Qui¨¦n usa el ordenador del colegio
La falta de seguimiento en zonas pobres como el Pol¨ªgono Sur de Sevilla impide saber si los alumnos aprovechan los dispositivos entregados
Una ni?a escribe en una cartulina, en la primera planta del colegio sevillano Paz y Amistad: ¡°En esta crisis me he sentido (¡)¡±. Y dibuja una cara triste. Este verano participa en las actividades que la asociaci¨®n Entre Amigos desarrolla en varios centros del Pol¨ªgono Sur (Sevilla), donde se localiza la renta media m¨¢s baja de Espa?a, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). La brecha digital es un problema generalizado, y los m¨¢s de tres meses de confinamiento de los estudiantes han evidenciado la urgencia de revertirla. En el caso de estos alumnos en riesgo de exclusi¨®n social, la brecha se ha convertido en un hachazo.
Solo en este barrio, al que pertenece la zona conocida como Las Tres Mil Viviendas, hay ocho colegios que imparten infantil y primaria, tres centros infantiles, cuatro de secundaria y un centro de educaci¨®n permanente. Sus carencias han sido diversas, y a la falta de dispositivos se ha unido la ausencia de apoyo a los profesores volcados en las clases. Adem¨¢s, muchos ni?os no han sabido usar las herramientas digitales.
Jos¨¦ Cava, director del instituto Pol¨ªgono Sur, teme la posibilidad de un nuevo confinamiento que coja a nueve de cada 10 alumnos de su centro sin ordenador o tableta. ¡°Son unos 200 y la mayor¨ªa tampoco tiene conexi¨®n a Internet en casa¡±, explica. De esos dos centenares, apenas 56 alumnos de los ¨²ltimos cursos recibieron los dispositivos a finales de mayo, tras m¨¢s de dos meses confinados. El problema no desapareci¨®: el 75% de los estudiantes no sigui¨® las lecciones hasta el final del curso, seg¨²n el director del centro.
Los trabajadores sociales de Entre Amigos ya notan en las clases de refuerzo el d¨¦ficit que han dejado los meses de confinamiento. Y la misma asociaci¨®n plantea la necesidad de que se controle el uso que tienen luego las herramientas y la conexi¨®n que se facilitan a los alumnos, con objeto de saber si algunas familias ¨Cque ya suelen presentar dificultades para ayudar a sus hijos en casa¨C los utilizan para el entretenimiento.
Fuentes de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n de Andaluc¨ªa defienden que se est¨¢ haciendo todo lo posible para que los alumnos sigan la materia, pero admiten que no tienen manera de controlar el uso de los aparatos inform¨¢ticos para fines acad¨¦micos: ¡°Obviamente se podr¨ªa llegar a m¨¢s alumnos, pero no puedes espiar qu¨¦ hacen los ni?os con los dispositivos, solo puedes darles facilidades para conectarse¡±.
Maribel Loranca, del ¨¢rea de educaci¨®n del sindicato de UGT, plantea que no est¨¢ generalizado el uso de las nuevas tecnolog¨ªas como herramienta educativa y muchos estudiantes lo asocian a tiempo de ocio. Por ello, defiende que se requiere un planteamiento digital, acuerdos con grandes operadoras y que los padres participen del proceso.
La implicaci¨®n de las familias es otra de las dificultades para revertir el problema. En el Pol¨ªgono Sur, algunos de los padres no pueden ayudar a sus hijos porque no tienen los m¨ªnimos conocimientos. Jos¨¦ Cava se?ala que m¨¢s all¨¢ de una brecha digital hay una social: ¡°Las competencias de las familias de la zona son m¨ªnimas en todos los sentidos: la social, la acad¨¦mica, la ling¨¹¨ªstica...¡±.
