El ¨¦xodo centroamericano y la ¡®doctrina Biden¡¯
El dem¨®crata intenta romper con el legado nefasto de Donald Trump y promete atacar de ra¨ªz los problemas que incentivan a miles de centroamericanos a dejar una regi¨®n plagada de traumas
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiere un pa¨ªs que acoja a migrantes, no como el ¡°tipo anterior¡± (su apodo para Donald Trump). No en balde ha anunciado esperanzadoras iniciativas, incluyendo un millonario apoyo econ¨®mico a Centroam¨¦rica y la autorizaci¨®n para que 25.000 solicitantes de asilo, que ahora esperan en M¨¦xico, ingresen a Estados Unidos mientras sus casos avanzan. Sin embargo, el mismo Biden y su ahora colaboradora Roberta Jacobson, encargada de esos temas, han sido claros: nada va a cambiar en la frontera sur por ahora. Que los migrantes se abstengan de intentar llegar a Estados Unidos, han anunciado. As¨ª buscan desmantelar el programa ¡°Qu¨¦date en M¨¦xico¡± en un intento de hacer un control de da?os y terminar el conflicto humanitario creado por Trump y tolerado por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Pero el asunto de fondo sigue pendiente. No son 25.000 los solicitantes de asilo. Son miles m¨¢s en espera mientras calientan en la pista mexicana para arrancar de nuevo en estampida.
Los migrantes centroamericanos tienen razones para ilusionarse y llegar al anhelado norte. Han perdido la esperanza en sus gobiernos. Han optado por votar ¡°con los pies¡±, huyendo de sus pa¨ªses, aunque rompan la unidad familiar, con el anhelo de recuperarla ya instalados all¨¢. Saben que los presidentes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua son de los m¨¢s corruptos, autoritarios e ineficientes de Am¨¦rica Latina. Cada uno tiene su agenda propia y no podr¨ªan dirigirse a Washington con una sola voz y propuestas coherentes para resolver nada.
Durante su campa?a presidencial, Biden anunci¨® una ambiciosa estrategia regional de cuatro a?os y 4.000 millones de d¨®lares para Centroam¨¦rica. Su plan, que busca abordar las causas fundamentales que impulsan a los migrantes del Tri¨¢ngulo Norte a ser la principal fuente de migraci¨®n no autorizada a Estados Unidos, es un cambio radical de la Administraci¨®n anterior y un esfuerzo por abordar las causas econ¨®micas, de seguridad y de gobernanza de la migraci¨®n. El asunto est¨¢ en su agenda formal. De inmediato ¡ªsemanas o meses¡ª, sin embargo, se perfila una pol¨ªtica m¨¢s bien reactiva, convencional, al estilo de las declaraciones de Jacobson. El siguiente paso ser¨¢ cambiar las reglas de deportaci¨®n.
La preocupaci¨®n del jefe de Estado dem¨®crata por el Tri¨¢ngulo Norte, una regi¨®n cada vez m¨¢s pobre, desigual e insegura, con una de las tasas de homicidios mas altas del mundo, es de larga data. Como vicepresidente de Barack Obama, respald¨® la iniciativa de la Alianza para la Prosperidad, enfocada en crear las condiciones de desarrollo para permitir que los migrantes sigan viviendo en sus pa¨ªses.
Pero los problemas subyacentes solo han empeorado desde entonces. Ante situaciones end¨¦micas sociales y econ¨®micas por d¨¦cadas, acosada por desastres naturales, organizaciones criminales transnacionales, p¨¦simos gobiernos, pobreza extrema, violencia y violaci¨®n a sus derechos humanos, hoy la gente tambi¨¦n enfrenta los impactos sanitarios, econ¨®micos y sociales de la pandemia de covid-19.
De acuerdo con un informe de la Oficina en Washington para Am¨¦rica Latina (WOLA, 2015), en Guatemala la corrupci¨®n y debilidad de las instituciones de seguridad y justicia han dejado al Estado sin capacidad de responder a la violencia y criminalidad o a atender los factores estructurales detr¨¢s de estos flagelos.
