El ¡®caso Cienfuegos¡¯ alimenta la larga historia de desencuentros entre la DEA y M¨¦xico
Expertos consultados por EL PA?S dicen que la tensi¨®n provocada por la detenci¨®n del general no se ve¨ªa desde el ¡®caso Camarena¡¯. La duda es c¨®mo afectar¨¢ a la relaci¨®n bilateral
Estados Unidos mantiene agentes antinarc¨®ticos en M¨¦xico desde hace casi un siglo. Su rol ha cambiado al ritmo de las necesidades del gigante norteamericano, que desde mediados del siglo pasado privilegia la guerra contra las drogas como el n¨²cleo de su pol¨ªtica de seguridad. Los esfuerzos de EE UU siempre han causado revuelo en M¨¦xico. Pero pocas veces tanto como en el caso del general Salvador Cienfuegos. Su detenci¨®n en Los ?ngeles en octubre y el posterior choque diplom¨¢tico entre ambos pa¨ªses elevaron la tensi¨®n a niveles no vistos desde el asesinato de Enrique Kiki Camarena en Guadalajara, en 1985. La cuesti¨®n ahora es qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ a largo plazo.
Cienfuegos, secretario de la Defensa durante la presidencia de Enrique Pe?a Nieto (2012-2018), fue exonerado la semana pasada en M¨¦xico. Estaba acusado de narcotr¨¢fico en Estados Unidos, pero fue repatriado en noviembre, bajo la promesa de que seguir¨ªa su proceso judicial en su pa¨ªs. El regreso del general, el mando militar de m¨¢s alto rango en enfrentar un juicio del otro lado de la frontera, se convirti¨® en una cuesti¨®n de Estado, con gestiones diplom¨¢ticas instruidas directamente por el presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador.
El caso puso en la mira la relaci¨®n privilegiada que el mandatario ha construido con el Ej¨¦rcito. El arresto por parte de las autoridades estadounidenses, sin avisar a sus colegas mexicanos, fue una nueva se?al de desgaste en la cooperaci¨®n bilateral en seguridad. Para responder a sus cr¨ªticos en M¨¦xico, L¨®pez Obrador fue m¨¢s all¨¢: acus¨® a la DEA de ¡°fabricaci¨®n de delitos¡± e hizo p¨²blico el informe confidencial que la agencia antidrogas reuni¨® sobre el militar. Washington dijo que estaba ¡°decepcionado¡± de la decisi¨®n del presidente mexicano y L¨®pez Obrador arremeti¨® otra vez contra la agencia: ¡°Yo tambi¨¦n podr¨ªa decir que estoy decepcionado del trabajo de la DEA¡±.
¡°La relaci¨®n entre M¨¦xico y la DEA ha estado marcada por las crisis y las sorpresas¡±, se?ala la acad¨¦mica Celia Toro, una de las primeras en estudiar los pasos de la agencia en el pa¨ªs. Toro afirma que la aprehensi¨®n de Cienfuegos fue una acci¨®n precipitada de Estados Unidos, quiz¨¢ pensada para que la DEA ¡°tuviera notoriedad¡± y que no consider¨® las consecuencias que pod¨ªa tener en M¨¦xico. La especialista tambi¨¦n cuestiona la decisi¨®n de L¨®pez Obrador de escalar el conflicto. ¡°En la confrontaci¨®n no hay arreglo posible, todo se vuelve pleito¡±, se?ala la profesora de El Colegio de M¨¦xico.
Las operaciones antinarc¨®ticos de EE UU en Am¨¦rica Latina distan mucho de la lucha entre buenos y malos que ha saltado a la pantalla en series como Narcos. En su trabajo Taking the War on Drugs Down South: The Drug Enforcement Administration in Mexico (1973¨C1980), el acad¨¦mico Carlos P¨¦rez Ricart recuerda los primeros a?os de la guerra contra las drogas en M¨¦xico. Desde la d¨¦cada de 1930, la obsesi¨®n de Estados Unidos era detener el tr¨¢fico de opio al pa¨ªs, una ¨¦poca en la que los cultivos de amapola en Chihuahua, Sinaloa, Durango y otros territorios al sur del r¨ªo Bravo aumentaban en importancia.
