En defensa de Peso Pluma: escuchemos a las juventudes que le cantan al narco
Lo que molesta de los corridos es escuchar a gente empobrecida hablar de que sali¨® de la pobreza. Son hijos de la militarizaci¨®n, de la guerra y del fracaso del Estado para garantizar seguridad. Todos los problemas sociales generan productos art¨ªsticos. ?Por qu¨¦ la guerra contra el narco ser¨ªa la excepci¨®n?
La visita de Peso Pluma al festival Vi?a del Mar no era una noticia tan pol¨¦mica. La visita de Peso Pluma a Vi?a del Mar era algo sencillo: un cantante exitoso m¨¢s, present¨¢ndose en un festival musical y ya est¨¢. No era motivo de pol¨¦mica hasta que una ¡°buena conciencia¡± lo problematiz¨®. El soci¨®logo chileno Alberto Mayol puso el dedo en la llaga cuando afirm¨® en una columna de opini¨®n que el primero de marzo, d¨ªa propuesto para presentaci¨®n de Peso Pluma en Vi?a del Mar, escuchar¨ªamos la voz de narco en un canal del Estado.
La columna se llama Peso Pluma en Vi?a: a veces hay que escuchar la voz del narco. ?Hay que escuchar al narco? La frase, de entrada, es problem¨¢tica. Una cosa es escuchar una expresi¨®n cultural de j¨®venes que crecieron en la guerra contra el narco y otra escuchar a los l¨ªderes de las organizaciones criminales. Yo replantear¨ªa: ?hay que escuchar a las juventudes que le cantan al narco? Y responder¨ªa que s¨ª. Y a lo largo de este texto problematizar¨¦ algunas de las afirmaciones de Mayol y otros que comparten su postura. Lo har¨¦ como mexicana, como v¨ªctima indirecta y sobreviviente de la guerra contra el narco, pero tambi¨¦n como entusiasta de los corridos en general. Hablar¨¦, tambi¨¦n, de la importancia de los corridos b¨¦licos, de los matices y de complejizar.
Si quieren dar seguimiento puntual a lo que se ha dicho y lo que ha pasado, les recomiendo leer Peso Pluma en el Festival de Vi?a del Mar: la visita que incomoda a Chile, de Antonia Laborde, publicado en este mismo espacio. Pero, primero: el contexto es importante. ?Qui¨¦n es Peso Pluma? Se llama Hassan Emilio Kabande Laijaun es originario de Zapopan, Jalisco, de familia de clase media alta y piel blanca. Es delgado y tiene carisma. Aunque es m¨¢s conocido como int¨¦rprete de corridos tumbados, tambi¨¦n tiene grandes ¨¦xitos de reguet¨®n y trap. Su fama internacional comenz¨® en 2022.
Adem¨¢s, si desean entender a profundidad el fen¨®meno musical, les recomiendo leer la columna de opini¨®n: Peso Pluma: el hijo de la guerra contra el narco que destron¨® a Bad Bunny, de ?scar Balderas. Destaco algunas frases: ¡°El nuevo ¨ªdolo punk escandaliza a las buenas conciencias, reta al establishment, se planta contra el gobierno y tumba la imagen hipermasculinizada de los cantantes de m¨²sica regional. Las letras de la nueva estrella musical de estatura mundial reflejan el pa¨ªs en el que creci¨®: tiene 23 a?os, es decir, entr¨® a la primaria al mismo tiempo que en M¨¦xico estall¨® la militarizaci¨®n de la seguridad p¨²blica. Cuando ten¨ªa 10 a?os, y compon¨ªa sus primeros versos, Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera llegaba al esca?o 701 en la lista de millonarios de la revista Forbes. Y cumpli¨® 16 cuando todos los noticieros anunciaban que El Chapo se hab¨ªa fugado por segunda ocasi¨®n de una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad y observ¨® c¨®mo miles de sinaloenses festejaban su escape por un t¨²nel subterr¨¢neo. Un hijo de la guerra contra el narco¡±.
