El desaf¨ªo democr¨¢tico: nos vemos en las urnas
El plan B del presidente para la Guardia Nacional es congruente con el marco institucional, pese a todo: luchar¨¢ por conseguir la mayor¨ªa calificada para hacer el cambio que ahora le ha impedido la Corte. Est¨¢ en sus atribuciones y sobre aviso no hay enga?o
¡°Nosotros vamos a obedecer lo que resolvieron los ministros de la Corte¡±, dijo este mi¨¦rcoles el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, tras lamentar la decisi¨®n del poder judicial que considera inconstitucional la subordinaci¨®n de la Guardia Nacional a las fuerzas armadas. El presidente perdi¨® una batalla que, por razones no f¨¢ciles de comprender, ha considerado estrat¨¦gica para el futuro del pa¨ªs. Y, no obstante, su pronunciamiento es absolutamente institucional al someterse claramente a la determinaci¨®n de la autoridad competente.
Hace una semana, en este espacio, publiqu¨¦ el texto La guerra pac¨ªfica, en la cual argument¨¦ que, m¨¢s all¨¢ de la estridencia verbal que genera la disputa por distintos proyectos de pa¨ªs y el desaseado intercambio de ep¨ªtetos y descalificaciones, los actores pol¨ªticos han actuado dentro del marco institucional. Algo que no deja de ser admirable, considerando lo mucho que est¨¦ en juego y las pasiones que eso ha desatado.
La oposici¨®n no ha recurrido a boicots econ¨®micos, paros orquestados, huelga de impuestos u otras maniobras que la derecha ha utilizado en otros pa¨ªses, ni el Gobierno de la 4T ha asumido actitudes represivas, c¨¢rcel o expropiaciones arbitrarias, m¨¢s all¨¢ de su hostilidad verbal. Ambas partes se han acusado de todo, pero en realidad han restringido su confrontaci¨®n a los espacios pol¨ªticos y jur¨ªdicos, dentro del marco de la ley, aun cuando cada cual haya buscado los pliegues, las interpretaciones l¨ªmite o las astucias legales en su provecho.
Hay una oposici¨®n responsable que apuesta a las instituciones para frenar el proyecto de cambio que est¨¢ en marcha, y un Gobierno responsable que recurre a las atribuciones legales del poder Ejecutivo y de su mayor¨ªa en las c¨¢maras, dentro de los l¨ªmites de la ley.
Digo lo anterior para no perder de vista el m¨¦rito que, pese a todo, ha tenido la comunidad pol¨ªtica y, en cierta manera, la sociedad mexicana en su conjunto, para dirimir sus profundas diferencias por una v¨ªa razonablemente pac¨ªfica y civilizada. Habr¨ªa sido deseable que fuera menos rijosa en lo verbal, pero tampoco es para espantarse cuando se observan los efectos reales, m¨¢s all¨¢ de la polvareda.
En el ¨²ltimo cambio de presidencia, tanto en Brasil como en Estados Unidos, observamos la toma de la sede del poder por parte de las huestes del mandatario saliente en clara violaci¨®n de la ley. Ambos casos fueron alentados claramente por el presidente derrotado, con el prop¨®sito tentativo de mantenerse en el poder. Lo que estamos viendo en M¨¦xico es un intento de cambio de estructuras de un nuevo proyecto pol¨ªtico desde el poder, y la resistencia parcial o total a esos cambios de parte de algunos sectores de la sociedad. Ninguno se ha salido del marco institucional y mucho menos ha recurrido a la violencia. Ni la derecha ha mandado manifestantes a tomar obras en proceso, ni las huestes oficiales han paralizado a la Corte con la invasi¨®n de ¡°ciudadanos indignados¡±; tentaciones que los grupos en disputa han resistido. La aceptaci¨®n del soberano al fallo de los ministros este mi¨¦rcoles lo confirma.
