La misi¨®n de salvar al mono aullador en M¨¦xico: 165 han muerto en 20 d¨ªas por calor
¡®Los Monitos¡¯, un grupo de 12 mujeres y dos hombres de Tabasco, lucha en solitario por salvar al mono aullador en M¨¦xico, una especie en peligro de extinci¨®n
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Es cerca del mediod¨ªa en el municipio de Cunduac¨¢n, en el norte de Tabasco. Carolina avanza por una vereda de tierra en medio de un bosque y frente a ella se abre un escenario que parece una imagen apocal¨ªptica, de esas creadas con IA: del lado derecho, los ¨¢rboles son de tallos oscuros y sus hojas de color naranja rojizo. Est¨¢n quemados y del suelo todav¨ªa destila humo y holl¨ªn. Del lado izquierdo, los tallos son m¨¢s claros y las hojas verdes se mueven ligeramente gracias a una piadosa brisa que se cuela entre ellas. El sol es tan inclemente que parece estar m¨¢s cerca que de costumbre. La sensaci¨®n t¨¦rmica de 48 grados hace resoplar y maldecir a cada rato.
Carolina Espinoza, de 27 a?os, se desv¨ªa hacia la derecha y se mete al bosque quemado caminando sobre hojas crujientes. Busca con la mirada alguna referencia que le permita ubicarse. ¡°Aqu¨ª¡±, dice por fin y se?ala una marca de cal al pie de un ¨¢rbol alto y pel¨®n. ¡°Aqu¨ª es donde encontr¨¦ a los monitos, a la mam¨¢ y el hijo¡±. Ingeniera qu¨ªmica de profesi¨®n y mam¨¢ de una beb¨¦ de un a?o, desde hace 20 d¨ªas Espinoza tambi¨¦n se dedica a tratar de salvar a una especie de monos en peligro de extinci¨®n en la regi¨®n sureste de M¨¦xico. Aunque no siempre lo logra.
¡°La semana pasada, mi hermano me avis¨® que se hab¨ªan quemado varios monos en el incendio. Vine corriendo y me encontr¨¦ con una monita que hab¨ªa muerto protegiendo a su cr¨ªa. La ten¨ªa abrazada. Sent¨ª como si hubiera muerto alguien de mi familia. Fue una sensaci¨®n que no puedo describir¡±, dice.
Espinoza es parte de un grupo de 12 mujeres y dos hombres habitantes de los municipios de Cunduac¨¢n y Comalcalco, en el noreste de Tabasco, que desde principios de mayo se unieron para intentar salvar al mono saraguato, tambi¨¦n conocido como mono aullador, luego de que decenas de estos empezaran a caer muertos de los ¨¢rboles por a la terrible ola de calor que azota a esta regi¨®n.
Aunque algunos todav¨ªa ponen en duda la verdadera raz¨®n de la muerte de los monos, un grupo de bi¨®logos ha realizado autopsias a los animales fallecidos y hasta el momento no ha encontrado otra explicaci¨®n que el calor. En los ¨²ltimos d¨ªas, la Secretar¨ªa de Salud de M¨¦xico inform¨® que las altas temperaturas han provocado incluso la muerte de al menos 48 personas en todo el pa¨ªs. Y la regi¨®n sur es la m¨¢s afectada. De acuerdo con un informe emitido la semana pasada, los tres estados con mayor n¨²mero de decesos son Veracruz, San Luis Potos¨ª y Tabasco.

Tan extremas son las temperaturas en Tabasco que existe una ciudad llamada Tierra Blanca, al sur de Cunduac¨¢n, a la cual los lugare?os han apodado La novia del sol, donde el term¨®metro ya ha alcanzado los 50 grados Celsius y las vacas se mueren de calor. En ese mismo Estado, se ha empezado a reportar la muerte de peces y m¨¢s recientemente de monos aulladores.
La noticia sobre la muerte de los monos saraguatos por el golpe de calor en M¨¦xico le ha dado la vuelta al mundo. Las primeras se?ales de que algo suced¨ªa con esta especie fueron detectadas por Carolina Espinoza a principios de mayo. ¡°Con mi hermano, vimos que hab¨ªa un monito que se tambaleaba arriba de un ¨¢rbol, como que estuviera borracho. Entonces, se nos ocurri¨® subirle agua y r¨¢pido la agarr¨® y se la tom¨®. A los d¨ªas, empezaron a aparecer ya muertos en el suelo¡±, recuerda. Su hermano, Vicente Espinoza, un ingeniero mec¨¢nico de 25 a?os, tambi¨¦n es parte del grupo que ayuda a los monos. ¡°Al siguiente d¨ªa, empezamos a organizarnos y le pedimos ayuda a algunas conocidas de aqu¨ª para ir a poner agua en recipientes y fruta fresca¡±, dice Vicente luego de alcanzar a su hermana en medio de los ¨¢rboles quemados.