Peso Pluma, como millones de j¨®venes en M¨¦xico, no conoci¨® otra realidad, es hijo de la militarizaci¨®n, de la guerra contra el narco y del fracaso del Estado para garantizar seguridad p¨²blica. Todos los productos culturales influenciados por su ¨¦poca y por su contexto. Todas las guerras y problem¨¢ticas sociales generan productos art¨ªsticos ?por qu¨¦ la guerra contra el narco deber¨ªa ser la excepci¨®n? El debate de si la m¨²sica influye o no en las juventudes no es nuevo, desde que las juventudes y sobre todo las juventudes marginadas han cantado sus experiencias, las buenas conciencias se han escandalizado. En el pr¨®logo del libro Corridos Tumbados Jos¨¦ Manuel Valenzuela Arce se?ala que, en cuesti¨®n de los productos culturales, el orden s¨ª importa: primero existi¨® la guerra contra el narco, primero existi¨® la militarizaci¨®n, primero existen las condiciones estructurales y estructuradas que permiten que miles de j¨®venes vean como una opci¨®n viable el ¡°narcotrabajo¡± y luego, los narcocorridos. Lo que tenemos que pensar y problematizar no es c¨®mo influye el corrido en las personas, si no c¨®mo la realidad es la inspiraci¨®n para los corridos, pero sobre todo c¨®mo cambiamos las condiciones materiales para que no exista inspiraci¨®n para los corridos b¨¦licos.
Despu¨¦s de entender qui¨¦n es Peso Pluma y las razones de la pol¨¦mica creo que es importante tener un panorama general del corrido como producto cultural. Amo los narcocorridos. Crec¨ª con ellos. Mi familia durante toda mi infancia y parte de la adolescencia se dedic¨® profesionalmente a la promoci¨®n del regional mexicano. Los corridos fueron parte de mi formaci¨®n sentimental y te¨®rica. Para m¨ª es normal trabajar como editora de noticias internacionales y leer sobre c¨®mo estall¨® un conflicto armado aqu¨ª o c¨®mo tal jefe de Estado es un criminal de guerra o c¨®mo hay recortes a la salud p¨²blica en tal lado mientras escucho y canto alegremente canciones que exaltan las haza?as de integrantes del crimen organizado. S¨¦ que los corridos son un tema pol¨¦mico y estigmatizado, sin embargo, no son algo nuevo, son herederos de toda la tradici¨®n lirica que narra las haza?as de un pueblo, h¨¦roe o antih¨¦roe. Hay corridos que contaban la historia de personajes de la Revoluci¨®n mexicana y corridos zapatistas, incluso el himno nacional mexicano podr¨ªa ser un corrido b¨¦lico: ¡°mexicanos al grito de guerra, un solado en cada hijo te dio¡±.
Corridos, el punk latinomericano
En el podcast que comparto con Sofia Regalado, Morras vs fundamentalismos, tenemos un episodio dedicado a los corridos b¨¦licos. En este episodio Sofia destaca al corrido como un g¨¦nero musical, sobre todo rural, marginado y perif¨¦rico que canta las vivencias de las personas que menos tienen: migrantes y campesinos, pero tambi¨¦n una suerte de punk latinoamericano porque versa contra las injusticias sociales, contra el orden social y contra el Gobierno. Pero, los corridos que m¨¢s pol¨¦mica generan son los que le cantan al hampa. En su libro Cantar a los narcos: Voces y versos del narcotr¨¢fico, Juan Carlos Ram¨ªrez Pimentel rastrea su origen y lo sit¨²a en un contexto. Aunque el primer registro que se tiene de un corrido dedicado a un traficante es uno sobre Mariano Res¨¦ndez a finales del siglo XIX, la tradici¨®n es larga y la diversidad tambi¨¦n y para tener un panorama general de la historia del corrido, recomiendo revisar la obra de Ram¨ªrez Pimentel.
