Campos Cabello: el maestro del tenebrismo resurge a 30 a?os de su muerte
Se le recuerda como un talento precoz, un apasionado del jazz y el blues (y hasta del punk), y un convencido socialista, quien, sin embargo, tuvo una mirada pl¨¢stica personal¨ªsima, en las ant¨ªpodas del arte panfletario
Javier Campos Cabello (1958-1994) fue una suerte de rockstar y/o artista maldito en la pintura tapat¨ªa de los ochenta y noventa. Falleci¨® muy prematuramente, a los 36 a?os, luego de una vida marcada por el trabajo y la bohemia. Se le recuerda como un talento precoz, un apasionado del jazz y el blues (y hasta del punk, seg¨²n testimonia su cuadro Nina Hagen), y un convencido socialista, quien, sin embargo, tuvo una mirada pl¨¢stica personal¨ªsima, en las ant¨ªpodas del arte did¨¢ctico o panfletario, y cre¨®, entre pinturas y dibujos, centenares de im¨¢genes oscuras, angustiosas, ir¨®nicas, confrontativas y turbadoras, con una t¨¦cnica y un trazo inconfundibles.
Tenebrismo, neobarroco, expresionismo, posmodernismo y hasta alg¨²n toque pop: una emulsi¨®n est¨¦tica en la que se han reconocido, por a?os, muchos entusiastas del dark, el goth, el metal o el cine noir, y que a la vez ha sido celebrada por cr¨ªticos y especialistas. Una obra legendaria, s¨ª, pero poco accesible para los espectadores, pues se encuentra en su mayor parte en manos de coleccionistas privados y es raro, realmente raro, que se le re¨²na para una exposici¨®n.
Se cuentan con los dedos de una mano las muestras p¨²blicas del trabajo de Campos Cabello en los tres decenios transcurridos desde su muerte y, sin embargo, su sombra se cuenta entre de las m¨¢s influyentes para los pintores de las generaciones que siguieron a la suya en el Occidente del pa¨ªs. Y esto es l¨®gico porque contemplar un Campos Cabello, hoy, embriaga y desconcierta la mirada tanto suced¨ªa como hace decenios. Al contrario que tantas obras datadas y ancladas en un cierto estilo o discurso ¡°de ¨¦poca¡±, la suya se mantiene tan outsider, vital y presente como el d¨ªa que muri¨®.
Hay, en sus dibujos y pinturas, huellas claras de su inter¨¦s por Francis Bacon (uno de sus dioses tutelares), pero tambi¨¦n por Rembrandt, Caravaggio, Jos¨¦ de Ribera, Vel¨¢zquez o Francisco Corzas. Las lecturas de Rimbaud, Dostoievski y Kafka nutrieron su imaginario; el c¨®mic y el cine fueron otros notorios influjos de su pl¨¢stica: imposible no relacionar algunas de sus pinturas, sus luces, sombras y personajes, tocados siempre por un influjo abrasivo y f¨¢ustico, con las atm¨®sferas y entes de cierto Ridley Scott, cierto Kubrick, cierto David Lynch.
Su hermana Ruth ha luchado por a?os para que la obra de Javier Campos Cabello se difunda fuera de los estrechos l¨ªmites del culto generacional y trascienda a nuevos p¨²blicos y geograf¨ªas m¨¢s amplias. A eso contribuy¨® la exposici¨®n ¡°Cartas de navegaci¨®n¡± (curada por los artistas Juan Carlos Mac¨ªas y Salvador Rodr¨ªguez V¨¢zquez), la m¨¢s amplia retrospectiva presentada nunca sobre el artista, con m¨¢s de 400 piezas, y que lleg¨® a su fin este 20 de octubre en el Museo Caba?as de Guadalajara, el principal recinto del arte en la ciudad, luego de casi tres meses de exhibici¨®n (y tres a?os de preparativos).
¡°Cartas de navegaci¨®n¡± es un repaso a fondo de la personalidad y el trabajo de Campos Cabello; el proyecto incluye tambi¨¦n la edici¨®n de un libro (del mismo t¨ªtulo) que re¨²ne buena parte del material presentado, en especial sus obras m¨¢s distintivas, puesto que exist¨ªa hasta hoy un vac¨ªo casi absoluto de publicaciones que mostraran su iconograf¨ªa b¨¢sica, si exceptuamos unos pocos cat¨¢logos de hace lustros, inconseguibles para el espectador en general.
Es de esperar que la exposici¨®n viaje a la Capital y a otros museos principales en el pa¨ªs, y contribuya a que Javier Campos Cabello pase de ser una leyenda para iniciados a una presencia valorada como lo que fue: uno de los grandes pintores mexicanos de finales del siglo XX.
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