El sue?o de Diego Rivera se materializa 80 a?os despu¨¦s en el Anahuacalli
El sue?o del pintor mexicano, la ambiciosa Ciudad de las Artes, una ciudad-jard¨ªn-museo de unos 6.000 metros cuadrados, abre sus puertas este fin de semana para recibir al p¨²blico entre ofrendas y cacao
El sue?o m¨¢s ambicioso de Diego Rivera comienza a tomar forma en el Museo de Anahuacalli, al sur de Ciudad de M¨¦xico. Se trata de la llamada Ciudad de las Artes, una ciudad-jard¨ªn-museo que, seg¨²n el deseo del muralista mexicano, deb¨ªa conjuntar ¡°varios edificios y plazas¡±. Este fin de semana han abierto sus puertas al p¨²blico 13 nuevos espacios arquitect¨®nicos, a 80 a?os de que el prominente pintor iniciara su proyecto id¨ªlico. Son 6.000 metros cuadrados donde conviven la naturaleza con salas de exposici¨®n, talleres, foros al aire libre y nuevas oficinas. A esta ampliaci¨®n se suma la ofrenda ¡®Sanar¡¯ ubicada entre la colecci¨®n de figuras prehisp¨¢nicas de Rivera para conmemorar el D¨ªa de Muertos y un festival de cacao.
¡°La Ciudad de las Artes es un sue?o muy ambicioso. Es el manifiesto de Diego Rivera de una arquitectura y un urbanismo americanos, un proyecto que tiene un cierto grado de utop¨ªa y de ambici¨®n prof¨¦tica¡±, opina en conversaci¨®n con EL PA?S Cuauht¨¦moc Medina, curador de arte contempor¨¢neo, autor de Olinka, la ciudad ideal del Dr. Atl, la cr¨®nica de un fracaso de otra ciudad ut¨®pica que imagin¨® Gerardo Murillo, maestro de Rivera. ¡°Es un fragmento del futuro¡±, contin¨²a Medina, ¡°un lugar y un objeto de una civilizaci¨®n alternativa. Su condici¨®n no solo es extratemporal, sino extraterrestre. Corresponde a un momento hist¨®rico de la gran obsesi¨®n del arte moderno y la arquitectura mexicana con el Pedregal y que guarda cercan¨ªa con otras ideas demenciales como Ciudad Universitaria, que s¨ª se realiz¨® y la Ciudad Olinka, del Dr. Atl, que no¡±.
Se trata de un lugar ut¨®pico donde el pintor imagin¨® un M¨¦xico mejor y propon¨ªa ¡°juntar al artista de la escuela y de la academia con el alfarero, con el tejedor, con el cestero, con el cantero, con todo aquello que es una expresi¨®n pura y alta del pueblo de M¨¦xico¡±, seg¨²n las propias palabras del muralista. Una ciudad donde surgiera una nueva cultura ¡°s¨ªntesis del pasado y del presente, para construir un futuro mejor en aquello a lo que el hombre tiene derecho, o sea, al usufructo de la belleza¡±. Rivera, que comenz¨® la obra del Anahuacalli en 1941 ¡ªun edificio que parece surgir de la tierra y est¨¢ construido con la piedra que dej¨® el volc¨¢n Xitle cuando hizo erupci¨®n en el 400 a. C., donde se logran ver unas 2.000 figuras teotihuacanas, olmecas, toltecas, nahuas o zapotecas¡ª no vio m¨¢s que el esbozo, los planos, algunas deudas y sue?os del proyecto que ha comenzado a pintar en el Museo Anahuacalli.
El artista imagin¨® un gran local de exposiciones permanentes; una enorme plaza de mil metros por lado, con un escenario en el centro, donde se presentar¨ªan espect¨¢culos de danza, teatro y celebraciones ind¨ªgenas y civiles, de manera que ah¨ª se concentraran todas las fiestas populares de los distintos lugares del pa¨ªs; rodeando a la plaza, se contar¨ªa con museos de Arquitectura, M¨²sica y Danza, al igual que foros de conciertos, teatro experimental y cine. En estos recintos habr¨ªa talleres gratuitos para artistas. La construcci¨®n respetar¨ªa los desniveles del terreno, que le dar¨ªan ¡°un especial¨ªsimo car¨¢cter y una gran belleza¡±, escribi¨® en su texto Exposici¨®n para un proyecto para la Ciudad de las Artes (1945-1950). La idea de Diego era sacar a los j¨®venes de las escuelas para vincularlos con el arte popular, de manera que el Anahuacalli fuera aut¨¦nticamente una comunidad dedicada al arte.
