La vida nocturna de la capital se apaga con el sem¨¢foro naranja

Roberto Su¨¢rez es el capit¨¢n de meseros de Sambuca, un local de copas y m¨²sica en la colonia Condesa de la Ciudad de M¨¦xico. Entre ritmos latinos, luces de ne¨®n y gel desinfectante, finalmente responde a las insistentes llamadas de su m¨®vil, que suena por segunda vez en menos de cinco minutos. ¡°Les he dicho a los meseros que corran a todos¡±, le dice a su gerente a las 21.20 de la noche, 40 minutos antes de cerrar. El local de Roberto volvi¨® hace menos de 90 d¨ªas a la actividad tras seis meses con la persiana bajada gracias al programa Reabre, un plan de ayuda econ¨®mica para que bares, cantinas y antros retomaran su actividad como restaurantes. Sambuca, adem¨¢s de tragos y copas, sirve comida r¨¢pida, pero no ha sido suficiente. Ante el aumento de hospitalizaciones, el Gobierno local ha suspendido su permiso y el de otros cientos de locales de la ciudad que volver¨¢n a echar el cierre, igual que pas¨® en marzo. ¡°La gente no viene aqu¨ª a comer, viene a festejar cumplea?os y graduaciones¡±, lamenta con la mirada nerviosa en la esquina, donde un coche patrulla alerta de su presencia moviendo compulsivamente las luces. Sabe que este viernes, la ¨²ltima de fiesta permitida hasta nuevo aviso, hay operativos para vigilar la hora de cierre. Inicialmente la suspensi¨®n durar¨¢ 15 d¨ªas, pero muchos trabajadores de la hosteler¨ªa nocturna est¨¢n casi seguros de que ser¨¢ por m¨¢s tiempo.

La jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, fue muy tajante: a partir de este s¨¢bado quedan suspendidos los permisos de los bares, cantinas y antros que tuvieron que reconvertirse en restaurantes para operar. Pese al poco margen, la mayor¨ªa de hosteleros ya lo esperaban. El cambio a sem¨¢foro rojo acecha a la capital desde hace semanas y en el ¨²ltimo informe han registrado 375 hospitalizados m¨¢s que la semana anterior, un dato alarmante.

Como un gesto premonitorio, La Villa de Sarria, una de las cervecer¨ªas m¨¢s viejas de la Roma, baj¨® la persiana el pasado lunes. Dos vecinas charlan enfrente de su fachada, de espaldas al cartel que la cervecer¨ªa improvis¨® en cartulina en el que se lee ¡°Restaurante¡±. Comentan la pena que les da que la crisis econ¨®mica de la pandemia les haya obligado a cerrar. M¨¢s de 110.000 empleos directos dependen del sector nocturno en el ¨¢rea metropolitana, adem¨¢s de los 35.000 empleos indirectos, seg¨²n la Asociaci¨®n Mexicana de Restaurantes (AMR). Sin embargo, muchos operan de forma informal y la dimensi¨®n de esta industria a nivel econ¨®mico es mucho m¨¢s amplia.

?scar, gerente de la tradicional cantina Los Ultramarinos, lleva ya un tiempo avisando a sus empleados que guarden el dinero de sus salarios. ¡°Si volvemos a sem¨¢foro rojo solo podremos ayudarles con el 50% del sueldo¡±, dice con pesar. ?l podr¨¢ mantener el local abierto porque operan como restaurante, pero no sabe durante cu¨¢nto tiempo ser¨¢. ¡°Cada vez hay menos gente en la calle y con estas medidas habr¨¢ menos¡±. ?scar se?ala la actitud despreocupada de la poblaci¨®n y cree que el repunte de hospitalizados se da a ra¨ªz de las celebraciones del D¨ªa de Muertos. ¡°Los mexicanos tuvimos una idea err¨®nea de lo que era salir, nosotros mismos provocamos estas situaciones¡±, sentencia. De fondo, tres chicas cantan a coro en el escenario del bar de mobiliario de hierro y paredes desgastadas. Es la ¨²ltima noche que tendr¨¢n m¨²sica en vivo, las restricciones les obligan a anular los conciertos.

