La derrota en el Congreso y la sucesi¨®n presidencial
De entrada, habr¨ªa que acotar los alcances de la victoria de la oposici¨®n, para no extraer conclusiones desproporcionadas
La derrota pol¨ªtica que experiment¨® el Gobierno de la Cuarta Transformaci¨®n en el Congreso, con el rechazo de su reforma energ¨¦tica, tendr¨¢ implicaciones m¨¢s all¨¢ del sector el¨¦ctrico, desde luego. La pregunta es ?c¨®mo y con qu¨¦ intensidad? ?Modifica el balance de fuerzas? ?Afecta al futuro del obradorismo?
Responder a estas preguntas requiere separar en dos los tiempos pol¨ªticos que nos esperan. Por un lado, lo que resta del sexenio; por otro, la sucesi¨®n presidencial y las elecciones en 2024.
De entrada, habr¨ªa que acotar los alcances de la victoria de la oposici¨®n, para no extraer conclusiones desproporcionadas. Morena y sus aliados consiguieron la mayor¨ªa de los votos, pero no los suficientes para obtener la mayor¨ªa calificada o dos tercios de la votaci¨®n. Lo cual conduce a dos consideraciones: una, que no est¨¢n en riesgo aspectos esenciales de la gobernabilidad para la administraci¨®n obradorista: definici¨®n de presupuestos, nombramientos, leyes secundarias o decretos presidenciales, gozan de las mayor¨ªas legislativas con m¨¢rgenes sobrados.
Pero tampoco podemos ignorar una segunda consideraci¨®n: lo que sucedi¨® el domingo dej¨® en claro que el resto del sexenio el gobierno de L¨®pez Obrador dif¨ªcilmente podr¨¢ introducir cambios estructurales o irreversibles que exijan una mayor¨ªa calificada. La militarizaci¨®n de la Guardia Nacional o una reforma sustancial del INE y de los procesos electorales quedan fuera de su alcance. Ahora el Ejecutivo tendr¨¢ que hacer un c¨¢lculo pol¨ªtico de los beneficios y los perjuicios de poner a consideraci¨®n del Congreso otra reforma constitucional sabiendo, de antemano, que ser¨¢ rechazada. Mientras no lo haga no volver¨¢ a experimentar una derrota legislativa, pero L¨®pez Obrador bien podr¨ªa creer que, a¨²n perdiendo, puede convertir ante el ciudadano de pie en desprestigio para la oposici¨®n el rechazo a sus cambios. Veremos.
Lo cierto es que, habiendo constatado el impacto pol¨ªtico que signific¨® mantenerse unida, la oposici¨®n estar¨¢ muy poco dispuesta a ofrecer al obradorismo una victoria importante en lo que resta del sexenio. Mucho menos aquellas victorias que pudieran fortalecer las posibilidades del obradorismo para mantenerse en el poder: es decir, su maridaje con el ej¨¦rcito o modificaciones electorales que favorezcan a Palacio. Lo cual nos lleva al segundo escenario.
Hasta hace unos d¨ªas muchos asum¨ªamos que AMLO ten¨ªa el camino pavimentado para convertir a su candidato en el pr¨®ximo presidente del pa¨ªs. Los niveles de aprobaci¨®n popular del tabasque?o, la fr¨¢gil cohesi¨®n de la Alianza por M¨¦xico, la ausencia de candidatos atractivos por parte de la oposici¨®n y el propio peso del Estado, que no se limit¨® para participar en la consulta de Revocaci¨®n, permit¨ªan asumir un triunfo electoral de parte de Morena y sus aliados.
?Cambia esta perspectiva luego del resultado dominical en el Congreso? En estricto sentido no. La mayor parte de los argumentos se?alados arriba siguen vigentes. La oposici¨®n gan¨® porque solo necesit¨® superar un tercio de los votos en la C¨¢mara. Sin embargo, la pol¨ªtica es tambi¨¦n un asunto de percepciones. ¡°El triunfo¡± le otorga a la Alianza por M¨¦xico un tanque de ox¨ªgeno y una cohesi¨®n que comenzaba a hacer agua. Francamente, hasta este domingo el PRIAN parec¨ªa estar condenado al fracaso. Ya no. No es un factor suficiente, pero s¨ª es un factor sine qua non.
