La guardiana de Huapalcalco
Montserrat Barrag¨¢n ha conseguido que el Gobierno mexicano empiece los tr¨¢mites para que el sitio arqueol¨®gico obtenga la misma protecci¨®n que Teotihuac¨¢n o Chich¨¦n Itz¨¢. Es la primera vez que este proceso se inicia por un reclamo ciudadano
Montserrat Barrag¨¢n se escap¨® de misa una tarde de octubre de hace casi 50 a?os porque quer¨ªa leer. Acababa de mudarse a Tulancingo, en Hidalgo, y sus compa?eras del internado la hab¨ªan llevado a conocer una ciudad prehisp¨¢nica que se alza entre dos cerros. Huapalcalco era el primer sitio arqueol¨®gico que conoc¨ªa y quer¨ªa saber m¨¢s. Encontr¨® ese libro en la catedral y oje¨® lo que pudo, una p¨¢gina y media, antes de que las monjas la encontraran. En ese lugar que empezaba a conocer, hab¨ªa habido unas ¡°luchas intestinas de car¨¢cter religioso¡±, recuerda que ley¨®: ¡°Uno de los grupos hab¨ªa maldecido al otro y hab¨ªan dejado improntados a estas personas en las piedras de los acantilados¡±. Barrag¨¢n se sent¨ªa en casa y quer¨ªa protegerla.
Medio siglo despu¨¦s, la mujer, de 59 a?os, ha conseguido que se inicien los tr¨¢mites para que el sitio sea declarado zona de monumentos arqueol¨®gicos y obtenga as¨ª la protecci¨®n m¨¢s alta que contempla la ley mexicana, la misma que tienen complejos como Teotihuac¨¢n, en el Estado de M¨¦xico, o Chich¨¦n Itz¨¢, en Yucat¨¢n. Es la primera vez que el proceso se inicia a partir de un reclamo ciudadano, una posibilidad que contempla la normativa desde 2014. La solicitud la present¨® Niebla y tiempo, la asociaci¨®n que preside Barrag¨¢n y que fund¨® junto a otras personas hace casi dos d¨¦cadas. En el pa¨ªs, otras solicitudes similares est¨¢n siendo tramitadas, por ejemplo, para la Ca?ada de la Virgen, en Guanajuato, o Cuahilama y el Cerro de la Estrella, en Ciudad de M¨¦xico, seg¨²n el Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia (INAH).
La leyenda que Barrag¨¢n empez¨® a leer cuando ten¨ªa 15 a?os, escondida en la catedral de Tulancingo, le quit¨® el sue?o durante mucho tiempo, pero las monjas no le permitieron volver a ver el libro para conocer el resto del relato. Con los a?os y a trav¨¦s de otras fuentes, pudo conocer la historia del lugar. Los humanos hab¨ªan llegado a Huapalcalco hac¨ªa al menos 14.000 a?os y desde entonces el territorio hab¨ªa sido habitado de forma continuada. El asentamiento, uno de los m¨¢s antiguos de Am¨¦rica, tuvo su apogeo entre los a?os 650 y 900 y cay¨® hacia 1521. Barrag¨¢n, entonces, empez¨® a hacer lo que hab¨ªa aprendido de su madre, y su madre de su abuela, y su abuela de su bisabuelo: contar historias, hacer topializ.
Topializ, explica Barrag¨¢n, es un vocablo n¨¢huatl que significa ¡°lo que es posesi¨®n nuestra, lo que nos compete preservar¡±. Ella lo tiene grabado en la chapa que lleva en el pecho.
Primero les explic¨® la historia a sus dos hijos al borde de la cama y tiempo despu¨¦s empez¨® a ofrecer visitas guiadas que hoy le piden instituciones educativas de todo el Estado. Este lunes cerca del mediod¨ªa acaba de volver de dar una presentaci¨®n en una telescuela ¨Cuna modalidad que combina las clases de un maestro con lecciones por televisi¨®n¨C. Lleva el pelo cortito con chinos negros y los ojos muy maquillados: un degradado brillante que pasa del verde al azul al fucsia. Fucsia como sus labios y u?as. ¡°Empezamos tocando puertas, pero ahora nos hacen la solicitud por Facebook¡±, cuenta. Mientras recorre el trayecto hacia el sitio arqueol¨®gico en coche, repasa el camino que han hecho con la asociaci¨®n: ¡°Haber conseguido la declaratoria es tit¨¢nico¡±.