Emmanuel, gerente de la famosa mezcaler¨ªa Clandestina, escuch¨® la noticia esa misma ma?ana del viernes. A la luz de las velas, se apresura a servir los ¨²ltimos tragos a Carlos, Felipe y Alfredo, tres amigos que r¨ªen delante de botellines de cerveza vac¨ªos en la terraza ajardinada del bar. ¡°Por eso salimos hoy¡±, indican, ¡°porque ya no se va a poder hacer m¨¢s, es una l¨¢stima¡±. El grupo ha elegido este local por sus mesas al aire libre, lejos del riesgo de contagio de los espacios cerrados. Emmanuel podr¨¢ seguir trabajando gracias a la inversi¨®n del establecimiento en un men¨² de aperitivos y un servicio de cocina que acompa?an a sus rimbombantes tragos desde hace mes y medio, cuando volvieron a abrir. ¡°Hemos perdido al 85% de nuestra clientela, que es extranjera. Me quedan solo seis de los 20 empleados que ¨¦ramos¡±, detalla. Aun as¨ª, no critica las nuevas medidas que asfixian a los locales vecinos. ¡°Mientras sea para bien...¡±, dice resignado.

Dulce trabaja a pocos metros de la Clandestina, en la cantina La Llorona. ¡°Bueno, antes ¨¦ramos cantina. Ahora estamos operando como restaurante¡±, matiza. Su establecimiento se adhiri¨® al programa ReABRE, se reacondicionaron y reforzaron su oferta de comidas. De los 1.040 bares, cantinas y antros registrados en la Ciudad de M¨¦xico, adem¨¢s de los 504 salones de fiestas, solo el 3% ha podido adaptarse como La Llorona, seg¨²n datos de la AMR. Con todo, el golpe de las nuevas medidas les ha alcanzado de lleno y esperan poder luchar para sortearlo. ¡°Fue ca?¨®n enterarnos esta ma?ana. Mi jefe est¨¢ de juntas para ver si podemos seguir abiertos a partir de ma?ana, lo estamos comprobando¡±, cuenta optimista.

La ¨²nica m¨²sica que suena en la calle Medell¨ªn un viernes por la noche sale de Be Bops Diner, un portal que teletransporta a los a?os 50. Una banda toca rock en directo frente a coches antiguos de exposici¨®n donde cenan algunas familias. En este local ya no se baila al ritmo del swing y el ambiente festivo de otra ¨¦poca se nota apagado. Aforo reducido al 30%, menos de 60 decibelios y con restricciones que espantan a los clientes, las nuevas medidas vuelven a amenazar al local. La encargada se llama Maril¨² y, al igual que Dulce, tampoco sabe si podr¨¢n abrir m¨¢s all¨¢ de este fin de semana. ¡°Ma?ana pueden aparecer con la nueva noticia de que tenemos que cerrar¡±, dice resignada. Acompa?a a unos clientes a una mesa y les explica que cuando escaneen el c¨®digo QR de la carta, el sistema registrar¨¢ sus n¨²meros de tel¨¦fono. Es otra de las nuevas medidas de Sheinbaum: monitorizar los espacios reducidos para poder contactar con los clientes que hayan estado en el mismo local con un positivo. ¡°Es una buena medida. As¨ª podemos cuidar a los que tenemos aqu¨ª y los trabajadores podemos cuidar a los que tenemos en casa¡±, expresa.

La m¨²sica de Be Bops Diner dejar¨¢ de sonar a las 22.00, el toque de queda para los bares. Sin embargo, ritmos festivos apagados retumban desde el interior de unas puertas negras cerradas, escondidas en el barrio de Roma Norte. Las terrazas se han vaciado ante las posibles amenazas de multas para los locales, pero los clientes contin¨²an la noche en los antros que consiguen disimular su actividad. De repente, las luces de la sala se encienden y se detiene la m¨²sica. Los porteros empiezan a pedir a todo el mundo que desaloje el local poco a poco. Son las doce, y hace ya dos horas deber¨ªan estar cerrados. En cuanto pasa la amenaza de la polic¨ªa, que parecen dejarles tranquilos, se retoma la actividad: vuelven a sonar los altavoces y los rayos l¨¢ser iluminan la pista. Con suerte, podr¨¢n aguantar un par de horas m¨¢s sin ser desalojados.