Entre mafia y pesca furtiva, ?pueden los ni?os de Chacmochuch ser los guardianes de su laguna?
Este rinc¨®n mexicano que antes se usaba como cooperativa pesquera sufre hoy los efectos del crimen organizado y el tr¨¢fico de armas y drogas. El comit¨¦ de vigilancia local quiere educar a la infancia para proteger sus casi 200 especies de flora y fauna
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En el mundo de Candelaria hay mucho y poco a la vez. Candelaria Badillo Cocom, una ni?a de 10 a?os, convive con tiburones, cocodrilos y mantarrayas. Desayuna langosta, nada entre humedales y en el mar, duerme en hamaca bajo las estrellas y hasta duendes jura haber visto entre las miles de hect¨¢reas de selva que la rodean. Y al mismo tiempo, por no haber, no hay ni un s¨®lo columpio que haya colocado la autoridad. Es, por un lado, la desmesura propia, m¨ªstica y silvestre de un ?rea Natural Protegida como esta: el Sistema Lagunar Chacmochuch, en el Caribe mexicano. Y por otro, la marginaci¨®n de decenas de ni?os, ni?as y adolescentes que viven aqu¨ª, en asentamientos irregulares a donde no llegan los servicios p¨²blicos b¨¢sicos como escuelas, cl¨ªnicas m¨¦dicas, drenaje o servicio de luz el¨¦ctrica.
Lo de los duendes es dif¨ªcil de creerle a Candelaria, medio chaparrita, morena, con peque?os lunares por todo el rostro y un poco enojona, seg¨²n se describe ella misma, pero replica muy en serio: ¡°Aparece ah¨ª atr¨¢s de la casa y se quiere llevar a mi hermana¡±, dice mirando a Abileydi, de 8 a?os, que pone cara de ¡®ya, c¨¢llate¡¯ que da miedo.
El Sistema Lagunar Chacmochuch es una de las 10 ¨¢reas naturales protegidas (ANP) en Quintana Roo, de competencia estatal, decretada como Zona Sujeta a Conservaci¨®n Ecol¨®gica en 1999. Inicia en Canc¨²n y se extiende hasta el municipio vecino de Isla Mujeres. Casi 2.000 hect¨¢reas de humedales, selva baja y mediana y amplias lagunas interconectadas al oc¨¦ano que son refugio para m¨¢s de 3.000 espec¨ªmenes de flora y fauna, incluido el almirante de manglar, un pececito barrig¨®n del que se tuvo registro por primera vez en M¨¦xico en este sitio. Garantiza adem¨¢s la calidad de la barrera arrecifal adyacente, la segunda m¨¢s grande del mundo. Un ecosistema que, sin embargo, sigue sin contar con su programa de manejo publicado, el documento donde se establecen las acciones para su protecci¨®n, conservaci¨®n, restauraci¨®n y las restricciones a la ocupaci¨®n.
Hay un camino de terracer¨ªa que permite recorrer parte del sistema que nace en la periferia de Canc¨²n y desemboca en Isla Mujeres. Es la frontera simb¨®lica que marca el inicio y el fin del ANP, dice Gonzalo Aldana, representante en la zona norte del Instituto de Biodiversidad y ?reas Naturales Protegidas del Estado de Quintana Roo (Ibanqroo). De un lado, en la parte protegida ¡ªdonde no deber¨ªa verse m¨¢s que naturaleza¡ª, hay dos asentamientos irregulares y hasta un basurero que dej¨® de operar en 2005, pero donde se siguen tirando lixiviados, pese a las denuncias. Del otro lado, dos asentamientos irregulares m¨¢s, entre ellos La Fortaleza, donde viven Candelaria y otros 16 ni?os y ni?as con sus familias en diminutas palapas de l¨¢mina, cart¨®n, madera y algo de concreto. La mitad de estos ni?os no va a la escuela. La luz aqu¨ª llega intermitente, v¨ªa diablitos, cables conectados sin permisos a la red de abastecimiento m¨¢s cercana; el agua se extrae por pozos de los poco profundos r¨ªos subterr¨¢neos tan caracter¨ªsticos del sureste mexicano y a donde tambi¨¦n terminan los desechos org¨¢nicos por no existir ca?er¨ªa. Buena parte de la poblaci¨®n en estas colonias se dedica a pepenar los residuos que los volquetes tiran ilegalmente en el ANP.
