Comer en familia: una costumbre saludable y gratificante
No se valora lo suficiente la importancia de cocinar y el impacto que tiene la comida en la identidad de las personas
Cuando Mar¨ªa Jes¨²s, la pediatra de mis hijos, me aconsejaba desde que empezaban a comer s¨®lido que sentara a los ni?os a la mesa a comer con su padre y conmigo no pod¨ªa imaginar la relevancia que realmente ten¨ªa la rutina de compartir las comidas en familia. Algo que era tan sumamente habitual en mi infancia hoy est¨¢ en peligro de extinci¨®n. Los horarios de trabajo y del colegio casi nunca permiten compartir las comidas. Y las cenas tambi¨¦n se ven amenazadas a veces por las actividades extraescolares, los deberes y los ritmos de vida tan dispares que llevamos. Si ese es vuestro caso, os animo a cambiar la situaci¨®n: no sacrifiqu¨¦is las cenas en familia por nada del mundo.
Esta m¨¦dica tambi¨¦n me orient¨® en c¨®mo cocinar en casa pur¨¦s y papillas y me aconsej¨® evitar los potitos. Lo cual me llev¨® a buscar comercios en el barrio donde comprar buena fruta y verdura, as¨ª como carnes y pescados. Todo esto, que arranc¨® por su recomendaci¨®n, ha sido, como dec¨ªa, mucho m¨¢s trascendental en nuestra vida de lo que parece. Creo que en ninguna otra etapa de la crianza los padres somos tan receptivos como durante los primeros a?os de vida de nuestros hijos. Por lo que me parece que esos consejos nos los dio en el momento m¨¢s adecuado.
De este modo, seg¨²n los ni?os dejaban de ser lactantes, comenzamos a adquirir el h¨¢bito de cocinar para ellos. Y por insignificante que parezca, he comprendido con los a?os que tiene, sin embargo, una gran importancia. Arrancaba entonces una nueva responsabilidad para nosotros como padres: la de la alimentaci¨®n saludable. Alimentar bien a una familia, m¨¢s all¨¢ de la parte econ¨®mica, implica una larga serie de tareas: aprender a cocinar, buscar recetas que gusten a toda la familia (por suerte hay much¨ªsimos blogs a los que recurrir), planificar las comidas, comprar buen g¨¦nero y, por supuesto, acarrea tambi¨¦n bastante trabajo en la cocina. Pero desde mi punto de vista todo este esfuerzo y responsabilidad (compartida a ser posible entre pap¨¢ y mam¨¢, porque para uno solo puede ser demasiado) tiene su recompensa en el corto y en el largo plazo.
Antes de tener hijos no sab¨ªamos cocinar gran cosa. Cuando solamente ¨¦ramos dos, no nos hac¨ªa falta realmente saber c¨®mo se hac¨ªa un cocido. Ni mientras los ni?os fueron muy peque?os. Pero con el tiempo hemos aprendido a cocinar muchos platos t¨ªpicos que han pasado a formar parte del ADN de nuestra familia: la paella valenciana con su verdurita, la tortilla de patatas, las lentejas, el cocido ... Y otros muchos platos. Siempre con nuestro toque personal, para que nos guste a todos. Adem¨¢s, me aficion¨¦ a la reposter¨ªa, algunos postres los aprendimos de nuestras au-pairs, como el famoso pudin de tofe con d¨¢tiles brit¨¢nico que tanto le gustaba a Amy, una de ellas.
Las comidas en familia no solo son una excusa perfecta para estar todos juntos, sino que tambi¨¦n generan un v¨ªnculo muy fuerte. Existe como una magia alrededor de ese momento: cocinar, poner la mesa, olvidarnos de las pantallas y hablar de nuestras cosas. Es incre¨ªble la atracci¨®n que genera una mesa puesta con una cena rica y variada. Creo que no se valora lo suficiente la importancia de cocinar y el impacto que tiene la comida en la identidad de las personas. No ¨²nicamente te identifica con tu pa¨ªs, sino tambi¨¦n con tu familia.
Por ejemplo, ahora que mi hija mayor se ha marchado a estudiar a la universidad echa de menos el orden de las comidas de nuestro hogar, la certeza de tener un plato caliente a las dos y una cena a las nueve y la variedad de alimentos frescos y sanos en la despensa y en la nevera. Cuando vuelve a casa una de las cosas que m¨¢s nos une son precisamente esos momentos alrededor de la mesa. Antes de venir ya sabe qu¨¦ quiere comer cuando llegue. La magia de las comidas engancha.
?nicamente hay que buscar en Google sobre los beneficios de comer en familia para obtener una gran variedad de resultados. Algunos son evidentes, como prevenir la obesidad o generar buenos h¨¢bitos alimenticios, pero otros son m¨¢s sorprendentes. Compartir las comidas mejora la comunicaci¨®n, y esto afecta a muchas cosas m¨¢s. Juntarte con tu familia en la mesa es como programar una reuni¨®n con tu equipo en el trabajo: es el momento de compartir y comunicar, de saber qu¨¦ va bien y qu¨¦ va mal. Por eso ayuda a detectar situaciones de acoso, estr¨¦s o ansiedad. De modo que tambi¨¦n mejora la salud mental y el estado emocional de toda la familia.
A veces, incluso, me pregunto si el que la adolescencia de mis hijos no haya sido terrible habr¨¢ sido, en parte, gracias a esto. La comida y la cena marcan el momento de dejar lo que sea que est¨¦n haciendo, de salir de la habitaci¨®n, olvidarse de las redes sociales, los videojuegos o las series, de hablar con padres y hermanos. Desde mi experiencia, puedo decir que vale la pena el esfuerzo y que todos esos beneficios maravillosos que se atribuyen a comer juntos son ciertos, siempre que se acuerde uno de desconectar todo aparato electr¨®nico y se cocine algo que guste a todos, porque si se tiene que cocinar una cosa diferente para cada uno creo que pierde todo el sentido.
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