Claudicar
Que no claudique la expectaci¨®n e incluso, la incertidumbre¡ los invitados al equipo, los incitados al di¨¢logo, los inclinados al escepticismo, pero sobre todo que no claudique Claudia
No ha de claudicar, renunciar o abatirse quien asume veramente la convicci¨®n de no enga?ar y no debe claudicar ni ceder la persona que promete desempe?ar (y desempenar) la honestidad e integridad que exige ocupar un puesto p¨²blico y debe rendirse ni claudicar en el intento la elegida o elegido para desempe?ar una tarea colectiva cualquiera que esta sea.
No claudicar¨¢ quien mantenga la ¨ªntegra convicci¨®n de ciertos principios m¨¢s o menos acordados entre unos y otros y no ha de claudicar quien d¨ªa con d¨ªa entrega transpiraci¨®n y voluntad enteras al logro cotidiano de hacer lo que tiene que hacer, no hacer lo que no debe hacer y yacer sobre la conciencia de intentar conocer la diferencia entre tales quehaceres.
No claudica la anciana que se aferra al diario ox¨ªgeno a cuentagotas que la orienta en una entra?able confusi¨®n donde vuelve a ser la ni?a peinadita a punto de adentrarse en un inmenso bosque biogr¨¢fico en busca de flores, y no claudica el fantasma del anciano que vino al mundo para hacerlo re¨ªr, peinando canas blancas a partir de la misma fin¨ªsima raya con la que se peinaba el cr¨¢neo para asistir a los bailes y no claudica el ni?o y su hermana que hoy mismo procuran terminar la tarea al filo del final de clases, del final de a?o y del verano. No claudica la maestra que se desvive por la sanidad del reba?o del aula, del patio sin peligros y de los acordados l¨ªmites de los cuadernos cuadriculados y no claudica un raro polic¨ªa de crucero que va anotando en su libreta de multas la suma de los d¨ªas en que no ha tenido que ejercer el soborno de sem¨¢foro, la mordida de anta?o y jugarse la vida sin chaleco ni arma ante el primer grito de auxilio.
Que no claudique la resiliencia generalizada de una infinita mayor¨ªa que, allende desastres, cumple sus horarios y sudores y que no claudique el pavimento de las calles, aun con baches y agujeros negros, la transmisi¨®n y frenos de los autobuses casi oxidados y el vuelo de las aves. Que no claudique la lluvia en su af¨¢n por combatir sequ¨ªas y desbordar canales y r¨ªos que se vuelven venas y arterias de un inmenso pa¨ªs en potencia¡ siempre en potencia, como gerundio de la pareja que camina a pocos metros de distancia, abrazados para que sus cabezas parezcan plural de un mismo cuello donde Ella busque una nube y ?l aqu¨¦l libro que parec¨ªan memorizar hace a?os en el instante en que se propusieron no claudicar jam¨¢s.
Que no claudique el justo que vela por la vida de los dem¨¢s y la Justa que ayuda con rondas cronometradas del enfermo, que no claudique quien intente hoy mismo escribir el verso que se vuelve la idea de un p¨¦talo y la mujer que recorre el brazo de un viol¨ªn con las yemas de sus dedos como gotas de roc¨ªo sin partitura y que no claudique la ilusi¨®n que le infundamos cada tanto a los h¨¦roes del bal¨®n y la musa de la esfera. Que no claudique la expectaci¨®n e incluso, la incertidumbre¡ los invitados al equipo, los incitados al di¨¢logo, los inclinados al escepticismo, pero sobre todo que no claudique Claudia.
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