Lucinda Urrusti, el pincel del exilio republicano espa?ol que inmortaliz¨® a Garc¨ªa M¨¢rquez
Un documental dirigido por su sobrino, Juan Francisco Urrusti, recupera la vida de la artista, testigo privilegiada de la bohemia mexicana de la segunda mitad del siglo XX y retratista de Carlos Fuentes, Octavio Paz o Juan Rulfo
Los a?os no han pasado en balde por ella. Parece uno de sus cuadros: una figura casi abstracta, difuminada por el tiempo, con los trazos de pincel gordo que son ahora sus venas marcados como surcos sobre la piel. M¨¢s hueso que carne. 95 a?os de vida que, sin embargo, han dejado la misma mirada limpia de ojos abiertos; la misma sonrisa radiante. Da un ¨²nico beso en la mejilla ¡ªa la mexicana¡ª y estrecha la mano, que la artritis ha vuelto un nudo agarrotado de dedos. Lucinda Urrusti fue testigo de una ¨¦poca que ya no existe. Primero, de la Guerra Civil espa?ola y la extra?eza del exilio. Despu¨¦s, de los d¨ªas bohemios del Distrito Federal; de tertulias en caf¨¦s; de conversaciones sobre poes¨ªa, arte, literatura y pol¨ªtica con sus viejos amigos, nombres que cambiaron la historia: Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Elena Garro, Octavio Paz.
La mayor¨ªa, adem¨¢s de compa?eros de andanzas, fueron sus musas. Y ella los inmortaliz¨® en retratos que son a su vez la cr¨®nica gr¨¢fica de una era. Las cosas cambian y ahora la retratada es ella: su sobrino, Juan Francisco Urrusti, ha dirigido Lucinda Urrusti. Pintora (2020) un documental que repasa la vida y la obra de su t¨ªa y puede verse estos d¨ªas en la Cineteca Nacional.
¡ªEl mundo era m¨¢s peque?o, entonces.
Ella ¡ªcomo en la novela de su amigo Carlos Fuentes¡ª se sienta sola y recuerda, en la habitaci¨®n alargada de su hermosa casa de piedra en Xochimilco, al sur de la Ciudad de M¨¦xico, donde se esconde del mundo estos d¨ªas. Una televisi¨®n en un rinc¨®n da las noticias, pero Lucinda no parece hacerle mucho caso. Tiene m¨¢s pasado que presente: recuerda la huida a Francia cuando en Espa?a la victoria franquista era inminente; recuerda cruzar el oc¨¦ano en 1939 a bordo del Sinaia, el primer barco que el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas envi¨® para socorrer a los refugiados espa?oles; recuerda una vida que comenz¨® convulsa, una adolescencia en un pa¨ªs extra?o y una juventud entre ¨®leos, tinta y pintura; recuerda los aplausos en su casa el 20 de noviembre de 1975: la fecha en que muri¨® el dictador Francisco Franco.
Aunque, a veces, la cabeza le juega malas pasadas: confunde su memoria, se olvida de episodios.
Para ayudarla a recordar, esta ma?ana de mayo ha venido Juan Francisco Urrusti (67 a?os), que se sienta con mimo a su lado. Vive a menos de cinco minutos de su t¨ªa. Lucinda reside sola, pero en las necesidades del d¨ªa a d¨ªa le ayuda Paula, que trabaja en la casa. Ella apenas puede moverse de su habitaci¨®n, despu¨¦s de dos operaciones de cadera que la han dejado postrada en la cama o, en su defecto, en el sill¨®n en el que ahora descansa con una manta sobre las rodillas. Su hijo quiere que se mude con ¨¦l, pero la artista no quiere dejar su hogar. ¡°No lo dice, pero creo que quiere morir aqu¨ª, en la misma cama donde muri¨® su madre¡±, cuenta Juan Francisco.
La luz se vierte sobre el suelo de madera de la habitaci¨®n a trav¨¦s de una ventana que da al patio, que bien podr¨ªa ser andaluz. El jard¨ªn est¨¢ inundado de flores ¡ªrosas, rojas, azules, moradas¡ª y un olivo de m¨¢s de 100 a?os se alza en el centro. El estudio donde Lucinda pintaba hasta hace seis meses est¨¢ a la derecha. Luce con el desorden ordenado de los artistas: mesas salpicadas de pintura, botes de acr¨ªlicos, caballetes, casetes, estanter¨ªas con ediciones antiguas de John Keats, Charles Baudelaire, Santa Teresa de Jes¨²s o Miguel de Unamuno. De las paredes cuelgan cuadros de Vicente Rojo y Enrique Climent ¡ªque lleg¨® a retratar a Lucinda¡ª, amigos que, como ella, tuvieron que exiliarse de Espa?a.
Cuando se cas¨®, viv¨ªa junto a su exmarido, el cineasta ya fallecido Archibaldo Burns, en una casa del m¨¢s c¨¦ntrico barrio de San ?ngel. Su vecino era el pintor Juan O¡¯Gorman y ella empez¨® a frecuentar las reuniones que el artista organizaba en su casa los s¨¢bados por la tarde. Acud¨ªan novelistas y poetas, pintores y fil¨®sofos. ¡°En aquellos tiempos ¨¦ramos amigos todos, era una ¨¦poca en la que no hab¨ªa gente m¨¢s importante que otra¡±, evoca con un hilo de voz mientras posa para las fotograf¨ªas.