Si salieron en caravanas hacia el norte con Trump y su muralla ¡°para luchar¡± y ¡°salir adelante¡±, con mayor raz¨®n ahora con Biden, quien ha prometido no financiar ese muro. Ahora mas informados que antes por las redes sociales, buscan vivir con dignidad y consumir como sus familiares en Estados Unidos. La telefon¨ªa m¨®vil e internet han abierto puertas a informaci¨®n antes inaccesible. Su otra opci¨®n ser¨ªa liarse con el crimen organizado que opera desenfrenado en la regi¨®n.
En Nicaragua, el r¨¦gimen de la pareja compuesta por Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, gobierna desde la distancia de su mansi¨®n. Ah¨ª atrincherados, ordenan confiscar y apropiarse de manera ilegal de instalaciones period¨ªsticas, organizaciones feministas y de derechos humanos. Solo los nicarag¨¹enses, por la cercan¨ªa, en general, optan por emigrar a Costa Rica.
En el vecino El Salvador, Nayib Bukele ha resuelto poco, o nada. Su estilo de gobierno ha defraudado a miles. Inici¨® menospreciando a las instituciones pol¨ªticas incluso antes de tomar posesi¨®n, neg¨¢ndose a trabajar en un plan de transici¨®n con funcionarios del Gobierno, de acuerdo con el periodista salvadore?o Carlos Dada. Desde 2019 que tom¨® las riendas del Ejecutivo, parece gobernar por Twitter. Casi nadie en su Gabinete tiene experiencia pol¨ªtica o conocimiento de la administraci¨®n p¨²blica. Bukele ha preferido ¡°la lealtad a la capacidad de gobierno¡±, asegura Dada.
Honduras es una ¡°cleptocracia¡± gobernada el presidente Juan Orlando Hern¨¢ndez, quien subvirti¨® la Constituci¨®n para postularse a la reelecci¨®n en 2017 y gan¨® por fraude, aseguran los expertos. El sistema de recuento de votos se paraliz¨® cuando Hern¨¢ndez parec¨ªa estar en un camino constante hacia su derrota; cuando el sistema regres¨®, volvi¨® a estar activo. La Uni¨®n Europea y la OEA concluyeron que hab¨ªa ¡°demasiadas irregularidades para confiar en los resultados oficiales¡±.
Cierto, Trump le hered¨® a Biden conflictos nacionales e internacionales que son hoy su prioridad. Am¨¦rica Central, que solo por razones de proximidad deber¨ªa ocupar un lugar destacado en las prioridades de Washington, no est¨¢ en esa lista. En tanto, L¨®pez Obrador, quien inici¨® su Gobierno comprometi¨¦ndose a trabajar de la mano con Am¨¦rica Central en el desarrollo conjunto, mantiene su frontera militarizada, creando un conflicto interno de dif¨ªcil soluci¨®n, confiando en que Biden resolver¨¢ todo eventualmente.
Los graves problemas de Centroam¨¦rica empiezan a permear a M¨¦xico y Estados Unidos ahora m¨¢s que nunca, pues los migrantes no cesan en su intento de huir de su realidad, con un ¨ªmpetu nuevo. Su ruta ha abierto un peligroso callej¨®n sin salida para el cual nadie, ni el nuevo Gobierno del norte, ni el de M¨¦xico (mucho menos los propios) ni los organismos internacionales, han encontrado una soluci¨®n inmediata, que urge. Miles llevan a?os viviendo en condiciones adversas al norte de M¨¦xico y ahora esperan luz verde para llegar a la tierra prometida. Porque donde esperan no podr¨¢n seguir mucho tiempo sin crear un foco de inestabilidad en esas comunidades y en sus propias vidas. Adem¨¢s, se enfrentan a la violencia que los secuestra, extorsiona y aniquila. Para muchos centroamericanos el esperado sue?o americano podr¨ªa terminar en M¨¦xico.
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