Caf¨¦ La Habana, el nido de poetas malditos y leyendas guerrilleras en el coraz¨®n del viejo DF
El ic¨®nico establecimiento cumple 70 a?os cargados de historia: sus due?os aseguran que el Che Guevara y Fidel Castro planearon aqu¨ª la Revoluci¨®n Cubana; los poetas infrarrealistas, inmortalizados por Roberto Bola?o en ¡®Los detectives salvajes¡¯, se reun¨ªan aqu¨ª, al igual que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez u Octavio Paz
![El Caf¨¦ La Habana, en la esquina entre Bucareli y Morelos, nido de poetas, escritores y revolucionarios.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/46JYQYNO45DAVD6J47QSUCWG7A.jpg?auth=a12520139cd1a787e92663d835dafebf2e84127a2659e98817b850bf454fd2f9&width=414)
![Alejandro Santos Cid](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F9fc9feb7-b599-46d9-bb84-fadf3357a3d0.jpg?auth=31283b06cba9dbdefef543308b41f066cd0aa5b1c4bf7f804337e4b06a029b83&width=100&height=100&smart=true)
Sus noches las habitaron manadas de poetas que quer¨ªan ser malditos y beb¨ªan caf¨¦ con leche en vasos de cristal mientras discut¨ªan sobre la vida, el arte y la muerte; exiliados que se escond¨ªan entre las costuras de la capital mexicana y guerrilleros que se perdieron en la corriente de la historia. Aquel convulso Distrito Federal de la d¨¦cada de 1950 era el escenario de una novela de esp¨ªas, y el Caf¨¦ La Habana uno de los lugares privilegiados de aquella ciudad de v¨¦rtigo. Entre los altos techos como de iglesia evang¨¦lica de pol¨ªgono y la cafetera italiana de 1952, anidaron personajes de la bohemia y la literatura, de la guerrilla y la pol¨ªtica, el periodismo y los servicios de inteligencia. Se dice que en aquel lugar de encuentros literarios un argentino barbudo de nombre Ernesto, de apodo Che y de apellido Guevara se reun¨ªa con un exiliado cubano que buscaba volver a su pa¨ªs a hacer la revoluci¨®n: Fidel Castro. Que, sentados en las mesas de madera, los dos j¨®venes conspiraron la ca¨ªda del dictador Fulgencio Batista que cambiar¨ªa para siempre el rumbo de Am¨¦rica Latina.
Tambi¨¦n se cuenta que frente a los enormes ventanales que vigilan Bucareli, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez escribi¨® pasajes de Cien A?os de Soledad (1967), que Octavio Paz y Carlos Monsiv¨¢is eran clientes habituales o que el caf¨¦ fue un hervidero de espa?oles que hab¨ªan huido tras la Guerra Civil. Los poetas infrarrealistas, un movimiento de vanguardia fundado por Roberto Bola?o y Mario Santiago Papasquiaro, lo utilizaron como punto de reuni¨®n. Bola?o lo inmortaliz¨® en su novela Los detectives salvajes (1998) con el pseud¨®nimo de Caf¨¦ Quito, y as¨ª, a medio camino entre el mito y la realidad, los a?os fueron pasando hasta que este 2022 ha cumplido siete d¨¦cadas.
![El Caf¨¦ La Habana, famoso por ser el lugar en donde supuestamente Fidel Castro y el Che Guevara planearon la Revoluci¨®n Cubana.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QHESRTQGDZCGFIU7KFD3OSWUDE.jpg?auth=7b7206e7ee7e87959167d4aca5e0646a00a1cd1c78674acdb4ba56a022991835&width=414)
¡°El Che y Fidel se reun¨ªan aqu¨ª [en el caf¨¦ La Habana], porque viv¨ªan a ocho cuadras¡±, defiende Victor Garc¨ªa, coordinador del establecimiento, un jueves de julio. ¡°Se sentaban y platicaban al fondo del bar¡±, matiza. Los alrededores de Bucareli albergaban varias f¨¢bricas de puros y se hab¨ªan convertido en el hogar de una peque?a poblaci¨®n cubana, aunque para probar el paso de los dos revolucionarios por el caf¨¦ solo hay testimonios de segunda mano y literatura. El Che lleg¨® a M¨¦xico en 1954 procedente de Guatemala, donde hab¨ªa visto al presidente Jacobo ?rbenz ser derrocado en un golpe de Estado promovido por Estados Unidos. Castro arrib¨® en 1955, despu¨¦s de dos a?os en prisi¨®n en Cuba por un primer y fallido intento de revoluci¨®n. Se conocieron en la calle Emparan 49, en la colonia Tabacalera, y en 1956 partieron hacia la isla. El resto es historia.
