Ig Nobel
No conozco a los escritores que suelen revelarse a toro pasado como una cuenta pendiente y deseo de coraz¨®n que la lectura del reci¨¦n galardonado escritor tenga a bien iluminar y callarme la boca
Una vez m¨¢s, desconozco enteramente al galardonado con el Premio Nobel de Literatura y deseo confirmar a los miembros de la Academia Sueca que a¨²n no me aprendo bien nombre y apellidos del ganador, aunque pretendo enviarle una sincera felicitaci¨®n no exenta de una honesta alusi¨®n a la sana envidia: yo tambi¨¦n quisiera que se me reconociera sin reconocerme; es decir, que me gane un elogio por un p¨¢rrafo sin que el improbable lector de ese p¨¢rrafo sepa que me est¨¢ chuleando en mis propias narices. Hubo una rara ocasi¨®n en que logre publicar un cuento en la revista de una aerol¨ªnea y en pleno vuelo, all¨¢ arriba entre nubes, no pude contener mi vanidad y me acerqu¨¦ al hombre que le¨ªa con aparente diversi¨®n y le confi¨¦ que yo era el autor de ese relato¡ tan s¨®lo para recibir una majadera reprimenda donde me sac¨® de la cabina subrayando que era el piloto de la nave y que no ten¨ªa yo raz¨®n para distraerlo en pleno vuelo.
Dicho la anterior quiero declararme p¨²blicamente merecedor del Premio Ig Nobel, por ignorante una vez m¨¢s, por aceptar con acto de contrici¨®n y una leve penitencia que no tengo ni idea (y a veces, ni ganas) de mantener absolutamente actualizadas las antenas de lectura y dominar la mnemotecnia que me permita triunfar en sobremesas y en el gimnasio con el infalible acervo irrebatible de nombres de autores y t¨ªtulos de obras de todos los idiomas, culturas y continentes. ?Ah, qu¨¦ belleza poder intercalar en mi rutina diaria de spinning la inobjetable sabidur¨ªa cuando la del leotardo de leopardo me pregunte ¡°?sabes de alg¨²n buen palindromista peruano?¡±! Ser¨ªa maravilloso intercalar en el CrossFit un elogio para ese a¨²n desconocido novelista de Islandia que habla a solas con la nieve o recomendar los versos intemporales de una musa tailandesa que se parece misteriosamente a un ni?o que actu¨® en pel¨ªculas de Indiana Jones¡ Mea culpa, no conozco a los escritores que suelen revelarse a toro pasado como una cuenta pendiente y deseo de coraz¨®n que la lectura del reci¨¦n galardonado escritor nativo de Tanzania, afincado en Inglaterra, tenga a bien iluminar y callarme la boca con cualesquiera de sus libros, aunque aparentemente solo tiene un t¨ªtulo traducido al espa?ol y dependo de las ediciones en ingl¨¦s para intentar abrazarlo.
El Premio Ig Nobel es un sat¨ªrico invento de unos orates que desde 1991 premian a una decena de proyectos cient¨ªficos absolutamente risibles y aparentemente in¨²tiles. Ya se ha dado el caso de que uno de los galardonados con el ese reconocimiento a la Nada termin¨® por ganar un Premio Nobel de a deveras, pero en su hilarante palmar¨¦s la ceremonia anual de los Ig Nobel no incluye el rubro de Literatura para ¨Cpor ejemplo¡ª versos inaudibles para perros pequineses o novelas gr¨¢ficas sin guion previo y crayola libre o poemarios de p¨¢gina en blanco (alejandrinos incluidos)¡ y por supuesto, tampoco hab¨ªan considerado la categor¨ªa que me reconoce hoy mismo como Ig Nobel por ignorante, por no haber oteado en los estantes interminables del mundo los libros de un hombre que muy probablemente me ha de dar una sana lecci¨®n en cuanto lo lea.
Deseo que la obra de Abdulrazak Gurnah me confirme que escribe el que escribe (y que no escribe el que no escribe), que el oficio conlleva muchas madrigadas de silencio y soledad, que la vida est¨¢ siempre en otra parte y nunca basta para tantas ganas de abrazarte. Deseo que Gurnah me haga llorar con la tinta que clona la desesperaci¨®n de los afligidos y el dolor de los que han sido v¨ªctimas de cualesquier forma de poder o racismo y quiero que sus libros me apoyen en el grito contra la ignorancia y el desparpajo de los imb¨¦ciles que solo destilan el Mal con may¨²sculas y que su pr¨®ximo discurso de aceptaci¨®n en Estocolmo sea un elogio de la imaginaci¨®n y la magia, una prestidigitaci¨®n que sea tambi¨¦n un bofet¨®n para los engre¨ªdos y mamones, los que aseguran haberlo le¨ªdo sin haberle visto jam¨¢s no solo las canas sino las p¨¢ginas impresas y deseo que Abdulrazak Gurnah me ayude a callarle el hocico a por lo menos un advenedizo siniestro que se jacta de su diab¨®lico complejo de inferioridad que hincha su cara ovoide y que las p¨¢ginas del nuevo Nobel abatan las rejas de un ignorante que m¨¢s parece mandril o gorila albino que posible lector de poes¨ªa y deseo que la obra entera del nuevo Nobel abone el ya no tan lejano para¨ªso en que todos leamos por el placer de multiplicar vidas contra toda la cerraz¨®n e ignorancia de los obcecados doctrinarios que s¨®lo quieren que memoricemos consignas y corazonadas mucho m¨¢s cercanas a la mentira y el enga?o que a la floraci¨®n maravillosa de eso que llamamos literatura.
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