La prensa bajo asedio en la guerra de Sinaloa: ¡°Atacar a balazos a un medio es una advertencia para los dem¨¢s¡±
La batalla desatada entre facciones del crimen organizado, a partir de la detenci¨®n de ¡®El Mayo¡¯ Zambada, pone a los comunicadores en el centro de los ataques, secuestros y amenazas
La prensa vive tiempos adversos en Sinaloa. La guerra desatada entre facciones del Cartel de Sinaloa, tras la detenci¨®n en julio de Ismael El Mayo Zambada en Estados Unidos, ha puesto al periodismo bajo asedio en las ¨²ltimas semanas. El ataque directo a balazos contra el peri¨®dico El Debate, uno de los m¨¢s grandes e importantes del Estado, el secuestro de un trabajador del mismo medio y las amenazas que han ido al alza en el ¨²ltimo tiempo ha puesto al gremio de esta entidad en alerta. Varios periodistas y defensores relatan a EL PA?S el miedo y la incertidumbre a la hora de salir a la calle a trabajar.
La fecha clave fue el 9 de septiembre. Ese lunes, se desat¨® en Sinaloa una ola de violencia sin precedentes recientes. La supuesta traici¨®n de uno de los hijos de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n, Joaqu¨ªn Guzm¨¢n L¨®pez, a Zambada, al entregarlo a las autoridades estadounidenses, rompi¨® un equilibrio que reinaba desde hac¨ªa a?os en Culiac¨¢n. Hasta entonces, conviv¨ªan las dos facciones casi sin inconvenientes en la capital sinaloense. Pero la ruptura de ese ¡°c¨®digo no escrito¡±, dice un reportero local que no quiere dar su nombre por seguridad, decant¨® en la guerra que sacude la entidad desde entonces.
En medio de esa pugna, quedaron entonces los periodistas, explican varias voces a este peri¨®dico. ¡°Se est¨¢ viviendo una situaci¨®n complicada por la divisi¨®n al interior del Cartel de Sinaloa¡±, dice Jes¨²s Bustamente, presidente de la Asociaci¨®n de periodistas 7 de junio. ¡°Nosotros no tenemos nada que ver, pero tenemos el deber de narrar lo que est¨¢ ocurriendo¡±. El aumento de los enfrentamientos entre facciones del crimen organizado provocaron un alza de las intimidaciones contra el gremio, las amenazas, y los bloqueos para acceder a las zonas donde se registraban los actos de violencia. ¡°Todo eso se volvi¨® mas visible con el ataque a El Debate¡±, agrega.
El pasado 17 de octubre, pasadas las 22.30 horas, la sede de El Debate, en el centro de Culiac¨¢n, fue atacada a balazos por una persona que se baj¨® de un coche con un arma larga. El veh¨ªculo llevaba rato merodeando el medio de comunicaci¨®n, y cuando el atacante dispar¨® contra la fachada, dos periodistas que se encontraban en la puerta alcanzaron a correr y echarse al piso para esquivar las balas. La entrada baleada es la que usa el personal para ingresar y para salir, explica Gustavo Liz¨¢rraga, el editor web del peri¨®dico en Sinaloa, y a esa hora normalmente hay mucha gente. Ese d¨ªa justo hab¨ªan alcanzado a salir algunos compa?eros, que se marcharon minutos antes del ataque. Nadie sali¨® herido, pero ¡°el miedo que deja atr¨¢s eso, no se quita¡±, dice.
Menos de dos d¨ªas despu¨¦s, este medio de comunicaci¨®n volvi¨® a sufrir un ataque. Un repartidor que llevaba las ediciones impresas del peri¨®dico en su motocicleta fue perseguido, agredido y secuestrado por criminales armados la madrugada del pasado s¨¢bado. Desde entonces, sus compa?eros y su familia no han tenido noticias de ¨¦l. ¡°Ojal¨¢ que las personas que se lo llevaron se compadezcan y lo liberen¡±, dice Liz¨¢rraga. Las fotograf¨ªas difundidas tras el ataque al repartidor mostraban los diarios desparramados junto a su veh¨ªculo, sin se?al del trabajador. Para los otros medios, estas dos agresiones son un mensaje del crimen a todo el gremio. ¡°Al atacar a balazos a un medio altamente reconocido, ponen en alerta a todos¡±, asegura Bustamante. ¡°Es una advertencia para los dem¨¢s¡±.