Carolina, Vicente y otras tres mujeres de Cunduac¨¢n se enteraron de que, en Comalcalco, un pueblo vecino, tambi¨¦n estaban muriendo los monos. Entonces se pusieron en contacto con algunos amigos de all¨¢ y crearon un grupo de Whatsapp al que nombraron Los Monitos. Desde entonces, usan ese medio para coordinar ayudas e hidratar a los saraguatos.
¡°Los de la fundaci¨®n Cobius nos dijeron que a los monos les cuesta bajarse de sus ¨¢rboles, as¨ª que tuvimos que empezar a subirnos para colgar dep¨®sitos con agua¡±, a?ade Minerva Janeth L¨¢zaro, una ama de casa de 34 a?os, que tambi¨¦n forma parte del grupo. ¡°En eso nos ayuda mucho Vicente porque ¨¦l se puede subir a los ¨¢rboles m¨¢s altos¡±, dice.
Solo quedan unos mil ejemplares en la regi¨®n
El mono saraguato (alouatta palliata) es una especie en peligro de extinci¨®n en M¨¦xico. De acuerdo con Cobius, la organizaci¨®n Conservaci¨®n de la Biodiversidad del Usumacinta, hasta antes de que empezara la ola de calor en marzo pasado, ya solo quedaban unos 1.200 ejemplares de esta especie en la regi¨®n, de los cuales han muerto un 15% en los ¨²ltimos 20 d¨ªas. El pasado viernes, la Procuradur¨ªa Federal de Protecci¨®n al Ambiente, Profepa, emiti¨® un comunicado en el que confirmaba la muerte de 157 ejemplares; sin embargo, los bi¨®logos que trabajan en la zona aseguran que, para este martes 28 de mayo, la cifra ya era de 165.
A pesar de la gravedad del asunto, el peque?o grupo de Los Monitos lucha casi en solitario contra la extinci¨®n del saraguato. ?nicamente son ayudados por personal de Cobius y algunos voluntarios de Protecci¨®n Civil. Pero lamentan que el Gobierno no haya movido un dedo para ayudarles. ¡°Nosotras no tenemos recursos. A veces nos tenemos que mover a pie y andar por zonas peligrosas o de noche. Contamos solo con una bicicleta que es en la que nos movemos por alguna emergencia, pero nada m¨¢s¡±, dice.
Los tres j¨®venes dicen que luchan por salvar a los monos porque los ven como parte de su propia vida. ¡°Hace unos 20 a?os, aqu¨ª hab¨ªa cientos de monos, se paseaban en los patios de nuestras casas. Siempre han estado ah¨ª. Pero ahora ya vemos que van quedando pocos y no queremos permitir eso¡±, dice Minerva. ¡°Los monos aulladores son buenos, no son agresivos. Nosotros tuvimos una monita de mascota que se llamaba Camila. Se cay¨® de un ¨¢rbol y ya no pudo subir. Entonces la adoptamos. Tomaba su mamila como un beb¨¦. Te la pon¨ªas en el brazo y enrollaba su colita, pero sin apretarte¡±, recuerda Carolina.

Carolina, Vicente y Minerva se re¨²nen al pie de los ¨¢rboles quemados y muestran a un grupo que sigue vivo. ¡°Ah¨ª est¨¢n, miren¡±, se?ala Carolina. Un mono macho alfa est¨¢ sentado sobre las ramas verdes de un ¨¢rbol que est¨¢ inmediatamente al lado de uno quemado donde se detuvo el incendio. El mono suelta un grito ronco y avanza por una rama hacia la que parece ser su familia. Ronca m¨¢s y observa a los visitantes con recelo. Parece estar protegiendo a los suyos.
Un hospital improvisado
A 12 kil¨®metros del bosque quemado, un grupo de soldados custodia un estadio de f¨²tbol y controla qui¨¦n entra y sale. A un lado de la grama hay una habitaci¨®n que alg¨²n d¨ªa fue un vestuario. Hoy, sobre la puerta de vidrio, hay un letrero hecho a mano en la que se lee ¡®Unidad de Cuidados de Primates Cunduac¨¢n¡¯. Debajo hay otro papel que dice: ¡°Infantes: 07 / Hembras adultas: 03 / Machos adultos: 02¡å. Detr¨¢s de la puerta hay varias camillas y, sobre ellas, unos monos moribundos. Desde que empez¨® la emergencia por los monos que ca¨ªan muertos de los ¨¢rboles, un grupo de bi¨®logos y veterinarios de Cobius montaron un hospital improvisado donde intentan rehidratar y salvar la vida a los ejemplares que Los Monitos rescatan.
El dispositivo de seguridad no es para proteger a los monos, a los bi¨®logos, ni a los veterinarios, sino a los funcionarios p¨²blicos que est¨¢n por llegar. El jueves 23 de mayo, las autoridades convocaron a una reuni¨®n de emergencia para observar la situaci¨®n y ¡°buscar soluciones¡±, seg¨²n dijo uno de los participantes que prefiri¨® que su nombre no fuera publicado.
