Las lecciones
Ahora que en cualquier circunstancia afloran las ¡°sabias lecciones¡± a partir de puras corazonadas o meros postureos, viene a bien tomar el ejemplo de nuestros sabios bisabuelos
Mi bisabuelo Mariano Torres, guanajuatense ilustre y decimon¨®nico intemporal, dej¨® para la posteridad no pocas lecciones que merecen si no novela, por lo menos aparici¨®n estelar en alg¨²n relato que honre su memoria. Diligente y distra¨ªdo, mi bisabuelo Mariano dej¨® no pocos testimonios autobiogr¨¢ficos en libretas caligr¨¢ficas y aparece en uno o dos diarios empastados en terciopelo donde una de sus hijas y dos de sus nietas dejaron constancia de sus enrevesadas haza?as. Corresponde a otro espacio consignar la tr¨¢gica tarde en que unos reci¨¦n casados llevaron a su primog¨¦nito a casa del bisabuelo Mariano para una suerte de bendici¨®n secular o presentaci¨®n en sociedad y ¨Dargumentando que hab¨ªa poca luz en la habitaci¨®n¨D el bisabuelo Mariano se acerc¨® a la ventana abierta y apoy¨¢ndose en el barandal trastabill¨®, malabari¨® y termin¨® por soltar al beb¨¦ directamente al vac¨ªo. Un momento tragic¨®mico que se libr¨® de ser tipificado como homicidio por qui¨¦n sabe qu¨¦ razones.
Son tambi¨¦n c¨¦lebres las ocasiones en las que el bisabuelo Mariano tomaba el tren en Guanajuato con rumbo a Le¨®n o Lagos de Moreno y se apeaba en la estaci¨®n intermedia de Silao¡ fumaba un cigarrillo en el and¨¦n y tomaba el tren de vuelta a Guanajuato, olvidando completamente su destino inicial y volviendo a casa sin poder explicar su ausencia en Le¨®n o Lagos de Moreno. Fue precisamente en su casa solariega de Lagos de Moreno, Jalisco donde mi bisabuelo Mariano sign¨® una de sus lecciones ejemplares que vienen como anillo al dedo para ciertas confusas sobremesas de hoy en d¨ªa.
Sucede que en la casa solariega de Lagos de Moreno, Jalisco, mi bisabuelo Mariano fund¨® una Tertulia Intelectual a celebrarse el primer jueves de cada mes, a partir de la primera semana viable del nuevo siglo XX. Tra¨ªa el proyecto en mente desde 1887, pero no logr¨® reunir el qu¨®rum ideal y digno de invitados ¨Dlugare?os y visitantes¨D que pudieran brindar la necesaria altura cultural y bibli¨®mana que esperaba transpirar con dicha tertulia convocada en su propia casa. Aunque Mariano y su esposa Salom¨¦ habitaban un cas¨®n en la bella ciudad de Guanajuato, mis bisabuelos consideraban su casona en Lagos de Moreno como una villa digna no solo de reposo y reflexi¨®n, sino posible faro de saberes y foco ideal como para establecer all¨ª la mentada Tertulia Intelectual
Ha quedado escrito en otro diario de impecable caligraf¨ªa (aunque incierta autor¨ªa) que a principios de la primera d¨¦cada del pasado siglo, un lugare?o tuvo a bien pedirle al bisabuelo Mariano apartar la siguiente sesi¨®n de la Tertulia Intelectual para la presentaci¨®n de un sobrino reci¨¦n llegado de Par¨ªs que ven¨ªa graduado en eso que llamamos Econom¨ªa y que hace poco m¨¢s de cien a?os resultaba ser materia bizarra, si no es que desconocida formalmente, en estos lares. Creci¨® cierta expectaci¨®n y se lleg¨® el jueves en que el ahora an¨®nimo lugare?o present¨® muy orgullosamente en la sesi¨®n de la casona de Lagos a su sobrino ¡°parisino¡±:
En la libreta que consigna la jornada se subraya que el joven ¡°ec¨®nomo¡± parec¨ªa petulante y vest¨ªa levita con pa?uelo exagerado en el bolsillo de la pechera, leontina de oropel, melena a la Beethoven y un bast¨®n innecesario.