Pero destaco su an¨¢lisis del contexto. El contexto importa. Las personas no nos despertamos un d¨ªa y decimos: hoy me quiero identificar con los ¡°maleantes¡± y quiero exaltar sus ¡°haza?as¡±. No. Nos identificamos porque el Estado nos ha fallado, por poner un ejemplo. Hablar¨¦ de mi experiencia con la polic¨ªa: no me gusta la polic¨ªa. Y cuando escucho a Simpson Ahuevo decir: ¡°En cualquier lugar del mundo controlan la calle, son la pandilla m¨¢s grande, no tienen rivales, llevan puesto el uniforme, se creen intocables, no buscan al que la hizo; sino al que la pague¡±, me hace sentido. No nac¨ª odiando a la polic¨ªa, pero fui v¨ªctima de un mont¨®n de abuso policial, entonces las palabras de Simpson me interpelan.
A las personas las interpelan los corridos por muchas razones. Las dos principales son porque son canciones que, si se les quita el ¡°detalle¡± de las actividades ¡°il¨ªcitas¡±, son de superaci¨®n personal. Hablan de echarle ganas a la vida, de salir adelante, de salir del umbral de la pobreza. Quiz¨¢s si t¨² eres de clase media, alta o simplemente jam¨¢s te has dormido con angustia econ¨®mica, no te hagan sentido los corridos. Pero, cuando s¨ª has vivido marginaci¨®n y precarizaci¨®n, s¨ª aliviana escuchar himnos al progreso econ¨®mico. Y la otra es, como planea Pimentel, que son cantos contra el Estado, la injusticia social y la complicidad del Estado en la violencia necro y narcopol¨ªtica. Los corridos denuncian los pactos del Gobierno con el narco. Los corridos tambi¨¦n visibilizan la corrupci¨®n y el entramado de complicidad del Estado con las organizaciones multicrimen. Pongo el ejemplo de Clave 7 de Grupo Laberinto. Este corrido cuenta que Pedro Avil¨¦s P¨¦rez fue traicionado por el Estado porque su poder estaba creciendo tanto que lo ve¨ªan como una amenaza. Elementos del Ej¨¦rcito, con los que ten¨ªa acuerdos, lo citaron ilegalmente y lo mataron. Los agentes que lo traicionaron estrenaron autos nuevos.
?Qu¨¦ tengo que ver con Pedro Avil¨¦s y por qu¨¦, aunque era un ¡°delincuente¡±, me molesta que lo traicionaran? Nada. Pero, el contexto importa: en primer lugar el corrido habla de c¨®mo los agentes del Gobierno se benefician econ¨®micamente de la prohibici¨®n de las sustancias psicoactivas, el corrido visibiliza c¨®mo la prohibici¨®n es una pol¨ªtica de simulaci¨®n. Tambi¨¦n habla de una ejecuci¨®n extrajudicial y una violaci¨®n al debido proceso. He sido v¨ªctima, s¨ª, de violaciones al debido proceso, s¨ª, tambi¨¦n de la pol¨ªtica de drogas. Pero, adem¨¢s: me han traicionado. Porque el Gobierno tiene una pol¨ªtica de drogas de mierda que castiga sobre todo a las poblaciones m¨¢s empobrecidas y marginadas, porque no debemos tolerar la vulneraci¨®n a los derechos humanos, ni, aunque estos humanos est¨¦n en conflicto con la ley, y porque me han traicionado, canto con entusiasmo: ¡°Adi¨®s, se?or comandante, aqu¨ª lo llevo en mi lista, usted me ech¨® por delante, ah¨ª lo espero en la revista. Ya que tumbo mi panal, ahora tore¨¦ las avispas¡±. Lo poderoso de los productos culturales y art¨ªsticos es que se pueden resignificar.