Todo lo que pase en los cuatro asentamientos irregulares ¨Cpese a que dos est¨¢n estrictamente fuera del per¨ªmetro¨C tiene impacto sobre esta ANP, reconoce Gonzalo Aldana. Para contrarrestar los posibles da?os, Aldana ha apostado por cambios desde las propias comunidades. Sabe que si se sensibiliza a las decenas de ni?os y ni?as como Candelaria podr¨ªan ser los m¨¢s amorosos guardianes de este ecosistema. De hecho, es un plan que lleva imaginando por a?os, desde la creaci¨®n del Ibanqroo, en 2018, y que pronto podr¨ªa ser realidad. ¡°Este a?o los vecinos de Chacmochuch ingresaron un proyecto a trav¨¦s del presupuesto participativo municipal, que tuve la oportunidad de asesorar en la parte t¨¦cnica, para poder crear un centro de control y vigilancia, que no sea s¨®lo una casetita que luego quede al olvido, sino que al mismo tiempo sirva como un centro de ense?anza para la educaci¨®n ambiental de las personas y de los ni?os¡±, cuenta el bi¨®logo.
Los desechos, sin embargo, no son la mayor amenaza. Por lo rec¨®ndito, por su ubicaci¨®n y el descuido institucional, este ecosistema es usado como fosa clandestina. ¡°En este a?o nos ha tocado ver cuatro cuerpos. Uno todav¨ªa ten¨ªa su casco y su chaleco de construcci¨®n, estaba sumergido entre el manglar. Se ve¨ªa que era un alba?il. Escuchamos como lo estaban matando y al otro d¨ªa, cuando lleg¨® la Polic¨ªa, fuimos a ver. Todav¨ªa estaba la sangre fresca¡±, dice Eugenia Chim, una de las vecinas. Tambi¨¦n es un sitio que forma parte de la ruta del tr¨¢fico de armas y droga y el tr¨¢nsito de migrantes, sobre todo de cubanos, que llegan en lanchas al Sistema Lagunar Chacmochuch y navegan hasta dar con un peque?o embarcadero al interior de esta ANP, que hace a?os usaba una cooperativa pesquera, pero que ahora ha sido tomada por la mafia y el crimen organizado. La tarde del pasado 30 de agosto se ve¨ªa en este lugar un vigilante a la entrada, una caba?a verde mordisqueada por el salitre y sobre la ribera de la laguna, 10 lanchas formadas.
Uno de estos botes es capitaneado por ¡°Lococh¨®n¡±, que no trafica migrantes, sino que se dedica a otra actividad il¨ªcita com¨²n aqu¨ª: la pesca furtiva, oficio que ha ense?ado a sus nietas Candelaria y Abileydi como m¨¦todo de supervivencia para una familia en pobreza extrema. Seg¨²n Lochoch¨®n, cada lunes parten de este embarcadero con destino a una playa virgen donde tienen hamacas en las que pernoctan hasta el s¨¢bado, el d¨ªa en que retornan a La Fortaleza, cargados de producto marino extra¨ªdo de la laguna, al interior del ANP, pero sobre todo del mar abierto, a unas 60 u 80 millas n¨¢uticas de distancia.
¡°Hay un caminito, donde te vas todo derecho con la lancha¡±, explica Abileydi. ¡°Llegas a un campamento en la playa, y ah¨ª ya nos quedamos y sacamos todas las cosas que traemos en la lancha, lo ponemos en su lugar y ya nos reunimos. Se hace de d¨ªa, nos levantamos tempianito y vamos a pescar. Bueno, yo no salgo a pescar, porque¡ porque voy a momitar y me luele la panza. Pero a veces s¨ª me meto a nadar y hay tiburones, pero chiquititos, no gandes, chiquititos, pero los espantamos¡±. Fue en una de esas expediciones que Abileydi encontr¨® una tortuga, la cual adopt¨® y llam¨® Perdida, a la que dedica mimos y le comparte de su comida.
¡°Yo s¨ª voy a pescar¡±, interrumpe Candelaria con aires de hermana mayor. ¡°He ido a jalar redes, a pescar con anzuelo, he ido a agarrar chivita, as¨ª con la mano¡±, cuenta. Tambi¨¦n pescan langosta, pulpo, r¨®balo, mero, cangrejo azul y tortuga. Estos dos ¨²ltimos, junto con el caracol chivita, est¨¢n en peligro de extinci¨®n. Una parte de la pesca la destinan al autoconsumo, en una colonia irregular donde no hay tiendas de abarrotes ni mercados y donde los apoyos institucionales no llegan. El resto se lo queda el propietario de la lancha, que contrata a Lococh¨®n y a su familia para la faena para vender a intermediarios. Este tipo de actividad es tolerada por las autoridades por su bajo impacto y por lo inhumano que ser¨ªa encarcelar a alguien que pesca para calmar el hambre de toda una familia, sostiene Gonzalo Aldana, quien bromea acerca de que un turista promedio en Canc¨²n impacta m¨¢s en su corta estancia que toda esta familia en una jornada mar adentro.
