Hiram Ruvalcaba, escritor jalisciense: ¡°Nuestra realidad est¨¢ mucho m¨¢s cerca a la de Comala porque somos un pueblo de muertos¡±
En ¡®Todo pueblo es cicatriz¡¯ el autor originario de Zapotl¨¢n hace un retrato de su vida en el sur de uno de los Estados m¨¢s violentos del pa¨ªs, al tiempo que refleja la vida cotidiana de una sociedad cada vez m¨¢s sedada por la violencia
Hiram Ruvalcaba (Zapotl¨¢n el Grande, 35 a?os) ten¨ªa ocho a?os cuando escuch¨® por primera vez el sonido de balazos cerca de su casa en Zapotl¨¢n, en el sur del Estado de Jalisco. La idea de escribir Todo pueblo es cicatriz (Random House, 2023) le lleg¨® una noche, varios a?os despu¨¦s, mientras sosten¨ªa en brazos a su hijo de solo ocho d¨ªas de nacido, en el momento en el que aquellos ruidos se le volvieron a aparecer. La temporalidad y el peso entre ambos sucesos lo conmovieron y por su mente se entremezclaron el Hiram de ocho a?os, dubitativo ante un sonido que no reconoc¨ªa a¨²n, pero que tem¨ªa, y el Hiram que, convertido en padre, sosten¨ªa a su hijo, en un pa¨ªs que parec¨ªa ser exactamente el mismo.
Cuando era peque?o, Ruvalcaba estudiaba la primaria a solo unas calles de la casa donde viv¨ªa el escritor Juan Jos¨¦ Arreola, aunque siempre le gust¨® leer libros y se convirti¨® en un voraz aficionado a la literatura, fue de aquellos quienes nunca tuvieron la fortuna de cruzarse con el afamado autor en el pueblo. Tambi¨¦n, muchas de las ma?anas, al salir de casa rumbo a la escuela, su padre se deten¨ªa y le ped¨ªa que mirara hacia el oriente, en direcci¨®n a la Sierra del Tigre, para decirle: ¡°Mira esa cuenca entre los cerros, se llama La media luna y ah¨ª vive Pedro P¨¢ramo¡±.
¡ª ?C¨®mo dice usted que se llama el pueblo que se ve all¨¢ abajo?
¡ª Comala, se?or.
¡ª?Est¨¢ seguro de que ya es Comala?
¡ªSeguro, se?or.
¡ª?Y por qu¨¦ se ve esto tan triste?
¡ªSon los tiempos, se?or.
La obra de Ruvalcaba es inseparable de estos dos grandes autores que le precedieron y que tambi¨¦n se desarrollaron en el mismo espacio geogr¨¢fico que ¨¦l. Por eso insiste en el valor ¨²nico de quienes escriben el mundo a trav¨¦s de la mirada que da vivir y crecer en un Estado como el suyo: ¡°Tengo mucho tiempo diciendo que para los que escribimos desde el sur de Jalisco hay como una especie de... Meca emocional, o hay una carga espiritual. Es muy interesante. Tenemos, por ejemplo, la presencia de Rulfo, que deber¨ªa ser suficiente para cualquier persona que se dedique a escribir. Y aqu¨ª, en Zapotl¨¢n, pues tenemos a Juan Jos¨¦ Arreola.¡±, cuenta.
Por eso tambi¨¦n, quiso que Todo pueblo es cicatriz fuera una especie de continuidad de Pedro P¨¢ramo (1955), de Juan Rulfo, o una versi¨®n contempor¨¢nea de textos como La Feria (1963), de Juan Jos¨¦ Arreola. Tambi¨¦n le gusta creer que su libro ¡°es la tercera gran novela sobre Zapotl¨¢n¡±, despu¨¦s de la obra que lleva ese nombre como t¨ªtulo ¡ªde 1940¡ª, del escritor y diplom¨¢tico Guillermo Jim¨¦nez, y la ya mencionada de Arreola. Pero Ruvalcaba asegura que esta historia que cuenta tambi¨¦n una parte de la historia actual de M¨¦xico est¨¢ a¨²n m¨¢s cercana al imaginario de Rulfo: ¡°Me di cuenta de que nuestra realidad est¨¢ mucho m¨¢s cerca a la de Comala, porque nosotros somos un pueblo de muertos o de muertos potenciales, porque en realidad nadie est¨¢ a salvo de la violencia¡±.
¡ªSon los tiempos, se?or.
Como todo escritor que vive y que escribe sobre su tiempo, Ruvalcaba lo ha hecho sobre eso, y ha querido que su relato sea a la vez confesi¨®n y pena, pero tambi¨¦n una especie de forma de asumir la responsabilidad social que le toca como escritor, como profesor universitario, ciudadano, padre, esposo, compa?ero, en un pa¨ªs en el que la violencia ha permeado en casi todo lo que le rodea.
