?Qu¨¦ sigue con Guacamaya Leaks?
Queda la incertidumbre de que las autoridades decidan actuar en contra de los militares y los particulares involucrados en los hechos revelados en la filtraci¨®n de millones de correos de la Sedena
Desde el comienzo de su filtraci¨®n, los datos del hackeo que hizo la organizaci¨®n Guacamaya no han dejado de publicarse. Pr¨¢cticamente a diario aparecen uno o varios reportes de la informaci¨®n contenida en las bases de datos de la Secretar¨ªa de la Defensa Nacional (Sedena). Cada uno de ellos contiene datos acerca de las acciones realizadas por el Ej¨¦rcito mexicano, tanto de s¨ª mismo como de aquellas llevadas a cabo frente a otros habitantes del pa¨ªs. Por el goteo informativo nos hemos enterado de situaciones que no sab¨ªamos, as¨ª como tambi¨¦n hemos confirmado otras de las que sospech¨¢bamos. En el agregado han quedado al descubierto temas tan diversos como la salud del presidente L¨®pez Obrador, las condiciones vacacionales de su familia, la calificaci¨®n de ciertos grupos sociales por su grado de amenaza, la extensi¨®n territorial de la delincuencia o los riesgos de ciertas obras p¨²blicas.
La cantidad de datos contenidos en seis terabytes es enorme y su contenido inimaginable. Es por ello que los principales medios de comunicaci¨®n han abierto secciones en las que, sin prisa y sin pausa, colocan las piezas de informaci¨®n que a las correspondientes redacciones les parecen importantes o a las que simplemente van teniendo acceso. Al escribir esta colaboraci¨®n, en efecto, leo en EL PA?S: El Ej¨¦rcito mexicano ve a las feministas como enemigas del Estado, en El Universal, M¨¦xico, un pa¨ªs poblado de c¨¢rteles y en Reforma: Tiene la Guardia Nacional manos en orde?a, drogas¡ Estos tres ejemplos, de entre muchos otros a los que podr¨ªa acudir en este o en cualquier otro d¨ªa cercano, muestran varias cosas. Por una parte, los descuidos, la amplitud del ejercicio de las atribuciones y los niveles de presencia de la Sedena; la extensi¨®n de los grupos delictivos al margen o en connivencia con las autoridades y, en relaci¨®n con esto, la profunda corrupci¨®n de los cuerpos que tienen encomendada la seguridad p¨²blica. Por otra parte, la existencia de un periodismo independiente y la posibilidad de obtener, por su conducto, informaci¨®n sobre la cotidianeidad de lo p¨²blico. De aquello que debiera interesarnos por ser base de nuestra convivencia. M¨¢s all¨¢ de lo que de positivo que hasta aqu¨ª ha tenido la divulgaci¨®n de las bases de datos, hay un aspecto de la cuesti¨®n que a todos, pienso, deber¨ªa resultarnos profundamente perturbadora.
?En qu¨¦ espacios institucionales se est¨¢n procesando las cuestiones derivadas de la informaci¨®n que se ha estado divulgando? Por claridad, plante¨® mi pregunta de otra manera: ?En d¨®nde se est¨¢n construyendo las acciones que debieran corresponder a los procedimientos para investigar y, en su caso, procesar a quienes resulten responsables de la comisi¨®n u omisi¨®n de acciones que se?alan los datos dados a conocer? Consideremos algunos ejemplos. Un primer grupo de asuntos tiene una dimensi¨®n que, por facilidad, llamar¨¦ interna. ?Qu¨¦ han hecho las Fuerzas Armadas con respecto al hackeo? ?Ya se abrieron los procesos de investigaci¨®n? ?Hay militares y civiles involucrados? ?Efectivamente se dio una acci¨®n de la disidencia castrense en contra de los actuales mandos o fue una acci¨®n desde el extranjero y, en su caso, de qui¨¦n? Otra dimensi¨®n del asunto puede ser llamada externa. ?Hay militares vinculados con los delincuentes? y ?qu¨¦ procesos disciplinarios se han abierto? ?A qu¨¦ grupos delincuenciales se est¨¢n monitoreando? y ?qu¨¦ operativos se est¨¢n haciendo para enfrentarlos? ?Los datos obtenidos son suficientes para abrir carpetas de investigaci¨®n? y, de ser as¨ª, ?cu¨¢ntas est¨¢n ya en proceso?
Las preguntas que acabo de formular ¡ªy tantas otras que podr¨ªa seguir planteando¡ª ponen de manifiesto un problema central de nuestro tiempo. El ¨¦xito que se est¨¢ obteniendo por la manera de dar a conocer la informaci¨®n hackeada, impide darnos cuenta de la ausencia de la institucionalidad que pueda hacerse cargo de ella. Mucha de la informaci¨®n publicitada parece ser constitutiva de delitos, sean estos del fuero civil o del militar. Mi preocupaci¨®n es solo la que tiene que ver con la realizaci¨®n concreta de los correspondientes procesos de investigaci¨®n. M¨¢s all¨¢ de ellos, lo verdaderamente importante es saber si existe la posibilidad de que los mismos puedan darse.
En las actuales condiciones de la presencia militar, el abierto respaldo que el presidente L¨®pez Obrador les ha dado, la extensi¨®n y sensibilidad de la informaci¨®n obtenida y las condiciones operativas que han mostrado muchos de los ¨®rganos de procuraci¨®n e impartici¨®n de justicia, ?es posible pensar en la existencia de condiciones para constituir una sede en la que puedan investigarse las conductas de los militares y de los civiles involucrados en ella?
No cabe duda de que, en los d¨ªas por venir, la informaci¨®n sobre delitos y delincuentes seguir¨¢ fluyendo. Lo que resulta m¨¢s problem¨¢tico es saber si a partir de lo dado a conocer encontrar¨¢ un lugar para ser considerado. Si podr¨¢n o no abrirse procesos y, m¨¢s a¨²n, si podr¨¢n sancionarse a los responsables. Por el signo de los tiempos, me temo que ello no ser¨¢ as¨ª. Por una parte, queda la duda de que las mismas Fuerzas Armadas involucradas, decidan investigarse a s¨ª mismas. Que sus agentes, procuradores y jueces, act¨²en en los ¨¢mbitos del fuero militar que la Constituci¨®n les asigne. Por otra parte, queda la incertidumbre de que las autoridades de la procuraci¨®n de justicia civil decidan actuar en contra de los militares y los particulares involucrados. Nada de eso parece que vaya a suceder en el M¨¦xico presente. Diariamente seguiremos leyendo revelaciones de diverso tipo, cuyas diferencias provendr¨¢n m¨¢s por el contenido del dato dado a conocer, que por los efectos y sanciones institucionales que vaya a producir.
Hace unos d¨ªas el presidente L¨®pez Obrador dijo que el ciberataque hab¨ªa sido ¡°un rotundo fracaso¡±. Dejando de lado su problema de ver, si no en todo, s¨ª en mucho de lo que en el mundo pasa, moros con tranchetes, lo cierto es que puede tener raz¨®n. Parece ser que las filtraciones no afectar¨¢n a su Gobierno ni a su persona. La institucionalidad que ha destruido y construido pueden permitirle que las filtraciones se reduzcan a notas y noticias. No a procesos ni menos a responsabilidades.
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