Roberto Bola?o escribi¨® en Amuleto (1999) un supuesto encuentro entre la poeta salvadore?a Lilian Serpas y Guevara en el caf¨¦: ¡°Una noche, esto tambi¨¦n me lo cont¨® ella, conoci¨® en el caf¨¦ Quito a un sudamericano exiliado con el que estuvo hablando hasta que cerraron. Despu¨¦s se fueron a la casa de Lilian y se metieron en la cama sin hacer ruido (...) El sudamericano era Ernesto Guevara (...) Puede que fuera mentira (...) En el caf¨¦ Quito, por otra parte, m¨¢s de uno de los viejos periodistas fracasados hab¨ªa conocido al Che y a Fidel, que lo frecuentaron durante su estancia en M¨¦xico...¡±. Fotograf¨ªas de la ciudad de La Habana y de los revolucionarios decoran ahora el bar, adem¨¢s de una placa que los rememora como visitantes ilustres.
![Vista exterior del Caf¨¦ La Habana, ubicado entre avenida Morelos y Bucareli.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FLUGM7NITJGBLCG4H6YZTWVOU4.jpg?auth=8eeea9b61feea5e7abbadede6f1e5a642c3c7edd0fa3e53716218fdebc3a3e6f&width=414)
A pocos metros de La Habana se encontraban las redacciones de los principales peri¨®dicos del momento, como Exc¨¦lsior o El Universal, lo que hac¨ªa del caf¨¦ una parada habitual de periodistas. Para contrastar, al lugar tambi¨¦n acud¨ªan diariamente polic¨ªas y soplones por su cercan¨ªa con la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n. La primera vez que la escritora Elena Poniatowska, por esa ¨¦poca cronista de la ciudad, entr¨® al local, hab¨ªa sido citada por el poeta y exiliado espa?ol Le¨®n Felipe. ¡°Era un rumbo donde iban muchos espa?oles, muchos refugiados de la Guerra Civil, estaban siempre en esas calles del centro¡±, recuerda por tel¨¦fono. ¡°Gritaban mucho y se interrump¨ªan. Los mexicanos ped¨ªan caf¨¦ casi rogando al mesero. Los espa?oles golpeaban la mesa, chocaban los vasos, pasaban all¨ª dos, tres, cuatro horas, y dec¨ªan que iban a regresar a Espa?a apenas muriera [el dictador Francisco] Franco¡±.
Poetas perdidos en M¨¦xico
Los infrarrealistas les tomaron el relevo a los viejos periodistas y los exiliados espa?oles. En 1975, Bola?o y Mario Santiago Papasquiaro se conocieron en el caf¨¦ La Habana y junto con otro pu?ado de jovenc¨ªsimos autores mexicanos fundaron su movimiento po¨¦tico, una vanguardia que pretend¨ªa ¡°volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial¡±. Fue una corriente contracultural, enemiga ac¨¦rrima de escritores consagrados como Octavio Paz. Aunque tuvo una existencia marginal, con apenas ¨¦xito comercial ¡ªen gran parte por su antagonismo con las ¨¦lites literarias mexicanas¡ª, el autor chileno los retrat¨® en Los detectives salvajes, su novela m¨¢s emblem¨¢tica, d¨¢ndolos a conocer al gran p¨²blico. En ella, los protagonistas son Bola?o y Papasquiaro, bajo el pseud¨®nimo de Arturo Belano y Ulises Lima.
El caf¨¦ La Habana se convirti¨® en su lugar de referencia, un punto de partida para empezar la noche y mantener tertulias sobre literatura hasta altas horas de la madrugada. La poeta infra Guadalupe Pita Ochoa, una de las fundadoras del movimiento y representada en el libro de Bola?o con el pseud¨®nimo de X¨®chitl Garc¨ªa, lo recuerda as¨ª: ¡°Lleg¨¢bamos cualquier cantidad de j¨®venes melenudos, con morrales, muchos libros y que consum¨ªan poco. Casi nadie llevaba dinero, a veces solo alcanzaba para un caf¨¦ con leche. Pero no era un lugar para ir a comer, sino para ir a tomar caf¨¦ y fumar, fumar, fumar, y hablar, hablar, hablar... Le¨ªamos poes¨ªa en voz alta, versiones libres de traducciones de poetas, o de alg¨²n libro expropiado de alguna biblioteca. Era b¨¢sicamente un lugar de periodistas y de agentes de Gobernaci¨®n, la polic¨ªa pol¨ªtica¡ Por eso ah¨ª tambi¨¦n iban el Che y todos. Octavio Paz pasaba por all¨ª, pero era demasiado pobre y popular para ¨¦l. Seguramente fue alguna vez, pero no cuando nosotros ¨ªbamos¡±.