En el relato est¨¢ presente su trayectoria como periodista, que empez¨® en un peri¨®dico local a los 16 a?os y que recuerda much¨ªsimo con cari?o, pero tambi¨¦n con terror. Despu¨¦s de algunos a?os de ser un reportero que cubr¨ªa distintas fuentes como la deportiva o la cultural, principalmente, lo asignaron a la nota roja: ¡°No fue una experiencia que me gustara. Yo dur¨¦ muy poco. Esa fue mi separaci¨®n con el periodismo. La verdad es que creo que fue el impacto de los cad¨¢veres, que por cierto ya para ese entonces era m¨¢s all¨¢ de 2006, que fue cuando empez¨® la vor¨¢gine aqu¨ª en M¨¦xico de la violencia, de toda esa bestialidad. No me gust¨® ver muertos colgados o desmembrados, etc. No era una experiencia que yo quisiera hacerme a m¨ª mismo. Y respeto mucho a los periodistas que s¨ª lo hacen. Definitivamente, se necesita una vocaci¨®n con la verdad, con la denuncia, pero yo no quer¨ªa eso entonces, y no la tuve¡±, recuerda.
Bas¨® algunos de los personajes de su novela en incontables cifras, testimonios y relatos a los que ¨¦l trata de poner nombre y cuya historia de vida traza usando su formaci¨®n period¨ªstica, pero tambi¨¦n sus experiencias personales. Como la parte en la que mientras un joven Hiram ¡ªprotagonista del relato en primera persona¡ª pasea por la plaza del pueblo con su novia, cuando una camioneta rompe el silencio y la tranquilidad de la tarde, con el rechinido de sus neum¨¢ticos mientras se detienen a media calle para arrojar desde su interior a una jovencita llena de golpes, casi muerta, desfigurada por quien sabe qu¨¦ horrendos actos.
O los brutales asesinatos de Sagrario, una vecina alegre que hab¨ªa logrado separarse de su esposo tras muchos a?os de un matrimonio de infelicidad; o la de Roc¨ªo, una maestra de primaria asesinada por su esposo en su casa, mientras sus dos peque?os hijos miraban la televisi¨®n. En much¨ªsimas ocasiones, Hiram, el joven, el reportero, el novio, el ni?o, se cuestiona a s¨ª mismo sobre c¨®mo debe actuar ante distintas situaciones; c¨®mo el miedo a ayudar al pr¨®jimo se convierte poco a poco en una posibilidad de convertirse en uno de esos muertos o potenciales muertos.
Ante el desconocimiento de un enemigo com¨²n, parece que lo ¨²nico que queda es desconfiar del resto del mundo. ¡°Leo con mucha tristeza, que se siguen encontrando mujeres asesinadas, chavos u hombres o ni?os asesinados, pero creo que ah¨ª no nace el problema. Yo me pregunt¨¦ en la novela ?d¨®nde podemos rastrear estos grandes conflictos? Creo firmemente que no es arriba, el problema est¨¢ abajo y tendr¨ªamos que empezar a pensar ?Cu¨¢les actos cotidianos de violencia son los que desencadenan esos actos cotidianos de ultra violencia?¡±, reflexiona.
Adem¨¢s, Ruvalcaba menciona esas ¡°otras violencias menos visibles¡± o que simplemente no se consideran violencia, como el impacto agroindustrial en muchas ciudades y Estados, como su natal Jalisco, que, asegura, se ha convertido en un laboratorio para la siembra de varias frutas o vegetales y otros productos que est¨¢n cambiando totalmente la din¨¢mica social y econ¨®mica de la entidad. O el tema cada vez m¨¢s recurrente en las reflexiones sociales, sobre la paternidad: ¡°El abandono paterno es un tema que me preocupa mucho, que no lo vemos como problema y c¨®mo es posible que no lo veamos as¨ª en un pa¨ªs con 50% de hogares pr¨¢cticamente sin una figura paterna, porque el padre se va simplemente porque le vali¨® madre, o padres que se fueron a Estados Unidos a trabajar o padres a los que se los llev¨® el narco. Es una situaci¨®n de violencia, cientos de ni?os que no podemos decir que no les deja una huella de violencia.¡±
La lectura de Todo pueblo es cicatriz no es f¨¢cil, pero es necesaria. En un pa¨ªs como M¨¦xico en el que todo parece estar atravesado por la violencia, la novela es un espejo en el que los lectores pueden reencontrarse con pasajes de su propia historia, sus propias violencias y sus propios fantasmas y culpas. Ruvalcaba recuerda: ¡°Borges dec¨ªa que la literatura es el espejo que nos devuelve nuestro verdadero rostro, yo en alg¨²n momento al hablar sobre este libro he pensado que a veces ese rostro no es el que queremos ver. Y entonces creo que es tiempo de que el lector se pregunte, as¨ª como yo lo hice: ?Qui¨¦n soy yo ante este mundo violento y en qu¨¦ me ha transformado?¡±.
En las primeras p¨¢ginas del libro, Ruvalcaba reflexiona ya sobre lo que hist¨®ricamente le ha dado esa geograf¨ªa literaria del Jalisco escrito y descrito desde las plumas de Arreola y de Rulfo: ¡°La violencia se ha drenado desde el paisaje rulfiano hasta nuestros pueblos: vivimos al filo de la sangre, con el luto a flor de piel. A veces he pensado que la cercan¨ªa geogr¨¢fica con La media luna, y con la Comala m¨ªtica que invent¨® Juan Rulfo, ha servido para forjar entre los habitantes de Tlayolan cierto car¨¢cter ficcional: quiz¨¢ ya todos estemos muertos, solo falta que alguien nos avise¡±.
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