Personalmente tengo un gusto muy especifico por los contenidos b¨¦licos. Disfruto, s¨ª, el metal ¨¦pico, pero tambi¨¦n los corridos, pero tambi¨¦n los cantares de gestas. Y he encontrado similitudes interesantes: la exaltaci¨®n al hero¨ªsmo, la lealtad, la familia, el amor y el compa?erismo. En el episodio de corridos b¨¦licos tambi¨¦n hago una analog¨ªa entre la canci¨®n ?ntrax soy, ¨¢ntrax me voy y Pelayo, del grupo de metal Avalanch, y sobre c¨®mo ambas canciones tienen la misma vibra: hablan de darlo todo, de luchar hasta donde tope, por tus ideales. En el caso de ?ntrax soy, por la organizaci¨®n y, en el caso de Pelayo, por el rey. ?Quiero dar mi vida por una organizaci¨®n, por el rey o por la naci¨®n? No. Pero me gusta escuchar canciones que hablan de no darme por vencida ante la adversidad. Lo poderoso de la resignificaci¨®n, otra vez.
Los corridos muchas veces hablan tambi¨¦n de la lealtad, el amor, la valent¨ªa y el hero¨ªsmo, estos son valores herederos de los cantares del gestas. No obstante, las epopeyas, los cantares y toda la tradici¨®n literaria que habla de la guerra y la lucha contra la adversidad es considerada un canon literario, pero los corridos b¨¦licos, que tambi¨¦n hablan de la guerra, la lealtad, el amor y la valent¨ªa son estigmatizados. De hecho, siquiera analizar un corrido desde la estructura del viaje del h¨¦roe, es problem¨¢tico para muchas personas. Cuando, por ejemplo, la canci¨®n Scarface Renacido tiene la estructura del viaje del h¨¦roe. Entonces me pregunto: ?Qu¨¦ importa cuando analizamos y problematizamos un producto cultural? ?De qu¨¦ habla o qui¨¦n lo dice?
Me parece importante resaltar dos cosas: que la mayor¨ªa de las veces que se ha asociado a la m¨²sica con comportamientos delictivos, inapropiados o que rompen con los pactos sociales, ha sido m¨²sica que tiene una postura rebelde o contracultural, como el rock en general. O bien, cuando pertenece a grupos marginados que se apropian de sus realidades, por ejemplo, el rap, el trap y los corridos. En el caso especifico del rap, el trap y los corridos me pregunto si los cuestionamientos vienen de verdad de un lugar de genuina preocupaci¨®n por la construcci¨®n de un mundo m¨¢s habitable o por los prejuicios, el racismo y clasismo. Esto porque toda la vida escuch¨¦ a se?ores cantar de relaciones abusivas, de romantizar violaciones y vi poca gente enojada y buscando problematizar o censurar. Pero si una persona racializada habla de que odia a la polic¨ªa porque la polic¨ªa es racista, o si un corridista canta de que por medio de actividades il¨ªcitas sali¨® de la pobreza, entonces s¨ª hay problema.
Esto me lleva a pensar que lo que nos molesta no es la apolog¨ªa a los delitos o comportamientos anti¨¦ticos, sino qui¨¦n los canta y qui¨¦n ejecuta esos actos. Si un blanco canta de violar, entonces puede que sea arte. Pero, si un empobrecido y racializado canta de cobrar por matar, entonces es una apolog¨ªa al delito. Pareciera que no nos molestan las apolog¨ªas al delito, sino que se hagan apolog¨ªas a los delitos que comenten mayormente, por razones estructurales, las personas empobrecidas. Dec¨ªa Bell Hooks que no hay nada m¨¢s peligroso para el estatus quo que las personas marginizadas hablando de sus experiencias, desde sus t¨¦rminos. Y le creo.
?Cancelar a Garc¨ªa M¨¢rquez?
Pero, regresando al tema: Peso Pluma cantar¨¢ en Vi?a del Mar y Mayol esgrime un par de argumentos que a¨²n no me decido si parecen guion de un programa de teor¨ªas de conspiraci¨®n, como que el Estado no cancela la presentaci¨®n de Peso Pluma por el miedo a perder el voto juvenil, como si las juventudes fueran est¨²pidas y no tomaran decisiones pol¨ªticas mucho m¨¢s complejas. Pero, m¨¢s all¨¢ de las falacias argumentativas, que me irritan, pero no me parecen lo m¨¢s grave, me interesa hablar de la moralidad del arte y de si debe o no el Estado ser guardi¨¢n de las buenas costumbres, pero sobre todo de mi teor¨ªa sobre por qu¨¦ el corrido, a pesar de ser una expresi¨®n art¨ªstica m¨¢s, es tan estigmatizado y rechazado.