Tras la derrota, el presidente hizo una reflexi¨®n que describe esta civilidad; un gesto que dif¨ªcilmente empata con la visi¨®n catastrofista que le endilgan sus cr¨ªticos, acus¨¢ndolo de ser un d¨¦spota destructor de instituciones. ¡°Es un tiempo important¨ªsimo en nuestro pa¨ªs, momentos estelares en nuestra historia; ?cu¨¢ndo ¨ªbamos a pensar que vivir¨ªamos estas cosas?, antes todo era plano, no se mov¨ªa nada, ni una hoja de la pol¨ªtica, antes era asunto de los pol¨ªticos, ahora es de todos. Hab¨ªa un pensamiento ¨²nico impuesto a trav¨¦s de los medios. Ahora hay pluralidad, diversidad, debate, una aut¨¦ntica democracia; ya no somos ciudadanos imaginarios, somos ciudadanos de verdad, el pueblo est¨¢ m¨¢s politizado. De manera pac¨ªfica se est¨¢ llevando a cabo una transformaci¨®n muy profunda. ?Cu¨¢ndo se hab¨ªa visto que la Corte se enfrentara y se opusiera al presidente? Antes se hablaba de divisi¨®n de poderes, pero el poder de poderes era el presidente. Los otros dos poderes eran ap¨¦ndices. Ahora, gracias al movimiento democr¨¢tico y la lucha de millones de mexicanos, estamos viviendo estos momentos de cambio, de transformaci¨®n pac¨ªfica. Un aut¨¦ntico estado de derecho. Nosotros vamos a cumplir lo que decidieron los ministros de la Corte, pero al mismo tiempo vamos a ejercer nuestros derechos y facultades¡±.
Y tras esta conclusi¨®n, L¨®pez Obrador lanz¨® su nuevo plan B; y habr¨ªa que insistir en que apelar a las opciones B deriva, justamente, de reconocer que su plan A ha sido derrotado en tribunales. Es decir, un presidente que se somete al designio de otros poderes, aun cuando lo haga despotricando contra el fallo adverso.
Su plan B, para la Guardia Nacional, es igualmente congruente con el marco institucional, pese a todo: luchar¨¢ por conseguir la mayor¨ªa calificada en el Congreso, es decir, m¨¢s de dos tercios, en las elecciones de junio de 2024 para hacer el cambio constitucional que ahora le ha impedido la Corte. Est¨¢ en sus atribuciones y sobre aviso no hay enga?o. Un desaf¨ªo para s¨ª mismo y un desaf¨ªo para la oposici¨®n. Pero en esencia es un planteamiento leg¨ªtimo en t¨¦rminos electorales, m¨¢s all¨¢ de que se est¨¦ de acuerdo o no con la militarizaci¨®n de la Guardia Nacional: que sea el votante el que lo decida. Esto convertir¨¢ la discusi¨®n de la seguridad p¨²blica en un tema expl¨ªcito de campa?a. A la oposici¨®n le bastar¨¢ obtener 167 diputados, de un total de 500, para neutralizar el deseo del presidente y podr¨¢ invocar el inter¨¦s ciudadano de mantener a las fuerzas del orden en el ¨¢mbito civil. En cierta forma, el presidente le est¨¢ dando a sus rivales un argumento atractivo para mejorar su propuesta electoral.
Nos quedan trece meses para nutrir el debate, analizar los pros y contras, transparentar argumentos y no quedarnos en descalificaciones. No solo para el tema de los militares, sino tambi¨¦n para someter al juicio de la poblaci¨®n la naturaleza e intensidad de los cambios que est¨¢n en marcha o se pretenden. Imperfecta como es, se trata de una l¨®gica democr¨¢tica y est¨¢ abierta al debate. En efecto, vivimos tiempos interesantes, m¨¢s all¨¢ del regusto de los actores pol¨ªticos, para escandalizar y crispar al respetable con fuegos artificiales.
Cuenta de Jorge Zepeda Patterson en Twitter: @jorgezepedap
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