Los 2.700 d¨ªas que Juanita Alonzo sobrevivi¨® sin saber espa?ol en una c¨¢rcel de Tamaulipas
La migrante guatemalteca fue torturada y encerrada durante casi ocho a?os. EL PA?S habla con ella despu¨¦s de ser liberada gracias a la presi¨®n de L¨®pez Obrador
Lo ¨²ltimo que comi¨® Juana Alonzo al interior de Centro de Ejecuci¨®n de Sanciones de Reynosa fueron unos tamalitos. Estaba acompa?ada de una amiga y le acababan de anunciar que ese d¨ªa dejaba la c¨¢rcel despu¨¦s de casi ocho a?os presa por un delito que no cometi¨®. Quedaba lejos la primera comida entre las rejas: un s¨¢ndwich envuelto en pl¨¢stico que los polic¨ªas ministeriales le arrojaron tras detenerla el 10 de noviembre de 2014. ¡°Me lo aventaron como si fuera un perro, con rabia¡±, dice la joven en una entrevista por videoconferencia con EL PA?S ya acompa?ada de su familia en San Mateo Ixtat¨¢n, una comunidad ind¨ªgena de Guatemala cerca de la frontera con M¨¦xico. La vuelta a casa de Alonzo ha tardado m¨¢s de lo previsto, pero lo anuncian las flores y la marimba: esta es una historia de migrantes con final feliz, y no hay tantas.
Ten¨ªa 26 a?os cuando sali¨® de San Mateo. Iba hacia Atlanta, Georgia, Estados Unidos, persegu¨ªa lo que persiguen todos: el sue?o americano, los d¨®lares, m¨¢s comida para su familia. Recorri¨® junto a una veintena de personas los 1.800 kil¨®metros hasta Reynosa. Agotada y con un fuerte dolor de cabeza no pudo dar con los dem¨¢s el ¨²ltimo salto. La dejaron aguardando en una vivienda a una decena de kil¨®metros de la frontera. Ah¨ª estaba tambi¨¦n una mujer de El Salvador que le pidi¨® a Juanita su celular, realiz¨® una llamada al 911 y advirti¨® a las autoridades de que estaba secuestrada. Los alrededores de la vivienda se llenaron de polic¨ªa. ¡°Ten¨ªan su m¨¢scara, su casco, llegaron bien armados, bien con sus pistolas, me agarraron, me amenazaron, me golpearon, me torturaron¡±, recuerda Juanita. ¡°Ellos me pegaron en la cabeza, me patearon mis espinas y todo. Ya no sent¨ªa nada¡±.
¡°Yo no entend¨ªa qu¨¦ pasaba, porque cuando me agarraron no ten¨ªa un traductor conmigo, tampoco ten¨ªa el consulado¡±, explica y resume, resignada: ¡°Desde el inicio fue mucho error conmigo¡±. Juanita cuenta que ella lo que habla bonito es el chuj, un dialecto de la familia maya, que de espa?ol no sab¨ªa una palabra, menos todav¨ªa las que pon¨ªa en la declaraci¨®n autoinculpatoria de secuestro en la que estamp¨® su firma. ¡°Hazte cuenta que ellos me obligaron a firmar todos los papeles. All¨ª violaron mis derechos¡±, dice ahora en un espa?ol roto y elocuente, plagado de las expresiones que aprendi¨® en prisi¨®n.
