La tradici¨®n de vestir al ni?o Dios el 2 de febrero: ¡°Si no le gusta su vestimenta, se enoja¡±
La costumbre en M¨¦xico dicta que se debe arropar y bautizar la figura del peque?o Jes¨²s el d¨ªa de la Candelaria
A espaldas de Palacio Nacional, unas calles hacia el sur entre Pino Su¨¢rez y el mercado de La Merced, hay un corredor atestado de gente y de figuras del ni?o Dios. A los costados se ubican locales grandes e iluminados, sobre el asfalto se sit¨²an unos puestos como los que se ven en los tianguis. Las figuritas van de los 10 a los 70 cent¨ªmetros de largo. Los precios tambi¨¦n son variados: 30, 80, 250 pesos. Los m¨¢s grandes se venden hasta en 1.100 pesos. ¡°?En cu¨¢nto tiene el morenito?¡±, pregunta una se?ora en uno de los puestos, se refiere a un ni?o Dios con la piel oscura. Pide que le repitan el precio varias veces, ¡°es que no te escucho, mija¡±. El morenito est¨¢ en 220 pesos, contesta una de las marchantas.
El ni?o Dios se compra desnudo y se viste con prendas que se asemejen a la de una imagen sagrada, como el santo ni?o de Atocha, el sagrado coraz¨®n de Jes¨²s o San Judas Tadeo. ¡°Es mejor que le regalen el ni?o o que usted lo regale¡±, dice otra vendedora en uno de los locales que bordean el pasillo celestial, ¡°de esa manera le va a traer m¨¢s suerte¡±, concluye. Hay personas que se dedican a vestir y restaurar la figura, pero, seg¨²n la creencia, es el ni?o el que decide qui¨¦n lo va a vestir.
Lejos del caos del centro de Ciudad de M¨¦xico, a unos 30 kil¨®metros hacia el norte, en el municipio de Atizap¨¢n de Zaragoza, Estado de M¨¦xico, la fe es igual de intensa, pero la energ¨ªa en el lugar es m¨¢s tranquila. Rosario, de 66 a?os, se dedica a vestir ni?os Dios desde 1976. La tradici¨®n comenz¨® con su t¨ªa, quien le ped¨ªa ayuda con el negocio. ¡°Ten¨ªa apenas seis a?os cuando lo hice por primera vez¡±, rememora desde un local en el mercado Hacienda de la Luz al que lleg¨® hace 35 a?os.
Adem¨¢s de las solicitudes de ayuda espor¨¢dica por parte de su t¨ªa, Rosario no volvi¨® a vestir un ni?o Dios hasta que se cas¨® a los 17 a?os. Su suegra se dedicaba al negocio y fue ella quien le ense?¨® todo lo que sabe. Comenz¨® haci¨¦ndolo en un tianguis en Azcapotzalco. Cuando se le juntaba el trabajo le ped¨ªa ayuda a su hija Valeria, que entonces ten¨ªa 10 a?os. De eso han pasado 35 a?os. ¡°Este es nuestro negocio, pero es un negocio de fe¡±, dice la hija de Rosario. ¡°Lo hacemos con mucho amor y porque queremos preservar las costumbres¡±.
Junto a la tradici¨®n, estas mujeres han desarrollado cierta sensibilidad para entender lo que la vendedora en el centro hist¨®rico dice, que el ni?o decide qui¨¦n lo va a vestir. Valeria explica que esto es porque cada figura tiene su personalidad. ¡°Es como cuidar a un ni?o de verdad¡±.
Algunos incluso desaparecen si la est¨¢n pasando mal en casa. Cuenta que una se?ora les llev¨® uno hace unos a?os y de la nada se esfum¨®, algo que nunca les hab¨ªa pasado. ¡°Cuando lleg¨® por el ni?o le dijimos la verdad y contest¨® que no le sorprend¨ªa. Nos dijo que el 24 de diciembre su hija y su nieta se pelearon y a?adi¨® que cuando eso pasa, el ni?o se va¡±, comenta Valeria entre risas. ¡°No se preocupen¡±, nos dijo la se?ora, ¡°cuando lo encuentren, me lo regresan¡±. El mismo d¨ªa de la Candelaria, el ni?o apareci¨® sentado en medio de la sala.
La personalidad tambi¨¦n se refleja en las prendas. Si no le gusta lo que trae puesto, su expresi¨®n es de enojo. ¡°Se ve extra?o¡±, a?ade Arlet, de 21 a?os. Es hija de Valeria. Con ella suman cuatro generaciones que se dedican al cuidado y el vestido del ni?o Dios. Arlet entr¨® al negocio del mismo modo que su madre. ¡°Por estas fechas se les juntaba mucho trabajo, as¨ª que yo y mi hermano la ayud¨¢bamos¡±, dice. Querer preservar las costumbres ha creado una tradici¨®n en s¨ª misma; ayudar a la madre, quien no parece darse abasto con la cantidad de trabajo y terminar por enamorarse del oficio.
Considerada una de las tradiciones cat¨®licas m¨¢s arraigadas en el pa¨ªs, se remonta a inicios de la Nueva Espa?a. De acuerdo con los historiadores Mariano Monterrosa y Leticia Talavera del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia (INAH), la costumbre de venerar a los Ni?os Dios lleg¨® en el siglo XVI, cuando los franciscanos introdujeron las fiestas de Navidad y con ellas el nacimiento del Ni?o Jes¨²s, seg¨²n un art¨ªculo publicado por El Universal.
Monterrosa y Talavera a?aden que existen dos esculturas que datan del siglo XVI y que hacen referencia al nacimiento de esta tradici¨®n. Una es la de El Ni?o Cautivo, que se encuentra en la Catedral Metropolitana, frente a Palacio Nacional. La otra es la de El Ni?opa o Ni?opan, en Xochimilco cuyo nombre significa ¡°ni?o del lugar¡± y, de acuerdo con los especialistas, los locatarios cuentan que la imagen acostumbra a salir por las noches para ver c¨®mo van los cultivos. ¡°En las ma?anas, los que se encargan de cuidarlo encuentran sus zapatitos manchados de lodo¡±, aseguran los historiadores.
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