Ya se oye el chucuch¨² del tren
El Gobierno ha prometido que volver¨¢n los convoyes de pasajeros a circular por las v¨ªas f¨¦rreas, gran noticia para un bello pa¨ªs como M¨¦xico
Esta es una entrega de la newsletter semanal de M¨¦xico, que puede seguirse en este enlace
Los trenes de la literatura, del cine, los trenes de la infancia y los que recorr¨ªan nuevos paisajes en la juventud, los del antiguo Oeste compitiendo con el trote de los caballos y los de los hermanos Marx a toda m¨¢quina, el de Doctor Zhivago o el de Indiana Jones, de Par¨ªs a Estambul en el Orient Express de Agatha Christie, los extra?os de Patricia Highsmith y despu¨¦s de Hitchcock, la partida de cartas y vodka de Paul Newman antes del golpe, el Transiberiano o el Chepe mexicano. Despedidas y reencuentros. El tren es la met¨¢fora de la vida. No dejen que se les pase.
?Salvo alg¨²n trayecto tur¨ªstico y otros por venir, tristemente M¨¦xico es un pa¨ªs sin trenes de pasajeros, y se a?oran. Bajo el mandato de Ernesto Zedillo, que ahora da lecciones para mejorar M¨¦xico, se privatizaron las v¨ªas f¨¦rreas por las que siguen circulando las mercanc¨ªas de don Germ¨¢n Larrea, solo mercanc¨ªas. Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha decidido revertir esa situaci¨®n, no solo con el Tren Maya y otros proyectos periurbanos y en el istmo. El 8 de noviembre anunci¨® que prepara un decreto para que las v¨ªas actuales permitan la circulaci¨®n de trenes de pasajeros. Ha invitado a los actuales concesionarios a aprovechar esa oportunidad comercial, pero, si no les complace, el propio Estado se har¨¢ cargo del asunto, ha dicho el presidente. El pitido del tren ya se oye m¨¢s cercano. Otra vez un gobierno teniendo que arreglar con buen dinero p¨²blico lo que otros rompieron.
?Circular por M¨¦xico sale caro. Las autopistas est¨¢n jalonadas de peajes y a veces las casetas de cobro atoran el tr¨¢fico desde kil¨®metros atr¨¢s: uno acaba pagando por esperar para pagar, menudo negocio. Cuando alguien se mete en carretera nunca sabe por cu¨¢nto superar¨¢ el trayecto el horario que marca Internet. Accidentes, manifestaciones, protestas, ineficaces casetas¡ un viaje de la capital a Puebla puede robar medio s¨¢bado. La otra opci¨®n son los aviones. Ay, los aviones. Los aviones contaminan, por dentro y por fuera. Por fuera, con su CO2, y por dentro con los est¨²pidos mensajes sobre c¨®mo se llama el sobrecargo o la necesidad de quitarse la mascarilla antes de colocarse la otra mascarilla si se diera el caso. Y otros comunicados igual de prescindibles por megafon¨ªa o en pantalla, cualquier cosa menos dejar leer al pasajero. Comer s¨ª, comida y bebida chatarra, por supuesto, como si no hubiera bastante obesidad. La ¨²nica ventaja del avi¨®n es que no lo pueden asaltar mientras viaja. En muchos autobuses la contaminaci¨®n es id¨¦ntica, por fuera y por dentro. Imposible leer porque todo el mundo se empe?a en poner la televisi¨®n o la m¨²sica e invadir el espacio de los dem¨¢s. Y m¨¢s comida chatarra.
?Nada que no pueda pasar en un tren, que ¨²ltimamente les ha dado por enviar los mismos mensajes del avi¨®n, como si eso fuera signo de elegancia, cuando no es m¨¢s que ruido. Ninguna confianza en que M¨¦xico aproveche su nueva singladura por v¨ªas f¨¦rreas para corregir todo esto y hacer del viaje en tren un trayecto elegante, sencillo, silencioso, amable, interesante y misterioso. Es un bello pa¨ªs para levantar la vista del libro y asomarla por la ventanilla al nervioso paisaje. Para echar un sue?ecito y ¨®rale, ya estamos en Quer¨¦taro, en Guadalajara, en Morelia, en Monterrey.
?Bienvenidos sean los trenes a M¨¦xico, incluso con sus ruidos y su comida chatarra, si no pudiera evitarse. Bienvenidos el paisaje r¨¢pido y el aire m¨¢s limpio, la puntualidad que no prestan los aviones y la seguridad que no se encuentra en el tr¨¢fico rodado. Es una gran oportunidad para traer al pa¨ªs los trenes, que nunca dejaron de estar de moda.
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