Pardeaba la tarde en la casona de mis bisabuelos, cuando ya reunida la treintena de ilustres miembros de la Tertulia Intelectual, habi¨¦ndose servido las primeras copitas de cristal cortado, escucharon en boca del joven reci¨¦n venido de La Sorbonne la siguiente consigna:
¨D¡±Primera lecci¨®n de Econom¨ªa: para poder hablar de Econom¨ªa al filo de este hermoso atardecer que se filtra ya por las ventanas no es necesario malgastar quinqu¨¦s ni velas¡ as¨ª que, Se?ores: pido que quedemos a oscuras e inicio mi c¨¢tedra¡¡±
Se apagaron siete velas y tres quinqu¨¦s y los tertulianos quedaron en la semipenumbra que se volvi¨® oscuridad total conforme pas¨® la hora y cincuenta minutos con las que el mam¨®n de Par¨ªs alargaba su perorata. Por la falta de luz se llegaron a romper dos copitas cuyos bebedores no atinaron a reposar debidamente en las mesitas, y se desparram¨® media botella de Oporto cuando uno de los ¨ªntimos no atin¨® a servirse¡ y se prest¨® m¨¢s o menos poca atenci¨®n al rollazo del joven parisino que les habl¨® de la Mano Invisible de Adam Smith, los caprichos de la Oferta y la Demanda, unos chismes inservibles de Cantill¨®n y una inesperada ¨¦gloga innecesaria sobre el Comercio como Musa¡ ¡°Y con esto doy por concluida mi C¨¢tedra de Econom¨ªa ¨Ddijo el Mamonazo de Par¨ªs, luego de un suplicio de dos horas¨D ?Enciendan esas velas!¡±, y esperando aplausos solo se oy¨® entonces la voz de mi bisabuelo, que exclam¨®:
¨D¡±??Momento, momento, se?ores, que estoy desnudo!!¡±
¨D¡±?Qu¨¦ dices, Mariano?¡±, pregunt¨® un contertulio estupefacto¡
¨D¡±??Segunda lecci¨®n de Econom¨ªa!!, grit¨® mi bisabuelo: ¡°Para estar sentado a oscuras oyendo dos horas de puras pendejadas no se necesita estar vestido¡¡± y entonces s¨ª, rompieron todos en aplausos y el joven ec¨®nomo apresur¨® su salida mientras se fueron prendiendo las velas y los quinqu¨¦s.
Ahora que en casi todas las sobremesas o trayectos con doctos taxistas o conversaciones al vuelo con conserjes o sirvientas o bien reencuentros furtivos con sobrinas reci¨¦n licenciadas¡ Es decir, ahora que en cualquier circunstancia afloran las ¡°sabias lecciones¡± a partir de puras corazonadas o meros postureos viene a bien tomar el ejemplo de nuestros sabios bisabuelos. En cuanto un sabio improvisado analiza los porcentajes de una contienda electoral argumentando la masiva participaci¨®n de narcotraficantes en las urnas o al instante en que alguna ama de casa asegura que hay una conspiraci¨®n venezolana a punto de desembarcar en el puerto de Veracruz sugieron quitarnos lentamente la ropa y echarnos en el primer sof¨¢ cercano para sobrellevar el mon¨®tono mon¨®logo como quien distrae una siesta en tertulia decimon¨®nica. As¨ª tambi¨¦n cuando alguien asegura ¡°la estabilidad de los mercados¡± o ¡°la urgencia de una consulta popular para redefinir la etimolog¨ªa de Consejo de la Judicatura¡±, ?encuer¨¦monos a oscuras y dejemos bogar al verbo ajeno en una suerte de somnolencia desentendida y feliz! Que se rompan las copitas de cristal cortado y los rojos vasos de pl¨¢stico, que se desparrame el agua de Jamaica y ya luego, con algui¨¦n prenda los focos, recogemos los cacahuates y dem¨¢s botanas, porque se hilan ahora meses de mucha verborrea y alucinaciones instant¨¢neas que no merecen alterar la deliciosa penumbra de nuestras ¨ªntimas tertulias donde deambulan intactos los fantasmas de bisabuelos distra¨ªdos y diletantes que tanto placer le conced¨ªan al supremo suspiro del silencio.
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