¡ªYo volteaba y [Juan] Rulfo estaba por all¨ª, a veces jugaba a domin¨®, calladito, calladito... Le hice un dibujito, no era muy acabado, pero no le ped¨ª a ¨¦l que posar¨¢, m¨¢s o menos le observ¨¦. Ese M¨¦xico era un M¨¦xico maravilloso¡ªrememorar¨¢ en una escena del documental.
Inmortaliz¨® a Garc¨ªa M¨¢rquez, a Fuentes, a Paz, a Rulfo, pero tambi¨¦n al Premio Nobel de la Paz mexicano Alfonso Garc¨ªa Robles o la historiadora Beatriz R. de la Fuente. Su estilo rechaz¨® el muralismo que imperaba entonces y se escor¨® hacia piezas m¨¢s surrealistas, a veces rozando el impresionismo. Otras obras son tridimensionales o incluso esculturas, con relieves y objetos que encontraba en sus paseos por las calles de la capital.
En 2012 se public¨® un libro que repasaba su carrera. En ¨¦l, Carlos Fuentes escribi¨®: ¡°He seguido el desarrollo art¨ªstico de Lucinda Urrusti desde nuestra com¨²n juventud (¡). La originalidad de Urrusti, pasajera tanto del alba de [Paul] C¨¦zanne como del crep¨²sculo de [Claude] Monet, es que sus figuras, simult¨¢neamente, tienden a aparecer y desaparecer. (...) Gracias a sus cuadros, evoco ciertas heroicidades espa?olas, esa grandeza oca y suicida de resistencia, que va del sitio de Numancia al 2 de mayo de Goya, al sitio de Madrid por los fascistas...¡±. Para entonces, la pintora ya hab¨ªa expuesto en el Palacio de Bellas Artes de M¨¦xico o en Nueva York.
Historia de un exilio familiar
Lucinda Urrusti fue una m¨¢s de los 25.000 espa?oles que se exiliaron en M¨¦xico despu¨¦s de la Guerra Civil, seg¨²n datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Esa parte de la historia siempre cautiv¨® a su sobrino Juan Francisco ¡ªpelo blanco, polo rojo, gafas en la solapa y un reloj ancho en la mu?eca derecha¡ª, que desde muy joven quiso explorar el exilio, las ra¨ªces de sus abuelos y el fascismo que les hizo huir de su tierra. ?l naci¨® en M¨¦xico, pero tambi¨¦n tiene nacionalidad espa?ola. M¨¢s que hablar a veces divaga. Da largas vueltas antes de volver al camino principal. Se acumulan en su cabeza muchos nombres y recuerdos que brotan del relato principal como ramas. Quiz¨¢ sea deformaci¨®n profesional: es profesor de cine en el Centro de Capacitaci¨®n Cinematogr¨¢fica.
De joven, Juan Francisco Urrusti empez¨® a grabar a sus abuelos. Guarda m¨¢s de cuatro horas de testimonios de cada uno de ellos, tomadas a lo largo de los a?os. Cuando comenz¨® no ten¨ªa intenci¨®n de hacer nada con las grabaciones, pero con el tiempo el proyecto tom¨® la forma del documental Un exilio: pel¨ªcula familiar (2017), que recorre las historias de sus antepasados, su vida en Espa?a, la guerra y la huida. ¡°A mis abuelos no me cost¨® entrevistarlos¡ a mis abuelas m¨¢s, para ellas era m¨¢s doloroso¡±, dice. En ese filme tambi¨¦n aparece Lucinda Urrusti: ¡°Mi t¨ªa al principio no quer¨ªa darme la entrevista, no quer¨ªa recordar nada de Espa?a¡±.
La idea de hacer una pel¨ªcula sobre Lucinda empez¨® a rondarle la cabeza en 2015. Le pidieron hacer un video de 10 minutos sobre ella para una exposici¨®n en el Museo de la Ciudad de M¨¦xico. Cuando termin¨®, se dio cuenta de que la vida de la artista daba para mucho m¨¢s. As¨ª que empez¨® a elaborarlo sin prisa. Junt¨® material del que ya dispon¨ªa de su anterior documental y nuevas tomas. En total, hizo cinco entrevistas entre 2012 y 2019 con ella. Lucinda Urrusti. Pintora se estren¨® en un festival de cine en Polonia en 2020. Recorre su ¨¦poca mexicana y su obra, pero deja fuera episodios de la vida de la artista como la d¨¦cada que vivi¨® en Nueva York ¡ª¡°sobre todo para escapar de mis abuelos¡±¡ª o de la muerte de su hijo antes de cumplir 40 a?os. ¡°Mi t¨ªa no se ha repuesto de eso, de la guerra s¨ª, pero del hijo no¡±. Durante el mes de abril, la Cineteca Nacional realiz¨® una retrospectiva de la obra de Juan Francisco.
Cuando los periodistas se van, despu¨¦s de una despedida efusiva, Lucinda se queda otra vez sola con sus recuerdos. Las memorias de una vida de pel¨ªcula que la sobrevivir¨¢n en forma de documentales y retratos.
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