Dos Colosios y otro crispado a?o electoral
Antes de la elecci¨®n, Colosio Riojas lidiar¨¢ con lo mejor que tiene y lo que m¨¢s le costar¨¢: su apellido, ese que le abre puertas y forma parte de su bagaje
Luis Donaldo Colosio Riojas llegar¨ªa al Senado pr¨¢cticamente a la misma edad (39 a?os) que su padre (38).
Pero el recorrido de ambos no podr¨ªa haber sido m¨¢s distinto; entrelazadas biograf¨ªas que difieren en todo menos en que ayer y hoy ese apellido hace surgir en el horizonte la ilusi¨®n de la presidencia de la Rep¨²blica.
Colosio Riojas llegar¨ªa al Senado con menos experiencia y acompa?amiento que su padre. En septiembre de 1988, su progenitor era parte del poderoso PRI, donde ya hab¨ªa sido diputado federal. Cachorro de una camada tan precoz que cuatro meses despu¨¦s le nombrar¨ªa l¨ªder nacional del PRI.
Esa es la primera cosa que distingue a padre e hijo. ?ste se ha tomado su tiempo, ha resistido a quienes pretend¨ªan que diera un salto al vac¨ªo y con apenas una diputaci¨®n local y un par de a?os en la presidencia municipal de Monterrey a cuestas, se lanzara como candidato presidencial en 2024.
?l sabr¨¢ las razones para deso¨ªr esos cantos de sirenas.
Quiz¨¢ tiene conciencia de que su clan pol¨ªtico est¨¢ muy lejos de ser como la poderosa maquinaria priista que en tiempos de Salinas de Gortari encumbr¨® a su padre.
Quiz¨¢ intuye que este ciclo pertenece a¨²n a Morena y que desgastarse no suma nada.
Quiz¨¢ quiera depender m¨¢s de su experiencia que de su herencia, pol¨ªtica obviamente.
Salvo una cat¨¢strofe, Luis Donaldo II llegar¨¢ al Senado a calarse en aguas nacionales. Regresar¨¢ a la ciudad en que vivi¨® su ni?ez y en la que su padre despeg¨® para ser una ef¨ªmera estrella, una esperanza apagada por las balas el 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Tijuana.
Antes de la elecci¨®n, Colosio Riojas lidiar¨¢ con lo mejor que tiene y lo que m¨¢s le costar¨¢: su apellido, ese que le abre puertas y forma parte de su bagaje, ese bot¨ªn ansiado por piratas de variopinta bandera.
?l est¨¢ consciente de que Colosio es una marca tan nacional como suya. En parte, porque muchos en M¨¦xico sue?an con una segunda oportunidad luego de los disparos de Mario Aburto. En parte, porque ¨¦l ha cuidado sus pasos y de esa forma su leg¨ªtimo derecho a a?adir a su apellido una historia propia.
2024 marca para ¨¦l la hora de ser mucho m¨¢s que el sobrio joven hijo del frustrado candidato presidencial a quien la tragedia llev¨® a ir a Monterrey; deber¨ªa tambi¨¦n representar el cierre de la imagen de un pol¨ªtico medio ap¨¦ndice medio socio de la medi¨¢tica pareja que gobierna Nuevo Le¨®n. Despojarse de la sombra fosforescente.
En su despegue nacional, Colosio va a enfrentar nuevos retos y demandas concretas.
Nuevo Le¨®n ser¨¢ escenario de una batalla campal entre un Morena al alza, una galvanizada coalici¨®n prianista y un Movimiento Ciudadano dispuesto a casi cualquier cosa con tal de retener el espacio conquistado estos a?os por Samuel Garc¨ªa y el propio Colosio.
Morena no se va a resignar a que, como cuando fue la elecci¨®n estatal del 2021, se le desplace sin m¨¢s de la quiniela de los favoritos. Y al maniatar a Garc¨ªa en su intento presidencialista, el PRIAN encontr¨® que gana m¨¢s si dejan de pelear entre s¨ª. Samuel, por su parte, ans¨ªa la revancha.
En medio de tan encendidos frentes, Colosio batallar¨¢ a la hora de impedir al gobierno hacer le?a electoral de su apellido. Es su primer reto. Reclamar lo que es suyo al tiempo que desenmascara a quienes solo buscan lucrar con la tragedia de hace tres d¨¦cadas.
Eso, y presentar ideas genuinas para el futuro mexicano que relancen al pa¨ªs y a su nombre; ambos merecen mucho m¨¢s que el fango del oportunismo que quiere medrar con el sangriento pasado.
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