El Estado c¨®mplice que le falla a las mexicanas
Quedarse en el lamento tras lo ocurrido a Luz Raquel, Debanhi, Cecilia y tantas otras, hoy no solo sirve de poca cosa, sino que sabe a complicidad con autoridades omisas y negligentes
Luz Raquel Padilla ten¨ªa 35 a?os, un hijo con una discapacidad y ninguna oportunidad de encontrar en las autoridades protecci¨®n para escapar de los ataques de unos vecinos discriminadores y violentos, de una familia sabedora de que en M¨¦xico los gobiernos proh¨ªjan la impunidad.
Ella muri¨® esta semana y es solo el ejemplo m¨¢s reciente, aunque tambi¨¦n uno de los m¨¢s descarnados, del infierno que padecen las mujeres en este pa¨ªs.
Habitante de Zapopan, ese municipio que por su crecimiento urbano se ha comido a Guadalajara, la capital de Jalisco, Luz Raquel padeci¨® ataques verbales y f¨ªsicos por parte de una familia que se quejaba de que su cr¨ªo ¨Ccon autismo-- les parec¨ªa molesto. Ella recurri¨® a la polic¨ªa, pero en M¨¦xico la autoridad no est¨¢ dise?ada para proteger a las v¨ªctimas, o procurarles oportuna justicia.
Sus denuncias por el peligro que le acechaba tambi¨¦n llegaron a las redes sociales. Mas fue en vano.
El martes falleci¨® luego de un ataque tan inhumano como vil. Sus victimarios le prendieron fuego el s¨¢bado de la semana pasada. Su voz, denunciando en internet la seriedad de las amenazas que enfrentaba, que ya se hab¨ªan traducido en quemaduras por cloro industrial que le provocaron los vecinos acosadores, hoy resuena en todo aquel que a¨²n albergue empat¨ªa en un pa¨ªs que a diario mata a una decena de sus hijas: qu¨¦ tipo de crueldad es ¨¦sta que deja a un hijo hu¨¦rfano de quien adem¨¢s estaba empe?ada en ser su cuidadora permanente.
En M¨¦xico, ni las polic¨ªas, ni las fiscal¨ªas, pero tampoco las oficinas de defensa de derechos est¨¢n dise?adas para proteger a los ciudadanos. Menos a¨²n a las ciudadanas. El caso de Luz Raquel escuece porque lo que ha seguido a esa barbaridad es el concurso de gobernantes que balbucean pretextos y pronuncian declaraciones insulsas e inaceptables en su intento de justificar la falta de protecci¨®n gubernamental a alguien que hab¨ªa denunciado formalmente e incluso exhibido las pintas amenazantes.
El presidente de la Rep¨²blica y el gobernador de Jalisco, que coincidieron este viernes en un acto en la poblaci¨®n jalisciense de Puerto Vallarta, declararon cada cual a su manera que esta muerte, y por lo que dijeron se desprende que otras similares del pasado reciente o del futuro, son causadas por la deshumanizaci¨®n de la sociedad.
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador y Enrique Alfaro exhiben un patr¨®n nada desconocido, no por ello menos perjudicial. Encarnan a autoridades que lidian con una crisis normalizando la violencia. Control es lo que buscan, sofocar la indignaci¨®n, resbalar la responsabilidad antes que iniciar una reflexi¨®n, y una pesquisa, que establezcan responsables por acci¨®n, pero tambi¨¦n por omisi¨®n, como podr¨ªan ser m¨²ltiples actores de las instituciones.
As¨ª que tras el atentado mortal nada sorpresivo en contra de Luz Raquel, hombres en los gobiernos se aseguran de que futuros victimarios reciban el mensaje de que la autoridad no reconoce errores y menos eleva el costo a quienes hayan, desde el aparato gubernamental, abandonado a v¨ªctimas que solicitaron protecci¨®n. Al garantizar que este caso no supondr¨¢ un revulsivo de los procedimientos preventivos, siembran futuras impunidades. Hombres habl¨¢ndole a hombres de responsabilidades abstractas no concretas.
No hay espacio para pensar que las cosas mejorar¨¢n, que estas muertes podr¨ªan al menos hacernos tomar conciencia para cambiar, para entre todas y todos dise?ar pol¨ªticas de protecci¨®n de las mujeres, j¨®venes y no tan j¨®venes.
Porque incluso en casos en donde la indignaci¨®n popular ha logrado que las autoridades respondan con algo m¨¢s que explicaciones sobre las causas hist¨®ricas de la violencia, o la imposibilidad de cuidar a alguien si un victimario se empe?a en ultimar a una persona, los resultados dejan mucho qu¨¦ desear y no est¨¢n exentos de muestras de impericia e indolencia, como ha ocurrido en el caso de Debanhi Escobar, la joven regiomontana que desapareci¨® tras ir a una fiesta y fue encontrada muerta el 21 de abril.
Al arranque de esta semana, Debanhi volvi¨® a ser noticia. Y volvi¨® a ser victimizada, habr¨ªa que decir, por las autoridades. La demanda de justicia para esta chica oblig¨® a las autoridades a realizar una nueva necropsia. Y este lunes se revel¨® que seg¨²n ¨¦sta ni muri¨® ahogada accidentalmente en una cisterna, ni muri¨® inmediatamente tras desaparecer en la carretera donde fue dejada por un chofer.
La revelaci¨®n de que Debanhi estuvo viva durante d¨ªas, y que su muerte fue por asfixia provocada, remeci¨® a quienes nunca creyeron que la chica hab¨ªa fallecido por una serie de malas decisiones personales que le habr¨ªan llevado a resbalar y caer en un aljibe. No muri¨®, la mataron. No se equivoc¨®, la ultimaron. No desapareci¨®, la sustrajeron.