![Un camarero utiliza la cafetera italiana de 1952 del Caf¨¦ La Habana.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CJ5K3VBAINAIDMDIX2ZC5CVEWI.jpg?auth=8b3b034edcfd41b0f2d130e3f60ae52497131e2e092a63413a282889708c1e39&width=414)
Rafael Catana form¨® parte de los infrarrealistas en su segunda etapa, cuando Bola?o ya se hab¨ªa marchado a Europa y Papasquiaro quiso darle una nueva vida a la vanguardia. A?os despu¨¦s fue tambi¨¦n fundador del movimiento musical rupestre. ¡°Eran a?os muy fuertes, terribles, pero tambi¨¦n a?os de experiencia con la poes¨ªa. Estuve varias veces en el caf¨¦ La Habana despu¨¦s de unas manifestaciones, y algunas veces con Mario Santiago. Ram¨®n M¨¦ndez Estrada [otro poeta infra] nos cit¨® all¨ª a varios para hacer una revista que se llamar¨ªa Con peyote baila el perro, en ese drama de la literatura, de los poetas, de la vida cotidiana, de la revuelta obrera que hab¨ªa en esos a?os en la Ciudad de M¨¦xico¡±, evoca.
El periodista, documentalista y escritor Diego Enrique Osorno, lleg¨® al caf¨¦ por primera vez en 2003. Acababa de aterrizar en Ciudad de M¨¦xico para trabajar en Milenio, cuya redacci¨®n se encuentra a unos metros de La Habana. ¡°Parec¨ªa un caf¨¦ de viejos boxeadores. Recuerdo que hab¨ªa muchos periodistas veteranos del viejo Exc¨¦lsior, viejos columnistas de referencia. Me fui encari?ando con el lugar, se fue gentrificando un poco esa zona y el caf¨¦ se manten¨ªa, medio por la inercia. Todo parec¨ªa indicar que lo iban a cerrar o transformar en pinche bar hipster y finalmente le dan como un relanzamiento recuperando la historia no solo de Los detectives salvajes, sino tambi¨¦n del Che Guevara y se volvi¨® un caf¨¦ como legendario¡±.
A?os despu¨¦s, Osorno se lanz¨® en una investigaci¨®n tras los pasos del desaparecido poeta Samuel Noyola, que documentar¨ªa en la pel¨ªcula de Netflix Vaquero del mediod¨ªa (2019). El autor tambi¨¦n hab¨ªa frecuentado La Habana: ¡°Ya era un caf¨¦ entra?able para m¨ª, y cuando empec¨¦ la b¨²squeda no me sorprendi¨® saber que en ese caf¨¦ Mario Santiago Papasquiaro y Samuel hab¨ªan tenido una cita muy peculiar. Mario Santiago lo vio llegar con botas vaqueras, patr¨®n de mezclilla, hebilla, un atuendo norte?o, a una cita alrededor de las 11.30 de la ma?ana. Hab¨ªan tomado un caf¨¦ y estaban esperando porque Mario Santiago ten¨ªa la regla de no tomar la primera cerveza hasta las 12, y cuando lleg¨® la hora dejaron los caf¨¦s y brindaron por el ¡®vaquero del mediod¨ªa¡¯, el apodo que le puso Mario a Samuel¡±.
Osorno descubri¨® Los detectives salvajes durante un viaje a Caracas, Venezuela. Desde entonces, fascinado por el universo de Bola?o y los infrarrealistas, ha buceado entre sus historias como un arque¨®logo literario. Pese a su marginalidad, aquel grupo de poetas j¨®venes gener¨® una influencia enorme en varias generaciones posteriores de artistas. La cantante, compositora y escritora Patti Smith tambi¨¦n se enamor¨® de la obra de Bola?o. Intentando conocer lo m¨¢ximo posible sobre el autor, lleg¨® hasta el Caf¨¦ La Habana, y en 2017 realiz¨® un concierto en el lugar ante 200 personas, en honor del narrador chileno.
Como Smith, siguen llegando al caf¨¦ turistas y lectores de todas partes del mundo que persiguen el rastro de Bola?o y el Che, de Garc¨ªa M¨¢rquez y Paz. Detectives salvajes tras el c¨²mulo de recuerdos que esconde La Habana: las huellas del infrarrealismo, las revoluciones latinoamericanas, las vanguardias culturales que iban a cambiar el continente, en un lugar donde la historia y la leyenda a veces se difuminan.
![Una fotograf¨ªa del Caf¨¦ La Habana en 1999.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NEEXXZMOZFHSNLP2LNTCW22FYE.jpg?auth=c7e181baf5010767d802b9809564d3ac102fd1813aff1e519ddaa72b09e29922&width=414)
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