Ser¨¢ ley
Quiz¨¢s cuando las ni?as crezcan la palabra aborto tendr¨¢ otro peso, no el de la gravidez sino el de la ligereza de la libertad
A los once a?os, cuando entr¨¦ a primero de secundaria, hab¨ªa varias parejas en la escuela, yo no ten¨ªa pareja ni pensaba en ello y faltaba tiempo para que me explotara la adolescencia, pero hab¨ªa una pareja. Ellos sol¨ªan estar abrazados, bes¨¢ndose o compartiendo comida, casi siempre apartados del resto. Iban en salones distintos de la prepa, el recreo era su espacio y a la salida sol¨ªa verlos fumando o y¨¦ndose juntos. Alguna vez los vi entrar de la mano a la escuela por la tarde, ambos con el pelo mojado, y eso me hizo pensar, ?c¨®mo as¨ª que los dos traen el pelo mojado?, ?se habr¨¢n ba?ado juntos? ?Eso hacen los novios? Una vez ella, que recuerdo con una sudadera amarrada a la cadera y un chongo atravesado por una pluma o un l¨¢piz, se mor¨ªa de risa mientras compart¨ªa una bolsa de papas con su novio. Yo pasaba cerca de ellos con una amiga cuando me dijo en voz baja: ¡°Dicen que abort¨® en Navidad.¡± Cuando iba en primero de secundaria, el aborto en la Ciudad de M¨¦xico estaba penalizado por la ley y la ¨²nica manera de hacerlo era de forma clandestina.
Esa fue la primera vez que escuch¨¦ sobre el aborto, y si escuch¨¦ la palabra antes solo reson¨® cuando la adolescencia estaba a la vuelta. El detalle de la Navidad es importante porque tiene que ver con c¨®mo viajan las frases, c¨®mo se distorsionan y c¨®mo llegan como redondas, transparentes: en este caso con el estigma del aborto. Adem¨¢s de lo prohibido por la ley, de lo que no est¨¢ bien moralmente porque, desde la perspectiva del fraseo, no solo hab¨ªa abortado sino que lo hab¨ªa hecho el d¨ªa del nacimiento de Jes¨²s ¨C y de paso se hab¨ªa cagado en la religi¨®n¨C ?y c¨®mo pod¨ªa una joven hacerlo adem¨¢s en Navidad? Pero casi cualquier cosa que le siga a la ya estigmatizada palabra es un predicado, algo que lo estira m¨¢s, y m¨¢s agresivo si las mujeres est¨¢n en el rango de edad joven. No por nada, la palabra tiene connotaciones negativas, pues aborto tambi¨¦n es sin¨®nimo de monstruo, como en el habla coloquial abortar tambi¨¦n es sin¨®nimo de fracaso, frustraci¨®n o de algo que se malogra. Es una palabra de alto voltaje y as¨ª, cuando estaba adem¨¢s prohibido por la ley abortar en esta ciudad, me lleg¨® con toda su descarga. Aquella vez, hablando m¨¢s sobre el tema, mi amiga dijo que al menos ella estaba ah¨ª cagada de risa con una bolsa de papas, pero hab¨ªa escuchado que otra chica de otra escuela hab¨ªa abortado con un gancho en el ba?o de su casa y su mam¨¢ hab¨ªa tenido que dejar su trabajo para llevarla a urgencias. Le pregunt¨¦ si sab¨ªa si estaba bien esa chica. Eso no s¨¦, pero imag¨ªnate, horrible para las dos, me dijo.
Hace poco la Suprema Corte, el m¨¢ximo ¨®rgano de justicia en M¨¦xico, rechaz¨® la despenalizaci¨®n del aborto en Veracruz. La lucha por la despenalizaci¨®n del aborto en todos los estados y a lo largo de Am¨¦rica Latina a¨²n no termina, pero alg¨²n d¨ªa ser¨¢ ley. Como esperamos sea pr¨®ximamente en Veracruz, en la siguiente votaci¨®n. En M¨¦xico, los ¨²nicos dos lugares en los que es legal abortar, sin importar las causas ni las razones, son Oaxaca y la Ciudad de M¨¦xico. Desde los primeros acercamientos que tenemos al aborto es claro el estigma pesado, m¨¢s pesado que la misma gravidez, esa otra forma de llamar al embarazo. Ya sea un aborto deseado o no deseado, el aborto es un tab¨² con una inmensa carga pesada, oscura. Quiz¨¢s un primer paso en ese camino en el que buscamos despenalizar, ser¨ªa dejarle de dar esa carga negativa en el habla, ir desestigmatiz¨¢ndola.