Aprendi¨® el idioma ¡°de a poco con las muchachas¡±. Cuando Alonzo se vio sola en la c¨¢rcel de Reynosa, sus compa?eras de prisi¨®n se convirtieron en una gu¨ªa de supervivencia. Le prestaron pantalones y playeras, le pagaban por lavarles la ropa, le ense?aron a tejer. ¡°Me daban mucho ¨¢nimo. ¡®?chale ganas, Juanita¡¯, me dec¨ªan las muchachas. Yo casi todos los d¨ªas lloraba, si no en la ma?ana, en la tarde o en la noche, yo extra?aba mucho a mi familia, ellos estaban sufriendo por m¨ª. Todas las compa?eras est¨¢n llorando ah¨ª, nombre (no, hombre), est¨¢ bien dif¨ªcil vivir en esa c¨¢rcel, no est¨¢ f¨¢cil¡±, cuenta la joven, ahora de 33 a?os. En los d¨ªas de mayor desesperaci¨®n, sus compa?eras le dec¨ªan que quiz¨¢s la injusticia era una suerte del destino: ¡°A mis paisanos los estaban matando, secuestrando, en el camino¡±.
Estas semanas, Juanita estaba concentrada haciendo un bolso grande ¡ªque llega a vender por 600 pesos (unos 30 d¨®lares)¡ª cuando le avisaron corriendo las chicas: iba a salir libre, estaban seguras, lo hab¨ªa dicho el presidente, sal¨ªa su nombre en las noticias. El 18 de mayo, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador pidi¨® a la Fiscal¨ªa de Tamaulipas la liberaci¨®n inmediata de Alonzo. La exigencia del presidente se a?ad¨ªa a la recomendaci¨®n de la ONU, que en septiembre hab¨ªa dado seis meses para soltar a Juanita, y ya hab¨ªan pasado ocho. A la cadena se uni¨® tambi¨¦n el gobernador Francisco Garc¨ªa de Vaca. Y as¨ª, despu¨¦s de siete a?os, seis meses y 12 d¨ªas sin que ninguna autoridad se preocupara por ella, a Alonzo la llam¨® la secretaria del juzgado al locutorio: ¡°Juanita, felicidades mija, ya te vas a ir libre¡±. ¡°Si es cierto quiero ver mi hoja de la libertad¡±, contest¨® ella con desconfianza tras a?os de decepciones. ¡°Y ella sac¨® la hoja, y aaaay ya me voy libre. Volte¨¦ a ver a las custodias y estaban llorando y despu¨¦s me abrazaron: ¡®Me da mucho gusto mija, yo s¨¦ que t¨² est¨¢s inocente, gracias a dios ya te vas libre¡±, recuerda ahora. ¡°Ay, estoy bien emocionada, bien feliz porque ya me dieron mi libertad¡±, dice y su voz canta.
En los primeros minutos de esta entrevista, Alonzo pronuncia libre 17 veces y todav¨ªa no se lo cree. Rememora con precisi¨®n la hora en la que se lo dijeron ¡ª15:45 del 21 de mayo¡ª y sali¨® corriendo a dec¨ªrselo a las muchachas, y lo r¨¢pido que empac¨® siete a?os de vida, porque dentro de la prisi¨®n lo dej¨® todo. ¡°Hazte cuenta que s¨ª fue muy r¨¢pido, haz lo que quieras con las cosas, reg¨¢lalas, yo ya no quiero saber nada, yo estoy libre¡±, cuenta ri¨¦ndose. Fuera la esperaba personal del consulado de Guatemala, sus abogadas y las organizaciones de derechos humanos. Y Alonzo exclama para decir que no comi¨® ni durmi¨® en el hotel esa primera noche: ¡°Ay yo ni hambre tengo estoy bien emocionada, ay yo ni sue?o tengo, estoy bien emocionada¡±. ¡°Adem¨¢s¡±, conf¨ªa, ¡°ten¨ªa mucho miedo, no s¨¦ c¨®mo viajar con ese avi¨®n¡±.
Lleg¨® a San Mateo tras dos aviones y dos d¨ªas en carretera. La recibieron con honores en su pueblo y con abrazos su familia, su madre enferma. Ahora, entre las fuertes lluvias y los apagones el¨¦ctricos, alcanza a decir que quiere una reparaci¨®n del da?o por los a?os que le robaron, por el dolor que le causaron. ¡°Eso es lo m¨¢s importante, pero ya estoy libre y estoy bien feliz ahorita¡±.
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