Una ciudad milenaria entre el golfo y el Pac¨ªfico
¡°Entren con su pie derecho y pidan un deseo¡±, dice Barrag¨¢n al traspasar el l¨ªmite que demarca la zona arqueol¨®gica. La mujer tiene enfrente los dos cerros que resguardan el complejo y la barranca que los divide. Por all¨ª, hace a?os, ca¨ªa una cascada que se sec¨®. Hab¨ªa tambi¨¦n una laguna, animales gigantes, peces, tortugas, aves, encinos¡ En esos acantilados, se instalaron los primeros habitantes de Huapalcalco hace m¨¢s de 14.000 a?os. ¡°Era un para¨ªso porque ten¨ªan para comer y para refugiarse¡±, cuenta Barrag¨¢n.
Esos primeros pobladores de la prehistoria bajaron y se asentaron en la parte plana del terreno, desde donde hoy se ve Tulancingo. Construyeron all¨ª un centro c¨ªvico-ceremonial que tuvo su apogeo entre los a?os 650 y 900. Aunque solo se ve la construcci¨®n principal de aquel asentamiento y una estela, hay al menos una veintena de edificios enterrados. Algunos han quedado atrapados entre las construcciones modernas que proliferaron con la expansi¨®n del municipio de 167.000 habitantes y est¨¢n cubiertos por pasto, a veces tambi¨¦n por vacas.
La arque¨®loga Enriqueta Olgu¨ªn empez¨® a estudiar el complejo hace casi 40 a?os. El sitio hab¨ªa sido reportado en la d¨¦cada de 1930 y otros cient¨ªficos lo hab¨ªan empezado a investigar. Ella misma condujo algunas excavaciones ¨Cdescubri¨®, por ejemplo, pintura mural prehisp¨¢nica y la escultura de un felino¨C. Seg¨²n su explicaci¨®n, Huapalcalco se convirti¨® en un centro importante de paso entre el Pac¨ªfico y el Golfo de M¨¦xico tras la ca¨ªda de Teotihuac¨¢n. La ciudad, cercana a un gran yacimiento de obsidiana, fue contempor¨¢nea de centros como Xochicalco, en Morelos, o Taj¨ªn, en Veracruz. ¡°Pero es dif¨ªcil establecer esas relaciones porque la informaci¨®n no est¨¢ sistematizada y falta excavar¡±, critica la arque¨®loga.
Alejandro Aldana, director de la asociaci¨®n Niebla y tiempo e hijo de Barrag¨¢n, lamenta que desde que se descubri¨® el sitio ¡°solo se ha rescatado una pizca del patrimonio¡± y advierte de que Huapalcalco est¨¢ ¡°en virtual abandono¡±. Aldana, de 36 a?os, camina entre los senderos irregulares de roca que ascienden hacia los acantilados. ¡°Te amo Luis Enrique no es una placa¡±, dice con iron¨ªa sobre el mensaje impreso en las piedras con aerosol azul. Al lado de la confesi¨®n de dos estudiantes de secundaria, todav¨ªa se conservan pinturas rupestres milenarias. Son figuras antropomorfas rojas, pintadas con ¨®xido de hierro, aunque algunas han sido da?adas. En las cuevas, ha quedado el rastro de grupos new age que acuden a hacer rituales o de quienes suben a tomar cervezas: los desechos ¨Cvelas, botellas, papeles¨C se abandonan ah¨ª arriba.
