El derecho al aborto ajeno es la paz
La disputa en torno al aborto, que reedita la a?eja divisi¨®n entre liberales y conservadores, se nutre del caldo de cultivo del pensamiento fundamentalista: ignorancia y prejuicios
En M¨¦xico, cada una las 32 entidades federativas que componen la Rep¨²blica tiene su propio c¨®digo penal y, adem¨¢s, existe un C¨®digo Penal Federal. En 2007, los legisladores del entonces llamado Distrito Federal, hoy Ciudad de M¨¦xico, legalizaron el aborto y a partir de 2018, han sido 11 las entidades donde ya se acepta la interrupci¨®n legal del embarazo (ILE). Sin embargo, la permanencia del delito de aborto en el C¨®digo Penal Federal se ha usado como excusa para no cumplir con la ley, y para no despenalizar en las 20 entidades restantes. Hace unos d¨ªas, la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n (SCJN) erradic¨® ese obst¨¢culo con la resoluci¨®n a un amparo promovido por GIRE, una ONG feminista.
No ha sido f¨¢cil llegar hasta aqu¨ª. Desde los a?os treinta del siglo pasado, voces feministas exigieron que se considerara al aborto voluntario como elemento de la pol¨ªtica de salud p¨²blica en lugar de tipificarlo como un delito. Desde que se legaliz¨® hace 16 a?os en la Ciudad de M¨¦xico, colectivas feministas construyeron redes de apoyo, con mecanismos puntuales para enfrentar la criminalizaci¨®n existente: se ocuparon del acompa?amiento y traslado de mujeres de todas las entidades para que accedieran al servicio gratuito de ILE en los hospitales del gobierno de la Ciudad de M¨¦xico y difundieron informaci¨®n sobre c¨®mo administrarse el medicamento que provoca un desprendimiento embrionario.
M¨¢s que los arduos procesos legislativos en cada entidad, han sido resoluciones de la SCJN, derivadas de varios litigios estrat¨¦gicos como el que hoy en d¨ªa celebramos, lo que junto con el debate jur¨ªdico internacional, han abierto la posibilidad de abortar legalmente. En especial, la SCJN coincide con la decisiva resoluci¨®n de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Artavia Murillo, que concluy¨® que el Estado no puede conferirle a un embri¨®n el mismo estatuto de persona que tiene una mujer, por lo cual los derechos de las mujeres prevalecen por encima de la protecci¨®n a los embriones.
Compartiendo esa perspectiva jur¨ªdica, en septiembre de 2021, nuestra SCJN abord¨® tres acciones de inconstitucionalidad: en la primera resolvi¨® que no se debe criminalizar a las mujeres que abortan y que se deben prestar los servicios de ILE; con la segunda estableci¨® que un Congreso local no tiene facultades para definir el momento en que inicia la vida; y la tercera refrend¨® el respeto a la objeci¨®n de conciencia individual aclarando que una instituci¨®n p¨²blica no puede objetar.
Los fallos jur¨ªdicos han logrado lo que los legisladores no han hecho, debido en buena parte al potent¨ªsimo activismo de sacerdotes cat¨®licos, pastores evang¨¦licos y neoconservadores de derecha populista. El Vaticano, aliado con el poder pol¨ªtico y empresarial, se resiste a rectificar su dogma y con la consigna de ¡°defender la vida desde el momento de la concepci¨®n¡±, proh¨ªbe el uso de anticonceptivos y el acceso al aborto. Adem¨¢s, esta narrativa ¡°provida¡± ha colonizado las conciencias de muchos pol¨ªticos y legisladores quienes, pese a que los contextos de pobreza, marginaci¨®n y desigualdad en M¨¦xico vuelven la penalizaci¨®n del aborto un problema de justicia social, se muestran renuentes a asumir la ILE como una decisi¨®n de pol¨ªtica democr¨¢tica.
La disputa en torno al aborto, que reedita la a?eja divisi¨®n entre liberales y conservadores, se nutre del caldo de cultivo del pensamiento fundamentalista: ignorancia y prejuicios. Ante la extendida y riesgosa pr¨¢ctica de los abortos inseguros por ilegales que se llevan a cabo todos los d¨ªas, y conscientes de que es un tema que los pol¨ªticos evaden, pues consideran que les puede significar un costo electoral, algunas organizaciones feministas recurrimos al litigio estrat¨¦gico, mientras otras compa?eras acompa?an a las mujeres, consiguen el medicamento abortivo, organizan protestas y toman la calle.
La Marea Verde es el sustento activista que exhibe la fuerza de la demanda feminista, y que habla del cambio cultural en curso, verbalizado en consignas tipo ¡°Que no haya aborto legal, es violencia patriarcal¡± y ¡°Aborto s¨ª, aborto no, eso lo decido yo¡±. La reciente resoluci¨®n de la SCJN tambi¨¦n es una afirmaci¨®n de valores democr¨¢ticos y laicos, que una parte importante de la ciudadan¨ªa suscribe. La ILE, por la que las feministas de la segunda ola luchamos desde hace m¨¢s de medio siglo, debe verse como un derecho democr¨¢tico. Y las j¨®venes de la Marea Verde cantan en las calles, parafraseando a nuestro pr¨®cer Benito Ju¨¢rez, ? El respeto al aborto ajeno es la paz!
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