La misi¨®n imposible de cruzar un paso peatonal en Ciudad de M¨¦xico

Esperar cinco minutos de pie a que un coche pare. Mirar el sem¨¢foro de los veh¨ªculos para saber cuando cruzar a pie. Dar las gracias al conductor que, por fin, deja pasar. Estas son algunas de las situaciones que se repiten de forma inconsciente en Ciudad de M¨¦xico, una megaurbe de m¨¢s de 9 millones de habitantes en la que el conductor es el rey de la calle. Una capital donde falta infraestructura para el peat¨®n y la licencia se obtiene sin examen es el reflejo de un pa¨ªs en el que 7 de cada 10 muertes en las carreteras son del sector m¨¢s vulnerable: peatones, ciclistas y motociclistas.

El reglamento de tr¨¢nsito del Gobierno de la Ciudad de M¨¦xico es claro sobre qui¨¦n tiene prioridad para usar la v¨ªa p¨²blica: primero, peatones, en especial personas con discapacidad y movilidad limitada; y segundo, ciclistas. Que no se respete se relaciona con que en la capital no haya que pasar ex¨¢menes para sacarse la licencia de conducci¨®n. Para Bosco Mart¨ª, presidente de Fundaci¨®n Aleatica para la Seguridad Vial, es uno de los desencadenantes de que no se conozcan las reglas: ¡°En M¨¦xico, a diferencia de otros pa¨ªses, el tema de la licencia es un derecho, m¨¢s que un privilegio¡±.

El precio de una licencia de tres a?os para conducir coches es de 989 pesos. En varias autoescuelas consultadas por EL PA?S, seis horas de pr¨¢cticas de conducci¨®n -no obligatorias- cuestan alrededor de 2.350 pesos. Eduardo Fern¨¢ndez es activista desde 2012 en la plataforma Peatones Primero. Su opini¨®n es un poco m¨¢s extrema que la de Marti: ¡°Los ¨²nicos requisitos que tiene una persona para poder obtener su licencia son hacer un tr¨¢mite donde das algunos datos, pagas la tarifa, te toman la fotograf¨ªa y listo. Debe ser verg¨¹enza mundial¡±.

No saberse las reglas implica riesgos para el peat¨®n. ¡°No puede ser que tanta gente peligrosamente ignorante ande por ah¨ª con coches superpotentes de m¨¢s de una tonelada de peso¡±, explica Fern¨¢ndez. Para el presidente de la Fundaci¨®n Aleatica es casi una cuesti¨®n cultural: ¡°Es importante cambiar la cultura. De entrada nos enfrentamos a un conductor que no tom¨® ning¨²n curso de manejo, a quien probablemente alg¨²n familiar le ense?¨® a conducir, pero no tuvo una capacitaci¨®n profesional. Necesitamos respeto a los usuarios m¨¢s vulnerables de la v¨ªa¡±.

El otro gran problema de que no se pueda cruzar una calle con tranquilidad es la falta de infraestructura que favorezca al peat¨®n. Fern¨¢ndez cree que las calles est¨¢n hechas ¡°para que circule el coche con facilidad¡±. La principal propuesta de Peatones Primero es la transformaci¨®n de las v¨ªas. ¡°Reductores de velocidad y carriles m¨¢s estrechos hacen que los conductores se detengan mucho m¨¢s f¨¢cil¡±, explica el activista.

Las medidas de contenci¨®n para los coches tambi¨¦n deben estar acompa?adas de facilidades para el peat¨®n. Por ejemplo, en el cruce entre la avenida M¨¦xico-Tacuba y el Circuito Interior, en la alcald¨ªa Miguel Hidalgo. All¨ª, los peatones no tienen sem¨¢foros para ellos, y se gu¨ªan por los de los coches para saber cu¨¢ndo tienen que cruzar.

A veces influye el exceso de infraestructura. En la alcald¨ªa Venustiano Carranza, la avenida de m¨¢s de 10 carriles Fray Servando Teresa de Mier cuenta con un puente peatonal bajo el que tambi¨¦n est¨¢ dibujado un paso de peatones en el asfalto. Los que caminan muchas veces no suben las escaleras del puente y deciden cruzar los 50 metros mientras miran a ver si pasa alg¨²n coche.

Miles de estas situaciones contradictorias se repiten en toda la ciudad. Aunque m¨¢s en las colonias del exterior que en el centro. ¡°Se ha desarrollado una infraestructura para peatones mejor en el centro tur¨ªstico de la ciudad. En las zonas exteriores hay m¨¢s riesgo para los que van a pie¡±, explica Fern¨¢ndez.

En M¨¦xico, los datos oficiales desprenden que en 2021 hubo 377.000 accidentes de tr¨¢fico en todo el pa¨ªs, en los que 91.501 personas resultaron heridas y 5.181 murieron. Uno de cada 10 era un peat¨®n. El gran problema es la descentralizaci¨®n de los datos, que dependen de los registros de los municipios, y que muchas veces no reflejan una cifra real. Antes los llevaba la Secretar¨ªa de Salud, ahora los revela el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (Inegi).

El informe m¨¢s consistente de los ¨²ltimos a?os fue el que lanz¨® la Organizaci¨®n Mundial de la Salud hace algunos a?os, que situaba a M¨¦xico como el s¨¦ptimo pa¨ªs del mundo con m¨¢s fallecidos en las carreteras. La segunda causa de muerte en el pa¨ªs para personas entre los 15 y 34 a?os. Y entre ellos, siete de cada diez iban a pie, en bici o en moto. La instituci¨®n informaba en ese momento que los gastos m¨¦dicos provocados por las lesiones en los accidentes tuvieron un impacto negativo en el 3% del Producto Interior Bruto del pa¨ªs.

Marti cree que deber¨ªa crearse un ¡°observatorio de seguridad vial en M¨¦xico¡±, que permita ¡°llevar un registro puntual de todas estas cuestiones¡±. Tampoco est¨¢ adherido al Observatorio Iberoamericano de Seguridad Vial, al que pertenecen nueve pa¨ªses latinoamericanos junto con Andorra y Espa?a, pero al que Estados muy afectados por los accidentes como Per¨², Bolivia y M¨¦xico no est¨¢n ligados.

El presidente de la Fundaci¨®n Aleatica tambi¨¦n aboga por a?adir un sistema de puntos en las licencias que sancione a los conductores por las infracciones. ¡°En Espa?a, despu¨¦s de los primeros 10 meses de entrada en vigor del sistema, se redujeron un 16% los accidentes de tr¨¢fico. En Jap¨®n, despu¨¦s de 5 a?os, las incidencias fatales bajaron un 30%¡±.

Eduardo Fern¨¢ndez cree que hace falta mayor reivindicaci¨®n de los que van a pie. ¡°Los peatones deben saber cu¨¢l es su derecho. Estamos acostumbrados desde hace generaciones a que los coches tienen preferencia¡±. Los peatones deben exigir sus derechos en cada sem¨¢foro y cada paso de preferencia, seg¨²n el activista: ¡°El discurso tiene que ser: ¡®Nosotros estamos aqu¨ª. Y le exigimos nuestros derechos tanto a la autoridad, como a ti conductor, que est¨¢s frente a m¨ª¡¯¡±.

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