Para eso tomar¨¦ tambi¨¦n un argumento de Mayol. ?l menciona que nos imaginemos que un espacio estatal invita a un cantante que hace apolog¨ªas a la pedofilia, afirma que ser¨ªa un esc¨¢ndalo. Mayol habla del caso especifico del festival, de si es v¨¢lido o no que el Estado invierta recursos p¨²blicos en amplificar discursos ¡°delictivos¡± y, como veo que a Mayol le preocupan las infancias y por eso usa como ejemplo la ped¨®fila, me pregunto tambi¨¦n si la siguiente petici¨®n entonces ser¨¢ que se saque de las bibliotecas p¨²blicas o de los programas de estudios o de todos los espacios que est¨¦n gestionados por el Estado a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez por hacer apolog¨ªa a la pedofilia en sus ¡°grandes obras¡±. Cito este extracto de El amor en tiempos de c¨®lera: ¡°Ya no era la ni?a reci¨¦n llegada que ¨¦l desnudaba pieza por pieza con enga?ifas de beb¨¦: primero estos zapatitos para el osito, despu¨¦s esta camisita para el perrito, despu¨¦s estos calzoncitos de flores para el conejito, y ahora un besito en la cuquita rica de su pap¨¢¡±.
Es 2024 ya podemos hablar abiertamente de que el boom latinoamericano est¨¢ cimentado en buena parte en las fantas¨ªas ped¨®filas de los grandes maestros de la literatura. No pido que dejen de leer a M¨¢rquez, pero s¨ª pido que, si vamos a problematizar los contenidos de los productos culturales, lo hagamos desde la ¨¦tica y no de desde nuestra moral burguesa. ?Vamos a pedirle al Estado que censure todos los discursos que hacen apolog¨ªa al delito? ?O solo los que incomodan a nuestro orden burgu¨¦s que odia sobre todo los delitos que son cometidos por los que menos tienen? Esa pregunta es para las buenas conciencias que por un lado disfrutan leer romantizaciones a la violencia hacia las mujeres escritas por los grandes genios de la literatura, pero por otro lado se escandalizan por los narcocorridos. Si tengo que dar una respuesta dir¨ªa a grandes rasgos que el Estado debe garantizar seguridad, justicia, paz, dignidad y respeto a los derechos humanos, pero nunca decidir de qu¨¦ s¨ª y qu¨¦ no productos culturales deben consumir los ciudadanos, porque as¨ª empiezan los fascismos y totalitarismos, con la censura.
Respecto a si es inmoral o no, si es ¨¦tico o no. No tengo una respuesta, pero Oscar Wilde dec¨ªa que el arte nunca es moral o inmoral, que simplemente est¨¢ bien o mal escrito. Sin hacer juicios morales, ¨²nicamente est¨¦ticos, prefiero escuchar la complejidad de la composici¨®n de la melod¨ªa del Gavil¨¢n II de Peso Pluma y Tito Doble P, que leer una frase nadaqueverienta, b¨¢sica y que no me produce nada como experiencia est¨¦tica como: ¡°La cuquita de pap¨¢¡±. Pero cada qui¨¦n y sus par¨¢metros est¨¦ticos y sus dobleces ¨¦ticos, porque puedo entender a Peso Pluma como un producto cultural de la guerra, canciones escritas por j¨®venes que, como dice Balderas, han mirado la guerra desde sus ventanas, la ¨²nica realidad que conocen es esta: el M¨¦xico b¨¦lico de la plata o el plomo; pero no puedo entender el gusto sexual de un anciano por una ni?a. Est¨¦ticamente no hay competencia entre el Gavil¨¢n II pero tampoco ¨¦ticamente, y ni pido perd¨®n por pensar esto.
