Adi¨®s a las escuelas a tiempo completo en M¨¦xico: ¡°Nos ha cambiado la vida¡±
Madres y maestros lamentan que se elimine un programa que hab¨ªa dado buenos resultados acad¨¦micos y sociales entre el alumnado m¨¢s desfavorecido
Es una imagen cotidiana: miles de ni?os entrando en las escuelas cada d¨ªa con sus mochilotas a la espalda. Pero de ellos se espera nada menos que el mejor futuro de cada pa¨ªs. Conseguirlo depender¨¢ de las oportunidades que tengan. En estos d¨ªas, la comunidad educativa de M¨¦xico ha recibido con enorme disgusto la suspensi¨®n del presupuesto para las escuelas a tiempo completo, aquellas que contaban con recursos para mantener a los alumnos en clase unas horas m¨¢s de refuerzo did¨¢ctico y actividades complementarias y que les permit¨ªa comer saludablemente en el colegio. El hijo de Berenice Aguilar, de ocho a?os, ya no dispondr¨¢ de ese apoyo. Ni sus 540 compa?eros que entran esta ma?ana en la primaria L¨®pez Mateos, de Huixquilucan, en el Estado de M¨¦xico. A pocos kil¨®metros de all¨ª est¨¢ la zona rica, donde los colegios privados lucen un pasto verde y presumen biling¨¹ismo en sus p¨¢ginas web. Nada que ver con las bombillas peladas del L¨®pez Mateos, donde las madres se acercan con un bote de detergente, papel higi¨¦nico o un rosal para embellecer el centro. Cada quien aporta lo que tiene a un sistema educativo que ha cancelado los ¨²ltimos 5.000 millones de pesos presupuestados para este programa del que se beneficiaban 27.000 escuelas en zonas rurales y periurbanas necesitadas.
Berenice Aguilar es madre soltera, un perfil com¨²n en esta escuela. Cada ma?ana, deja a su hijo en el colegio, pero su jornada laboral como administradora de una peque?a empresa se alarga m¨¢s que la escolar y es la abuela quien tiene que recoger al ni?o. ¡°El programa de tiempo completo se suspendi¨® con la pandemia, y ya no lo van a poner, dicen. Nos ha cambiado la vida. Antes no ten¨ªa que preocuparme de la comida del ni?o y nos daba tiempo a buscarlo a la salida. Ahora mi mam¨¢ tiene que parar su trabajo en casa para ir por ¨¦l. Nos hemos acoplado como hemos podido¡±, dice esta mujer de 27 a?os. En la casa viven seis personas.
Decenas de j¨®venes muchachas se re¨²nen a la entrada y salida de las clases. Casi no se sabe si son las madres o las hermanas de los alumnos. Los embarazos en estas zonas son muy tempranos, tanto que en este colegio de primaria, donde acuden ni?os de seis a 12 a?os, un cartel ya les avisa de que casarse pronto acabar¨¢ con sus estudios y con un futuro que podr¨ªa ser m¨¢s prometedor. El ascensor social en M¨¦xico no funciona muy bien. ¡°Alrededor del 70% de quien nace pobre se quedar¨¢ en la pobreza¡±, dice M¨®nica Orozco, investigadora externa del centro de estudios Espinosa Yglesias, una organizaci¨®n de analistas socioecon¨®micos. Esta semana ha publicado un informe en el que se evidencia la necesidad de ciertos servicios para que las familias no se estanquen en su clase social para siempre. Sin centros de cuidado infantil en sus barrios, un 68% de las mujeres se quedar¨¢n en el escal¨®n m¨¢s bajo de la sociedad en lo que a pobreza y condiciones de bienestar se refiere, revela el estudio. Si al menos hay uno de esos centros, el 37% de las mujeres lograr¨¢ escalar al siguiente pelda?o de bienestar.
