La estela de la pandemia
Adaptarse a los efectos de la crisis ser¨¢ condici¨®n imprescindible para superarla
Quedan en la memoria las decenas de miles de personas que han muerto solas, sin atisbar m¨¢s que los ojos cansados de un sanitario que las acompa?aba en la enfermedad. La crisis del coronavirus no solo ha pasado factura a aquellos que se dejaron la piel en el pico de la pandemia, con casi ...
Quedan en la memoria las decenas de miles de personas que han muerto solas, sin atisbar m¨¢s que los ojos cansados de un sanitario que las acompa?aba en la enfermedad. La crisis del coronavirus no solo ha pasado factura a aquellos que se dejaron la piel en el pico de la pandemia, con casi un 80% del personal m¨¦dico sufriendo secuelas psicol¨®gicas. Tambi¨¦n ha puesto al descubierto las carencias de la sanidad p¨²blica, que ha tomado nota de sus errores y est¨¢ cada vez m¨¢s preparada para doblar su capacidad en apenas cinco d¨ªas ante la amenaza de una segunda ola. En las residencias, a las que el virus ha azotado especialmente, se est¨¢ haciendo acopio de material de protecci¨®n con el camino trazado hacia la medicalizaci¨®n, en busca de un equilibrio que no desvirt¨²e el concepto de hogar para los mayores.
La crisis, adem¨¢s, ha impulsado un cambio de h¨¢bitos en la sociedad, con un nuevo ¨¦xodo de la ciudad al campo auspiciado, en muchas ocasiones, por el teletrabajo. Aunque no todo el mundo ha estado conectado. La brecha digital es ahora m¨¢s evidente que nunca, con estudiantes sin dispositivos para seguir las clases telem¨¢ticas y la tercera edad aislada de las nuevas tecnolog¨ªas que tan imprescindibles fueron durante el confinamiento.
Mientras el turismo rural y de interior despunta, otros muchos sectores tardar¨¢n a?os en recuperarse de un par¨®n sin precedentes, y capean como pueden la tormenta econ¨®mica que se avecina. Los efectos, por desgracia, ya son visibles. Se prev¨¦ que la tasa de paro supere los niveles de la crisis de 2008. Esto se traducir¨¢ en un aumento de la pobreza, con un paisaje urbano definido por las colas del hambre y con las oeneg¨¦s advirtiendo de que vienen tiempos duros.
Algunas industrias, en cambio, se aceleran, como la del autom¨®vil, en un horizonte que mira hacia una transici¨®n verde. Otras se digitalizan para atraer a los peregrinos o a los m¨¢s mel¨®manos. Porque hay huecos en el mercado que necesitan ser cubiertos, como el de las mascarillas. Su uso obligatorio en casi toda Espa?a y los problemas de abastecimiento que sufrieron los que se encontraban en primera l¨ªnea de batalla ponen de manifiesto que la dependencia con respecto a China debe reducirse. Por eso, la industria sanitaria nacional intenta despegar, poco a poco.
Aunque el miedo y la ansiedad siguen dominando un escenario todav¨ªa incierto, con un pa¨ªs que encara con resiliencia los retos del ma?ana, la esperanza de una vacuna, gracias al trabajo incansable de los cient¨ªficos, arroja cierta luz al final del t¨²nel.