Ricart cuenta que hasta los a?os cincuenta, la actividad de los agentes antidroga sol¨ªa limitarse a las ciudades fronterizas, pero entonces el foco cambi¨® por el flujo creciente de hero¨ªna y coca¨ªna al norte. La FBN, agencia antidrogas de entonces, abri¨® su primera oficina en M¨¦xico en 1963. El n¨²mero de agentes creci¨® con los a?os. Luego la FBN desapareci¨® y en 1973 el Gobierno cre¨® la DEA. En 1978 ya ten¨ªan 58 agentes en M¨¦xico.
Los primeros choques entre la agencia y el Gobierno de M¨¦xico llegaron en la d¨¦cada de 1970, a ra¨ªz de las campa?as de erradicaci¨®n de cultivos il¨ªcitos en M¨¦xico y la participaci¨®n de la DEA en los operativos antidroga. Estados Unidos convenci¨® a su vecino de las bondades de los herbicidas y provey¨® equipo para mejorar los resultados. La DEA tuvo un papel principal en este esfuerzo binacional. El coordinador de los esfuerzos de erradicaci¨®n del Gobierno entonces, Alejandro Gertz, hoy fiscal general, dijo que con los herbicidas acabar¨ªa el cultivo de drogas en medio a?o. Tambi¨¦n que los ¨²nicos que estaban en contra de los herbicidas eran los traficantes.
El tiempo constat¨® que el cultivo de drogas persisti¨® y que los quejosos no eran solo narcotraficantes, sino tambi¨¦n campesinos. A mediados de los setenta empezaron a trascender adem¨¢s las primeras denuncias de ejecuciones extrajudiciales en el contexto de la guerra contra las drogas, perpetradas por agentes mexicanos con la complicidad de sus pares en la DEA. En 1978, M¨¦xico suspendi¨® la participaci¨®n de la DEA en las campa?as de erradicaci¨®n.
M¨¢s all¨¢ de las protestas de los campesinos y de otras explicaciones que se dieron entonces, Ricart se?ala que una de las razones principales fueron las quejas de los militares. Su presencia, cuenta el acad¨¦mico, ¡°ofend¨ªa la extrema sensibilidad del Ej¨¦rcito mexicano¡±. Por su lado, los agentes de la DEA sospechaban que el principal motivo de la queja era el deseo del Ej¨¦rcito de deshacerse de cualquier supervisi¨®n y aprovecharse de sus corruptelas.
La idea de que un cuerpo policial puede operar m¨¢s all¨¢ de sus fronteras fue, de inicio, problem¨¢tica. La doctora M¨®nica Serrano, experta en crimen transnacional y relaciones internacionales, se?ala la ¡°extraterritorialidad¡± de la DEA en particular y de EE UU en general como el germen del problema. Una estrategia invasiva que convert¨ªa toda Am¨¦rica Latina en una extensi¨®n del law enforcement estadounidense. Desde los ochenta, la DEA tuvo mucho m¨¢s poder e influencia fuera de Estados Unidos que dentro de su territorio, agrega Celia Toro.
Para Serrano, investigadora de El Colegio de M¨¦xico, el affaire Cienfuegos es herencia de aquella forma de funcionar. ¡°Am¨¦rica Latina, como espacio natural de la hegemon¨ªa norteamericana, ha sido el escenario de los excesos: la captura de Noriega en Panam¨¢ despu¨¦s de haber sido aliado de la CIA. O la amenaza contra [el presidente] Samper en Colombia por las acusaciones de que el narco hab¨ªa donado dinero a su campa?a. Son acciones que atentan contra la autonom¨ªa de los Estados¡±, argumenta la acad¨¦mica. ¡°En M¨¦xico no hab¨ªa ocurrido algo as¨ª, aunque hay un antecedente: el episodio alrededor del asesinato de Kiki Camarena y lo que eso detona, en t¨¦rminos de exabruptos extraterritoriales de EE UU¡±, se?ala Serrano, ¡°aunque no hab¨ªa habido un incidente del tama?o de Cienfuegos¡±.