El estudio demuestra que las mujeres que se han criado en las familias m¨¢s humildes del escalaf¨®n econ¨®mico han logrado elevar su clase socioecon¨®mica cuando han contado con programas y servicios p¨²blicos de apoyo. Casi han saltado dos clases sociales, seg¨²n el informe. El origen familiar tiene mucho peso entre las mujeres que disfrutan de un buen estatus socioecon¨®mico; para las m¨¢s pobres, el factor m¨¢s poderoso es la presencia de servicios p¨²blicos. Por eso, a Orozco, responsable del informe, le produce ¡°tristeza¡± que el Gobierno haya eliminado estos programas escolares, que ayudan a las madres y tambi¨¦n a las hijas, contribuyendo a romper la maldici¨®n de la clase social.
El Gobierno, a trav¨¦s de sus organismos de apoyo a las mujeres, ha puesto en los ¨²ltimos meses hincapi¨¦ especial en los cuidados dom¨¦sticos. Una campa?a que se proyecta en los cines, por ejemplo, recuerda que todos, hombres y mujeres, deben implicarse en el cuidado de ni?os, ancianos y dependientes. Mientras eso ocurre, la secretaria de Educaci¨®n, Delfina G¨®mez, daba la mala noticia: las escuelas de tiempo completo o jornada prolongada ya no contar¨¢n con recursos econ¨®micos, que se destinar¨¢n a reformar los edificios, a pintarlos y acondicionarlos, porque muchos de ellos no cuentan ni con agua corriente, algo que puso de manifiesto la pandemia. En los casi dos a?os que permanecieron cerrados, m¨¢s de 7.000 planteles por todo el pa¨ªs fueron robados o vandalizados. Se requiere el apoyo del Gobierno para mejorar las infraestructuras, pero qui¨¦n iba a esperar que fuera a costa de los m¨¢s d¨¦biles.
La medida tiene un calado de g¨¦nero inequ¨ªvoco, porque en la comunidad educativa saben que son las madres, solteras o no y muchas abuelas, quienes se encargan del cuidado de los ni?os. Y que eso lastrar¨¢ el futuro de estas mujeres tanto como el de sus hijos. ¡°No dejan de preguntarnos si volver¨¢ la jornada prolongada a la escuela¡±, dice uno de los maestros del L¨®pez Mateos. ¡°Las familias lo tomaron mal. Esto se acab¨® con la pandemia, y ahora nos enteramos de que no va a volver. Todos nos benefici¨¢bamos de aquello: las familias ten¨ªan tiempo de recoger a sus hijos y aqu¨ª en el centro se les procuraba una comida saludable. Ahora salen a la calle a las 12.30 y comen alimentos chatarra, o juegan con los celulares todo el d¨ªa, o cuidan a sus hermanos¡±, siguen los maestros, reunidos en el patio a la salida de las clases. Los infantes pueden estar hasta 10 horas fuera del ¨¢mbito educativo.
Todos, efectivamente, han salido perdiendo. En pa¨ªses de mayor desarrollo, recortar horas de clase y comedor perjudica a los alumnos y sus familias, pero no a los maestros, que reclaman una jornada sin interrupciones extrapedag¨®gicas, como ser¨ªa el comedor. En M¨¦xico, sin embargo, los maestros completaban con estas horas complementarias su sueldo quincenal de unos 5.000 pesos (alrededor de 230 d¨®lares), que a muchos les obliga a desempe?ar otros oficios. Los docentes se enteraron tarde de que ya no les pagar¨ªan este bono y la tarjeta bancaria donde lo ingresaban se qued¨® sin fondos de tal suerte que el banco comenz¨® a cobrarles. ¡°Algunos hemos pagado 400 o hasta 800 pesos por cancelar la tarjeta¡±, se queja, en nombre de todos los dem¨¢s, el maestro C¨¦sar Vergara. Adem¨¢s, les dejaron algunos meses sin pagar.