Fuera de la sala, sobre una barra, una mona aulladora moribunda est¨¢ tendida sobre un peque?o colch¨®n. Una enfermera le acerca un ventilador en un intento por aliviarla. La enfermera la mima, la llama por su nombre, y le pregunta c¨®mo se siente. Le flexiona las piernas, le soba la frente. La mona abre y cierra los ojos como se?al de vida.
Unos minutos despu¨¦s, llegan media docena de pickups y una camioneta de las que se bajan una veintena de personas. Algunas visten ropa de veterinario y otras trajes con logos del Gobierno mexicano. La reuni¨®n empieza en el patio, frente a la sala hospital y al mono agonizante. Los funcionarios se presentan, dicen sus nombres y sus cargos. Hay representantes de la Comisi¨®n Nacional de ?reas Naturales Protegidas (Conanp); de la Secretar¨ªa de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat); de la Profepa, y de la Universidad Ju¨¢rez Aut¨®noma de Tabasco (UJAT).
¡°Somos nosotros solos contra el cambio clim¨¢tico¡±
Los recibe el bi¨®logo Gilberto Pozo Montuy, presidente de Cobius y quien est¨¢ al frente del hospital improvisado. El hombre les explica la situaci¨®n de precariedad y les dice que han tenido que doblar turnos y pedir donativos de leche en polvo y suero para mantener con vida a los primates. Seg¨²n cuenta, hasta ese d¨ªa han atendido 17 ejemplares de los que ¨²nicamente han muerto dos. ¡°Era una hembra y una cr¨ªa que llegaron ya en muy malas condiciones¡±, asegura. La buena noticia es que han logrado rehidratar a ocho: cuatro hembras, tres cr¨ªas y un macho.
Pozo insiste en que ya no hay veterinarios para atender a los primates el siguiente fin de semana y les pide que deleguen a algunos de la UJAT para que ellos puedan descansar. La respuesta de los funcionarios es una serie de discursos en los que se echan flores entre s¨ª. Dicen estar al tanto de la situaci¨®n desde el primer momento y listos para tomar cartas en el asunto. Pero nadie responde a la petici¨®n de Pozo. Los funcionarios montan en su camioneta y salen disparados al ejido Felipe Carrillo Fuentes, al siguiente punto de la agenda: visitar a los primates en su h¨¢bitat.

Carolina y una peque?a comitiva de Los Monitos recibe a los funcionarios. Muestran los botes de pl¨¢stico cortados por la mitad y los lazos con los que acercan el agua y la comida a los monos aulladores. Los funcionarios piden ver a los animales y avanzan en caravana. Carolina, Minerva y Vicente los gu¨ªan hasta unos ¨¢rboles altos de cacao. En el camino se encuentran con un mono muerto que parece llevar ah¨ª mucho tiempo. El cad¨¢ver est¨¢ boca abajo, con los brazos extendidos como si el mono se hubiera estado retorciendo antes de morir. Tiene expuesto el cr¨¢neo, del que todav¨ªa se agarran algunos mechones de pelo negro y largo. Tambi¨¦n se le pueden ver las costillas y la columna vertebral.
Las fot¨®grafas oficiales de la comitiva toman im¨¢genes. Camila se?ala a una familia de primates que posan sobre la rama de un ¨¢rbol de cacao. ¡°Esos est¨¢n vivos. Ah¨ª se ve que se mueven. Pero hemos encontrado otros que han muerto all¨¢ arriba y ah¨ª se han quedado porque no los podemos bajar¡±, dice Vicente.
¡°Necesitamos, para empezar, una escalera. Botes de agua, guantes, equipo de protecci¨®n y lazos porque los que ponemos se los roban¡±, pide por su parte Camila. Un funcionario la interrumpe y le pide tomarse una foto. Sin respuesta, la comitiva pone rumbo a la siguiente comunidad marcada en la agenda. Los funcionarios suben a sus camionetas y le pasan a un lado a Los Monitos dejando una nube de polvo en el aire caliente.
¡°Aqu¨ª nadie nos ayuda, de verdad. Solo vienen a tomarse la foto y se van. Nosotras andamos la voluntad de Dios¡±, se queja Carolina. Junto con Vicente y Minerva, se quedan parados entre las hojas secas y los troncos humeantes y lamentan la sensaci¨®n de abandono. ¡°Somos nosotros solos contra la extinci¨®n, contra el cambio clim¨¢tico. Nosotros solos no vamos a poder. Quiz¨¢ podamos salvar a los que tenemos m¨¢s cerca, pero no a todos. As¨ª no¡±, dice Vicente.
¡°Yo hago esto porque de verdad me importan los monos. Lo hago porque me hacen feliz y se est¨¢n muriendo¡±, responde Carolina. ¡°Son buenos y hasta chistosos. Si les ense?as las piernas te siguen. Y si los haces enojar, se suben a una rama y desde ah¨ª te tiran pop¨®¡±, dice con una carcajada. ¡°L¨¢stima que quiz¨¢ mi hija ya no los va a poder conocer¡±.
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