El margen de acci¨®n de la DEA
En el centro del conflicto est¨¢ el temor de los pa¨ªses receptores de que la DEA cruce demasiadas l¨ªneas y la frustraci¨®n de los agentes estadounidenses ante un reclamo recurrente: la desconfianza, la corrupci¨®n y las trabas burocr¨¢ticas de sus contrapartes latinoamericanas. La agencia tiene cinco oficinas regionales en M¨¦xico con unos 50 empleados de base, pero es com¨²n que decenas de agentes ¡°informales¡± crucen la frontera para recabar inteligencia durante semanas o meses, casi siempre sin avisar al Gobierno. En esa zona gris, la agencia recurre a elementos de origen mexicano, que se camuflan con mayor facilidad, y ha hecho despliegues importantes para interceptar telecomunicaciones del narcotr¨¢fico ¨Dcomo las que llevaron a la captura de Cienfuegos¨D, un trabajo a¨²n menos rastreable para las autoridades mexicanas, apunta el acad¨¦mico Ra¨²l Ben¨ªtez Manaut. ¡°M¨¦xico es probablemente el pa¨ªs prioritario para la DEA¡±, comenta el investigador de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
Aunque la DEA tiene un perfil m¨¢s burocr¨¢tico que pol¨ªtico, su margen de acci¨®n depende de dos ejes: la importancia que d¨¦ el presidente estadounidense en turno al combate a las drogas y la flexibilidad de su hom¨®logo mexicano. La llegada de los gobiernos conservadores de Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calder¨®n (2006-2012) marc¨® el inicio de una apertura sin precedentes a la DEA y a otras agencias, que cay¨® en varios excesos en los primeros a?os de la guerra contra el narcotr¨¢fico, apunta Ben¨ªtez Manaut. Pe?a Nieto y L¨®pez Obrador decidieron desmarcarse y la iniciativa M¨¦rida, lanzada en 2008 como la gu¨ªa maestra de la agenda bilateral en Seguridad, qued¨® relegada.
¡°El caso de Cienfuegos confirma que la justicia est¨¢ m¨¢s politizada que nunca¡±, advierte Ben¨ªtez Manaut. Con la relaci¨®n en punto muerto, la brecha entre ambos se ha ensanchado y el margen para operaciones al margen de la ley y los acuerdos, aumentado. L¨®pez Obrador ha lanzado una serie de mensajes pol¨ªticos, como una reforma a la Ley de Seguridad Nacional que se aprob¨® en diciembre pasado para regular las acciones de agentes extranjeros. Para Toro, no hubo cambios en las reglas del juego. ¡°Nos hace falta un acuerdo pol¨ªtico que d¨¦ buen cauce a la cooperaci¨®n¡±, cuestiona la acad¨¦mica, ¡°si la cooperaci¨®n no es de beneficio mutuo, ?se le puede llamar cooperaci¨®n?¡±.
Tras d¨¦cadas de choques y crisis, los expertos consultados coinciden en que M¨¦xico y la DEA se necesitan mutuamente. ¡°Si la DEA sale de M¨¦xico, los que ganan son los jefes del narcotr¨¢fico¡±, apunta Ben¨ªtez. El desenlace del caso Cienfuegos, que no se ha cerrado en EE UU, puede ser determinante para marcar el tono de la relaci¨®n bilateral tras la toma de posesi¨®n de Joe Biden, este mi¨¦rcoles. Los primeros meses de Biden, en el poder tras una de las transiciones m¨¢s complejas de la historia, ser¨¢n decisivos tambi¨¦n para restablecer los contactos y dejar atr¨¢s los agravios de las ¨²ltimas semanas, que atraviesan los sistemas de justicia, los gabinetes y las l¨ªneas rojas de ambos pa¨ªses.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.