Como sabemos, que sea todav¨ªa hoy un delito es decidido principalmente por hombres, y cada vez que veo esto en las noticias me acuerdo de ese tuit que dice que si los hombres pudieran embarazarse, se abortar¨ªa en los Oxxos. As¨ª pas¨® en el caso reciente de Veracruz en el que cuatro ministros votaron en contra de uno (se necesitaba que tres ministros al menos votaran a favor para que se despenalizara). El delito por aborto contempla hasta cuatro a?os en prisi¨®n (excepto para los casos de violaci¨®n, peligro de muerte para la madre y malformaci¨®n del feto, dependiendo el estado, pero esto en el caso de Veracruz) y tambi¨¦n est¨¢ penado hasta con dos a?os de prisi¨®n para quien efect¨²a el aborto. Veracruz que es un estado con alerta de violencia de g¨¦nero y uno en el que se ha documentado que a m¨¢s de 400 menores de edad al a?o se les ha negado el aborto aun cuando son producto de una violaci¨®n, y en ese mismo estado el Congreso declar¨® improcedente dictaminar su despenalizaci¨®n argumentando de que ¡°violentaba¡± el proceso legislativo. De modo que somos las mujeres quienes violentamos el proceso legislativo y no al rev¨¦s.
Estas decisiones en contra de los derechos a decidir libremente sobre nuestros cuerpos entran en un marco internacional de dos tratados que hacen exigible la denuncia ante la violencia en contra de la mujer que anula el reconocimiento y goce de sus derechos, la Convenci¨®n sobre la Eliminaci¨®n de Todas las Formas de Discriminaci¨®n contra la mujer, adoptado en 1979 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Convenci¨®n de Bel¨¦m do Par¨¢.
La novela El acontecimiento (Tusquets, 2001) de Annie Ernaux trata sobre un aborto en tiempos en los que estaba penado por la ley en Francia. En esta historia, una joven de 23 a?os, estudiante universitaria, sin desearlo queda embarazada. La verg¨¹enza de las mujeres que abortan y la reprobaci¨®n de su entorno en una sociedad que proh¨ªbe el ejercicio libre de sus derechos son el eje de la novela. Regresando a la joven comiendo papas con su novio en el patio de la secundaria, m¨¢s all¨¢ de que lo haya hecho o no, carg¨® con el estigma de un supuesto aborto que se juzgaba en relaci¨®n con la ley. En alg¨²n momento la narradora y personaje principal de la novela se pregunta por qu¨¦ seguir su relato con todo detalle: ¡°Si no cuento esta experiencia hasta el final, contribuir¨¦ a oscurecer la realidad de las mujeres y me pondr¨¦ del lado de la dominaci¨®n masculina del mundo.¡± En otras palabras, no quiere que su aborto clandestino quede en la oscuridad del silencio. En ese relato, de todas las veces que habla de ello, solo una sola vez le llama embarazo, pero suele nombrarlo ¡°el problema¡±. Si ella no tiene ning¨²n poder sobre su cuerpo ante la ley y es expuesto una y otra vez por los m¨¦dicos que no quieren practicarle el aborto, le queda el poder de su relato, y esa es su fuerza. Quiz¨¢s el relato sea la diferencia m¨¢s importante entre los dominantes y los dominados. Hacia el final de la novela, dice la protagonista: ¡°Hoy s¨¦ que deb¨ªa pasar por esa prueba y ese sacrificio para desear tener ni?os. Para aceptar la violencia de la reproducci¨®n dentro de mi cuerpo y convertirme, a m¨ª vez, en lugar de paso para las generaciones futuras¡±. Yo no s¨¦ si la joven que com¨ªa papas riendo con su novio en el patio abort¨® o no. La busqu¨¦ en Instagram y en varias fotos aparece con dos ni?as peque?as. Me gusta pensar que abort¨® y que decidi¨® libremente el momento en el que quer¨ªa ser madre, pero me aterra pensar aun hoy c¨®mo fue para ella en un contexto que lo prohib¨ªa y la estigmatizaba. Un d¨ªa ser¨¢ ley y quiz¨¢s cuando esas ni?as y todas las ni?as crezcan esta palabra tendr¨¢ otro peso, no el de la gravidez sino el de la ligereza de la libertad.
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