Pienso que el rechazo a los corridos es sobre todo una cuesti¨®n de clase. Un desprecio de clase. Lo que no soportan los amos, los due?os de los medios de producci¨®n, la clase media ilustrada y los aspiracionistas es que de pronto los ¡°de abajo¡± compartan de su mesa. Estoy convencida, y nadie me va a cambiar la mente, que mucha de la gente que no soporta los corridos es porque en el fondo no soporta que la gente empobrecida cuente sus haza?as. Estoy convencida de que los corridos no irritan porque nos irrite la violencia, comemos, desayunamos, cenamos y vivimos nuestras vidas sostenidas en las violencias a otras personas y animales. Lo que molesta de los corridos es escuchar a gente empobrecida hablar de que sali¨® del umbral de la pobreza. Y ac¨¢ la dicotom¨ªa, porque eso es precisamente lo que los hace atractivos para otras personas: que son un himno a la superaci¨®n personal. Dice Santa Fe Klan: ¡°Si nunca fuiste pobre, nunca vas a querer ser millonario¡±.
El Estado y la narco m¨¢quina
Pero ahora hablemos de la ruptura del pacto social. Mayol, como muchos otros, se escandaliza porque el Estado le da voz al narco. No hay derechos humanos m¨¢s importantes que otros y pensar que garantizar un derecho como el acceso a la cultura, la libertad de expresi¨®n y la diversidad cultural vulnera el derecho a la paz y la sociedad es un argumento fascista. Los corridos b¨¦licos son parte de la diversidad cultural y el Estado tiene la obligaci¨®n de garantizar la diversidad cultural, no de cuidar, vigilar y censurar. Argumentar que es una contradicci¨®n que el Estado luche contra el narcotr¨¢fico, pero al mismo tiempo permita la presentaci¨®n de Peso Pluma es como cuando la derecha dice que garantizar derechos a los migrantes les quita derechos a los ciudadanos con nacionalidad. Pero adem¨¢s es un pensamiento falaz, el Estado puede al mismo tiempo permitir las expresiones culturales y luchar contra el narco, no son opuestas, ni contradictorias.
Lo que va en contra del pacto social es, por ejemplo, prohibir los narcocorridos como una estrategia de simulaci¨®n: por un lado, los proh¨ªben y, por el otro, alientan el narcoestado, pactando y benefici¨¢ndose de la prohibici¨®n. Preocuparse porque el Estado ¡°le da voz al narco¡±, pero no preocuparse por c¨®mo el Estado forma parte del narco m¨¢quina, es la falacia que llamo mear fuera del hoyo, porque no he permitido que mi formaci¨®n acad¨¦mica toda aut¨®noma me quite lo vulgar. Mear fuera del hoyo es hacer un esc¨¢ndalo por pendejadas, como la presentaci¨®n de un morrito en un festival cultural, y hacerse de la vista gorda con las problem¨¢ticas reales. En M¨¦xico, tan solo en el mes de enero, madres buscadoras de sus hijos e hijas desaparecidos pidieron una tregua a grupos de la delincuencia organizada para que las dejen buscar; mujeres wixaritari le pidieron al Mencho que ayude a controlar la violencia contra su comunidad; y un padre de familia de la comunidad chejel pide entre l¨¢grimas a los hombres de su comunidad regresar a defender sus tierras.
En M¨¦xico y Latinoam¨¦rica el pacto social no se rompe cuando el Estado protege la libertad de expresi¨®n y los derechos culturales permitiendo que expresiones culturales tengan un espacio, aunque nos parezcan ¨¦ticamente cuestionables. El pacto social se rompe cuando el Estado genera las condiciones para que las y los j¨®venes sean asesinados. Ser hombre, joven y empobrecido en M¨¦xico es un Estado de emergencia, a las buenas conciencias les preocupa c¨®mo influyen los corridos en las juventudes, pero incluso se benefician de las estructuras que producen fen¨®menos como el juvenicidio. El juvenicidio es un termino desarrollado por Jos¨¦ Manuel Valenzuela Arce sobre la muerte de hombres j¨®venes, precarizados, racializados, v¨ªctimas de mil violencias como el racismo, el clasismo, la precarizaci¨®n econ¨®mica, el machismo y el desplazamiento forzado, que culmina en muertes violentas. El pacto social se rompe cuando el Estado genera las condiciones para que la principal causa de muerte en j¨®venes sea el asesinato a mano armada, y no cuando permiten que las juventudes tengan acceso a la m¨²sica que les interpela.