El director del L¨®pez Mateos no ha venido esta ma?ana y al tel¨¦fono se disculpa por su tremenda afon¨ªa. Felipe Miranda lamenta que la jornada prolongada ya no sea m¨¢s. ¡°Nuestros alumnos del tiempo completo ingresaban a la secundaria con calificaciones muy brillantes¡±, dice. ¡°Esta escuela era reconocida por su desarrollo acad¨¦mico, ten¨ªa aportaciones que iban m¨¢s all¨¢ de lo acad¨¦mico. Y en esta comunidad hay madres solteras, trabajadoras para las que este programa era un gran apoyo¡±, dice. Tambi¨¦n los maestros se congratulan de que ganaban olimpiadas acad¨¦micas con estos muchachos.
Ahora el programa escolar prolongado ha quedado en manos de los Estados, algunos de los cuales se han apresurado a decir que tendr¨¢ continuaci¨®n, pero lo cierto es que la pandemia ya hab¨ªa dado al traste con esa jornada especial y no es tan f¨¢cil encontrar alg¨²n centro que la conserve. Cuando se esperaba un refuerzo para mitigar el rezago escolar que ha producido la pandemia, el anuncio ha sido muy otro. Un informe de Unicef de 2019 revel¨® que el 70% de las escuelas que se beneficiaban eran ind¨ªgenas y rurales, y que m¨¢s de la mitad de los menores viv¨ªan por debajo de la l¨ªnea de pobreza. Un 11% disfrutaba as¨ª de la ¨²nica comida diaria.
En el L¨®pez Mateos, primero fue escuela a tiempo completo, los alumnos com¨ªan en el colegio y sal¨ªan entre cuatro y seis de la tarde. Despu¨¦s lo redujeron a jornada ampliada. Dicen los maestros que el argumento que recibieron fue que el tejido social del centro no reun¨ªa los requisitos para beneficiarse del tiempo completo, que la escuela no es ¡°lo suficientemente rural¡±.
Un se?or con un mulo se encamina a sus labores calle arriba, tirando del cabestro. Atr¨¢s deja un paisaje lechoso en el que se perfilan los altos edificios de la Ciudad de M¨¦xico, donde trabajan muchos de los padres de familia de estos alumnos de Huixquilucan. Los perros dormitan o ladran y algunos bidones oxidados se mueven con el aire en las azoteas de cemento sin rematar. Negocios humildes abren sus puertas cuando los alumnos llegan al colegio. A las 12, la se?ora de la tienda de enfrente volver¨¢ a sacar las mesas de chucher¨ªas esperando la salida de las clases. Un golpe de viento contra la sombrilla da con todo el puesto en el suelo, donde se desparraman caramelos, paletas, chocolates. Varias madres que esperan se apresuran a recoger la mercanc¨ªa que se ha llenado de polvo porque las calles, que tienen nombre de flor, no est¨¢n bien encementadas.
La vida en M¨¦xico ha vuelto a los restaurantes, a los estadios, a los establecimientos comerciales, pero los colegios a¨²n marchan a medio gas. Con unos alumnos en clase y los otros esperando su turno el d¨ªa siguiente. Las familias hablan de las vacunas para los chicos, que no acaban de llegar. Y el comedor del L¨®pez Mateo sigue cerrado. Y los maestros esperando dos meses de bono extraescolar que les adeudan. ¡°Ya estaba presupuestado, ?D¨®nde est¨¢ ese dinero?¡±, se preguntan. El Gobierno pagaba a los Estados y estos a su vez a las escuelas. Muchas madres participaban gratis de la elaboraci¨®n de las comidas. En el caso del L¨®pez Mateos se habl¨® de desv¨ªo de fondos con las ayudas recibidas que gestionaban las familias. La corrupci¨®n atraviesa todo en M¨¦xico. Los barrios tambi¨¦n tienen sus caciques pagados por los partidos, que hacen y deshacen en las tareas p¨²blicas. ?Corrupci¨®n? S¨ª. ?Colegios que necesitan una mano de pintura? Tambi¨¦n. Pero pocos esperaban que al ¡°priorizar¡± el presupuesto, el recorte llegar¨ªa por el lado m¨¢s d¨¦bil.
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