¡°Al INAH nunca le interes¨® Huapalcalco¡±, zanja Aldana. El activista critica la ¡°violencia institucional¡± que, seg¨²n asegura, han recibido del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia desde que hace cinco a?os iniciaron un ¡°trabajal¡± para que el sitio sea declarado zona de monumentos arqueol¨®gicos. En el pa¨ªs, solo 48 sitios arqueol¨®gicos de los miles que existen han recibido esa categor¨ªa. La asociaci¨®n tuvo que juntar 10.000 firmas y despu¨¦s interponer un amparo para que su solicitud prospere y se publique, en el Diario Oficial de la Federaci¨®n, el inicio del proceso para proteger el sitio. ¡°El INAH aleja a la sociedad civil organizada, pero no hay protecci¨®n sin sociedad¡±, dice Aldana, que agrega: ¡°En el pa¨ªs hay cientos de sitios que deber¨ªan estar protegidos¡±.
Lorenza L¨®pez Mestas, titular de la Coordinaci¨®n Nacional de Arqueolog¨ªa del INAH, explica que el proceso para que Huapalcalco sea declarada zona de monumentos arqueol¨®gicos se extendi¨® durante casi seis a?os porque los estudios que hubo que hacer ¡°son largos¡± y, en el medio, empez¨® la pandemia de covid-19. En todo caso, argumenta, todos los vestigios del pa¨ªs ¡°est¨¢n protegidos por la ley¡±: ¡°La declaratoria es un t¨ªtulo m¨¢s¡±. La soluci¨®n para evitar los da?os al patrimonio, dice a EL PA?S, pasa por ¡°concientizar¡± y tener ¡°el apoyo de la comunidad y los ayuntamientos¡±. ¡°[Huapalcalco] est¨¢ dentro de una ciudad, en una zona deprimida econ¨®micamente, y hay factores sociales que escapan al manejo de los sitios¡±, defiende L¨®pez Mestas.
Lo que resta ahora para completar la declaratoria, asegura, ¡°depender¨¢ de lo que las personas de la comunidad expresen¡±. Los propietarios con terrenos en el pol¨ªgono tienen hasta finales de junio para presentar alegatos. L¨®pez Mestas aclara que no existe, sin embargo, un peligro de que la declaratoria se frene porque ¡°en cualquier otro sitio arqueol¨®gico existen distintos tipos de propiedad¡± y eso nunca ¡°ha sido una problem¨¢tica fuerte para la conservaci¨®n¡±. La arque¨®loga afirma que actualmente ¡°hay un trabajo constante¡± de protecci¨®n e investigaci¨®n en la zona y se?ala que el acondicionamiento del sitio ¨Ccon caminos, carteles, ba?os, etc¨¦tera¨C, deber¨¢ esperar porque el presupuesto ¡°ya est¨¢ comprometido¡±.
¡®Topializ¡¯ entre generaciones
Barrag¨¢n no ha subido con su hijo a los acantilados ¨Cantes conduc¨ªa hasta tres visitas diarias¨C porque acaba de ser operada. Ella aguarda abajo, ante la construcci¨®n que conoci¨® hace medio siglo. All¨ª observa. Detr¨¢s est¨¢n los cerros arrugados y cubiertos de nopal y maguey. Ha empezado a llover una lluvia finita, como vapor de agua, y la mujer recuerda que antes los d¨ªas eran m¨¢s fr¨ªos, la bruma se manten¨ªa m¨¢s baja, el cerro estaba m¨¢s tupido. ¡°Las cosas han cambiado mucho¡±. Y aun as¨ª ella sigue habitando aquel octubre en el que lleg¨®.
