El segundo piso de las ma?aneras
Si Sheinbaum va m¨¢s hacia todo lo que el 60% que le vot¨® quiera o demande en su conferencia matutina, se perder¨¢n la posibilidad de innovaci¨®n de ese espacio p¨²blico y la promesa de que se gobernar¨¢ para todos
Tras pasar varios a?os en Espa?a, al historiador estadounidense Gabriel Jackson le preguntaban a menudo qu¨¦ era lo que m¨¢s echaba de menos de su estancia en la pen¨ªnsula ib¨¦rica. Su respuesta era inmediata: participar en tertulias.
En un art¨ªculo publicado de 2010, Jackson hizo su Elogio de la tertulia, esas reuniones de personas con ¡°diferencias de opini¨®n considerables¡±, que seg¨²n ¨¦l funcionaban porque los distintos criterios ni coartaban la conversaci¨®n ni generaban resentimientos.
La clave, escribi¨® en El Pa¨ªs, era la ¡°ausencia de puritanismo. Personas de diversas edades y temperamentos se besaban en las dos mejillas, hablaban sin miedo o verg¨¹enza de cuestiones ¡®delicadas¡¯ y se refer¨ªan a los mismos peri¨®dicos viendo en ellos toda la verdad o solo basura, sin que todo ello suscitara animosidad personal entre asistentes de muy diversos credos pol¨ªticos¡±.
Claudia Sheinbaum rebas¨® ya su primera semana de ma?aneras. Si bien con ajustes, la presidenta dio continuidad a la conferencia matutina en Palacio Nacional. Aunque es pronto para sacar una conclusi¨®n definitiva, ?qu¨¦ nos dice hasta ahora ese ejercicio?
De las ma?aneras se puede hablar horas. Literalmente. Ese ha sido su mayor ¨¦xito. Se convirtieron en el eje de la conversaci¨®n de todo un pa¨ªs, e incluso llaman la atenci¨®n allende las fronteras. Durante un sexenio fueron la tertulia que reun¨ªa a Gobierno y opini¨®n p¨²blica.
Una de sus virtudes ¡ªentendidas como ingrediente para alimentar la sociedad del espect¨¢culo en la que vivimos¡ª era que pocas veces defraudaba. M¨¦xico entero sab¨ªa que cada ma?ana en Palacio pod¨ªa pasar algo digno de comentarse, digno de atenderse.
En tiempos priistas y panistas por igual, los actos presidenciales incurr¨ªan en el pecado de la solemnidad. La presidencia como s¨ªmbolo inalcanzable, imagen para la veneraci¨®n, actos saturados de reverencias y de discursos con voz engolada y unidireccionales.
En 2018 eso gir¨® 180 grados. La presidencia se asumi¨® como generadora de memes, insumo para las redes, materia de chistes y fuente de entretenimiento. E, igualmente, voz que fijaba el r¨¦cord de lo verdadero o la ¨²ltima palabra de cada cosa. Demostraci¨®n de poder.
La tertulia ma?anera ten¨ªa, pues, ingredientes varios donde la constante era el ejercicio de la autoridad, en ocasiones mercurialmente y en otras con chanzas, sin dejar nunca de apelar a las mayor¨ªas y utilizando a la prensa de mera correa de transmisi¨®n.
Con el cambio sexenal, la ma?anera modific¨® su formato. La innovaci¨®n es l¨®gica. La nueva protagonista tiene el derecho de perfilar de manera distinta las formas de ese espacio de comunicaci¨®n p¨²blica. La pregunta es si en el fondo retendr¨¢ su eficacia pol¨ªtica.
A diferencia de otros gobiernos, Morena hizo de la presidencia de la Rep¨²blica el ¨²nico pararrayos. Los secretarios de Estado dejaron de ser fusibles que evitaban una sobrecarga en el Ejecutivo. El presidente cachaba todas las papas calientes. Y lo hac¨ªa en vivo.
El ejercicio no estuvo exento de trucos. La cantidad de mentiras que se propalaron ser¨¢ por a?os materia estudio. Y para ganar ventaja a la prensa convencional se invent¨® o incentiv¨®, ambas cosas, a pati?os. La manipulaci¨®n era tan obvia como, parad¨®jicamente, pegadora.
La cuesti¨®n es si la nueva tertulia tendr¨¢ similar efecto pol¨ªtico, dado que hered¨® espacio f¨ªsico, zalameros, animadores y, justo es decirlo, la expectativa de millones que quieren que su nueva lideresa determine diario el tema y el rumbo de la conversaci¨®n.
Por lo visto hasta hoy, la ma?anera pretende ser m¨¢s eficiente en el uso del tiempo y m¨¢s directa en los mensajes. Sin duda se trata de virtudes; y de rasgos caracter¨ªsticos de la presidenta, hasta ahora poco dada a la teatralidad y poco c¨®moda en los circunloquios.
Tenemos una ma?anera m¨¢s parecida a una sesi¨®n instructiva, a una clase t¨¦cnica, donde abundan n¨²meros y bullet points. Se recurre a videos para animar episodios hist¨®ricos, materiales de factura t¨ªpica de escuela b¨¢sica. Y las intervenciones suelen ser m¨¢s concretas.
