que quer¨ªa que lo relativo al colegio le inspirara la mayor motivaci¨®n e inter¨¦s posible.
El cambio de metodolog¨ªa fue bastante radical. Acostumbrados a los libros de texto, a los periodos de ex¨¢menes y atracones de estudio, a las horas interminables de deberes aburridos, uno tiene que adaptarse al cambio. Se necesita un periodo de adaptaci¨®n para interiorizar c¨®mo se aprende de manera cooperativa, por proyectos, sin libros, sin ex¨¢menes, trabajando en clase principalmente y siendo honesto y cr¨ªtico con uno mismo y los dem¨¢s. Y para ello hay que hacerse fuerte frente a los comentarios y opiniones gratuitas, de gente acostumbrada a opinar sin que se lo pidan, y que te intentan convencer de que as¨ª no va a estar preparado para la universidad, o que no va a aprender nada.
Un cambio como este necesita un tiempo para consolidarse y para ver los resultados. Necesita paciencia y determinaci¨®n para seguir adelante. Despu¨¦s de tres cursos de la ESO funcionando as¨ª, puedo decir que mi hijo no tiene problemas para esforzarse, sabe identificar cuando algo le frustra y decirlo para que los dem¨¢s sepamos c¨®mo se siente, y es un chico independiente y responsable. Sus profesores destacan su madurez, lo buen compa?ero que es, su voluntariedad y empat¨ªa con sus iguales. Creo que hemos superado los tres terribles escollos del esfuerzo, la frustraci¨®n y la sobreprotecci¨®n.
As¨ª que puedo decir, tras todos estos a?os, que, aunque sigamos alerta para intentar identificar si estamos haciendo algo mal en la educaci¨®n de nuestros hijos, nos sentimos aliviados. No s¨¦ si habr¨ªa abarcado m¨¢s o menos contenidos curriculares en un centro tradicional, pero s¨ª s¨¦ que no habr¨ªa aprendido a ser como es: a ser ¨¦l mismo. La diferencia entre ser t¨² mismo y ser tu versi¨®n frustrada y amargada es la diferencia entre haber encontrado tu sitio y no haberlo hecho.
El colegio es durante 13 a?os, si no m¨¢s, el lugar donde m¨¢s tiempo pasan nuestros hijos. Es donde crecen, aprenden, se socializan, se desarrollan como personas, hasta algunos se enamoran por primera vez en los patios del cole. Merece la pena deshacerse de ideas estereotipadas, de nuestros miedos, que a veces no son los suyos, aunque se los intentemos transmitir, y buscar una educaci¨®n diferente que les haga ser ellos mismos, estar a gusto, y seguir queriendo aprender. Lo m¨¢s importante, al final, es que nunca pierdan la curiosidad, la motivaci¨®n y el deseo de seguir aprendiendo. Y por supuesto, que sean felices y tengan buen coraz¨®n.
Hoy, cuatro a?os m¨¢s tarde, estoy cada vez m¨¢s segura de si me hubiese vencido el miedo a criar un ni?o vago, blando y dependiente, confiando en que el ant¨ªdoto para todo eso eran las monta?as de deberes y los ex¨¢menes bul¨ªmicos y hubiese continuado con la pol¨ªtica de la letra con sangre entra, haciendo ning¨²n caso al estado emocional del ni?o, ahora seguramente ser¨ªa uno m¨¢s de los muchos adolescentes que repiten curso o que abandonan el sistema educativo. Parad¨®jicamente, a muchos de ellos se los considera vagos, se dice que no se esfuerzan y que sus padres los sobreprotegen. Despu¨¦s de todo, si la educaci¨®n tradicional expulsa del sistema a tantos estudiantes, ?por qu¨¦ no hacemos ya algo diferente?
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