Sin embargo, tampoco hay acuerdo a la hora de responsabilizar a los padres de la educaci¨®n de sus hijos. Por ejemplo, la ONG de defensa de la infancia Aldeas Infantiles SOS critica que se haya trasladado a los hogares esa tarea. ¡°Es el Estado el que debe hacerlo¡±, se?ala la portavoz Laura Prados. Esta organizaci¨®n s¨ª ha desarrollado un sistema completo: ha repartido 350 dispositivos y ha emprendido un acompa?amiento telef¨®nico y visitas domiciliarias para resolver dudas. ?lvaro Ferrer, t¨¦cnico de Incidencia Pol¨ªtica y Equidad Educativa en la organizaci¨®n Save The Children, tambi¨¦n pide que la distribuci¨®n de material vaya de la mano de tutores y figuras de refuerzo que den apoyo socio-emocional. ¡°No es solo el aprendizaje, el problema es la desvinculaci¨®n con la escuela¡±, advierte.
En otro barrio de Sevilla, Heli¨®polis, en el colegio concertado Corpus Christi, la mayor¨ªa de los alumnos provienen del Pol¨ªgono Sur. Algunos invierten muchas horas jugando a videojuegos como el Fortnite, pero no saben ni crear un documento Word. Por ello, las voluntarias universitarias del Colegio Mayor Albor¨¢n han impartido durante el mes de julio el curso Superando la Brecha Digital. Juli¨¢n, uno de los alumnos, tiene 11 a?os y cuenta que le gusta el Power Point porque antes las presentaciones las ten¨ªa que hacer en el cuaderno. Su madre, Rosal¨ªa Cort¨¦s, explica que en casa tienen para ¨¦l y su hermano mayor un ordenador, que se les rompi¨®. Entre bromas, comenta que ella quer¨ªa ser m¨¦dico, pero a los 24 a?os se cas¨® con un ¡°payo¡± y dej¨® los estudios. Ahora, con 38, es consciente de que lo m¨¢s importante es mirar por el futuro de su hijo.
La Consejer¨ªa de Educaci¨®n de Andaluc¨ªa trabaja con el objetivo de volver a las clases presenciales, aunque reforzar¨¢n las plataformas digitales y repartir¨¢n 150.000 port¨¢tiles entre los alumnos, pero solo a los que est¨¢n en etapas finales. De momento, no hay planes para hacer un seguimiento del uso de estos dispositivos.
En cualquier caso, la situaci¨®n del barrio m¨¢s pobre de Espa?a no es una excepci¨®n. Hay cerca de ocho millones de menores en edad escolar, desde educaci¨®n infantil a secundaria, que han tenido que adaptarse a las clases telem¨¢ticas, seg¨²n datos del INE. El problema de la brecha digital afecta tambi¨¦n a regiones con m¨¢s conexi¨®n, como Arag¨®n.
Juan P¨¦rez Ventura es profesor de Geograf¨ªa e Historia en Pedrola (Zaragoza) y comenta que algunos adolescentes del Instituto Siglo XXI no entend¨ªan la frase ¡°adjunta un archivo en el correo¡±. De los ocho alumnos de 2? de ESO del Programa Mejora Aprendizaje y Rendimiento, seis presentaban problemas de comprensi¨®n del ¨¢mbito digital.
Castilla-La Mancha es la comunidad con menor n¨²mero de ordenadores en cada casa, con un 74,2%, seg¨²n el INE. Para el nuevo curso la previsi¨®n es de una inversi¨®n de 28 millones de euros para adquirir dispositivos, pero tampoco se ha dise?ado el seguimiento de su uso. Y como ejemplo de lo ya ocurrido, Eduardo Balmori, profesor de Ingl¨¦s en Villanueva de la Torre (Guadalajara), cuenta que en su centro, entre el 20% y el 25% de alumnado del IES Newton-Salas ¡°no dio se?ales de vida¡±, y de ah¨ª que defienda la importancia de que exista una mayor implicaci¨®n de los padres en los hogares. Un alumno recibi¨® una tableta pero acab¨® con todo el curso suspendido. ¡°No aprovech¨® los medios que le dieron. Fue una inversi¨®n perdida¡±. Al menos, hasta que se compagine con otras medidas.
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