Nada de lo mencionado en el p¨¢rrafo anterior constituye defecto. La duda es si ser¨¢ atractivo para una audiencia acostumbrada al pleito, la diatriba, la descalificaci¨®n cotidiana de quienes piensan distinto, la victimizaci¨®n del protagonista y el sensacionalismo.
Ese es el reto de la nueva ma?anera. Lidiar con la costumbre. Eso del di¨¢logo circular no era con la prensa, ni siquiera con los pati?os. Era con aquellos que sin poder dejar de verla la padec¨ªan como enfadoso mon¨®logo, y con los millones que la o¨ªan como reconfortante pr¨¦dica.
Desde que gan¨® la elecci¨®n, Claudia Sheinbaum fue ensayando sus ma?aneras. En la que fue su casa de campa?a comenz¨® a dar conferencias de prensa y estas se fueron modificando, de un formato m¨¢s austero o puntual hacia intentos de teatralidad de la capitalina.
Hoy en las ma?aneras emerge con cierta regularidad el lenguaje despectivo de la campa?a. La presidenta ya habla del PRIAN, o de la candidata del PRIAN y sus ¡°contratos con el INAI¡±. Es decir, apela al ¨¢nimo belicoso y despectivo que tanto fue jaleado a su antecesor.
Diario Sheinbaum prueba los recursos que tiene a mano ahora que es el centro gravitacional. La semana pasada dijo que lo que algunos ve¨ªan como intento de golpe de Estado era solo un ¡°golpe aguado¡±. El chascarrillo se tradujo en ruido en redes y titulares de prensa.
Descalificaciones a adversarios y ocurrencias fueron lo cotidiano en Palacio Nacional durante seis a?os. Pero tambi¨¦n eventuales choques en vivo y en directo con la prensa digna de ese nombre. Sin minimizar, desde luego, abusos como filtrar informaci¨®n e incitar linchamientos.
Parte de la respuesta de si tendr¨¢ similar ¨¦xito la nueva ma?anera vendr¨¢, precisamente, cuando en la misma la mandataria sea cuestionada por genuinos periodistas que se sepan respaldados por sus medios. Quiz¨¢ ah¨ª se rompa la luna de miel que hasta hoy se vive.
Aprovecho para decir esto: no creo que la presidenta disfrute a los zalameros, pero si los medios convencionales no mandan m¨¢s representantes a la ma?anera, igual y le toma el gusto a matar el tiempo con preguntas que son puras bolas suaves.
Lo que prefiguro, sin embargo, es que el ejercicio se ir¨¢ radicalizando. Porque, para empezar, cierto p¨²blico as¨ª lo pide. Y porque la presidenta tambi¨¦n milita en la idea de que la polarizaci¨®n no es tal, como lo declar¨® el martes a pregunta expresa:
¡°Lo que hay en el pa¨ªs es democracia¡±, contest¨® Sheinbaum. ¡°Hay democracia y hay libertades: la gente puede manifestarse. Hay libertad de prensa; hay libertad de expresi¨®n; hay libertad de reuni¨®n; hay libertad de manifestaci¨®n; hay libertad para poder debatir; hay libertades y no hay pensamiento ¨²nico, no hay. Nosotros no pedimos que todo mundo piense como la presidenta, imag¨ªnense, ser¨ªa¡ eso ser¨ªa dictadura. Lo que hay es un 60 por ciento de los votantes que votaron por una opci¨®n, por un proyecto de gobierno; por un proyecto de naci¨®n, m¨¢s all¨¢ de un proyecto de gobierno. (¡) Ahora que hay manifestaciones, qu¨¦ bueno, qu¨¦ bueno¡±.
En esa respuesta se perfila el futuro de la ma?anera. Ir¨¢ m¨¢s hacia todo lo que el 60% que le vot¨® quiera o demande. Si as¨ª ocurre, se perder¨¢n la posibilidad de verdadera innovaci¨®n de ese espacio p¨²blico y la promesa de que se gobernar¨¢ para todos.
Independientemente de lo anterior, la presidenta encarar¨¢ duras pruebas. El a?o entrante, para empezar, si los malos augurios econ¨®micos se materializan, ser¨¢ el espacio donde se tenga que discutir el efecto de d¨¦biles finanzas y escasez de erario.
Fijar la agenda, provocar diario conversaci¨®n nacional, negar cosas que no convienen al Gobierno, mantener el liderazgo intacto a pesar de tanta exposici¨®n, rendir cuentas, evitar salidas destempladas y volverse indispensable a pesar de lo predecible cabe en un p¨¢rrafo, pero es un reto monumental.
En todo caso, la nostalgia de Gabriel Jackson hoy luce, como casi todas, fuera de lugar. En todos lados la conversaci¨®n se ha envilecido. En nuestro pa¨ªs, en parte por la ma?anera de antes. Ojal¨¢ que la de ahora refresque las tertulias, antes que solo volverlas m¨¢s estridentes.
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