Antes de que Barrag¨¢n cumpliera 15 a?os, su madre y una monja le pusieron enfrente la lista de todos los internados guadalupanos a los que pod¨ªa asistir, desde Canad¨¢ hasta Argentina, en orden alfab¨¦tico. Cuando lleg¨® a la letra t, fren¨®. ¡°Me top¨¦ con Tulancingo, Hidalgo, y dije ¡®ah¨ª quiero ir¡¯. Mi madre me dijo que terminara de leer. Termin¨¦ e insist¨ª: Tulancingo, Hidalgo¡±, relata. ¡°?Sabes d¨®nde est¨¢, Montse?¡±, le pregunt¨® su madre, pero la adolescente no sab¨ªa. ¡°Sent¨ª algo especial en mi barriga y as¨ª fue como llegu¨¦ aqu¨ª¡±, cuenta. Desde lo alto, la ciudad le pareci¨® un pesebre. ¡°Como un huevito¡±, dice y con las manos forma un cuenco. Aquel octubre baj¨® del cami¨®n, tom¨® aire y le gust¨®: ¡°Para m¨ª fue haber llegado a mi casa¡±.
Barrag¨¢n se cubre la cara y llora y por un rato ya no puede hablar.
¡°Fue un momento dif¨ªcil y Huapalcalco me enraiz¨®¡±, recuerda. Barrag¨¢n reconoce que el sitio y el proyecto creado a su alrededor han tenido un efecto ¡°unificador¡± y ¡°apuntalador de la identidad¡±. ¡°Transmitir, que otros puedan gozar de estos espacios, da un sentido de existencia¡±, reflexiona. Lo vio en sus compa?eras de instituto, que eligieron mostrarle primero que nada ¨Cantes que la Catedral, antes que el jard¨ªn de la Floresta¨C ese sitio. Y lo ve en las nuevas generaciones que han hecho propio el proyecto que ella inici¨®. Son sus hijos, los amigos de ellos y otros j¨®venes de Tulancingo. Muchos se han convertido en gu¨ªas de Huapalcalco.
¡°Se lo apropiaron con sus recorridos, con su forma de hablar. El g¨¹ero, todo grandote, como un l¨ªder seguido por los chiquillos que le prestan atenci¨®n; C¨¦sar, delgadito, que sent¨ªa que no lo escuchaban y por eso sube a las piedras y desde ah¨ª deja a todos con la boca abierta; el Tuc¨¢n, con sus tremendas expansiones de las orejas¡¡±, explica Barrag¨¢n. La mujer describe a los miembros del Colectivo Antiopresi¨®n de Tulancingo, que empezaron a colaborar con la asociaci¨®n Niebla y tiempo hace algunos a?os. Han pintado cinco murales en la ciudad que cuentan la historia de Huapalcalco y su activismo los ha llevado a dar charlas sobre el lugar hasta Chile y Colombia.
¨CAhora que han conseguido que se empiece esta declaratoria, ?qu¨¦ sigue?
¨C?Qu¨¦ sigue? A ver, digan.
Es la hora de comer, y Barrag¨¢n est¨¢ sentada en la cabecera de una mesa con Jos¨¦ de Jes¨²s Vargas, hijo de su compa?era de banco en el instituto; con Dar¨ªo Lobato, poeta argentino que viaja todos los a?os a visitar Huapalcalco, y con su hijo Alejandro. El primero dice que quiere que la gente ¡°vaya a Huapalcalco y sea consciente de d¨®nde est¨¢ pisando¡±. El segundo agrega que ¡°sea protegido, no se pide tanto¡¡±. El tercero completa: ¡°Espero que no se descuide la funci¨®n social que tiene el patrimonio. Los sitios arqueol¨®gicos son el emblema de la grandeza de M¨¦xico, pero el emblema funciona solo para un grupo de acad¨¦micos porque para la sociedad son lugares... Haciendo una analog¨ªa, son como las cosas que tiene la abuelita en la vidriera: qu¨¦ bonito, pero no es m¨ªo, no lo puedo tocar¡±. Y le toca el turno a Barrag¨¢n:
¨CEl ejercicio del rescate de Huapalcalco tiene que tener a la sociedad como algo fundamental porque un movimiento social llev¨® a ese rescate. Necesitamos estar bien conscientes de nuestra ra¨ªz. Cuando doy mis recorridos, empiezo diciendo que una de las culturas madres que dan origen a esta civilizaci¨®n es la mesoamericana. As¨ª inicio y as¨ª me encantar¨ªa que iniciaran los libros de historia en M¨¦xico.
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