En 2018 L¨®pez Obrador obtuvo 53 por ciento de los votos v¨¢lidos (eliminados los nulos), lo cual significa que el resto de los candidatos obtuvo 47 por ciento. Pero en la medida en que este 47 se fragment¨® en cuatro candidatos, el ahora presidente consigui¨® un triunfo abrumador. Tres a?os m¨¢s tarde, en las elecciones intermedias del verano pasado, las proporciones se hab¨ªan invertido: la oposici¨®n obtuvo 52 por ciento de la votaci¨®n por 48 de Morena y sus aliados. Pero, otra vez, la fragmentaci¨®n de candidaturas y el efecto de las plurinominales ni siquiera otorg¨® a la oposici¨®n una mayor¨ªa en el Congreso.
Lo anterior est¨¢ muy lejos de convertirse en cuentas alegres para los antilopezobradoristas. Simplemente deja en claro que, sin un candidato ¨²nico por parte de PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, la oposici¨®n no tiene posibilidades de competir. Lo del domingo no es decisivo, pero les ofrece un aliciente para intentarlo.
No resulta f¨¢cil la construcci¨®n de una candidatura ¨²nica que adem¨¢s sea atractiva para la mayor¨ªa de los mexicanos. Habr¨ªa que preguntarse, incluso, si aun encontrando un personaje carism¨¢tico, el mero anti lopezobradorismo alcanza para concitar un voto mayoritario. El problema con las candidaturas de un frente tan heterog¨¦neo, ideol¨®gicamente hablando, es que se dificulta la construcci¨®n de una agenda com¨²n coherente frente a los problemas del pa¨ªs. Por no hablar de que hasta ahora la oposici¨®n ha carecido de una propuesta alternativa de cara a las preocupaciones de los sectores populares. Pueden argumentar hasta el cansancio los defectos reales o presuntos del presidente, pero grandes sectores seguir¨¢n pensando que ¨¦l habla en su nombre o al menos lo intenta.
Con todo, y al margen de lo que haga la oposici¨®n frente a los retos se?alados arriba (un candidato ¨²nico, un programa coherente), los n¨²meros tendr¨ªan que preocupar a Palacio Nacional. AMLO podr¨ªa asumir que la campa?a presidencial no necesariamente ser¨¢ el paseo triunfal que en c¨ªrculos oficiales se anticipaba. Si cabe la posibilidad de un contratiempo o el riesgo de una derrota, los criterios de selecci¨®n del delf¨ªn quedan condicionados. La primera prioridad para el presidente es dar continuidad a su proyecto y con ese criterio, se entiende, elegir¨¢ a su sucesor. Pero esto es as¨ª solo si el triunfo est¨¢ asegurado; en caso de percibir alg¨²n riesgo, un segundo criterio podr¨ªa rivalizar con el primero para efectos de la definici¨®n del candidato: uno que garantice la victoria.
Estoy convencido de que, en absoluta libertad, L¨®pez Obrador se inclinar¨ªa por Claudia Sheinbaum atendiendo el primer criterio (lealtad y cercan¨ªa ideol¨®gica). Hasta ahora la batalla preelectoral en el obradorismo ha consistido esencialmente en una competencia por ganar los favores del l¨ªder, tratando de mimetizarse con sus ideas y posiciones. Creo que tendr¨ªan que demostrar a¨²n con m¨¢s ah¨ªnco que, adem¨¢s de lealtad, pueden resultar atractivos para el electorado y ofrecer al presidente un margen de victoria tranquilizador. Aunque lo dicho, depender¨¢ en mucho de lo que haga la oposici¨®n, y en ese sentido lo del domingo cobra alguna significancia. Lo cual nos lleva a una curiosa conclusi¨®n: a un candidato de Morena le convendr¨ªa que la oposici¨®n se fragmentara, pero a otros les ser¨ªa m¨¢s ¨²til un frente unido y competitivo que los hiciera indispensables. Interesante.
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