Esos hallazgos periciales exhiben la incapacidad del gobierno de uno de los estados que suele presentarse, por su urbanizaci¨®n e industria, como de un pa¨ªs aparte.
Al final, Debanhi desnuda que en Nuevo Le¨®n son iguales que todo M¨¦xico: que no solo fueron cero efectivos para dar con la joven cuando ¨¦sta todav¨ªa estaba viva y su familia ya hab¨ªa denunciado la desaparici¨®n, sino que quedando al descubierto la falsedad de la primera versi¨®n dada por la autoridad sobre las causas de la muerte, nadie en el gobierno neoleon¨¦s tiene la verg¨¹erza de renunciar, y el gobernador Samuel Garc¨ªa tampoco limpia de ineptos su administraci¨®n.
Ese es otro de los mensajes que abonan a la impunidad. El gobierno es una agencia de empleo donde la permanencia depende de compadrazgos pol¨ªticos, no del servicio que presten a los ciudadanos. Y si la falla gubernamental involucra a una mujer, el camino de la burocracia dorada para escapar a la rendici¨®n de cuentas ser¨¢ a¨²n m¨¢s despejado: siempre se podr¨¢ decir que ella se lo busc¨®, que qui¨¦n le manda ir de fiesta, que d¨®nde estaban sus amigas, que para qu¨¦ bebe, que a qui¨¦n se le ocurre vestir as¨ª...
Porque como con el aborto, si fueran los hombres los que estuvieran siendo asesinados por ellas, la crisis estar¨ªa en v¨ªas de resolverse. Los gobiernos de los hombres emplear¨ªan esfuerzos, expertos y estrategias para prevenir tan grande cat¨¢strofe. Seguramente se habr¨ªa reunido el gabinete federal, o se habr¨ªa convocado ya una reuni¨®n nacional de gobernadores y presidente para dar con la soluci¨®n.
C¨®mo que a un padre que cuida permanentemente a su hijo le ha matado una vecina. Qu¨¦ deshumanizado est¨¢ M¨¦xico. Y encima el tutor ya hab¨ªa denunciado, y lo quemaron vivo. ?Qu¨¦ nos pasa!
D¨®nde se ha visto que una chofer deje a un joven en medio de la noche en lo despoblado y que luego ¨¦ste haya decidido internarse en un paraje desconocido para terminar ahogado, accidentalmente, en una cisterna. Por qui¨¦n nos toman a los hombres para que crean las mujeres que nos tragaremos esa historia sin pies ni cabeza. El joven solo quer¨ªa divertirse como es debido a esa edad y no supimos cuidarlo entre todos. ?Qu¨¦ injusticia!
C¨®mo que una mujer que ha tenido altos cargos en administraciones del estado de Puebla se atreve a atentar contra su exc¨®nyuge y lo mata porque ten¨ªa una disputa por los hijos de ambos. C¨¢rcel y correcci¨®n de las leyes para mantener a salvo a los hombres que solo buscan cuidar a las cr¨ªas.
Este ¨²ltimo p¨¢rrafo se refiere, por supuesto, al caso de Cecilia Monz¨®n, activista asesinada el 21 de mayo en Puebla, homicidio a balazos en un ataque directo donde el presunto autor intelectual es su exesposo, un conocido militante del PRI que incluso fue candidato a la gubernatura.
Monz¨®n era una acreditada feminista a la que mataron dos sicarios. Su lucha a favor de otras mujeres fue segada por las balas. Tan duro acontecimiento, tan puntual exhibici¨®n de violencia machista, se trat¨®, sin embargo, de solo uno m¨¢s de los feminicidios de este a?o.
Una nueva generaci¨®n de mujeres reclama el fin de la violencia en medio de asesinatos cotidianos en los que resultan exhibidos los gobiernos de los tres niveles.
Ese reclamo no puede tener otro futuro que la ca¨ªda del muro institucional que les deja en el desamparo.
La llegada de m¨¢s mujeres al cargo de gobernadora podr¨¢ suponer que nuevas y empoderadas aliadas emprendan iniciativas para modificar instituciones y marco normativo que hoy no est¨¢n del lado de la efectiva protecci¨®n de hijas y madres.
Pero descansar en los hombros de nuevas gobernadoras, la carga de hacer el cambio ser¨ªa de nuevo una actitud equivocada: la responsabilidad es de todos, y de los hombres m¨¢s que de nadie.
Estamos frente a una tragedia que tendr¨ªa que resultar insoportable a la sociedad; tan pesada que obligue a los actuales gobiernos a reformarse, por los casos visibles como el de Luz Raquel, Debanhi y Cecilia, y por los incontables casos invisibles que cada d¨ªa ocurren. Atentados dis¨ªmbolos pero surgidos de un mismo patr¨®n: la tolerada e incluso incentivada violencia machista.
Los gobiernos le han fallado a las mexicanas, tanto al no emprender efectivas medidas de prevenci¨®n de la violencia, como al no responder adecuadamente cuando ¨¦sta es denunciada.
La violencia machista ha dejado en Zapopan un hu¨¦rfano que de ninguna manera pod¨ªa quedarse sin madre. Se los dijo, nos lo dijo. Y hoy con su absurda e indignante muerte nos lo sigue diciendo. ?Hasta cu¨¢ndo escucharemos? Quedarse en el lamento tras lo ocurrido a Luz Raquel, Debanhi, Cecilia y tantas otras hoy no solo sirve de poca cosa, sino que sabe a complicidad con autoridades omisas y negligentes.
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