Guardianes comunitarios
La Fortaleza es fruto de un c¨²mulo de tragedias. En marzo de 2017, la Polic¨ªa desaloj¨® con uso excesivo de la fuerza a casi 100 familias que habitaban El Fort¨ªn ¨Cuno de los m¨¢s de 200 asentamientos irregulares que hay en Canc¨²n¨C, que naci¨® por despu¨¦s de que operadores pol¨ªticos del sindicato Antorcha Campesina trajeran a personas de fuera para invadir un terreno, con la promesa de que, si votaban por el candidato que ellos les dijeran y resultaba ganador, les titular¨ªan los predios ocupados, algo que nunca sucedi¨®.
Tras el desalojo, furiosos, los afectados armaron un campamento frente al Ayuntamiento de Canc¨²n como forma de protesta. La autoridad local respondi¨® y acept¨® reubicarlos a las afueras de la ciudad: una medida que se pens¨® como temporal, pero que se volvi¨® permanente porque nunca solucionaron el asunto. El resultado fue que eliminaron un asentamiento irregular, pero nacieron otros tres dentro o a pocos metros del Sistema Lagunar Chacmochuch.
Conocedor de estos antecedentes, Gonzalo Aldana es categ¨®rico al decir que no es opci¨®n volver a desalojarlos. En cambio, ¨¦l ha apostado por impulsar en el norte de Quintana Roo grupos de guardianes comunitarios, uno de los cuales est¨¢ en Chacmochuch.
El l¨ªder moral del Comit¨¦ de Vigilancia y Educaci¨®n Ambiental R¨ªo Chacmochuch es Jes¨²s Cahum, originario de Canc¨²n, pescador desde los 5 a?os y fundador de una cooperativa pesquera a la que tuvo que renunciar por un c¨¢ncer que super¨® en 2017. Jes¨²s dice que todo inici¨® cuando lo invitaron a una jornada de limpieza del ANP, como parte de un programa de empleo temporal. Del primer d¨ªa recuerda dos cosas: las toneladas de basura que sacaron y que a¨²n ten¨ªa conectada una sonda que era parte de su tratamiento oncol¨®gico. ¡°Desde ese d¨ªa me enamor¨¦ de la naturaleza y desde ese d¨ªa seguimos. Pero ya estoy cansado, la gente es muy ap¨¢tica. Hemos sacado toneladas de basura y nunca cambia nada. Cada que venimos est¨¢ peor¡±, dice el hombre, quien vive en una colonia aleda?a a la ANP. De acuerdo con una solicitud de transparencia, entre 2022 y 2023 se extrajeron de aqu¨ª 1.730 toneladas de basura. ¡°Yo ya me cans¨¦ y ya decidimos que no vamos a volver a hacer ni una sola limpieza si la autoridad no se involucra para cambiar de de ra¨ªz el asunto¡±, narra Jes¨²s, en referencia a la impunidad de los volqueteros que tiran los desechos aqu¨ª, pero tambi¨¦n a la falta de acciones espec¨ªficas para empoderar financieramente a la gente en los estos asentamientos.
El gran problema es que el Ibanqroo no cuenta con el presupuesto necesario para poder implementar este tipo de pol¨ªticas y tambi¨¦n hacer inspecciones de vigilancia y denuncia, dijo en entrevista su extitular, Rafael Robles, quien reconoci¨® que estos guardianes voluntarios han servido para paliar la falta de personal del Instituto. Para ponerlo en perspectiva: en la zona norte solo est¨¢ Gonzalo Aldana en la parte operativa que pueda hacer vigilancia y trabajo comunitario, entre otras tareas.
Por eso, Gonzalo llama a la autoridad municipal a que apruebe el proyecto participativo de los vecinos de Chacmochuch, con el cual planean emprender iniciativas para que, en un futuro, Candelaria y otras ni?as y ni?os puedan dejar la pesca furtiva o de trabajar pepenando residuos para ofrecer caminatas, paseos en lancha u observaci¨®n de aves para turistas: actividades remuneradas de muy bajo impacto que les permita salir de la pobreza al tiempo en que cuidan su entorno.
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