Cuando se desat¨® la ola de violencia a inicios de septiembre, la prensa comenz¨® a notar se?ales de que la cobertura iba a ser complicada, explica Bustamante. En los meses anteriores, si ped¨ªan permiso a los grupos criminales para entrar a alguna zona roja, pod¨ªan hacerlo. Pero en el ¨²ltimo tiempo, cuando intentaron acceder a zonas en las que se daban los enfrentamientos, los miembros del cartel les imped¨ªan el paso y les advert¨ªan de que no publicaran nada sobre lo que estaba pasando en ciertos municipios, relata el defensor. Eso llev¨® a que los periodistas dejaran de ingresar a zonas rurales, abandonaran esas coberturas para no exponerse. ¡°Nos estamos limitando a contar lo que ocurre dentro de la ciudad porque no hay forma segura de llegar a esos municipios¡±, comenta.
Al menos tres reporteros que prefieren no dar su nombre aseguraron que ahora toman precauciones extras para hacer su trabajo. No salir de noche, no acudir solo a una cobertura, a veces incluso no identificarse como periodistas. ¡°La prensa est¨¢ viviendo en un contexto de miedo¡±, dice el editor web de El Debate. ¡°Estamos intentando entender cu¨¢les son los l¨ªmites para que el contenido que escribes no te meta en problemas¡±. La redacci¨®n del peri¨®dico tiene estos d¨ªas protecci¨®n de la Guardia Nacional y la polic¨ªa estatal, pero no saben cu¨¢nto tiempo va a durar.
Jhenny Bernal Arellano, directora del Instituto para la Protecci¨®n de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de Sinaloa, admite que los m¨¢s afectados son los reporteros de nota roja y que, en el ¨²ltimo mes y medio, casi se triplicaron las denuncias por agresiones a los reporteros. ¡°El clima de violencia persiste, hemos tenido varios sucesos que nos mantienen en alerta¡±, dice en entrevista telef¨®nica. Las autoridades han intentado quitar hierro a la situaci¨®n, que no deja de agravarse con el paso de las semanas. ¡°Toda acci¨®n se queda peque?a para garantizar el trabajo de la prensa¡±, agrega.
Para Bernal, lo que vive la entidad es una ¡°violencia extraordinaria¡± porque, a pesar de tener condiciones adversas normalmente, lo de ahora es extremo. Otro reportero local, que tampoco quiere dar su nombre, dice que ¡°nunca hab¨ªa ocurrido algo as¨ª¡±. Varios periodistas recuerdan la ¨¦poca de pugna entre el Cartel de Sinaloa y los Beltr¨¢n Leyva como el ¨²ltimo gran conflicto que atravesaron, que inici¨® en 2008 y termin¨® casi dos a?os despu¨¦s. En aquella ¨¦poca, el semanario R¨ªodoce sufri¨® un ataque cuando dos agresores lanzaron una granada a la redacci¨®n.
Las experiencias aprendidas en aquella ¨¦poca, sin embargo, no quitan los temores de hoy. Los reporteros ya no pelean por qui¨¦n tiene la exclusiva, qui¨¦n llega primero al lugar de los hechos, o qui¨¦n publica antes que nadie lo sucedido. Han optado por abandonar la competencia y priorizar la seguridad. ¡°Las condiciones son bien dif¨ªciles, pero si dejamos de trabajar perdemos nuestra esencia¡±, dice el editor web de El Debate. ¡°El periodista en Sinaloa no es que sea valiente, es que ha aprendido a trabajar con miedo¡±.
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