Recuerdo la primera vez que trabaj¨¦ con adolescentes de contexto de alta precarizaci¨®n. Llor¨¦ todo el camino de regreso a casa porque, cuando les pregunt¨¦ sobre sus metas a futuro, la mitad de ellos ve¨ªa el narcotrabajo como una opci¨®n viable, y la otra mitad el Ej¨¦rcito. En lugar de atacarme y culpar a los corridos, pens¨¦ en c¨®mo estamos fallando como sociedad para que los j¨®venes tengan tan pocas opciones. Me pregunt¨¦ c¨®mo estamos fallando como sociedad para que la ¨²nica opci¨®n viable que conozcas para salir del umbral de la pobreza sea un brazo armado, ya sea del Estado o de las organizaciones multicrimen. Han pasado diez a?os de aquella primera vez. La ¨²ltima vez que les pregunt¨¦ me dec¨ªan tambi¨¦n: cantante de corridos como Junior H o rapero como Santa Fe Klan. Las juventudes existen y resisten m¨¢s all¨¢ de nuestros juicios adultoc¨¦ntrincos.
Dice Juan Carlos Ram¨ªrez Pimienta que no hay que escatimar la capacidad de las juventudes de resignificar los corridos. Los corridos son un canto de guerra para miles de j¨®venes que crecieron en un M¨¦xico militarizado, en guerra y sin oportunidades reales de desarrollo. Los corridos hablan del anhelo de los j¨®venes de callar bocas, de pasarla bien, de vivir su juventud y de salir del umbral de la pobreza. Las personas no usamos frases de corridos para hablar de nuestro anhelo de delinquir, las resignificamos para presumir nuestros logros y manifestar nuestros anhelos. No creo en la meritocracia cuando un se?or blanco que estudi¨® un doctorado con el fideicomiso de su madre me dice que viene desde abajo, pero s¨ª creo en la meritocracia cuando un joven que es el primero de su familia en terminar la primaria ahora trae un rubic¨®n. Ese joven se merece su corrido.
Quiz¨¢s no rompe el pacto social pero s¨ª me rompe las pelotas cuando hombres blancos, acad¨¦micos, bien educados, bien comidos, que jam¨¢s han vivido precarizaci¨®n, opinan sobre qu¨¦ s¨ª y qu¨¦ no es romper un pacto social desde su moralidad y prejuicios burgueses. Lo m¨ªnimo que espero de ellos es que reflexionen c¨®mo se benefician de las violencias estructurales y de las estructuradas que viven otras personas, c¨®mo son parte del entramado de dominaci¨®n como dominadores. Espero que reflexionen c¨®mo se benefician del racismo, de la precarizaci¨®n y de la guerra, por ejemplo, escribiendo sobre Peso Pluma. Pero, sobre todo, que no opinen desde el estigma, el racismo, el clasismo y la ignorancia de temas que, sobre todo, les pican en su moral burguesa.
Los corridos b¨¦licos hablan de guerra, le cantan a los perpetradores de violencia, al lujo, a las drogas y las armas, pero tambi¨¦n le cantan a la esperanza, al honor, a la lealtad, al amor y a lucha contra la adversidad. Son un reflejo de la realidad mexicana, complejos. Pero son sobre todo un grito de guerra para todas las personas que queremos salir adelante, que estamos sobreviviendo con lo que podemos al horror cotidiano. Dice Itziar Ziga que un mundo lleno de desesperanza necesita versos. En un contexto de guerra, de precarizaci¨®n, de riesgo vital, cantar al son del Chino Pacas: ¡°Dijeron que no lo iba lograr y ahora todos est¨¢n callados¡±, es tambi¨¦n un grito de esperanza. En M¨¦xico nacimos b¨¦licos y b¨¦licos nos vamos. Y la queso Pluma.
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