El encargado de llevar a cabo esta ¡°idea demencial¡±, producto de la fantas¨ªa de Diego Rivera, es Mauricio Rocha, una de las voces m¨¢s importantes de la arquitectura en M¨¦xico, hijo de la c¨¦lebre fot¨®grafa Graciela Iturbide y del tambi¨¦n arquitecto Manuel Rocha, quien gan¨®, junto con su despacho Taller de Arquitectura, el concurso para la ampliaci¨®n y remodelaci¨®n del museo. El arquitecto busca no solo ser respetuoso con el entorno ecol¨®gico del sitio, sino estar en armon¨ªa con ¨¦l; seguir la l¨®gica de Rivera de construir espacio p¨²blico, pero con una reinterpretaci¨®n contempor¨¢nea. Su dise?o parte del concepto ideado por el pintor mexicano de edificar una serie de edificios que van construyendo plazas y patios. ¡°Dialogar con Rivera y con Juan O¡¯Gorman, quien colabor¨® con ¨¦l, es uno de los retos m¨¢s importantes en mi carrera¡±, afirma Rocha, en entrevista con EL PA?S.
¡°La idea es que, como en las ciudades precolombinas, los edificios se vayan conectando y permitan la relaci¨®n entre las partes. Lo que intentamos es recodificar la idea de Rivera y O¡¯ Gorman en un lenguaje contempor¨¢neo. Los edificios est¨¢n construidos sobre muros de piedra volc¨¢nica que s¨ª emergen, pero remetidos, para que tengan menos impacto con la piedra y con el paisaje; tambi¨¦n creamos celos¨ªas, atm¨®sferas lum¨ªnicas que ya exist¨ªan en el edificio principal de Diego. Adem¨¢s, con las nuevas tecnolog¨ªas que usamos, parece que los edificios navegan en una especie de mar de lava¡±, explica Rocha.
Diego Rivera mantuvo durante toda su vida una afici¨®n poco conocida, la de coleccionista de arte prehisp¨¢nico. Lleg¨® a juntar m¨¢s de 59.000 piezas. Para alojar su enorme colecci¨®n, sustraerla de Ia destrucci¨®n y salvarla de caer de manos extranjeras, concibi¨® un museo-ciudad: Anahuacalli, en la que tendr¨ªa asiento una serie de pabellones en los que artesanos conservaran viva Ia tradici¨®n del arte popular. Pero apenas alcanz¨® a ver los primeros dos pisos del edificio central de aquello, que concluy¨® primero su hija, la arquitecta Ruth Rivera, junto con Juan O¡¯Gorman y el poeta Carlos Pellicer, como muse¨®grafo, en 1963, tras la muerte de Rivera, en 1957. Ahora, en el Museo hay una plaza nombrada Ruth Rivera, en honor a la arquitecta y continuadora del proyecto Anahuacalli.
La colecci¨®n de arte prehisp¨¢nica que conocemos ahora, Diego Rivera la comienza desde 1921 y hasta antes de irse a Estados Unidos, en 1929. ¡°Cuando la colecci¨®n era muy incipiente, hacia 1934, realmente ¨¦l tiene las piezas muy seleccionadas, todav¨ªa les pone base, ya despu¨¦s cuando es abrumadora, cuando va en la pieza 30.000, ya nada m¨¢s las coloca donde cabe¡±, cuenta el nieto de Rivera, Juan Coronel.
El proyecto de La Ciudad de las Artes fue adjudicado mediante concurso al despacho de Mauricio Rocha y requiri¨® de seis a?os: cuatro de proyecci¨®n y dos de ejecuci¨®n e incluye una pinacoteca, una nueva explanada, espacios para talleres; salones de usos m¨²ltiples, una biblioteca, oficinas y una b¨®veda de la colecci¨®n de arte prehisp¨¢nico, que va a estar abierta al p¨²blico de manera controlada. El complejo arquitect¨®nico est¨¢ inspirado en las ciudades prehisp¨¢nicas, en Pompeya y la Bauhaus e implic¨® una inversi¨®n de unos 20 millones de pesos.
Pero la joya de la corona es la bodega con la colecci¨®n completa de arte prehisp¨¢nico de Diego Rivera. Son m¨¢s de 50.000 piezas que han estado ocultas para el p¨²blico y, aunque todav¨ªa no hay fecha de apertura para este sitio, saldr¨¢n pronto a la luz. Este repositorio se encuentra en el centro de la nueva edificaci¨®n del Anahuacalli. ¡°Con estos nuevos edificios de Rocha, la idea es que la gente vea las piezas que Diego acumul¨® desde muy joven¡±, dice a este diario Juan Coronel Rivera. ¡°El eje central de la nueva plaza se vuelve esta bodega, una especie de templo de contemplaci¨®n de las miles y miles de piezas de Diego. Lo que hicimos fue poner una serie de repisas de concreto, pero ahora con una vitrina y cajones, para que el visitante pueda ir de un lugar a otro viendo todas las piezas¡±, explica el arquitecto Mauricio Rocha.
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