Jalisco: una presa, abucheos y jaloneos postelectorales
Osiris est¨¢ hecho un profeta del desencanto. Y yo me pregunto si todos esos millones que andan en las calles est¨¢n esperanzados por el futuro o, como ¨¦l, nom¨¢s ven la friega diaria por sobrevivir
El conductor del auto de alquiler en que vuelvo a mi casa, esta noche, tiene un nombre sensacional: se llama Osiris. Me lo presume en cuanto abordo el veh¨ªculo. ¡°?Ya vio este mono que llevo en el retrovisor? Es un dios egipcio que se llama como yo¡±. Pone a girar la figurilla. Un sobrino le hizo el adorno en una impresora 3D, refiere ¨¦l, con orgullo. Y luego de maravillarse por los avances de la tecnolog¨ªa y sentenciar ¡°as¨ª va la vida, un poco mejor en unos sitios y peor en otros¡±, procede a brindarme un repaso (no solicitado por m¨ª) de las m¨¢s destacadas noticias de las ¨²ltimas horas en sus propias palabras.
¡°?Ya vio lo del abucheo?¡±, arranca. Y me narra que el presidente que se va (le queda mes y medio en la silla), la presidenta que llega, y el gobernador que tambi¨¦n est¨¢ por irse (pero no el que le suceder¨¢, porque es de otro partido distinto al oficial, y lo andan impugnando en tribunales, a ver si lo tumban) inauguraron en Jalisco, tierra de Osiris y m¨ªa, la presa de El Zapotillo, luego de tres lustros de obras, proyectos y conflictos con los pueblos cercanos que iban a ser inundados y al final no lo fueron. ¡°?No vio? Se chamaquearon al gobernador, le llenaron el lugar de morenistas y le pusieron una abucheada de aquellas¡±, me informa el conductor, ri¨¦ndose. ?l, aclara, no apoya ni a los unos ni a los otros. ¡°Yo nom¨¢s creo en el bitcoin y ya dicen que hasta ese es fraude¡±, acota.
La teor¨ªa de Osiris sobre por qu¨¦ el partido oficial no ha reconocido su derrota en las elecciones estatales jaliscienses o en las del municipio de Guadalajara, y ha llevado el caso ante los tribunales federales en busca de anular el resultado oficial, me resulta bastante siniestra: ¡°Yo digo que unos trabajan con un grupo de los malos y los otros trabajan con los rivales. Y se andan peleando la plaza. Primero con votos y luego, si no sale, a balazos. Para m¨ª todas las elecciones son una vacilada¡±, gru?e.
Circulamos por avenida Am¨¦ricas, en Guadalajara, sobre la que se construyen (o est¨¢n recientemente estrenados) una serie de rascacielos y edificios horribles y vistosos a la vez. Tanta bonanza de los bienes ra¨ªces pone a Osiris inquieto. ¡°Todo esto ha de estar hecho con el dinero de los malos y est¨¢ pensando para que ellos los compren, a m¨ª se me hace¡±, insin¨²a. ¡°?O qui¨¦n m¨¢s va a pagar lo que est¨¢n pidiendo por estas cosas? S¨ª cuestan millones y millones, y en la ciudad no hay tantos futbolistas, y Canelo [el multimillonario boxeador Sa¨²l ?lvarez] solo hay uno¡±.
Le pregunto si cree que su vida cambiar¨¢ con los nuevos gobiernos que se avecinan. Recibo un bufido desde?oso por respuesta. ¡°No, hasta cree. A m¨ª me parece bien que le den su lanita [la beca para j¨®venes] a mi sobrino, pero a uno, al que trabaja, no le toca. Y aqu¨ª en el Estado va a ser lo mismo si dejan al que gan¨® o si ponen a la otra, a la de ellos¡±.
Osiris est¨¢ hecho un profeta del desencanto. Y yo me pregunto si el resto de la gente, si todos esos millones que andan en las calles, sus casas o sus trabajos est¨¢n esperanzados por el futuro o, como ¨¦l, nom¨¢s ven la friega diaria por sobrevivir. Voy a plantearle el asunto a Osiris, pero ¨¦l ya est¨¢ en otra cosa, bordando sobre las barrabasadas que dicen a cada instante los concursantes de La casa de los famosos.
A m¨ª, qu¨¦ quieren que les diga, me gustar¨ªa tener esperanza. Al menos m¨¢s que Osiris.
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